La Feria del Libro de Madrid no solo fue una excusa para reencontrarme con buenos amigos, pasear entre las muchas casetas o comprar algún libro dedicado. También fue el escenario perfecto para conocer en persona a nuevos escritores, autores desconocidos para mí y que, sin embargo, han conseguido impresionarme con sus obras. Este es el caso de Ana Rosenrot, autora de siete novelas, siendo la última de ellas El jardín de las flores negras (Editorial Cims), una historia que me dejó bastante impactada con una trama solvente, bien estructurada y unos personajes muy definidos.
Dado que tenía previsto viajar a Madrid y la novela me había gustado tanto, acordé con Ana citarnos en el parque del Retiro para, en un lugar tranquilo y sombreado, charlar sobre la novela. Mientras os cuento con detalle mis impresiones sobre El jardín de las flores negras, aquí os dejo la entrevista.
Marisa G.- Ana, un placer conocerte y un placer leer 'El jardín de las flores negras'. ¿Cuántas novelas llevas publicadas?
Ana R.- Ya van siete. Aunque tengo muchas más esperando el momento porque empecé a escribir desde muy pequeña. En mi casa siempre había libros en los cumpleaños, Reyes, etc… Mi padre era un gran lector y eso me ha influido. Con ocho años ya le enseñaba a mi padre los cuentos (de temática policíaca) y le preguntaba si los llevaríamos a algún sitio para que me los publicaran. Y bueno, al final el sueño se cumplió cuando me publicaron 'Aeternum, que es la primera parte de la Trilogía Aeternum' con una trama policíaca paranormal, con muchos personajes que van madurando a lo largo de los años.
M.G.- ¿Y todas se pueden encuadrar en el mismo género?
Ana R.- En general son todas negras, de intriga y misterio aunque la trilogía tiene un toque paranormal. Los tres libros son autoconclusivos pero les une una historia común. Otra de las novelas, 'La hija del sepulturero', es muy especial para mí. La historia comenzó a surgirme cuando iba de visita al cementerio y pensaba en cómo sería la vida allí. Poco a poco la idea fue madurando y años después la presenté a un concurso, pero desde que salió publicada mucha gente se ha enamorado de esta historia casi gótica, como una leyenda de Bécquer. Curiosamente con esta última novela, 'El jardín de las f
lores negras', he sentido algo parecido, una conexión especial, tal vez sea porque también está ambientada en el norte. 'Secretos en Venecia es una historia más policíaca, ambientada en Nueva York y Venecia, especialmente en una isla que me llamó mucho la atención: Poveglia. Una isla maldita a la que llevaban los cadáveres durante una epidemia de peste en la Edad Media y en la que luego se construyó un psiquiátrico. En la siguiente novela, 'Las hadas sin corazón', el argumento es el de un asesino en serie que comete sus crímenes en un pueblo ficticio de la sierra de Madrid, guiándose por un cuento infantil. También tiene muchos personajes, muy reales con sus propias historias.
En general ese es mi estilo: negro, de misterio e intriga. Me gustan las historias inquietantes.
M.G.- Publicas tus novelas con Editorial Cims. No la conocía.
A.R.- Es una editorial de Barcelona, modesta. No tiene los mismos recursos de una gran editorial, pero la distribución es bastante buena.
M.G.- Para el que no haya leído 'El jardín de las flores negras'. ¿De qué trata y cómo se te ocurre el argumento?
A.R.- Mis novelas más negras las escribo en mis momentos más complicados. No puedo decirte exactamente cómo empezó la historia, son cosas que van surgiendo: pensamientos, ideas, anécdotas… Quería al mismo tiempo una trama real y por otra que flotara el misterio. El mal como personaje me parecía muy sugerente, sobre todo el mal de las pequeñas cosas, el cotidiano, el de los vecinos, las familias, las envidias, rencillas y venganzas. El norte, Asturias en este caso, siempre me ha llamado mucho la atención y la época me parecía perfecta para encuadrar una historia llena de sombras, silencios y recelos, aunque bastante complicada porque el tema de la guerra civil es siempre difícil de afrontar, pero en el que podía ambientarse muy bien esas pequeñas venganzas y revanchas cotidianas. He escuchado anécdotas de un lado y de otro, todas con su razón y me pareció bueno plantearlo así ya que considero que los dos bandos cometieron las mismas barbaridades. En mi novela he querido dejar claro que una persona puede ser buena o mala independientemente de sus ideas políticas, y más en la guerra civil. Y para muchos, no fue más que una excusa para potenciar y sacar todo lo que llevaban dentro: el odio, los celos, las envidias, las rencillas... En la novela son los propios personajes los que van creando el argumento según su propia personalidad. Aparece un niño deforme que ya es en sí mismo un misterio, como Llara, o como la llave que porta siempre Nieves, la maestra de esta historia. Son sus actitudes y sus reacciones las que dirigen la historia. Creo que lo que atrapa de esta trama es esa capacidad de maldad que todos llevamos dentro.
M.G.- Efectivamente, la novela tiene todo eso y más. Cuenta con los elementos necesarios para enganchar al lector porque contiene venganza, odio, un montón de secretos que se van sucediendo uno detrás de otro, mucho misterio, hay una casa maldita y unos cuantos malentendidos con terribles consecuencias. Es una bomba de relojería. Lo tiene todo.
A.R.- Sí (risas). En el fondo son cosas de la vida cotidiana. No son grandes tragedias ni grandes secretos sino cosas que le pueden ocurrir a cualquiera. Pero las pequeñas mentiras, los secretos sencillos y los silencios postergados pueden provocar reacciones catastróficas.
M.G.- Todo esto se sustenta sobre dos cuestiones de peso. Por un lado, la religión con todo lo que eso conlleva, como la idea del castigo divino, el tormento, la penitencia. Por otro lado, la política porque la novela se desarrolla en un contexto muy convulso.
A.R.- Quería hacer hincapié en el fanatismo, una cuestión muy negativa tanto en un lado como en otro, tanto en el ámbito de la religión, como en el de la política, o en el que sea. Por eso en la novela aparecen personajes muy extremos aunque también hay otros que nadan entre medias.
M.G.- Es una novela coral porque aparecen muchísimos personajes, muy trabajados, desde los principales a los más secundarios. Me gustaría saber qué recursos has utilizado para crearlos.
A.R.- Esto es algo que me comentan mucho y no solo en esta novela sino también en las anteriores. Mis lectores me dicen que los personajes y los ambientes están muy bien definidos. Creo que el hecho de que sea psicóloga me ayuda en la construcción de los personajes. Me gusta mucho observar la conducta del ser humano, la comunicación no verbal, los gestos y los silencios,... lo que me permite crear personajes con sus tics y sus manías, pequeños detalles que definen al personaje.
M.G.- Leyendo la novela me preguntaba si te habías basado en alguien real para construir algún personaje, como por ejemplo a Clara Gamboa, una chica muy revolucionaria a la que apodan 'Rusia, la roja'.
A.R.- He escuchado alguna vez en la familia la historia de un hombre muy comunista que llamó a su hija Rusia. Obviamente no la pudieron bautizar así pero en el pueblo se la conocía como Rusi, por Rusia. Aquella historia siempre me ha resultado interesante y por eso la usé en esta novela. Puede que inconscientemente la haya relacionado con Clara Campoamor por el nombre, pero no quería tomar de referencia a nadie real.
M.G.- Pero esa referencia es puramente anecdótica, ¿no?
A.R.- Sí. Quería crear un personaje muy fanático y radical pero también muy feminista. Como te digo el fanatismo se ve en ambos lados y no quise cargar las tintas con un bando u otro. En todas partes, hay buenos y malos.
M.G.- Pablo es uno de los personajes principales, un cura atormentado y con poca fe.
A.R.- Fe ninguna pero luego, a medida que avanza la trama y conoce a don Toribio, otro cura, las cosas van cambiando. Pablo no tiene vocación ninguna pero también comienza a dudar de sus propias creencias. Pablo es un joven amargado porque su vida ya está decidida. Él no puede hacer nada, cree que se merece el castigo que sufre, lo acepta pensando que es lo mejor y aunque a veces cree que se ha resignado, en el fondo no lo ha hecho, es rebelde y eso se aprecia en algunas actitudes, pero ha aprendido a hacer y a decir lo que se espera de él. Es el personaje más desdichado de la novela, intenta hacer las cosas bien, huyendo de las complicaciones, y sin embargo cae dentro de ellas sin poder remediarlo.
M.G.- Como personaje principal femenino tenemos a Araceli, una chica de buena familia, caprichosa, engreída,... Es la típica chica que quiere conseguir lo que se propone a toda costa y no le importa llegar al límite.
A.R.- Así es, al final juega con fuego y se quema. Ella piensa que es muy moderna y muy liberal, pero en el fondo quiere seguir en la seguridad de su hogar y bajo el manto protector de su padre. Realmente es sólo una niña caprichosa que cree que sólo está jugando sin importarle las consecuencias de sus actos porque todo el mundo la protege y la disculpa, incluso su hermana. Fue divertido crear este personaje. Creo que es la única que da un poco de color a la novela. Es prácticamente la antagonista de Nieves, la maestra.
M.G.- Precisamente Nieves es un personaje muy interesante. Tiene una peculiaridad. Se siente atraída por el brillo de las joyas. Parece algo enfermizo.
A.R.- Es como una urraca, tal vez sea lo único que no puede reprimir. Nieves me parece un personaje que da pena, despierta compasión, pero en el fondo es una mujer fuerte, aunque ella no lo sospecha siquiera. Inicialmente la novela iba a estar más centrada en ella pero se me cruzó el sacerdote por medio. Nieves es tímida, gris,... una persona que pasa desapercibida pero que luego da el campanazo. Muchas veces esto ocurre en la vida real: personas a las que apenas prestamos atención y de las que nunca sospechamos que pueden hacer determinadas cosas. Nieves es el ejemplo claro de la primera frase de la sinopsis: “Nadie sabe de lo que somos capaces, hasta que algo o alguien despierta al monstruo que llevamos dentro”
M.G.- De todos estos personajes principales, ¿cuál te ha costado más construir?
A.R.- Creo que Pablo. Era muy complicado que por un lado no tuviera vocación, dudara de sus creencias políticas y terminara ayudando a la Iglesia. Y todo ello con sus propios fantasmas personales y sin perder coherencia, huyendo de Araceli Peláez y manteniéndose en el medio de todo lo que le ocurre, de lo que ve, de lo que se entera y sospecha. Mantiene el tipo durante casi toda la novela, llenando el vaso poco a poco, hasta que rebosa.
M.G.- De entre los secundarios me gusta muchísimo Munia y doña Encarna, que la odio a muerte.
A.R.- (Risas) Doña Encarna es un estereotipo, una señora cotilla, beata... Cualquiera puede tener una doña Encarna en su rellano, es la encarnación (valga la redundancia) de una vecina metomentodo, que es inmune a la ironía y a la que no le importa lo que puedan decir de ella. Se cree intachable y defensora de los valores que le han inculcado. Es tan fanática como Clara Gamboa pero en sentido contrario. Es otro de los personajes con los que disfruté mucho.
M.G.- Doña Munia es una mujer que echa para atrás.
A.R.- Sí, es una mujer tuerta que siempre está tocando un amuleto del que nunca se separa. Es la más crítica. Me despierta mucha ternura, es muy fuerte, arisca…, intenta ocultar sus sentimientos pero no puede evitar sentir cariño por don Toribio, al que cuida, a pesar de ser de ideas contrarias; incluso termina cogiéndole cariño a Pablo, pero su punto débil es su nieto Xicu. En ella está también reflejada la dualidad de la que hablo en toda la novela: no cree en la religión, pero cree en sus amuletos celtas, odia a los curas, pero que no le toquen a don Toribio… Ella es la que tiene la clave, o la llave, de todos los secretos. Es un personaje fundamental aunque durante toda la novela pasa un poco desapercibida.
M.G.- En cuanto a Llara, es una joven discapacitada, la sobrina de un sepulturero... ¿Tiene algo que ver este personaje con otra de tus novela?
A.R.- Era un guiño a 'La hija del sepulturero'. No se parecen mucho aunque las dos tienen un aire misterioso. Es un tipo de personaje que me gusta. Siempre me han atraído esas personalidades que encarnan el misterio, que son etéreas y por eso creo que siempre los incorporo en mis novelas de una manera u otra. O será que lo mismo es una parte de mí. No sabría decirte.
M.G.- Bueno siempre se dice que los autores vuelcan en sus novelas parte de sí mismos.
A.R.- Sí, sí,... tanto en lo bueno como en lo malo.
M.G.- Varios hilos temporales y varias ubicaciones. La trama se desarrolla en Oviedo en 1948 o se adelanta a Madrid en 1936. En Valladolid también trascurre parte del argumento por medio de un diario. A través de este diario juegas un poco al despiste con el lector.
A.R.- Sí porque no se sabe ni cuándo se escribe, ni por qué, ni quién lo escribe, no quería dar ninguna pista. Creo que verdaderamente ahí estaba el misterio principal.
M.G.- De hecho yo me equivoqué. Me llevé prácticamente toda la novela pensando que lo escribía un personaje concreto y no. No acerté. Es una novela en la que ocurren muchas cosas a la vez. Digamos que las distintas tramas van construyendo la vida de los personajes de forma paralela.
A.R.- Sí. No es algo que me haya costado mucho quizá porque lo tenía bastante pensado. Generalmente en mis novelas siempre hago muchas subtramas y con la práctica es algo que no me cuesta demasiado. Es como la vida, uno no vive una sola historia, hay muchas historias entremezcladas que se nos van cruzando.
M.G.- Casi toda la acción se desarrolla en Oviedo. A pesar de ser una ciudad da la sensación de ser un pequeño núcleo rural, lluvioso y muy vetusta. Me gusta mucho ese pequeño guiño que le haces a 'La Regenta'.
A.R.- El norte me gusta mucho y se presta mucho al misterio. Los lugares lluviosos, el gris de la piedra y la bruma consiguen ser un escenario perfecto para una historia de suspense. Es como un personaje más. Y la historia está prácticamente centrada en un barrio, por eso es más íntima aunque esté en Oviedo.
M.G.- Algo que queda muy patente en la novela es que tienes un gran dominio de la cultura astur. La ambientación es muy buena y pareces dominar todo lo relativo a las culturas ancestrales de la época, la mitología e incluso el bable.
A.R.- Me he tenido que documentar sí, pero de todos modos mis abuelos paternos eran de Asturias y Cantabria. He pasado muchos veranos en Galicia y a mí toda su cultura me atrae mucho, todo lo referente al mundo celta, los símbolos, la mitología. He leído diversos libros sobre estos temas y también me he documentado sobre el bable, las expresiones típicas y los refranes.
M.G.- ¿Cuánto tiempo te ha costado construir la novela?
A.R.- Escribirla no mucho pero construirla unos seis meses. Suele ocurrir que te documentas mucho sobre algo y al final solo usas una mínima información, pero...
M.G.- Pero hay que documentarse bien que luego llegan los lectores puntillosos y os pillan en un renuncio.
A.R.- Sí, es verdad pero tampoco se trata de hacer un tratado extenso y tedioso. No me gusta aburrir al lector. No hay necesidad de mostrar todo lo que sabes del tema. Es mejor dosificar y ambientar lo justo.
M.G.- Se repite en la novela una frase como un mantra: 'Los hijos heredan los pecados de los padres'.
A.R.- Sí, hay personajes que llevan el supuesto pecado de sus padres como si fuera una pesada mochila. Condiciona su vida hasta límites insospechados, incluso su personalidad, sus deseos y propio desarrollo. Es muy triste, pero la incomunicación y los secretos favorecen la mayoría de las desgracias. En esta novela hay personajes que arrastran esas “culpas” que no les pertenecen y creen que deben soportarlas.
M.G.- El final es fabuloso pero no lo vamos a contar. Casi podría dar pie a una segunda parte, ¿lo habías pensado?
A.R.- No. Creo que es mejor dejarla así. Me gusta este tipo de desenlaces, no abiertos pero sí con mucho suspense e intriga, dejando al lector recapacitando sobre cómo podría ser el futuro de los personajes.
M.G.- Sin duda, la intriga está muy presente en la novela. También es muy metafórica incluso desde el título, 'El jardín de las flores negras', que representa ese odio, la venganza, el rencor, la maldad que cada uno tiene dentro.
A.R.- Todos tenemos luces y sombras, nadie es completamente malo ni bueno... Hay que asumirlo, pero de nosotros depende que esas flores negras inunden o no nuestro jardín, que representa el corazón.
M.G.- Has estado firmando aquí, en Madrid. ¿Qué tal ha ido?
A.R.- Muy bien. Es el cuarto año que firmo en la Feria del Libro, es una experiencia muy emocionante, igual que en Sant Jordi. Vino mucha gente porque el libro está gustando mucho, y poder hablar con los lectores y que te comenten lo que les parece es muy gratificante. El primer año estaba muy nerviosa, pero ahora me lo paso muy bien en las firmas o en las charlas con clubs de lectura o institutos.
M.G.- ¿Y estás escribiendo ahora?
A.R.- Siempre tengo algo en mente. La siguiente también se desarrollará en el norte pero colindando con el mar, los acantilados... No sé si será la siguiente que salga publicada porque tengo varias acumuladas. Así que ya se verá, eso lo decidirá la editorial.
M.G.- Pues Ana, no te robo más tiempo. Sigamos paseando por la Feria del Libro. Un placer haberte conocido y confío en que muy pronto tus novelas se conviertan en grandes éxitos de ventas.
A.R.- Muchas gracias.
Sé que algunos de los que asomáis por este espacio habéis leído también El jardín de las flores negras. Sinceramente, y esto es algo que no me ocurre con excesiva frecuencia, tengo que deciros que la novela me ha parecido fabulosa. No esperaba encontrarme una historia tan potente, con una ambientación tan buena y unos personajes tan sólidos. Baste como aperitivo estas palabras, porque será a finales de semana cuando os cuente con detalles.
Ficha novela
Editorial: Cims.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Nº Páginas: 383
Publicación: marzo, 2018
Precio: 18,00€
ISBN 978-84-8411-226-6
Ficha completa aquí.