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ENTREVISTA a PEDRO UGARTE (Nuestra historia).

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Autor

Pedro Ugarte (Bilbao, 1963) estudió Derecho y Economía, pero siempre ha trabajado como periodista, ahora en la Universidad del País Vasco. Junto a otros géneros, ha dedicado buena parte de su trabajo literario a la narrativa breve, con libros como Los traficantes de palabras, Manual para extranjeros, La isla de Komodo, Guerras privadas (Premio NH de libros de relatos), Mañana será otro día y, ya en Páginas de Espuma, El mundo de los Cabezas Vacías (2011). La expedición, libro que ha conocido distintas ediciones, reúne todos sus microrrelatos. Ha participado en las antologías más significativas de narrativa breve de las últimas décadas: Últimos narradores (1993), Páginas Amarillas (1997), Los cuentos que cuentan (1998), Perturbaciones (2009), Antología del microrrelato español (2012), Mar de pirañas (2012), Cuento español actual (2013) y Lejos de Troya (2015). Finalista del premio Herralde, ha ganado los premios Nervión, Euskadi de Literatura, Papeles de Zabalanda, Lengua de Trapo, Logroño y Julio Camba. Algunas de sus novelas se han traducido al italiano y al francés, y sus cuentos al euskera, polaco y alemán.

Sinopsis


Una historia de ciudades densas y abigarradas, donde la gente se sabe anónima en un mundo demasiado grande para almas pequeñas. Un libro poblado de personajes retratados en sus virtudes y defectos, en su afán cotidiano y en sus obsesiones, en sus aciertos y en sus errores, en la búsqueda frustrada –o el hallazgo imprevisto– de la felicidad. Pedro Ugarte vuelve a la escena del cuento con una propuesta intimista: sus páginas se revelan como una reflexión sobre la felicidad, esa percepción sujeta a todo tipo de opiniones y planteamientos.

Esta exploración se desarrolla en el paisaje de la sociedad actual, una sociedad golpeada por una crisis económica, cuyos efectos se extienden a todos los órdenes de la vida. El resultado, sin duda, es el mejor libro de cuentos de Ugarte y uno de los mejores libros que hemos leído sobre los tiempos que nos han tocado vivir. Nuestra historia.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]

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No hay que dejar pasar la oportunidad. Con el otoño se remuevan nuestras fuerzas lectoras y descubrimos nuevas experiencias. Llegarán más autores, más novelas y más personajes pero también llegarán los cuentos, ese género con el que algunos lectores disfrutamos tanto, que nos permite pasar de una historia a otra en cuestión de un par de páginas, que degustamos en esos breves entretiempos que la vida nos concede a veces. 

Soy consumidora de cuentos y relatos, incluso de microrrelatos si me apuras. Me atrevería a decir que hay que tener una capacidad especial para condensar en pocas palabras todo un universo y eso, no todo el mundo puede hacerlo. Así que, fue un placer sentarme esta semana con Pedro Ugarte, un autor recomendado por mis allegados en más de una ocasión. Por fin, he podido disfrutar de su narrativa gracias a un nuevo volumen de cuentos que la editorial Páginas de Espuma ha sacado a la luz y que se titula Nuestra historia.¿Quieres conocerla? Esto es lo que Pedro Ugarte nos contó.

Marisa G.- Pedro, habiendo usted estudiado Derecho, siempre ha ejercido de periodista. Teniendo en cuenta que hoy en día, el periodismo es una de las profesiones más vapuleadas por la crisis, ¿no se ha arrepentido nunca de su decisión de no ejercer como abogado?

Pedro U.- No. Verás, estoy muy contento de haber estudiado Derecho pero estoy seguro de que no me hubiera gustado ejercer. Todas las carreras que tienen que ver con el ejercicio del Derecho, ya se abogado, secretario judicial, juez, fiscal,... no me atraen nada. Sin embargo, otra cosa es el estudio teórico del Derecho. Mi padre también estudió Derecho pero tampoco ejerció como tal y tenía muy bien concepto de la carrera porque decía que te ordenaba las ideas, así que, no, no estoy arrepentido.

M.G.- ¿Y cuándo se adentró en el periodismo?

P.U.- Empecé a hacer entrevistas para medios del País Vasco antes de acabar la carrera de Derecho. Hice entrevistas, crítica literaria y cosas así con veintiuno o veintidós años. 

M.G.- Usted ha escrito narrativa breve, novela, cuentos. Creo que también ha tocado la poesía, ¿verdad?

P.U.- Sí  y sigo escribiendo algo de poesía pero no publico desde hace muchos años. Le tengo mucho respeto. Hoy mismo comentaba en una entrevista que la poesía no es que sea el culmen de la literatura, sino que es el culmen de una lengua. Me parece que es el género más serio y esto no tiene nada que ver con que sea venda o se lea poco.

M.G.- En Nuestra historia usted reúne diez cuentos en los que hay un denominador común, esa búsqueda de la felicidad.

P.U.- Sí, es uno de los leit motiv del libro. Durante mucho tiempo se tituló Opiniones sobre la felicidad, como uno de los relatos que se recogen en el libro, pero en conversaciones con la editorial y un grupo de amigos me planteé si era lo más adecuado comercialmente porque uno nunca sabe cómo va a encajar entre los lectores ciertos títulos. Por lo tanto, decidimos cambiarlo. 

M.G.- Porque con ese título, ¿se pretende transmitir que todas las historias que se cuentan en estos cuentos podrían ocurrirnos a cualquiera de nosotros?

P.U.- Esa es la idea. Todo título literario debería ser equívoco, tiene que dar lugar a diferentes interpretaciones y en el caso de Nuestra historia el elemento equívoco radica en el posesivo. ¿Con «Nuestra» nos referimos a que el autor habla de sí mismo?, ¿de su familia?, ¿de su país?, ¿de su tiempo?... En literatura, creo que ese equívoco se refunde en una causa común y de algún modo en Nuestra historia están todos esos conceptos, la historia del autor, de su familia, de su país, de su tiempo,...

M.G.- Entonces ¿hay historias del autor en este libro?

P.U.- Sí, claro. Pero no es importante identificar o subrayar los elementos de la historia del autor. Lo verdaderamente importante es que haya elementos de la historia del lector. Es decir que alguien, a la hora de leer, se pueda sentir identificado o bien ver reflejado en el cuento a alguien que conoce. Eso es lo más interesante para mí. 

M.G.- Pues mire, le diré que cuando empecé a leer el libro, la primera historia la sentí como una bofetada en la cara porque yo he vivido lo que se cuenta en Días de mala suerte.

P.U.- ¿Sí? ¡Ah!

M.G.- Pero tal cual. Viví una esa situación adversa que se narra en el cuento y que repercutió positivamente en otras áreas de mi vida. Me resultó muy llamativo este cuento porque contradice totalmente ese dicho que dice «Cuando la ruina entra por la puerta, el amor sale por la ventana».

P.U.- Efectivamente. La contemplación de la realidad puede ser negativa o positiva. Muchas veces, una situación económica difícil puede llevar a la familia a la destrucción, sin duda esto ha pasado muchas veces, pero también puede ocurrir que dicha situación complicada conduzca a la familia a recuperar una alianza, una cohesión que no existía antes y a descubrir lo que es realmente importante en tu vida. Esta es la metáfora de este relato. 

M.G.- Este cuento del que hablamos, Días de mala suerte, y otros que aparecen en este volumen, tienen como telón de fondo la crisis económica. Algo que no has destrozado pero que ha dado mucho juego en literatura porque se escribe mucho sobre este tema.

P.U.- Sí, a mí me parece un tema muy interesante. Yo siempre he dicho que la economía o los recursos económicos, y el dinero más en concreto, así como su incidencia en la vida de las personas es un tema literario como cualquier otro porque ya no hay tema que no se haya tratado en literatura. No obstante, la crisis económica no es de los más tratados. Todavía se puede indagar en él y a mí me atrae mucho. 

En una buena parte de la literatura que se funda en los conflictos humanos, nadie aclara del todo quién paga el recibo de la luz o quién paga un taxi. Me refiero a que si en una novela aparece que los protagonista se van a un chalet a una playa maravillosa,... a ver eso alguien lo ha pagado pero no se dice y a mí esa parte de la realidad me interesa mucho, no tanto por la vulgaridad de saber de dónde sale el dinero sino más bien por conocer el modo en el que eso influye en la vida de las personas.

M.G.- De las relaciones entre las personas hablas en otros cuentos del volumen, como por ejemplo, en Enanos en el jardín. Aborda usted el paso del tiempo que va deteriorando las relaciones. Esto es tal que así, es una realidad que no se puede evitar.

P.U.- Sí, claro. Las relaciones hay que refundarlas de vez porque si no se pueden carcomer. Y luego, por otra parte, hay que tener en cuenta que el tiempo es cruel. Hay una frase de un poeta vasco, Karmelo Iribarren, que a mí me gusta mucho: Lo que te hace el tiempo, no te lo hace ni tu peor enemigo. Tampoco es para que nos amarguemos pero sí hay que saber que esto es así.

M.G.- Me parece curioso que en estos cuentos, donde hay muchos personajes femeninos, el protagonista de todos ellos sea siempre un hombre.

P.U.- Sí, es un varón. Yo admiro mucho a esos escritores que son capaces de ponerse en el papel de una mujer o a las escritoras que se ponen en el papel de un hombre. He escrito del orden de trescientos microrrelatos, setenta cuentos y seis novelas y solo en un microrrelato el personaje narrador en primera persona es una mujer. Me quedé fascinado conmigo mismo porque fui capaz de hacerlo, cosa que no es habitual. Reconozco que tengo esa carencia narrativa, me cuesta mucho escribir desde el punto de vista de una mujer, quizá porque es una especie desconocida (Risas).

M.G.- Bueno... (risas). Pero, ¿y por qué el protagonista siempre se llama Jorge?

P.U.- El personaje no siempre es el mismo. Le han pasado tantas cosas que es imposible que sea siempre el mismo. Se trata de un guiño al lector para decirle que la mirada del personaje siempre es la misma con relación a la realidad. 

M.G.-  Pero yo advierto que esa mirada varía de un relato a otro porque lo mismo lo vemos como alguien que nos conmueve y otras como muy puntilloso.

P.U.- Es posible sí, depende del momento. A ver, yo me inventé a Jorge en el año 1985 y es verdad que ha ido cambiando pero ha sido algo bastante natural. Antes buscaba más el humor ruidoso y ahora se trata de un humor más piadoso con la gente.

M.G.- Y en cuanto a los personajes, hay dos personajes que me han irritado mucho. Uno es Gilberto Cáceres, de Enanos en el jardín, que es como un encantador de serpientes.

P.U.- Muy buena definición. En verdad es un encantador de serpientes.

M.G.- Y el otro es Eugen que me ha parecido un personaje de genio y figura hasta la sepultura, y nunca mejor dicho.

P.U.- Eugen es un personaje que podría estar inspirado en alguna persona mayor del Neguri, de la oligarquía vizcaína de aquellos años, donde por cierto hay mucha gente de origen alemán, austriacos,... Podría estar inspirado un poco en eso pero aún así es un personaje prototípico. No quiero señalar tanto un origen geográfico  sino más bien alguien que tiene una visión clasista de la vida y que se refugia en ella para ocultar sus propias carencias.

M.G.- Comenta usted que en estos cuentos hay algo de humor. Sin embargo, yo he detectado que sobrevuela un halo de tristeza en casi todos.

P.U.- Sí es verdad pero es por lo que te dije antes porque el humor es menos ruidoso y más piadoso. 

Hablando del humor me gusta diferenciar entre la ironía y el sarcasmo. Me parece bonito incidir en la ironía a la hora de contemplar la realidad pero no me gusta el sarcasmo. El sarcasmo solo quiere hacer daño y una persona sarcástica tiene bastante poco sentido del humor cuando hablan de ella. Sin embargo la ironía recorre una cierta piedad, una tristeza compasiva, con relación a los demás pero también para el que la practica. Yo creo que el irónico con los demás se lo permite porque previamente ha sido irónico consigo mismo. El sarcástico no, ese habla de los demás porque se siente muy bien pagado de sí mismo.

M.G.- Opta usted en bastante cuentos por dejar los finales abiertos, ¿o me lo parece a mí?

P.U.- Sí, sí, son abiertos. En algunas otras entrevistas que me han hecho con motivo de este libro me han llegado a preguntar que por qué tengo tan mala opinión del matrimonio si estoy casado. Y a raíz de eso he hecho el recuento y me he fijado que, de los diez cuentos, en cinco de ellos hay relaciones estables y todos ellos tienen un final abierto. Y un final abierto no quiere decir que pueda tener varios finales, en realidad solo hay uno solo que no sabemos cuál es.

M.G.- A mí me gusta siempre imaginar qué es lo que puede ocurrir después. Hay ciertos lectores a los que no les gusta este tipo de finales. 

P.U.- Es verdad. Pero yo creo que son dos tipos de lectores distintos. Están los lectores que se quedan con ganas de saber lo que ha pasado y el otro es el que se queda con el regusto bueno de comerse la cabeza pensando qué es lo que ha pasado.

M.G.- A mi juicio, con este tipo de finales creo que es tan importante lo que el autor nos cuenta como lo que luego el lector se imagina. 

P.U.- Es mucho más sugestivo. Se le da cierta responsabilidad al lector. Además no se trata de a dónde te gustaría sino a donde te da miedo que te lleve esta historia. Sí, sí, estoy de acuerdo con lo que comentas. El lector tiene que tomar partido.

M.G.- ¿Algunos de estos cuentos podrían convertirse algún día en novela?

P.U.- Buena pregunta. Desde mi punto de vista, no. A mí cuando se me ocurre una historia, mejor o peor, ya viene con su medida asumida, es decir, ya sé si va a ser un cuento o una novela. No me planteo que sea otra cosa. Es el único problema que tengo resuelto desde el principio. Luego surgirán otros. 

M.G.-  Antes comentó que Jorge, el personaje, lo creó hace mucho tiempo. Entiendo entonces que estos cuentos se escribieron hace mucho tiempo atrás, que usted los va escribiendo y llega un momento que los recopila, ¿es así?

P.U.- No, son relativamente recientes lo que pasa es que el personaje siempre ha sido el mismo. Tengo cinco o seis cuentos escritos en tercera persona y he escrito seis novelas, de las cuales creo que en cuatro de ellas el protagonista es Jorge.

M.G.- Ah, ahora lo entiendo. El protagonista siempre se llama igual en casi todos sus escritos. Es que yo jamás había leído nada suyo antes. No sabía que ese personaje fuera común, por decirlo de algún modo.

P.U.- Sí, es una ventaja, por lo menos ya sé quién es y de qué va. Se va haciendo mayor con los años.

M.G.- (Risas). Bueno y en un ratito va usted a impartir un taller en la librería Casa Tomada, ¿en qué va a consistir?

P.U.- Pues quería hablar de algo que pretendo que sea distinto. La mayoría de los autores, y yo mismo, hemos siempre hablado sobre cómo se crea, cómo uno arma sus historias y yo quería hablar de la parte más artesanal de la literatura, es decir, del ordenador, de los bolígrafos, de corregir o no, o por ejemplo, si vas a enviar un texto a concurso cómo lo tienes que hacer,... Hablar un poco de las herramientas cotidianas.

M.G.- ¿Y cuáles son sus herramientas cotidianas?

P.U.- En general, utilizo menos el ordenador de lo que es habitual. Mi primera versión es en ordenador pero me gusta corregir mucho en boli. Esto dilata mucho el proceso pero creo que el texto gana porque corregir en papel no es corregir, es otra forma de escribir.

M.G.- Pedro, pues yo he disfrutado mucho de la lectura de los cuentos. Ya le digo que el primero me impactó muchísimo.

P.U.- Pues me alegro muchísimo.

M.G.- Muchas gracias Pedro y mucha suerte.

P.U.- Gracias a ti.

Yo sigo animando a todos los lectores a leer relatos o cuentos. Creo que es un género en el que nos podemos llevar muy gratas sorpresas.



[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]


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