Año: 1953
Nacionalidad: EE.UU.
Director: Alfred Hitchcock.
Reparto: Montgomery Clift, Anne Baxter, Karl Malden, Brian Aherme, O.E.Hasse, Dolly Haas, Roger Dann, Charles André, Judson Pratt.
Género: Intriga.
Sinopsis: Un sacerdote escucha la confesión de un criminal. Cuando las circunstancias implican al cura, y las sospechas de la policía recaen sobre él, entonces tendrá que afrontar una espinosa situación: no puede contar lo que sabe; tiene, pues, que encubrir al culpable porque está obligado a respetar el secreto de confesión.
[Información facilitada por Filmaffinity]
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Pocas cosas hay más placenteras que sentarse ante el televisor, ir pasando canales con programaciones soporíferas y encontrarse de repente con el inicio de Yo confieso de Alfred Hitchcock. La vida de repente adquiere una tonalidad mucho más bonita y en mi interior rebulle una sensación de bienestar inigualable.
Basada en la obra de teatro "Nos deux consciences" (Nuestras dos consciencias) de Paul Anthelme, Hitchcock lleva a la gran pantalla una historia llena de emociones dispares que giran en torno a la religión católica y se desarrolla en Quebec (Canadá). En dicha localidad, aparentemente tranquila, se ha cometido un asesinato. El abogado Monsiuer Villette yace en el suelo de su casa con una importante brecha en la cabeza. Un hombre sale a hurtadillas de la vivienda del abogado. Viste sotana pero no es más que un disfraz. A primera instancia se podría pensar que el argumento de la película se centra en averiguar la identidad del asesino pero tal misterio queda desvelado en los primeros minutos de metraje. El asesino es Otto Keller (O.E.Hasse), un tipo que vive junto a su esposa Alma en la rectoría de la iglesia de Santa María, encargado de las labores de mantenimiento del edificio y acogido y protegido por el padre Michael Logan (Montgomery Clift). Otto desvela su fechoría en el confesionario por lo que su testimonio queda protegido bajo el secreto de confesión. El motivo del crimen es de los más antiguos y se diluye en un argumento que pone el foco de atención en otras cuestiones. ¿Qué debe hacer un cura si tiene conocimiento de un delito por medio del confesionario?¿A quién se debe, a la justicia o a su fe? No deja de ser interesante el dilema que plantea la película y que, hasta el momento, nunca lo había pensado.
Pero no es tan simple el argumento. En el momento en el que se descubre el cadáver, el agudo e inteligente inspector Larrue (Karl Malden) encargado de la investigación desplegará todas sus artes y pondrá su ingenio y perspicacia al servicio de la investigación. La película deja entrever que Logan esconde algo, de hecho todas los indicios apuntan hacia él como principal sospechoso. Además su relación con Ruth Grandford (Anne Baxter), una mujer casada, levantan aún más las sospechas. Ambos tienen algo que ver con Villette y ambos, en cierto modo, se alegrarán de la muerte del abogado. "Somos libres" exclamará aliviada ella. Pero lo que ambos esconden tendréis que averiguarlo al ver la película.
Lo más fascinante de Yo confieso no es únicamente el argumento, previsible en ocasiones, sino la manera en la que está rodada. Me encanta analizar las películas de este cineasta, la peculiaridad de sus secuencias, el uso de la luz, la composición de los planos. A veces me pierdo parte del hilo por andar fijarme en esas cosas. En esta ocasión, Hitchcock se vale de los planos picados y contrapicados para crear profundidad, y despertar emociones, emplea un ingenioso juego de luces y sobras queconvierten la película en una obra de arte. Y los fondos de escena, esos que simplemente sirven como telón, en Hitchcock cobran especial sentido. En sus películas los detalles están muy cuidados, todo tiene un sentido y un por qué. No hay más que fijarse en las primeras escenas, cuando la cámara pasea por las calles de una Quebec desierta y en cada esquina encontramos un cartel indicador con la leyenda "Direction" que nos muestra el camino a seguir hasta llegar a la ventana abierta de la vivienda de Villette a través de la cual se ve su cadáver tirado en el suelo.
En cuanto a las interpretaciones, de los cuatro personajes que para mí resaltan más (el padre Logan, Ruth, Otto y el inspector Larrue), me quedo con el asesino y la mujer. O.E. Hasse suda la gota gorda cuando es consciente del delito que ha cometido. Su desesperación, su angustia, su miedo y su arrepentimiento traspasan la pantalla y lleva hasta nosotros ese torrente de emociones. Hasse interpreta brillantemente a un personaje dual, que al instante de entender que su confesión está protegida por el confesionario cambia radicalmente de actitud y de semblante. Es maléfico y su vileza emerge de su mirada. Su personaje se alza y se hunde varias veces a lo largo del metraje porque toda la maldad termina por pagarse en esta vida.
Por su parte Ruth Grandford viene encarnada por la bella Anne Baxter, aquella que en su día fue tan mala pécora en Eva al desnudo. Baxter tiene un brillo en la mirada absolutamente espectacular. En ella también se presiente el pavor que le produce que se conozca la verdad. Su personaje es una mujer que tiene que encerrar sus sentimientos bajo llave y eso le produce gran dolor.
En cuanto a Montgomery Clift, su papel debe basarse en la obligación que le impone el sacerdocio a guardar silencio, en su sentido del deber, a pesar de que todo se ponga en su contra. En tal situación me hubiera esperado algo más de desesperación, más nerviosismo e inquietud, sin embargo me encuentro con un personaje más bien hierático, excesivamente resignado y parsimonioso.
Y por supuesto, entre los personajes muy secundarios el propio Hitchcock. Ya sabéis que es habitual que aparezca en todas sus películas. En esta ocasión asoma en las primeras escenas como un viandante cualquiera.
Dos detalles curiosos. Por una parte, la melodía de cabecera suena demasiado dulce para acompañar la silueta de lo que parece una funesta casa. Por otra, me pareció llamativo la nacionalidad del matrimonio Keller, a los que se describe más o menos como un pobre matrimonio alemán que no tiene donde caerse muerto. Estamos en 1953 y unos cuantos años el director había tenido una muy mala experiencia al visionar unas imágenes rodadas en los campos de concentración nazis. Ahí lo dejo.
En definitiva, me ha gustado muchísimo Yo confieso. Creo que es una de las películas de Hitchcock a las que otros títulos más sonados le hacen sombra pero no se la puede considerar, ni mucho menos, de peor calidad. Por lo tanto, yo os voy a animar a verla si os gustan las películas de este director. Creo que, aunque algo previsible, la dirección es impecable.
Tráiler [en inglés]: