A Cayetano Santana lo conocí durante la Feria del Libro de Sevilla. Su novela, Las mujeres imposibles, me llegó a través de un librero amigo que puso en mis manos un volumen cuya cubierta rezumaba cierto misterio, una ilustración nocturna un tanto oscura, con el puente de Triana de fondo, y una mujer de espaldas, mirando el infinito y envuelta en un abrigo de color rojo intenso. La sinopsis apuntaba maneras. Hoy vengo a contaros mi encuentro con su autor, un profesor de Filosofía, fiel a la literatura de Cortázar, creador de historias que narra en Las mujeres imposibles las aventuras de Mario Tunoye, un peculiar personaje, estrambótico, ridículo e irritante a veces, pero también con una vis que despertará la compasión del lector.
Aquí os dejo la entrevista con Cayetano Santana.
Marisa G.- Cayetano, por la información que figura en la solapa del libro, también eres escritor de poesía y ensayo.
Aquí os dejo la entrevista con Cayetano Santana.
Marisa G.- Cayetano, por la información que figura en la solapa del libro, también eres escritor de poesía y ensayo.
Cayetano S.- La poesía es un libro de juventud que mandé a concurso. No es un género que me guste cultivar. Fue una cosa puntual de la edad y ahí se quedó. Luego tuve una época en la que tuve que escribir bastante para un periódico, desde la editorial, las entrevistas, los artículos de fondo,... Era algo que me gustaba mucho por la riqueza y fue un proyecto muy didáctico. Pero a mí lo que me gusta es la prosa. Antes de 'Las mujeres imposibles' escribí otra novela pero está en un cajón.
M.G.- ¿Y eso por qué?
C.S.- Quedó inédita porque tardé tanto tiempo en escribirla que la persona que la había empezado y la que la había acabado no era ya la misma. Es una novela sin unidad.
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M.G.- Pues sobre 'Las mujeres imposibles' yo te voy a decir lo que creo que es tu novela y luego tú, si acaso, me corriges.
C.S.- Me parece bien.
M.G.- Para mí, 'Las mujeres imposibles' es una novela, en cierto sentido, de auto-búsqueda. Tengo la impresión que en ella se narra las peripecias de Marino Tunoye, el protagonista, un hombre en la cincuentena, en pleno punto de inflexión. Está en un momento en el que echa la vista atrás, analiza y evalúa lo que ha sido su vida hasta ese momento y decide dar un giro absolutamente a todo y cambiar radicalmente. Cambia el modo en el que realiza su trabajo, rompe su matrimonio, sueña con terminar una novela que lleva 30 años escribiendo y se lanza a la búsqueda de la mujer ideal mientras se adentra en un bucle incansable de reflexiones. ¿Es así?
C.S.- Eso es. Esa auto-búsqueda que comentas es la más importante en la novela. La figura de la mujer ideal que él pretende encontrar tampoco es algo secundario sino más bien algo que va en paralelo a la búsqueda personal como individuo. Él se cree artífice de su propia vida y quiere renovarse. Es un canto a la libertad personal y a una especie de renacimiento o de reconstrucción. En esa búsqueda surge su sueño de querer escribir un novela, que para él es única,...
M.G.- Una obra maestra.
C.S.- Sí, y al mismo tiempo las mujeres representan ese objeto de deseo aplazado porque al principio de la historia, el matrimonio es como un corsé que le impide vivir.
En la novela hay muchas contradicciones porque las mujeres no son imposibles, el que es imposible es él.
M.G.- ¡Es él, claro! No te imaginas la alegría que me das que digas esto porque ¡menudo es Tunoye! Además no estoy muy convencida de que quiera encontrar esa mujer ideal. Creo que lo que pretende es hacer todo lo que no ha hecho en su vida en todo este tiempo.
C.S.- Con la boca pequeña quiere buscar a esa mujer pero con la boca grande como que no...
M.G.- Fíjate lo que dice: '...mi pretensión era volar libre de mujer en mujer, tanto como el azar, mi fuerza y mi selectiva inteligencia me permitieran. Rey de una selva que esperaba poblada'.
C.S.- Tiene un punto cínico. Por un lado, la mujer que él busca no la va a encontrar porque anhela un imposible. La mujer ideal siempre será la que está por venir, así que está condenado a ser un eterno buscador. Apenas ve que se cumplen sus expectativas o que se puede cumplir la promesa de esa mujer ideal, él la niega o sucede algo que lo emborrona todo, generalmente por culpa suya. Él no quiere quedar preso de una mujer real así que prefiere la búsqueda de lo que no tiene, y se vuelve un impulso erótico, amoroso. Es una situación muy rica en matices.
M.G.- Ninguna le vale, a pesar de que conoce a ocho o nueve mujeres, todas ellas fabulosas.
C.S.- Sí, son mujeres muy fuertes y libres. Algunos lectores me dicen que han encontrado en esta novela un homenaje a la mujer. La mujer aparece como figura clave. Tunoye está preso de su propio maleficio.
M.G.- Pero tú, ¿cómo definirías al protagonista? ¿Cuáles son sus cualidades?
C.S.- Yo creo que no hay que definirlo mucho. Definirlo sería acabar con las posibles lecturas. Creo que es un personaje contradictorio. Me gustaría que el lector, a veces lo amara y a veces lo odiara, porque es odioso pero también es amable. Alguna lectora me ha comentado que entran ganas de abrazarlo, de consolarlo pero luego hay veces que te entran ganas de abofetearlo y de gritarle lo idiota que es. Me parece bien este tipo de sensaciones. Creo que la literatura tiene que hacer eso, tiene que jugar con las contradicciones. Un personaje sin fondo, chato, superficial, no me gusta en absoluto.
M.G.- Pero entonces lo que has pretendido es crear un personaje que no deje indiferente aunque sea para mal.
C.S.- Bueno, aunque tenga alguna cara mal, diría. Lo políticamente correcto nos lleva a una falta de ideas y a una falta de libertad creativa. Que el personaje no deje indiferente me parece positivo. Mi personaje es un antihéroe, es un cúmulo de contradicciones y en muchos aspectos, es un impresentable. No es un depravado ni un loco pero sí es un poco cínico, antisocial, que se equivoca en su trato con las mujeres. Son cualidades que lo convierten en un personaje rico en matices.
M.G.- Te confieso que a mí a veces me ha importunado mucho. Pero es que ni él mismo se soporta. De sí mismo opina: '...me declaré insoportable' o ' A pesar de que sé que soy odioso por este tipo de ocurrencias, no puedo evitarlas'
C.S.- Me gusta la literatura provocadora, que al lector le sacuda. Hoy día, si la literatura tiene un puesto en el mundo de la cultura debe ser porque realmente escribamos para personas que busquen lecturas que los eduque, que los seduzca y que al mismo tiempo los saque de su mundo cotidiano. Frente a tanto bombardeo de libros que no dicen gran cosa, hay que ofrecer lecturas de las que se salga enriquecido. Eso es lo importante.
M.G.- Bueno, creo que Tunoye tiene bastante razón cuando habla de lo que debe ser un buen escritor, alguien que sea 'medio feliz y a la vez asceta, medio vividor y comedido, medio navegante de las noches y madrugador del orden'. No sé si tú opinas igual.
C.S.- Sí, totalmente. El que se dedica a vivir como gran vividor creo que no puede escribir y el que escriba sin haber vivido tampoco escribirá bien. Hay que buscar ese punto intermedio en el que la vida que se vive pueda merecer ser narrada y no habría una literatura valida si no se nutriera de una vida digna de ser contada. Se produce una especie de bucle. Hay grandes vividores que nunca han escrito una novela y grandes escritores que no sabrán nunca qué novela pueden escribir.
M.G.- Y ese mundillo literario en el que se mueve el protagonista hay un tal Juan Rastrillo, un escritor con éxito, que da conferencias, que la gente admira. Hay como un rifirrafe entre los dos porque además es que Rastrillo aparece en los momentos más bochornosos de Tunoye. Y yo me pregunto, ¿a Tunoye no le gustaría ser un Rastrillo?
C.S.- No creo. Tunoye es el protagonista y Rastrillo el antagonista. La lucha entre ellos es un tanto cómica y llena la novela de peripecias que están provocadas para otorgar un aspecto caricaturesco, situaciones bochornosas y ridículas en las que el protagonista cae. Sería muy fácil escribir sobre un escritor admirable pero Tunoye no lo es, solo es un pobre hombre que solo quiere vivir lo que no ha vivido y escribir lo que no ha escrito. Su lucha con Rastrillo es una lucha entre dos modos de entender la literatura.
M.G.- Y mientras todo esto le ocurre, mientras termina de escribir la novela y encuentra a esa mujer ideal, va intercalando constantemente un aluvión de reflexiones de todo tipo.
C.S.- Exacto. Creo que ese ese el 'león' de la novela porque ocupan un lugar muy importante.
M.G.- Pero esas reflexiones prácticamente eclipsan los hechos. No sé si has querido escribir una novela en la que analizas al ser humano y pones las reflexiones al servicio de unos hechos o es al revés.
C.S.- Lo que intento es lo imposible. Pretendo que se conjuguen ambas cosas y que no se vea la sutura. Las reflexiones y los hechos son dos grandes pilares que se interconectan. Me gustaría que el lector no notase las costuras. He pretendido que todo esté bien hilvanado. Ahí me juego el tipo y si los lectores aprecian esa imbricación, me sentiría muy satisfecho.
M.G.- Pero sobre esas reflexiones él llega a decir: '...soy un bocazas y acostumbro a mezclar mi relato con anotaciones, requiebros y aseveraciones, con reflexiones, digresiones y codas que, mucho me temo, no sean sino el perfecto modo en que acabaré logrando que los hechos queden, si no sepultados, sí tan desdibujados que pierdan su ejemplaridad, su señera notoriedad'. Él mismo reconoce que tanto divagar puede tapar los hechos.
C.S.- Sí, advierte del peligro. El lector de mi novela no debe ser un lector que solo busque entretenimiento. No diría que la novela es para la élite lectora, ni para una minoría, pero no es una literatura para ser olvidada. La novela aspira a ofrecer una literatura enjundiosa, con contenido.
M.G.- Eres profesor de filosofía y eso me lleva a preguntarte qué papel juega la filosofía en esta novela. ¿Tú crees que esta novela sería tal cual si fueras profesor de matemáticas?
C.S.- Sí, creo que sí. Sostengo que todos somos filósofos. No podemos respirar ni mirar el mundo sin filosofía. La filosofía está presente en nuestra vida. No me siento especial por ser profesor de filosofía porque todos tenemos la capacidad de hablar y de reflexionar críticamente sobre lo que nos ocurre, lo que somos, lo que queremos y esa indagación es ya de por sí filosófica, querámoslo o no, hayamos leído a Platón, a Kant, o no. Eso no importa.
M.G.- Sabes que te he dicho que a mí la novela me ha parecido densa, que me ha llevado mucho tiempo leerla. Creo que el estilo narrativo concuerda con el carácter de Tunoye. El tipo es retorcido. Por ejemplo, quiere divorciarse y lo que hace es, en vez de dar un paso al frente, lleva a la mujer a un hastío tan grande que ella se ve obligada a tomar la decisión de abandonarlo.
C.S.- Es que todo está relacionado, sí.
M.G.- Y antes has mencionado a los lectores y el riesgo que corres al escribir una novela así. Bajo mi punto de vista, hoy se tiende a escribir una literatura de usar y tirar, con lo que el lector está más acostumbrado a un tipo de lecturas de evasión. Por lo tanto, creo que los lectores que buscan el tipo de novela como la tuya, por desgracia, son los menos.
C.S.- Puede ser pero esto es lo que me gusta hacer. No me considero un escritor profesional y no espero vivir de la literatura. No aspiro a una masa popular. Me conformo con los buenos lectores. Si son más, mejor que si son menos.
M.G.- El escenario de esta novela es Sevilla aunque no lo mencionas. Tú la denominas Puente de la Isla, lo que pasa es que los que vivimos aquí la identificamos rápidamente. ¿Por qué camuflar la ciudad?
C.S.- Bueno, el que haya visitado Sevilla sabrá que se trata de esta ciudad por la cubierta. Aparte de eso, la literatura, como se dice en la novela, debe ser universalista y sin referencias localistas. Sevilla es una ciudad que aparece en la novela universalizada porque quería que fuera un paisaje en el que no destacara ni las calles, ni los monumentos, ni los lugares de interés. Ha sido otro juego y por eso el protagonista cambia el nombre de la ciudad para hacerlo paisaje de su deambular constante, en una especie de homenaje pero sin tener que nombrarla.
M.G.- Y hablando de homenaje, también lo hay literario. Por ejemplo, hay referencias a Cortázar. No sé en qué medida te ha influido este escritor literariamente.
C.S.- Si me gusta escribir es gracias a Cortázar. El aire de 'Rayuela', especialmente de toda esa primera parte, con París de fondo, me pareció un mundo cautivador. Esa novela tiene un magnetismo especial. Al releerla sigo pensando que es una obra maestra, muy singular. Yo no imito a Cortázar porque mi estilo es distinto pero creo que mi novela sí cuenta con el aire de 'Rayuela'.
Dentro de la densidad que hablamos antes, creo que escribo sencillo, sin aspirar a florituras pero tampoco renuncio a que la literatura mejore la realidad.
Y te comento una curiosidad. En la novela no aparece ni un solo adverbio acabo en -mente. Esto también es un juego. Me parecen redundantes y que llenan la novela de algo que fácilmente sustituye a la dificultad de escribir. Abusar de los adverbios acabamos en -mente es un recurso fácil. También era una seña de identidad de García Márquez, aunque no sé si en todas sus novelas.
Dentro de la densidad que hablamos antes, creo que escribo sencillo, sin aspirar a florituras pero tampoco renuncio a que la literatura mejore la realidad.
Y te comento una curiosidad. En la novela no aparece ni un solo adverbio acabo en -mente. Esto también es un juego. Me parecen redundantes y que llenan la novela de algo que fácilmente sustituye a la dificultad de escribir. Abusar de los adverbios acabamos en -mente es un recurso fácil. También era una seña de identidad de García Márquez, aunque no sé si en todas sus novelas.
M.G.- Pero hay más homenajes, ¿no? Tunoye emplea un cuaderno gris para tomar notas y eso nos recuerda a otro escritor.
C.S.- Sí, a Josep Pla. Es un autor que he leído con mucho gusto. Muy contradictorio biográficamente pero todo un gigante de las letras. Él decía que el hombre que leía novela a partir de los 40 años es un idiota. Yo añadiría que hay que escribir a partir de cierta edad, de cierta madurez. He intentado que mi producto sea muy digno.
M.G.- ¿Cuánto tiempo te ha llevado escribirla?
C.S.- Más de un año. De verano a verano y luego el repaso de la obra también conlleva algunos meses más.
M.G.- Caigo ahora que no te he preguntado por la idea de escribir una novela así, con este personaje tan peculiar. ¿Cuál es el germen?
C.S.- Bueno, en algunos aspectos estoy muy cerca del personaje pero lo que he querido es inventar una historias y no retratar mi mundo. Yo no me identifico con Tunoye. En realidad, la historia fue naciendo por sí misma, y me ha ido acompañando durante mucho tiempo, creciendo día a día. No la construyo enteramente desde el principio. Al personaje lo he visto crecer y se ha ido enriqueciendo poco a poco. Eso sí, iba a ser mucho más larga y la tuve que recortar.
M.G.- La última curiosidad. ¿De dónde procede el apellido Tunoye?
C.S.- Tunoye hace referencia a la manera en la que mi madre me llamaba cuando estaba en la calle jugando, ¿Tú no oyes? Es una forma de aludir a la incapacidad de oír lo que le conviene al personaje porque a veces parece que no oye.
M.G.- Ni oye ni ve Cayetano (Risas)
C.S.- Exacto, ni oye ni ve.
M.G.- Bueno pues lo dejamos aquí. Espero que tu novela encuentre un millar de lectores y que sigas escribiendo influenciado por Cortázar y otros grandes.
C.S.- Eso espero. Muchas gracias a ti.
M.G.- Bueno pues lo dejamos aquí. Espero que tu novela encuentre un millar de lectores y que sigas escribiendo influenciado por Cortázar y otros grandes.
C.S.- Eso espero. Muchas gracias a ti.