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EL LOCO DE LA CALLE de Gregorio Verdugo

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Editorial: Ediciones En Huida.
Fecha publicación: 2018.
Precio: 14,25 €
Género: Relatos.
Nº Páginas: 125 
Encuadernación: Tapa blanda con solapa.
ISBN: 9788417502195


Autor

Gregorio Verdugo González-Serna (Sevilla, 16-02-1957). Escritor, Licenciado en Periodismo y Diplomado en Educación General Básica por la Universidad de Sevilla. Es autor del libro de relatos "Cuentos de una guerra lejana" (Editorial Pura Tinta - 2014) y de la novela "La danza de los espejos enfrentados" (Editorial Seleer - 2016). Ha publicado artículos, reportajes y pequeños relatos en diferentes diarios, tanto del panorama local como nacional. Ha sido miembro fundador del equipo de periodistas que se aventuró en 2012 en el lanzamiento de Sevilla Report, medio digital local que obtuvo una mención especial de la Asociación de la Prensa de Sevilla en 2013 y donde se encuentra publicada la casi totalidad de su obra periodística. 

Sinopsis

El loco de la calle es una selección de relatos de temática y extensión variada, cuyo denominador común es el escenario geográfico en el que se desarrollan la mayoría de ellos: la ciudad de Sevilla, que se transforma en un paisaje idílico por el que pululan una serie de personajes singulares que viven unas historias propias, relativas a su identidad e intimidad, como si estuvieran frente a un juego de espejos. El loco de la calle no deja de ser un viaje literario que acaba en uno mismo, en el epicentro de sus dos vidas; la vivida y la prestada, pero no por ello menos auténtica, que se cimenta sobre el armazón de los sueños y las ilusiones, y es ahí donde radica el otro cimiento de la unidad temática del libro.

[Información tomada directamente del ejemplar]


Hace algunos años comentaba con un autor la opinión unánime que un numeroso grupo de lectores teníamos de su obra. Coincidíamos todos en que su novela era 'fácil de leer', es decir, nos parecía una lectura agradable con la que pasar un rato entretenido (y poco más). Esto último no se lo dijimos, claro. Aquel supuesto halago (porque, en realidad, la novela había gustado) no hizo demasiada gracia al autor. Alegaba que se había pasado dos años de su vida encerrado entre cuatro paredes para que ahora le dijéramos que leer su novela no nos costaba ningún esfuerzo. La verdad era esa, que su novela no exigía nada del lector, la leías, lo pasabas bien y a otra cosa, pero todo aquello me hizo reflexionar sobre la expresión en sí durante bastante tiempo. Quizá no suene demasiado bien y puede inducir a pensar otra cosa pero es que hay muchas novelas así, fáciles de leer, con un argumento poco más que ameno y unos personajes olvidables, lecturas que no dejan poso alguno y de las que, pasadas un par de semanas, apenas recuerdas nada. En realidad, no tiene por qué ser algo negativo. Todo dependerá de lo que el autor pretenda y de lo que el lector busque. Conozco mucha gente que me pide alguna recomendación de 'lecturas ligeritas' (otra expresión más) porque solo buscan pasar un rato leyendo al final del día, sin complicarse demasiado la existencia. Todo es respetable y lícito.

No es el caso del libro que os traigo hoy. El loco de la calle es el nuevo volumen de relatos del sevillano Gregorio Verdugo, un compendio de historias a las que me he enfrentado en una doble lectura. No os alarméis, suelo hacerlo cuando se trata de relatos pues es un género en el que a veces el ejercicio de estilo sí requiere una importante implicación por parte del lector. De ahí que, una primera lectura no es más que una aproximación para mí, y es en la segunda vuelta donde intento exprimir al máximo cada relato.

Y tengo que confesar que, en mi primer acercamiento me topé con historias complejas, a veces no muy delimitadas, acompañadas por una prosa ampulosa en su mayor parte a la que hay que acostumbrarse. Por eso dejé pasar el tiempo, permití que las historias reposaran lo necesario para, tiempo después, disponerme a un segundo acercamiento con el objeto de comprobar si mis primeras impresiones variaban. Y efectivamente ocurrió tal que así. La prosa ya no me parecía tan densa y, salvo contadas excepciones, conseguí entender la enjundia de las historias planteadas. El quid de la cuestión está en la aportación que el lector concede al libro. Son textos que requieren una lectura despaciosa, masticando bien las palabras, involucrando nuestros sentidos y hacer un uso consciente de nuestra imaginación para recrear las escenas en nuestra mente. 

Estructurado en dos bloques -Plaza Cervantes y Divagaciones alucinógenas- El loco de la calle cuenta con un total de dieciocho relatos que poseen nexos en común. Los que figuran en la primera parte comparten ubicación, es decir, todos ellos, en mayor o menor medida, transcurren en la plaza Cervantes, un espacio cuyas transformaciones también se recogerán en las distintas piezas, donde se repite la imagen de las ajedrezadas sombras de las ramas de unos plataneros que se proyectan sobre el acerado, donde Cristóbal y su quiosco componen el termómetro de la ciudad. Es en este lugar en el que surge un curioso individuo ataviado con túnica blanca y máscara de caolín, un ser extraño, como venido de otro mundo y que sacude consciencias. Es El loco de la calle, primer relato que da título al volumen y cuyo protagonista sorprende a los viandantes, especialmente cuando la historia sufre un giro sorprendente al final. 


Será en esa misma plaza a la que acuda cada tarde Azucena del Carmen Hernández Salado, una octogenaria, oriunda de Alcalá de Guadaira, a la que todos llaman La Seño. Es un personaje entrañable'con porte de reina de ninguna parte',  cuyo futuro se vio truncado un buen día, dejándola sumida en una profunda tristeza y melancolía de por vida pero ella supo encontrar de nuevo el camino. Esta historia me pareció preciosa, como un cuento en el que no siempre hay un colorín, colorado, con un leve aire costumbrista que me ha recordado a mis veranos de infancia y un desenlace circular, que nos invitan a pensar que hay historias que se repiten. 

Pero en los relatos de Gregorio cabe también el humor, negro para más señas, sobre todo si nos encontramos con un tipo supersticioso, testigo de un aparatoso accidente en el que la víctima es fruto de las tortillas que se vuelven del revés. Me resultó ingenioso el cambio de perspectiva y divertido el desenlace.

Como curiosidad, destacar que hay dos historias que comparten personaje. Antonio Ferrera es un filósofo de la vida. Más allá de la ficción y de diversos sucesos truculentos, los relatos que protagoniza este singular individuo me hicieron pensar que el autor hace un retrato de la vida de un barrio, con sus vecinos reales, esos que son algo estrambóticos, que conocen a todo el mundo y son conocidos por todos. Tristeza y diversión se aúnan en una de las historias que Ferrera protagoniza pero la idea de estar ante un barrio real con sus gentes no se separó de mí en los restantes relatos, como en La desnudez de la honra, con una pícara protagonista, testaruda pero muy humana, o la historia de Marcelino Fortuni, un desdichado que decide poner fin a sus días no sin antes dejar dos cartas aclaratorias. Pero no puedo dejar de destacar Capullito de sensiblería, en el que Jacinto Alborada, homosexual y amantísimo hermano de Maite, vive una historia de descubrimiento personal que hubiera deseado se prolongara aún más de las escasas páginas que componen el relato. Me llamó mucho la atención la relación que se forja entre los dos hermanos y cómo, cada uno de ellos, contempla lo que tiene ante sus ojos de un modo distinto. 

Y también hay retrato social en El pájaro del olvido y fantasía en Arturo, el fabulador. Sobre este último debo decir que, sin gustarme especialmente el subgénero, me conquistó un argumento por la originalidad de su planteamiento.¿Quién no quisiera modificar algunos recuerdos de su existencia? Eso sí, todo conlleva sus consecuencias, severas en muchos casos. Y de ahí pasamos a Retrato de fantasmas, con una alusión a la literatura que me ha parecido maravillosa.



En cuanto al segundo bloque -Divagaciones alucinógenas- tengo que admitir que prácticamente me han encantado todos los relatos que componen esta sección. En La música a todo volumen hay ingenio con una mezcla de voces narrativas que nos arrancarán una sonrisa, en La conciencia del héroe hay juego metaliterario muy interesante que explora las relaciones entre el creador y sus personajes,La yaya es un texto sobrenatural muy divertido.

Sé que he recalcado que el estilo del autor es complejo. Lo es en su mayoría pues juega mucho con las figuras literarias, elige un camino más enrevesado para contar algo sencillo, dibuja bucles y utiliza desenlaces circulares -todo ello otorga peso al texto que por otro lado, denota el trabajo realizado por Verdugo-. No obstante, también podemos encontrar otros relatos -los menos- algo más accesibles a los lectores que busquen levedad. Por todo ello, admito que no creo que sea un volumen apropiado para todo tipo de público. Bajo mi punto de vista, son relatos en los que prima más el ejercicio estilístico que los argumentos en sí, de ahí que requiera esa lectura más sosegada que comentaba antes o un segundo abordaje.

En definitiva, si analizo este volumen desde el punto de vista del contenido, os diré que hay relatos que me han gustado muchísimo por su originalidad, su ingenio, su punto de vista, su humor y luego hay unos pocos que me han parecido más simples o a los que, sencillamente, no les seguí el hilo. En cuanto a la forma, adentrarme en la prosa de Gregorio Verdugo me ha llevado mi tiempo pero a la postre he salido bastante satisfecha del experimento pues terminé cogiéndole el punto personal del autor. El balance, por tanto, creo que ha sido positivo.







 

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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