Editorial: Impedimenta.
Colección: Chico Amarillo
Fecha publicación: 2017
Precio: 24,95 €
Precio: 24,95 €
Género: Novela gráfica.
Nª Páginas:136
Edición: Tapa dura
ISBN: 978-84-16542-85-7
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Autora
Nació en 1980 en Niort (Deux-Sèvres). En 2005, tras licenciarse en Lenguas Modernas e Historia del Arte, pasó a formar parte del equipo de ilustradores de la prestigiosa revista satírica Charlie Hebdo.
En la actualidad compagina este trabajo con colaboraciones en diversos medios impresos de tirada nacional, tales como Libération, Les Echos, Télérama, L’Obs… Sus libros infantiles se han publicado en editoriales de la talla de Bayard, Gallimard o Nathan, pero es en el ámbito de la novela gráfica donde ha cosechado los mayores elogios por parte de la crítica. En 2008, la editorial Sarbacane publicó La Comedia Literaria una particular e hilarante visión de la historia de la literatura francesa que le valió el Premio BD de Le Parisien y Aujourd’hui, y que ahora Impedimenta pone al alcance del lector español. Le seguirán Le Pont des arts (Sarbacane), que se centra en las relaciones, la mayoría de ellas tormentosas, entre los grandes nombres de la literatura y la pintura francesa; Savoir-vivre ou mourir (Les Échappés), una suerte de manual de buena conducta con prefacio de Claire Bretécher; Moderne Olympia (Futuropolis), una comedia musical que se representa en el Museo de Orsay y La Légèreté (Dargaud), un cómic en el que nos describe cómo retomó su carrera de dibujante tras el atentado de Charlie Hebdo.
Sinopsis
El día 7 de enero de 2015, la alarma del despertador de la dibujante Catherine Meurisse no sonó, haciendo que llegara tarde a la reunión del equipo de diseñadores de la revista Charlie Hebdo.
Este descuido le salvó la vida, pero no la libró, como al resto de los supervivientes del fatídico atentado contra la sede de la publicación, de afrontar la violencia de un terrible suceso que la dejó amigos, maestros, mentores y, de paso, sin inocencia. Decidida a encontrar un nuevo punto de partida, la autora, que ha perdido casi todos sus apoyos, emprende, en medio del caos y la aridez estética que siguió a aquellos días, un viaje en busca de lo contrario: la belleza.
La levedad es un refugio contra la necedad humana, pero también una celebración de la belleza y del arte de crear.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente de la web de la editorial]
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Que me gusta la novela gráfica no es ninguna novedad. De vez en cuando me acerco a este género que me proporciona otra manera de leer, más visual, más llamativa, casi más táctil gracias al aporte de las viñetas y sus colores. Y paseando por la biblioteca me crucé con La levedad de Catherine Meurisse. A simple vista, solo me llamó la atención la ilustración de la cubierta, en tonos pastel, predominando los malvas y lilas, y envuelta en ese nube de colores suaves la figura de una mujer que camina cabizbaja dándonos la espalda. Hasta que no giré el volumen para leer la sinopsis no me sentí totalmente atrapada. Dos palabras resaltaban por encima de las demás: Charlie Hebdo. Me quedé clavada en el suelo.
Catherine Meurisse es una joven ilustradora de 37 años que hoy puede dar gracias por seguir viva, aunque no parece que vuelva a ser la misma de antes. La mañana del 7 de enero de 2015 marcó un antes y un después en su vida. Aquella mañana tuvo lugar uno de los muchos sinsentidos de este mundo, cuando dos terroristas irrumpieron en la sede del semanario Charlie Hebdo en París, dejando a su paso doce víctimas mortales y once heridos. Meurisse salió indemne física pero no psicológicamente. La levedad es su manera de lamer las heridas.
Catherine Meurisse es una joven ilustradora de 37 años que hoy puede dar gracias por seguir viva, aunque no parece que vuelva a ser la misma de antes. La mañana del 7 de enero de 2015 marcó un antes y un después en su vida. Aquella mañana tuvo lugar uno de los muchos sinsentidos de este mundo, cuando dos terroristas irrumpieron en la sede del semanario Charlie Hebdo en París, dejando a su paso doce víctimas mortales y once heridos. Meurisse salió indemne física pero no psicológicamente. La levedad es su manera de lamer las heridas.
Con un prólogo escrito por Philippe Lançón, herido en el atentado, La levedad construye un camino de algo más de cien páginas a través de las cuales acompañaremos a Catherine por el duro sendero del duelo. El volumen se inicia en la misma mañana del 7 de enero cuando, esta joven ilustradora remoloneaba en la cama, inmersa en una pena de amor, sin darse cuenta de que el tiempo transcurría y se le hacía tarde para llegar al trabajo. Aquel despiste le salvó la vida pues cuando llegó a la redacción los terroristas ya habían irrumpido en la redacción, tomando rehenes. Refugiada en un edificio cercano estalló en el cielo el ruido de los disparos.
El atentado en sí, acaecido en la revista, no ocupa mucho espacio en el libro. El semanario siempre se ha caracterizado por una línea editorial que ha levantado muchas voces y amenazas con anterioridad, pero en el libro tan solo un par de viñetas sobre los trágicos hechos dan paso al después, esos días, semanas y meses a los que Catherine tuvo que hacer frente, una muerte en vida que le había congelado el alma. Ya no volvería a ser la misma de antes. Tras los acontecimientos, se lamenta el personaje de haber perdido la capacidad para dibujar pero es que ni podía pensar ni sentir. Percibimos a Catherine lastrada por un bloqueo total que la envuelve en una densa y pesada niebla, aislándola del mundo. Es como un ente vacío que flota sin rumbo, perdida, desorientada, aturdida. Por eso, para salir del pozo, acude a consulta de un psicólogo que le diagnostica anestesia sensorial y emocional.
«Quiero estar viva como antes», dirá en algún momento y para cercenar el dolor opta por acudir a la belleza. Así se describe a través de las viñetas cómo abandona París y pasa una temporada en Roma, cobijada en Villa Medici en busca del síndrome de Stendhal, pero allí se sentirá como en un ratonera. La visión de las esculturas mutiladas le recuerda demasiado a las víctimas mortales del atentado. No obstante, el tiempo pasay la oquedad interior y el shock van dejando espacio a un despertar, al equilibrio, a la levedad.
Las ilustraciones, a veces simples bosquejos, son muy efectivas y nos ayudan a saber cómo se siente Catherine: Paisajes desolados, ausencia de color unas veces, estallido de tonalidades otras, habitaciones vacías cuyas paredes se pueden atravesar o un caos mental reflejado en un par de páginas fruto de un horrible braimstorming. Pero no podemos dejar atrás los textos, la hilera de reflexiones que nos hormiguean en la piel. Me quedo con el momento en el que utiliza la historia de Geppetto y Jonás a modo de metáfora para transmitirnos las marcas que ledejó el atentado y es que, como dice Lançon en el prólogo «Todo lo que vivimos desde aquel día nos viene filtrado por aquel suceso».
Pero La levedad no solo nos va a acercar al dolor de Catherine y a su proceso de sanación. Hay detalles por descubrir. Pequeñas pinceladas para conocer algo más a las víctimas, la pérdida de libertad de los supervivientes que perdieron su autonomía e independencia para moverse por sí mismos, la respuesta que Catherine dio a la petición de Obama tras no acudir a la manifestación en Paris el once de enero, el acoso de la prensa, el miedo, el dolor, la angustia, la pena,...
No voy a negar que La levedad me ha resultado una lectura dolorosa. He rememorado las emociones que sentí aquel día mientras contemplaba atónita las noticias, las mismas sensaciones que volví a experimentar con el ataque a la sala Bataclán, hecho que también se menciona de pasada en este libro. Cuando nos toca vivir este tipo de acontecimientos desde la distancia, sentimos un dolor amortiguado por la lejanía, por eso, resulta imprescindible sentir al que lo ha vivido en primer término, tocarlo, abrazarlo, mimarlo y acunarlo, aunque sea a través de un libro. Es lo que me hubiera gustado hacer cuando Catherine acudió a la Feria del Libro de Sevilla en su pasada edición. Tonta de mí, desconocía la existencia de este libro y aquella presentación se me pasó por alto. Lo lamento mucho pues me hubiera gustado escucharla.
[Algunas imágenes e ilustraciones tomadas de Google]
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