Editorial: Plaza & Janés
Fecha publicación: junio, 2017
Fecha publicación: junio, 2017
Precio: 22,90 €
Género: Novela.
Nª Páginas: 352
Edición: Tapa dura con sobrecubierta.
Nª Páginas: 352
Edición: Tapa dura con sobrecubierta.
Autora
Isabel Allende nació en 1942, en Perú, donde su padre era diplomático chileno. Vivió en Chile entre 1945 y 1975, y ha residido largas temporadas en otros lugares, en Venezuela hasta 1988 y, a partir de entonces, en California.
Inició su carrera literaria en el periodismo, en Chile y en Venezuela. En 1982 su primera novela, La casa de los espíritus, se convirtió en uno de los títulos míticos de la literatura latinoamericana. A ella le siguieron otros muchos, todos los cuales han sido éxitos internacionales. Su obra ha sido traducida a treinta y cinco idiomas. En 2010 fue galardonada en Chile con el Premio Nacional de Literatura y en 2012, en Dinamarca, con el Premio Hans Christian Andersen por su trilogía «Memorias del Águila y del Jaguar».
Sinopsis
A raíz de una tremenda tormenta de nieve en Nueva York, Isabel Allende nos presenta a tres personajes que se hallan en el invierno de su vida: una atrevida mujer chilena, una joven guatemalteca indocumentada y un cauteloso profesor universitario. Pero todos ellos, unidos por una dramática aventura, descubrirán su fuerza interior y el verano invencible que llevan en el alma.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
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Hace mucho tiempo que no me reencontraba con Isabel Allende. Prácticamente desde que publicó Inés del alma mía, que todavía tengo sin leer, no había entrado una novela suya en casa. No sabría explicar la razón, especialmente porque siempre ha sido una autora que me ha gustado y con cuyas novelas he disfrutado. Además resulta que tengo bien cerca una firme defensora de su narrativa, que exhala a los cuatro vientos las bondades y virtudes de las novelas de la autora. Mi sobrina Ana se enfrentó por primera vez a Isabel Allende cuando apenas tenía 16 años.La casa de los espíritus fue la puerta que la condujo a descubrir el mundo que la autora le ofrecía y desde entonces no se ha separado de ella, festejando cada novela que escribe, y encumbrando a la gloria Inés del alma mía como su libro favorito, no solo de la autora, sino de todos los existentes sobre la faz de la tierra.
Así que ya tocaba volver a Allende y lo he hecho con su última novela. Más allá del invierno, que de entrada nos ofrece una cubierta un tanto vintage, en tonos pastel, preciosa y sugerente, me ha parecido una delicia, un caramelo de agradable y de perdurable sabor al que hay que ir quitándole poco a poco el envoltorio para descubrir una historia llena de dulzura, arrojo y coraje.
Richard Bowmaster, un profesor universitario, un tipo frío, sombrío, pesimista, tacaño y taciturno, reside en un edificio de varias plantas y no tiene más compañía que sus cuatro gatos a los que adora. El sótano de la vivienda lo tiene alquilado a Lucía Maraz, una compañera de profesión en la universidad. Ambos tienen una vida un tanto triste y anodina, bastante solitaria, aunque a Lucía le encantaría estrechar lazos con Richard, algo que al casero ni se le pasa por la cabeza. Sus vidas se vuelven más gris si cabe en el momento en el que una tremenda tormenta de nieve asola la ciudad de Brooklyn, dejando a sus habitantes prácticamente incomunicados y sin poder salir de casa. Sin embargo, Richard se verá obligado a abandonar su hogar cuando advierte que uno de sus gatos está enfermo. El amor que siente por los felinos le empujará a coger el coche y encaminarse a una clínica veterinaria. De vuelta tendrá un encontronazo con Evelyn Ortega, una joven silenciosa y tartamuda que por cuestiones que descubriréis con la lectura, se instalará tanto en la vida de Richard como en la de Lucía, alterándola por completo. Los tres emprenderán un viaje, toda una aventura, con un cometido muy peculiar. Mientras llegan a su destino se irán narrando sus vidas, unas vidas llenas de angustias, miserias y calamidades, a la vez que tejen importantes relaciones de amistad y amor para demostrarnos que siempre hay luz al final del túnel.
Bajo mi punto de vista Más allá del invierno tiene dos puntos fuertes.Por un lado la composición de la novela me parece un acierto. De una manera casi mágica se alterna el presente de la novela, que transcurre en Brooklyn y alrededores en el año 2016, con el pasado de Richard, Lucía y Evelyn. Con cada hilo temporal Allende pretende poner el foco de atención sobre una cuestión distinta. Si con el presente, la autora explora el universo de la edad madura del hombre, una edad que comienza a adentrarse en los confines de la vejez donde parece que solo cabe esperar soledad y devastación, el pasado de cada uno de los personaje le permite acercarse y acercarnos a otras cuestiones de mayor calado, como los tiempos de la dictadura chilena, las inmigraciones ilegales a Estados Unidos, la situación política de Brasil o los fantasmas del pasado que acechan al hombre, portador de desdichas personales. Para ello se vale de las experiencias vitales de sus personajes, y este será el segundo punto fuerte de la novela, la construcción de unos personajes, que poco a poco se irán ganando al lector y de los que os paso a hablar.
Lucía es oriunda de Santiago de Chile. Acaba de llegar a Estados Unidos para trabajar como profesora visitante recomendada por el propio Richard. Madre de la joven Daniela, Lucía es una mujer fuerte que ha pasado por una terrible enfermedad de la que ya solo queda un recuerdo lejano y que solo le ha enseñado que la vida hay que exprimirla al máximo. Con sesenta y dos años de edad, es una mujer coqueta, inteligente y moderna que se resiste a estar sola y a renunciar al amor por muchas cornadas que este le haya dado en la vida. Lucía será el aliento de esta novela, la mano amiga que el resto de personajes necesita para salir de su atolladero y el torbellino que arrasará con todo.
Me pasó algo muy curioso con este personaje. En los primeros momentos pensé que se trataba de una mujer joven, una treintañera quizá, por su forma de pensar, por su jovialidad, su coquetería y su modernidad. Sin embargo, entendí que estaba equivocada, que las cualidades que yo percibí en ella no estaban reñidas con la edad en su casoy fue entonces cuando este personaje me gustó mucho más, especialmente porque posee una filosofía de vida que yo admiro y que a mí me gustaría tener. Lucía siente un profundo deseo de vivir la vida, sin dejarse amedrentar por nada ni por nadie. Es la enseñanza que la vida le ha regalado, una vida nada sencilla, con sus tropiezos y sus desgracias. Sin embargo, su firme creencia en el amor, aunque sea tardío, la hace poderosa y a la vez nos transmite esa necesidad de aprovechar el tiempo al máximo, arriesgándose si es necesario, adentrándose en locas aventuras como la que corre en la novela, y dando el primer paso llegado el momento, porque quien no arriesga no gana nunca. Así es Lucía.
Por su parte, Richard es todo lo contrario a Lucía. Se trata de un hombre que solo se limita a ver pasar los días, en compañía de sus gatos y entretenido con su trabajo. No quiere saber más nada del mundo y de nadie, inmerso en una rutina estricta y metódica. Inicialmente sabemos que algo lo atormenta, motivo por el cual se muestra tan distante y encerrado en sí mismo, pero no será hasta bien avanzada la lectura cuando conoceremos qué le ocurre realmente a Richard. Por eso, al principio nos podrá parecer un individuo desagradable con el que no consigues empatizar pero en el fondo no es más que una coraza. Propenso a la ansiedad y a los ataques de pánico lo que lo obliga a medicarse con frecuencia para soportar los vaivenes de la vida, Richard consigue abrirse a la vida de la mano de Lucía y será el personaje que más evoluciona a lo largo de la novela, no solo en lo que a su personalidad y actitud ante la vida se refiere sino también en lo que respecta a las emociones y sensaciones que él despierta en el lector. Al final, resulta inevitable cogerle cariño cuando descubre que en su interior siguen anidando emociones que creía dormidas o desaparecidas, cuando consigue perdonarse a sí mismo y darse una nueva oportunidad. Me ha parecido un personaje maravilloso, construido con inteligencia pues el lector modificará sus sentimientos hacia él a medida que lo va conociendo más en profundidad, al menos así me ha ocurrido a mí.
Por último, Evelyn es una joven guatemalteca asustada y aturdida que trabaja como cuidadora de Frankie, el hijo con parálisis cerebral de la familia Leroy. Los Leroy viven en una gran casa con una buena posición económica, todo gracias al trabajo de Frank Leroy, un hombre violento y huraño que no parece tener una profesión muy honrosa. Con la intención de salir a comprar pañales para Frankie, Evelyn coge el coche familiar con el que posteriormente tendrá el encontronazo con Richard. Ese accidente será el detonante de toda la historia, de la aventura que esos.
Para mí, Evelyn es el personaje más insulso. Me ha parecido que quedaba más a la sombra, quizá sea porque es una joven retraída, que apenas habla, dejando que el miedo la domine y relegándola a un rincón. Sin embargo no deja de ser un personaje importante a pesar de que, a mi juicio, su protagonismo es inferior al de Richard y Lucía. Y es importante porque ella es el nexo que unirá a los dos adultos, el motivo por el cual ambos se meten en esta aventura, para proteger a la indefensa Evelyn, como haría un padre y una madre, pues los tres casi constituyen una familia, no al uso, pero una familia al fin y al cabo.
Y decía antes que estos tres personajes le permiten a Allende explorar cuestiones dispares. A través de Lucía sabremos más sobre la dictadura chilena y la situación política del país a finales de los años 60 y principio de los años 70. Fueron años en los que se produjeron numerosas desapariciones. Por aquello tiempos Lucía no era más que una joven rebelde, que no entendía de política y que lo mismo se manifestaba a favor que en contra del gobierno, lo importante era protestar mientras que su hermano Enrique era una activista, motivo por el cual el gobierno persigue a la familia y Lucía se ve obligada a abandonar Chile y vagar por el mundo, pasando por distintos lugares de residencia y distintas relaciones y matrimonios. Atrás quedó su madre Lena, que llora y espera angustiada noticias de su desaparecido hijo Enrique, un fantasma que no deja de asomar caprichosamente a lo largo de la novela. Allende aprovecha la coyuntura para retratar Chile y para mostrar los asedios, las persecuciones, las encarcelaciones y los fusilamientos, incluso la entrega de cadáveres que no correspondían con la identidad del desaparecido, algo que a mí me ha sorprendido mucho y que obviamente eran cosas nada descabelladas en aquellos años.
Evelyn será la encargada de contarnos el periplo que tienen que pasar los que llegan a Estados Unidos de manera ilegal. La joven residía junto a su abuela y sus hermanos en Monja Blanca del Valle, un pequeño pueblo de Guatemala dominado por una pandilla de sanguinarios, del que tuvo que salir huyendo cuando asesinan a sus hermanos por traidores y a ella le propinan una terrible paliza que la deja traumatizada. Con dinero de por medio, Evelyn inicia un viaje ayudada por lo que allí se llaman coyotes, gente que se dedica a pasar a indocumentados desde la frontera de México a Río Grande. A míesta parte de la narración me ha encantado. Me ha resultado muy fácil ponerme en la piel de Evelyn y sufrir con ella el hambre, el miedo o el frío mientras va dejando atrás etapas de su viaje hacia la tierra de la libertad. Es una parte que me ha hecho pensar en los inmigrantes que llegan a las costas de Andalucía. Esos hombres, mujeres y niños que llegan hacinados en pateras, que tienen el sueño de una vida mejor y para ello arriesgan su vida si hace falta. Evelyn lo pasa francamente mal.
En cuanto a Richard, ¿cómo puede vivir un hombre con el peso de la culpa sobre el pecho? No puedo contar mucho de su trauma personal porque eso es algo que el lector tiene que ir descubriendo poco a poco y solo entonces entenderá por qué se comporta como lo hace, por qué se castiga de ese modo. Allende explora a través de Richard las consecuencias de nuestros errores que siempre nos pasan factura y eso es lo que le pasa a Richard que se ha condenado en vida y por eso no se permite ni una sola alegría. Pero será mejor que seáis vosotros los que lo descubráis.
Más allá del invierno es un paseo por el interior del ser humano a través de Richard, Lucía y Evelyn. Por supuesto, aborda la disparatada aventura que correrán estos personajes, llena de situaciones con un trasfondo cómico porque Lucía aprovecha cada circunstancia para sacar su sentido del humor y su sarcasmo a pasear con la intención de burlarse de Richard o incomodarlo.
A mí me ha gustado mucho leer esta novela, narrada con un estilo dulce y aterciopelado y con pasajes sumamente bellos. Destaco una secuencia que tiene que ver con la preparación hacia la muerte, con la aceptación de dejar esta vida para pasar a la otra como algo natural, con la percepción que puede tener un hijo cuando presiente que su padre o su madre se aleja para siempre. Allende lo describe de tal manera que más que angustiar provoca en el lector una sensación de paz y tranquilidad que a mí, que tengo padres tan mayores, me ha reconfortado mucho.
De todos modos, también reconozco que en algunos momentos me ha parecido que la narración se demoraba demasiado. Quizá se explaya un poco al contar la situación política de Chile, cuando hace repaso a la historia de Brasil y el gobierno de Goulart, o cuando nos describe cómo es la familia Leroy para la que trabaja Evelyn. Pienso que unas cuantas pinceladas hubieran sido suficientes para que el lector conozca, recuerde o se ponga en situación. En mi opinión, excederse demasiado en estos temas solo hace ralentizar la lectura y que decaída un poco el interés del lector.
Dicho todo lo cual, creo que queda suficientemente claro que he disfrutado mucho con la lectura de Más allá del invierno, un título con un fuerte contenido metafórico que solo descubrirás cuando llegues al desenlace. Así pues, por el sentido aventurero del libro, por lo entrañable de sus personajes y por todo lo demás que compone el argumento, no me queda otra que recomendaros la última novela de Isabel Allende.
Más allá del invierno es un paseo por el interior del ser humano a través de Richard, Lucía y Evelyn. Por supuesto, aborda la disparatada aventura que correrán estos personajes, llena de situaciones con un trasfondo cómico porque Lucía aprovecha cada circunstancia para sacar su sentido del humor y su sarcasmo a pasear con la intención de burlarse de Richard o incomodarlo.
A mí me ha gustado mucho leer esta novela, narrada con un estilo dulce y aterciopelado y con pasajes sumamente bellos. Destaco una secuencia que tiene que ver con la preparación hacia la muerte, con la aceptación de dejar esta vida para pasar a la otra como algo natural, con la percepción que puede tener un hijo cuando presiente que su padre o su madre se aleja para siempre. Allende lo describe de tal manera que más que angustiar provoca en el lector una sensación de paz y tranquilidad que a mí, que tengo padres tan mayores, me ha reconfortado mucho.
De todos modos, también reconozco que en algunos momentos me ha parecido que la narración se demoraba demasiado. Quizá se explaya un poco al contar la situación política de Chile, cuando hace repaso a la historia de Brasil y el gobierno de Goulart, o cuando nos describe cómo es la familia Leroy para la que trabaja Evelyn. Pienso que unas cuantas pinceladas hubieran sido suficientes para que el lector conozca, recuerde o se ponga en situación. En mi opinión, excederse demasiado en estos temas solo hace ralentizar la lectura y que decaída un poco el interés del lector.
Dicho todo lo cual, creo que queda suficientemente claro que he disfrutado mucho con la lectura de Más allá del invierno, un título con un fuerte contenido metafórico que solo descubrirás cuando llegues al desenlace. Así pues, por el sentido aventurero del libro, por lo entrañable de sus personajes y por todo lo demás que compone el argumento, no me queda otra que recomendaros la última novela de Isabel Allende.
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