Editorial: Tusquets
XIV Premio Tusquets Editores de Novela.
Fecha publicación: noviembre, 2018.
Precio: 18,00 €
Género: Narrativa.
Nº Páginas: 224
Encuadernación: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-9066-614-2
[Disponible en ebook;
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Autora
María Tena (Madrid, 1953) pasó su infancia en Dublín y Montevideo. Es licenciada en Filosofía y Letras, en la especialidad de Literatura Hispánica, y en Derecho. Su vida profesional en la administración pública se ha movido siempre en torno a proyectos culturales o educativos. Colaboradora habitual de revistas literarias, tanto en papel como en la red, donde ha publicado cuentos, artículos y entrevistas, es autora de las novelas Tenemos que vernos (finalista del Premio Herralde 2003), Todavía tú (2007), La fragilidad de las panteras (finalista del Premio Primavera de Novela 2010) y El novio chino (Premio Málaga de Novela 2016). En la actualidad es miembro del consejo editorial de la revista Galerna y profesora de narrativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Con Nada que no sepas, María Tena se ha alzado brillantemente con el XIV Premio Tusquets Editores de Novela 2018.
María Tena (Madrid, 1953) pasó su infancia en Dublín y Montevideo. Es licenciada en Filosofía y Letras, en la especialidad de Literatura Hispánica, y en Derecho. Su vida profesional en la administración pública se ha movido siempre en torno a proyectos culturales o educativos. Colaboradora habitual de revistas literarias, tanto en papel como en la red, donde ha publicado cuentos, artículos y entrevistas, es autora de las novelas Tenemos que vernos (finalista del Premio Herralde 2003), Todavía tú (2007), La fragilidad de las panteras (finalista del Premio Primavera de Novela 2010) y El novio chino (Premio Málaga de Novela 2016). En la actualidad es miembro del consejo editorial de la revista Galerna y profesora de narrativa en la Escuela de Escritores de Madrid. Con Nada que no sepas, María Tena se ha alzado brillantemente con el XIV Premio Tusquets Editores de Novela 2018.
Sinopsis
En plena crisis de pareja, la narradora de esta novela vuelve al episodio que marcó el final abrupto de su adolescencia y de los años más felices de su familia: la muerte inesperada de su madre en un desconocido Uruguay de finales de la década de los sesenta, cuando nada, aparentemente, turbaba una vida que transcurría entre fiestas elegantes al aire libre, días en la playa o animadas celebraciones. Obsesionada por aquel final, la protagonista regresa, muchos años después, al reencuentro con amigas de la infancia, con las mujeres que conocieron a su padre, fascinante y seductor, y con aquellos que puedan contarle por qué ella y su hermano tuvieron que partir para España apresuradamente tras el fallecimiento de la madre.
En plena crisis de pareja, la narradora de esta novela vuelve al episodio que marcó el final abrupto de su adolescencia y de los años más felices de su familia: la muerte inesperada de su madre en un desconocido Uruguay de finales de la década de los sesenta, cuando nada, aparentemente, turbaba una vida que transcurría entre fiestas elegantes al aire libre, días en la playa o animadas celebraciones. Obsesionada por aquel final, la protagonista regresa, muchos años después, al reencuentro con amigas de la infancia, con las mujeres que conocieron a su padre, fascinante y seductor, y con aquellos que puedan contarle por qué ella y su hermano tuvieron que partir para España apresuradamente tras el fallecimiento de la madre.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Así empieza Nada que no sepas:
Hay novelas que parecen escritas para una misma. Es lo mismo que ocurre a veces con las canciones, cuando nos parece que determinadas letras describen punto por punto un momento emocional propio y exacto. Así me he sentido con Nada que no sepas, la nueva novela de María Tena y con la que ha recibido el premio Tusquets Editores de Novela. Veréis, los hechos que se esconden entre las páginas de este libro no tienen nada que ver con mi vida pero otra cosa muy distinta son las emociones y los sentimientos que provoca su lectura. Ahí, la cuestión cambia radicalmente hasta el punto de tener la libreta donde voy tomando apuntes llena de expresiones de sorpresa, de exabruptos entre exclamaciones que van seguidos del inicio de párrafo y la página en la que figura el texto. Prácticamente todos mis notas van en ese sentido, pues en esta novela me he descubierto a mí misma a través de los pensamientos de su protagonista, a través de su relación con sus padres, a través de sus recuerdos de infancia.
Y es que Nada que no sepas es una novela de familias, de memoria y de pasado. Ya lo comentaba con María el día que pude conversar con ella (puedes leer la entrevista aquí), que es muy fácil conectar con esta historia porque cada uno de nosotros tiene precisamente eso, familia, memoria y pasado, todo ello con sus luces y sus sombras, con sus recuerdos imborrables y otros que son mejor enterrar bien profundo, con un pasado que, de algún modo u otro, ha condicionado nuestra edad adulta.
En Nada que no sepas encontramos a una narradora, una voz femenina que retrocede en el tiempo a una época de su vida en la que residió con sus padres y su hermano Tomás en Uruguay. Eran los años 60. Han pasado cuarenta desde la mañana que cambió su vida para siempre. Contaba entonces con trece años de edad, cuando al despertar un día, notó un ajetreo constante en la casa. Algo había sucedido pero nadie le decía el qué. Tenía que ser lo suficientemente grave para que la tía Blanca cogiera un avión desde Madrid y se plantara al otro lado del charco de imprevisto. Y así, sumida en una situación de caos total, la protagonista se ve empujada a preparar la maleta cuanto antes con la intención de regresar a España en aquel mismo instante. Marcharse era lo único importante en ese momento. Estaba de más si ella y su hermano Tomás iban despeinados o mal vestidos. Esas cuestiones solo preocupaban a su madre, a Lucía, una figura que incomprensiblemente estaba ausente aquella mañana. ¿Dónde estaba la madre en ese momento de confusión?Los niños habían desayunado el día anterior con ella, se habían despedido antes de marcharse al colegio y habían oído cómo ella anunciaba una excursión con una amiga. Pero fue una despedida extraña, casi premonitoria. La madre no estaba aquella mañana de las prisas. Tampoco hacía mucha falta preguntar.
Uruguay quedó atrás. España fue el hogar de la narradora desde aquella mañana, un país en el que creció, terminó sus estudios, se casó con Álvaro y tuvo dos hijos, Guille y Patri. Ahora, en plena crisis matrimonial, y sin haber perdido totalmente el contacto con su pasado, la narradora se plantea regresar al lugar de su infancia para buscar la respuesta a todas las preguntas que quedaron sin hacer aquella mañana de la huida.
Y así coge un avión para reunirse con Inés y Ana, sus amigas más íntimas de entonces, para hablar con Claudia, Ulla, con todos los amigos de sus padres que aún viven en Uruguay, y por supuesto también con Yuyo, el hermano de Ana, un miembro del Movimiento de Liberación Nacional, personaje que adquiere presencia y protagonismo hacia el final de la novela, figura clave en esta historia de búsqueda y en la que nuestra narradora pretende averiguar qué fue de su madre, por qué no le dijeron que había fallecido, cómo ocurrió todo y por qué no la dejaron asistir al entierro ni verla en su ataúd. Nada que no sepas, un título desde el que ya se nos dice todo, es el reflejo de una necesidad, la de la protagonista que lleva años intentando llenar los espacios en blanco que su padre y su entorno dibujó un día en su vida, y en esa indagación encontrará más de lo que buscaba.
Estamos ante una novela de silencio acordado. Hay temas de los que no se puede hablar y que llevan envueltos en un halo de misterio hace muchos años. Ese secretismo genera en el lector la misma necesidad que padece la narradora. Nosotros, a este lado de las páginas, también queremos saber. Nos intriga sobremanera todo lo que le ocurrió a Lucía porque es un personaje tan enigmático que prácticamente suplanta el protagonismo de su hija, transmisora de esta historia. Y es que aquella mujer, esposa y madre, llegó a un país en el que las mujeres mostraban sin pudor alguno su espalda en traje de baño, un país en el que las fiestas se sucedían una tras otras y donde, como dice María Tena, todos los días eran domingo. Aquel mundo uruguayo sorprendió a Lucía, lleno de esplendor, la fascinó, especialmente porque ella procedía de la dictadura española, donde se vestía de manera recatada y donde las fiestas más sonadas eran las de guardar. Pero ese mundo mágico que se abría ante ella estaba envenenado, de ahí que cambiara su carácter, que se refugiara en su propia burbuja sin querer mirar, en una profunda tristeza que solamente pareció romperse los últimos días de su vida. ¿Qué le pasó a Lucía?
Nada que no sepas es una historia intimista en la que resulta inevitable ver a la propia autora. A priori, y sabiendo que María Tena vivió en Montevideo durante algunos años, es inevitable pensar que estamos ante el retrato de su propia vida y sin embargo, para nuestra sorpresa, no es así. Confiesa la autora que, partiendo de una situación real, su estancia en Montevideo que le ha servido para retratar la Uruguay de la época, ha creado una ficción, ha ideado para sus padres otra vida distinta a la que realmente vivieron o no, pues, ni siquiera ella está segura. Pero, sea como fuere, lo que es cierto es que la novela tiene un grado de verosimilitud tan rotundo que en ningún momento dudas de la certeza de los hechos, algo que la autora denomina verdad literaria.
Y si decía antes que me he visto reflejada en esta novela es por varios motivos. Uno de los principales tiene que ver con mi propia memoria y mis propios recuerdos, porque me he visto siendo una niña, testigo mudo de las conversaciones de adultos, intentando cazar al vuelo algo que me abriera los ojos, me ayudara a entender un porqué que se me escapaba. Sin embargo, al igual que le ocurre a la protagonista, basta con sumar un año tras otro para que aquellos gestos, palabras y situaciones incomprensibles a temprana edad, cobren todo su significado en nuestra madurez.
Por otra parte, hay reflexiones que a mí me han llovido del cielo en el momento de la lectura. La narradora retrata la relación con sus padres, indaga sobre sus vidas, se hace preguntas, y todo ello coincide en el tiempo con mi propia búsqueda, mis propias reflexiones y mis propias preguntas. De ahí que en mi libreta de notas figuren textos copiados íntegramente de la novela, enmarcados en un círculo rojo y escoltados por grandes exclamaciones. Entiendo que todas las emociones que he sentido durante la lectura responden a mi situación personal y es probable que no todo el mundo sienta esta novela igual, pero me atrevo a decir que todos tenemos unos padres y todos nos relacionamos a nuestra manera con ellos, así que, todo el proceso por el que pasa la protagonista no distará mucho del de cada lector.
Y no quiero cerrar la reseña sin hablar de Uruguay, de aquella Suiza de América. Nada que no sepas, está escrita en primera persona -como no puede ser de otro modo- y está estructurada en veintiocho capítulos divididos en dos bloques, dos secciones que corresponden a dos momentos distintos del país, la gloria y la decadencia, el colorido del esplendor y la negrura de la dictadura militar. Me ha sorprendido mucho descubrir un país latinoamericano que en los años 60 tuviera ese estilo de vida frente a la represión que vivía España por entonces.
Pero, no debo alargar más esta reseña. En realidad, no hay nada que no sepas ya para animarte a leer esta preciosa novela que también será una de mis mejores lecturas del año.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
Puedes adquirirlo aquí:
Así empieza Nada que no sepas:
[Lectura de las páginas 15 a 17 de la novela;
música: 'Tired of life' de Meydn. Free Music Archive]
Hay novelas que parecen escritas para una misma. Es lo mismo que ocurre a veces con las canciones, cuando nos parece que determinadas letras describen punto por punto un momento emocional propio y exacto. Así me he sentido con Nada que no sepas, la nueva novela de María Tena y con la que ha recibido el premio Tusquets Editores de Novela. Veréis, los hechos que se esconden entre las páginas de este libro no tienen nada que ver con mi vida pero otra cosa muy distinta son las emociones y los sentimientos que provoca su lectura. Ahí, la cuestión cambia radicalmente hasta el punto de tener la libreta donde voy tomando apuntes llena de expresiones de sorpresa, de exabruptos entre exclamaciones que van seguidos del inicio de párrafo y la página en la que figura el texto. Prácticamente todos mis notas van en ese sentido, pues en esta novela me he descubierto a mí misma a través de los pensamientos de su protagonista, a través de su relación con sus padres, a través de sus recuerdos de infancia.
Y es que Nada que no sepas es una novela de familias, de memoria y de pasado. Ya lo comentaba con María el día que pude conversar con ella (puedes leer la entrevista aquí), que es muy fácil conectar con esta historia porque cada uno de nosotros tiene precisamente eso, familia, memoria y pasado, todo ello con sus luces y sus sombras, con sus recuerdos imborrables y otros que son mejor enterrar bien profundo, con un pasado que, de algún modo u otro, ha condicionado nuestra edad adulta.
En Nada que no sepas encontramos a una narradora, una voz femenina que retrocede en el tiempo a una época de su vida en la que residió con sus padres y su hermano Tomás en Uruguay. Eran los años 60. Han pasado cuarenta desde la mañana que cambió su vida para siempre. Contaba entonces con trece años de edad, cuando al despertar un día, notó un ajetreo constante en la casa. Algo había sucedido pero nadie le decía el qué. Tenía que ser lo suficientemente grave para que la tía Blanca cogiera un avión desde Madrid y se plantara al otro lado del charco de imprevisto. Y así, sumida en una situación de caos total, la protagonista se ve empujada a preparar la maleta cuanto antes con la intención de regresar a España en aquel mismo instante. Marcharse era lo único importante en ese momento. Estaba de más si ella y su hermano Tomás iban despeinados o mal vestidos. Esas cuestiones solo preocupaban a su madre, a Lucía, una figura que incomprensiblemente estaba ausente aquella mañana. ¿Dónde estaba la madre en ese momento de confusión?Los niños habían desayunado el día anterior con ella, se habían despedido antes de marcharse al colegio y habían oído cómo ella anunciaba una excursión con una amiga. Pero fue una despedida extraña, casi premonitoria. La madre no estaba aquella mañana de las prisas. Tampoco hacía mucha falta preguntar.
Uruguay quedó atrás. España fue el hogar de la narradora desde aquella mañana, un país en el que creció, terminó sus estudios, se casó con Álvaro y tuvo dos hijos, Guille y Patri. Ahora, en plena crisis matrimonial, y sin haber perdido totalmente el contacto con su pasado, la narradora se plantea regresar al lugar de su infancia para buscar la respuesta a todas las preguntas que quedaron sin hacer aquella mañana de la huida.
Y así coge un avión para reunirse con Inés y Ana, sus amigas más íntimas de entonces, para hablar con Claudia, Ulla, con todos los amigos de sus padres que aún viven en Uruguay, y por supuesto también con Yuyo, el hermano de Ana, un miembro del Movimiento de Liberación Nacional, personaje que adquiere presencia y protagonismo hacia el final de la novela, figura clave en esta historia de búsqueda y en la que nuestra narradora pretende averiguar qué fue de su madre, por qué no le dijeron que había fallecido, cómo ocurrió todo y por qué no la dejaron asistir al entierro ni verla en su ataúd. Nada que no sepas, un título desde el que ya se nos dice todo, es el reflejo de una necesidad, la de la protagonista que lleva años intentando llenar los espacios en blanco que su padre y su entorno dibujó un día en su vida, y en esa indagación encontrará más de lo que buscaba.
Estamos ante una novela de silencio acordado. Hay temas de los que no se puede hablar y que llevan envueltos en un halo de misterio hace muchos años. Ese secretismo genera en el lector la misma necesidad que padece la narradora. Nosotros, a este lado de las páginas, también queremos saber. Nos intriga sobremanera todo lo que le ocurrió a Lucía porque es un personaje tan enigmático que prácticamente suplanta el protagonismo de su hija, transmisora de esta historia. Y es que aquella mujer, esposa y madre, llegó a un país en el que las mujeres mostraban sin pudor alguno su espalda en traje de baño, un país en el que las fiestas se sucedían una tras otras y donde, como dice María Tena, todos los días eran domingo. Aquel mundo uruguayo sorprendió a Lucía, lleno de esplendor, la fascinó, especialmente porque ella procedía de la dictadura española, donde se vestía de manera recatada y donde las fiestas más sonadas eran las de guardar. Pero ese mundo mágico que se abría ante ella estaba envenenado, de ahí que cambiara su carácter, que se refugiara en su propia burbuja sin querer mirar, en una profunda tristeza que solamente pareció romperse los últimos días de su vida. ¿Qué le pasó a Lucía?
Nada que no sepas es una historia intimista en la que resulta inevitable ver a la propia autora. A priori, y sabiendo que María Tena vivió en Montevideo durante algunos años, es inevitable pensar que estamos ante el retrato de su propia vida y sin embargo, para nuestra sorpresa, no es así. Confiesa la autora que, partiendo de una situación real, su estancia en Montevideo que le ha servido para retratar la Uruguay de la época, ha creado una ficción, ha ideado para sus padres otra vida distinta a la que realmente vivieron o no, pues, ni siquiera ella está segura. Pero, sea como fuere, lo que es cierto es que la novela tiene un grado de verosimilitud tan rotundo que en ningún momento dudas de la certeza de los hechos, algo que la autora denomina verdad literaria.
Y si decía antes que me he visto reflejada en esta novela es por varios motivos. Uno de los principales tiene que ver con mi propia memoria y mis propios recuerdos, porque me he visto siendo una niña, testigo mudo de las conversaciones de adultos, intentando cazar al vuelo algo que me abriera los ojos, me ayudara a entender un porqué que se me escapaba. Sin embargo, al igual que le ocurre a la protagonista, basta con sumar un año tras otro para que aquellos gestos, palabras y situaciones incomprensibles a temprana edad, cobren todo su significado en nuestra madurez.
Por otra parte, hay reflexiones que a mí me han llovido del cielo en el momento de la lectura. La narradora retrata la relación con sus padres, indaga sobre sus vidas, se hace preguntas, y todo ello coincide en el tiempo con mi propia búsqueda, mis propias reflexiones y mis propias preguntas. De ahí que en mi libreta de notas figuren textos copiados íntegramente de la novela, enmarcados en un círculo rojo y escoltados por grandes exclamaciones. Entiendo que todas las emociones que he sentido durante la lectura responden a mi situación personal y es probable que no todo el mundo sienta esta novela igual, pero me atrevo a decir que todos tenemos unos padres y todos nos relacionamos a nuestra manera con ellos, así que, todo el proceso por el que pasa la protagonista no distará mucho del de cada lector.
Y no quiero cerrar la reseña sin hablar de Uruguay, de aquella Suiza de América. Nada que no sepas, está escrita en primera persona -como no puede ser de otro modo- y está estructurada en veintiocho capítulos divididos en dos bloques, dos secciones que corresponden a dos momentos distintos del país, la gloria y la decadencia, el colorido del esplendor y la negrura de la dictadura militar. Me ha sorprendido mucho descubrir un país latinoamericano que en los años 60 tuviera ese estilo de vida frente a la represión que vivía España por entonces.
Pero, no debo alargar más esta reseña. En realidad, no hay nada que no sepas ya para animarte a leer esta preciosa novela que también será una de mis mejores lecturas del año.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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