Autor
Lorenzo Silva (Madrid, 1966) ha escrito, entre otras, las novelas La flaqueza del bolchevique (finalista del Premio Nadal 1997), Noviembre sin violetas, La sustancia interior, El urinario, El ángel oculto, El nombre de los nuestros, Carta blanca (Premio Primavera 2004), Niños feroces y la Trilogía de Getafe, compuesta por Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, El cazador del desierto y La lluvia de París. Es autor del libro de relatos El déspota adolescente y del libro de viaje Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos. En 2006 publicó junto a Luis Miguel Francisco Y al final, la guerra, un libro-reportaje sobre la intervención de las tropas españolas en Irak, en 2008 un ensayo sobre El Derecho en la obra de Kafka y en 2010 Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil (Premio Algaba de Ensayo). Además, es autor de la serie policíaca protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro, iniciada con El lejano país de los estantes (Premio Ojo Crítico 1998) y a la que siguieron El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000), La niebla y la doncella, Nadie vale más que otro, La reina sin espejo y La estrategia del agua.
Sinopsis
El protagonista y narrador de esta historia se empotra contra el descapotable de una irritante ejecutiva en lunes a las ocho de la mañana. Ciertamente, él se distrajo un poco, pero ella no tenía por qué frenar en seco ni, desde luego, escupirle todos los insultos del diccionario. Por ello, y para hacer soportables las tardes de aquel bochornoso verano, decide dedicarse "al acecho y aniquilación de la moral de Sonsoles". La flaqueza del bolchevique sería una novela absolutamente cómica si no fuera por el carácter inquietante que adquiere a medida que se complican las argucias del protagonista. Una historia a caballo entre la comedia, la intriga y el melodrama.
La edición que presento hoy (Destino) se inicia con una nota preliminar redactada por el propio autor en la que se nos informa de la fecha en la que este libro fue escrito (primavera-verano de 1995), publicado (febrero de 1997). A su vez, el mismo autor se muestra sorprendido por el hecho de que su libro se siga reeditando en 2010 gracias al apoyo de su editorial y por supuesto al de los lectores, máxime tratándose, según sus propias palabras, de una historia que bien podría resultar escandalosa para algunas mentes.
Lorenzo Silva (Madrid, 1966) ha escrito, entre otras, las novelas La flaqueza del bolchevique (finalista del Premio Nadal 1997), Noviembre sin violetas, La sustancia interior, El urinario, El ángel oculto, El nombre de los nuestros, Carta blanca (Premio Primavera 2004), Niños feroces y la Trilogía de Getafe, compuesta por Algún día, cuando pueda llevarte a Varsovia, El cazador del desierto y La lluvia de París. Es autor del libro de relatos El déspota adolescente y del libro de viaje Del Rif al Yebala. Viaje al sueño y la pesadilla de Marruecos. En 2006 publicó junto a Luis Miguel Francisco Y al final, la guerra, un libro-reportaje sobre la intervención de las tropas españolas en Irak, en 2008 un ensayo sobre El Derecho en la obra de Kafka y en 2010 Sereno en el peligro. La aventura histórica de la Guardia Civil (Premio Algaba de Ensayo). Además, es autor de la serie policíaca protagonizada por los investigadores Bevilacqua y Chamorro, iniciada con El lejano país de los estantes (Premio Ojo Crítico 1998) y a la que siguieron El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000), La niebla y la doncella, Nadie vale más que otro, La reina sin espejo y La estrategia del agua.
Sinopsis
El protagonista y narrador de esta historia se empotra contra el descapotable de una irritante ejecutiva en lunes a las ocho de la mañana. Ciertamente, él se distrajo un poco, pero ella no tenía por qué frenar en seco ni, desde luego, escupirle todos los insultos del diccionario. Por ello, y para hacer soportables las tardes de aquel bochornoso verano, decide dedicarse "al acecho y aniquilación de la moral de Sonsoles". La flaqueza del bolchevique sería una novela absolutamente cómica si no fuera por el carácter inquietante que adquiere a medida que se complican las argucias del protagonista. Una historia a caballo entre la comedia, la intriga y el melodrama.
La edición que presento hoy (Destino) se inicia con una nota preliminar redactada por el propio autor en la que se nos informa de la fecha en la que este libro fue escrito (primavera-verano de 1995), publicado (febrero de 1997). A su vez, el mismo autor se muestra sorprendido por el hecho de que su libro se siga reeditando en 2010 gracias al apoyo de su editorial y por supuesto al de los lectores, máxime tratándose, según sus propias palabras, de una historia que bien podría resultar escandalosa para algunas mentes.
El personaje principal es un ejecutivo treintañero, duro como lo es su forma de hablar, que se muestra asqueado de la vida y del sistema. No soporta a los que él considera miembros del rebaño, ovejas resignadas que a pesar de tener un buen trabajo o un buen sueldo no dejan de tener «vida de gusano» y como si fuera una broma del destino, una mañana tiene un accidente leve de coche con una de esas ovejas, Sónsoles, una mujer de clase alta, esmirriada y de piel tostada por la lámpara. Lo que le faltaba para echar más leña a su ya de por sí caldeada rabia contra el mundo.
Para saciar su insatisfacción emprende una «estrategia de acecho y aniquilación contra Sonsoles» en una mezcla entre la venganza y o simplemente las ganas de joder. Llamadas nocturnas, investigaciones en su entorno personal, periodos de vigilancia, espionaje,... son algunas de las actividades que el protagonista compagina con su trabajo en un banco, otorgándole un aire más bien cabroncete (pongámonos a la altura de las circunstancias).
Sin embargo, la aparición en su vida de la nínfula Rosana provoca un giro en su devenir. La adolescente se convierte en el centro de todas sus miradas dejando abandonada, para su suerte, a Sonsoles. En ese punto la novela recuerda un poco a la Lolita de Nabokov, pues contamos casi con las mismas premisas. Un adulto embelesado por una adolescente, sólo que con Humbert la historia transcurre por otros derroteros.
Entre Rosana y el protagonista comienza así una historia que no raya en actos imputables. Todo se reduce a las miradas, a los pensamientos, a lo que se dice entre líneas y a lo que se deja ver entre visillos. El aire que se respira entre ellos se intuye, se percibe, pero no se ve. Él, totalmente prendido de la candidez de una adolescente que ya tiene sus tablas. Ella, jugando con el adulto al juego de la inocencia fingida.
Pero llega un momento en que para el protagonista ya es demasiado tarde. Cuando quiere enmendarse, la vida le zancadillea. ¿Qué ocurre? No quiero desvelar nada más pero el final te engarrota en la silla. Si el protagonista consideraba su vida anodina y frustrante, con el punto final adquiere dimensiones vertiginosas.
Para saciar su insatisfacción emprende una «estrategia de acecho y aniquilación contra Sonsoles» en una mezcla entre la venganza y o simplemente las ganas de joder. Llamadas nocturnas, investigaciones en su entorno personal, periodos de vigilancia, espionaje,... son algunas de las actividades que el protagonista compagina con su trabajo en un banco, otorgándole un aire más bien cabroncete (pongámonos a la altura de las circunstancias).
Psyche de William Sergeant Kendall, 1909 |
Sin embargo, la aparición en su vida de la nínfula Rosana provoca un giro en su devenir. La adolescente se convierte en el centro de todas sus miradas dejando abandonada, para su suerte, a Sonsoles. En ese punto la novela recuerda un poco a la Lolita de Nabokov, pues contamos casi con las mismas premisas. Un adulto embelesado por una adolescente, sólo que con Humbert la historia transcurre por otros derroteros.
Entre Rosana y el protagonista comienza así una historia que no raya en actos imputables. Todo se reduce a las miradas, a los pensamientos, a lo que se dice entre líneas y a lo que se deja ver entre visillos. El aire que se respira entre ellos se intuye, se percibe, pero no se ve. Él, totalmente prendido de la candidez de una adolescente que ya tiene sus tablas. Ella, jugando con el adulto al juego de la inocencia fingida.
Pero llega un momento en que para el protagonista ya es demasiado tarde. Cuando quiere enmendarse, la vida le zancadillea. ¿Qué ocurre? No quiero desvelar nada más pero el final te engarrota en la silla. Si el protagonista consideraba su vida anodina y frustrante, con el punto final adquiere dimensiones vertiginosas.
La novela está dividida en bloques correspondientes a los días de la semana (la acción comienza un lunes), con capítulos cortos y no numerados. Está escrita en primera persona, en la voz del protagonista, y está construida con una fuerte carga de divagaciones y reflexiones sobre la vida, el amor, la juventud, las mujeres,... Mucha filosofía pero no de la barata.
El lenguaje es rudo con sobredosis de términos de lo más callejero:cojones, gillipollas, puto, zorra, cabrón, coño, cerda, capullo, puerca, furcia, soplapollas,... ¿Sigo u os hacéis una idea? Es una novela que se bebe, con ritmo, corta (no llega a 200 páginas) y amena.
Si te preguntas por qué la elección de tal título, sólo te diré que la respuesta está en la historia. No voy a entrar en más detalles. Te invito a descubrirla por ti mismo y que hagas pausa de manera especial en el último capítulo. Un broche que te hace pensar.
En definitiva, La flaqueza del bolchevique es una novela que se deja leer. Llegué a ella de la mano del actor Luis Tosar que interpretaba el papel principal en la película homónima dirigida por Manuel Martín Cuenca. La película, aunque desarrolla algunos detalles con más profundidad y modifica ligeramente algunos otros, me gustó mucho, por lo que tanto el libro como la cinta son recomendables bajo mi punto de vista.
El lenguaje es rudo con sobredosis de términos de lo más callejero:cojones, gillipollas, puto, zorra, cabrón, coño, cerda, capullo, puerca, furcia, soplapollas,... ¿Sigo u os hacéis una idea? Es una novela que se bebe, con ritmo, corta (no llega a 200 páginas) y amena.
Si te preguntas por qué la elección de tal título, sólo te diré que la respuesta está en la historia. No voy a entrar en más detalles. Te invito a descubrirla por ti mismo y que hagas pausa de manera especial en el último capítulo. Un broche que te hace pensar.
En definitiva, La flaqueza del bolchevique es una novela que se deja leer. Llegué a ella de la mano del actor Luis Tosar que interpretaba el papel principal en la película homónima dirigida por Manuel Martín Cuenca. La película, aunque desarrolla algunos detalles con más profundidad y modifica ligeramente algunos otros, me gustó mucho, por lo que tanto el libro como la cinta son recomendables bajo mi punto de vista.