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MARTA SANZ: 'No uso el humor como algo amable y tranquilizante sino como una sustancia vitriólica'

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Retablo es uno de esos volúmenes que el lector suele mirar con ojos entusiastas en una librería. El mimo que Páginas de Espuma ha puesto a esta edición llena de matices, encandila en la primera ojeada, pero el enamoramiento se vuelve fervor cuando nos adentramos en su lectura. Bellamente ilustrado por Fernando Vicente,Retablo contiene dos cuentos de agradable, edificante y reflexiva lectura, que han salido de la pluma de Marta Sanz, una escritora de discurso luminoso, diáfano y bien estructurado. 

En Extraños en un tren (versión amarilla) y Jaboncillos Dos de Mayo, los títulos internos del volumen, vamos a encontrar dos buenas historias que nos van a hacer disfrutar de lo lindo. El primero hace un homenaje a la novela de Patricia Highsmith, presentándonos dos ancianas que se toman la justicia por su mano. El segundo, muestra la lucha de lo antiguo frente a lo más moderno, de lo más rancio frente a las nuevas tribus urbanas que nos colonizan. Sin embargo, resumir estas dos historias de una manera tan simplista me parece un grave pecado. Así que os invito a acercaros a este volumen, del que os daré más detalles en breve, para que lo descubráis vosotros mismos. Mientras tanto, y como adelanto, os dejo la entrevista con Marta Sanz.

Marisa G.- Marta, siento admiración por todos los autores que sois capaces de escribir de todo, desde novela, cuento, ensayo,... ¿Cómo se hace para manejar tantos registros con soltura?

Marta S.- Soy escritora, mi oficio es escribir, y como escritora soy consciente de que tengo a mi disposición diferentes géneros. La poesía, el relato, la novela, la columna periodística,... todo eso es la materia prima de mi oficio. En función de la pregunta, de la inquietud, del sentimiento o la emoción que quiero compartir en la conversación literaria con el espacio de recepción, elijo un género u otro. Forma parte de las habilidades que se van adquiriendo con el deseo de perfeccionarte en tu oficio. Creo que los que nos dedicamos a esto, más allá de que tengamos una serie de actitudes relacionadas con la capacidad del lenguaje, también tenemos la obligación de ir aprendiendo e ir mejorando. Ese tránsito por los distintos géneros o por los descubrimientos creativos que se producen cuando mezclas géneros distintos, forman parte de mi trabajo.

M.G.- ¿Pero te sientes más cómoda en un género u otro?

M.S.- No. Lo importante es que cada pulsión encuentre el género que necesita. Tienes que dar con el género adecuado y es la elección correcta la que otorga comodidad.  

M.G.- Ya te entiendo. Bueno, pues este 'Retablo' es un volumen ilustrado con dos cuentos. El primero, 'Extraños en un tren (versión amarilla)' es más afín al género negro. El segundo, 'Jaboncillos Dos de Mayo' está más vinculado al terror. Sin embargo, en ninguno de los dos falta el humor. ¿Qué resortes se deben tocar en literatura para arrancarle al lector una carcajada?

M.S.- El humor tiene mucho que ver con el reconocimiento de una realidad que no has visto de esa manera. Se produce cuando alguien te está mostrando dicha realidad a través de ese reverso humorístico que tienen todas las cosas y que tú no habías advertido. Se trata de juntar lo familiar con lo sorprendente para ver las cosas con otra luz y provocar así esa carcajada. No uso el humor como algo amable y tranquilizante sino como una sustancia vitriólica. Reírte te reirás pero la sonrisa se te queda un tanto congelada porque lo que te están contando tiene gracia solo relativamente. El humor es la sustancia que te permite meter el dedo en la llaga hasta el final para llegar a la raíz más oscura de las cosas, así que me siento muy identificada con el humor negro y con el tipo de cine que hacía Berlanga, o Forqué en 'Atraco a las tres'. Creo que son referentes bastante reconocibles en estos relatos. 

M.G.- A grandes rasgos, ¿cómo surge la idea de escribir estas dos historias?

M.S.- Surgen de la observación. Soy una escritora que tengo mucha conexión con la calle. Escribo con las ventanas abiertas, con las puertas abiertas, estoy atenta a los ruidos de mi escalera,... Una de las cualidades fundamentales que deben tener los que nos dedicamos a escribir es la observación, que posteriormente hay que reconvertir en lenguaje. Con estos cuentos, bastaba con abrir las ventanas de mi casa y mirar la calle. Me encontraba con los personajes que aparecen en 'Retablo'. De hecho, muchos de los personajes de estos dos cuentos existen realmente, se han reconocido y me han dado su visto bueno. 

Estos cuentos surgen también de la inquietud ante un mundo que está cambiando de una manera muy vertiginosa. La globalización económica ha propiciado una serie de conflictos en el ámbito urbano que yo pretendo retratar aquí. Lo que creo que podemos hacer desde la literatura es reflejar esos conflictos a través de historias, de personajes, de tramas,... y hacerlo de una manera que al lector le permita captar toda su complejidad, porque no se trata de simplificar las cosas. Con estos temas se puede hacer mucha demagogia y  pensar que todos los hípsters son unos demonios o que las raíces patrias son maravillosas. No es eso. Yo no quiero hacer apología de un casticismo casposo ni quiero demonizar a toda la invasión extraterrestre de los hípsters como se dice en el segundo relato. Sin embargo, sí quiero que los lectores se den cuenta de que estamos viviendo un movimiento extraordinariamente complejo y pretendo conseguirlo a través de historias paródicas, agridulces y llenas de humor negro, en el que hay un sector de la población más vulnerable que otro. Por ejemplo, las ancianas del primer relato reflejan a esas mujeres que viven solas en el centro de las ciudades y a veces son expulsadas de su barrio porque su economía no les llega ahora para vivir donde han vivido toda la vida. Este fenómeno es para mí un centro de interés y de mucha empatía.

M.G.- Sabemos por nota de prensa que las historias están ubicadas en Malasaña pero, por lo que cuentas, podrían ocurrir en cualquier barrio de cualquier ciudad.

M.S.- Perfectamente y además me gusta mucho que hagas esta observación porque parece ser que ahora en literatura, si una habla de su barrio, inmediatamente quedan excluidos los lectores de otros planetas, de otros países, de otras ciudades y de otros barrios. Tenemos un concepto de lo universal que únicamente se identifica con lo estadounidense y no es así. Creo que tú puedes hacer un relato universal, y que concierna a muchos lectores de muchos lugares, hablando del centro de Sevilla, o del centro de Vallecas, o del barrio de San Lorenzo en Roma. Lo que pasa es que últimamente la idea de barrios gentrificados camina en paralelo a la idea de estilo literario gentrificado, homogéneo, igual, traducible, con los mismos referentes sentimentales, con los mismos hábitos retóricos. Creo que, por una parte, 'Retablo' es una reflexión sobre esos cambios de la sociedad pero también pretende ser una reflexión sobre lo que consideramos universal, lo que consideramos particular, típico y sobre la gentrificación de los estilos literarios, esa idea de que todos los géneros terminan siendo el mismo. Las ciudades son descoloridas y los géneros literarios cada vez más, también.

M.G.- En 'Extraños en un tren' extrapolas el argumento de la novela de Patricia Highsmith y la llevas a ese barrio madrileño que hemos mencionado. Sustituyes a los protagonistas por dos ancianitas a las que describes a través del contenido de su botiquín, de su nevera y de su buzón. Dos mujeres que a mí me han producido ternura y tristeza a la vez. 

M.S.- Claro. Son dos mujeres que por una parte producen mucha empatía, compasión y ternura, pero luego no hay que olvidar que son dos especímenes muy resistentes, que saben crear vínculos fuertes y vínculos de carne entre ellas para solucionar sus problemas como antes se solucionaban los problemas, no a través de la virtualidad sino de una asociación muy íntima y muy carnal. Son personajes que he creado, como te decía antes, abriendo mi ventana y mirando a la vecina de enfrente. No tiene más misterio. 

Por otra parte, estoy muy contenta con el ilustrador. Fernando Vicente ha sabido, no solamente interpretar muy bien el texto que he escrito, sino dar su propio punto de vista, añadir su propia sensibilidad y enriquecer la historia. Te pongo un ejemplo clarísimo. Como muy bien has dicho a Ana Mari y a Matilde, se las describe por lo que contienen su nevera, su buzón y su botiquín, pero jamás se las describe físicamente. Sin embargo, Fernando las dibuja y les da una apariencia física concreta y a mí me parece que estos personajes no podrían tener otra mejor. 

M.G.- Pues hablando de las ilustraciones, en ese primer cuento, algunas imágenes son dobles. ¿A qué se debe este propósito?




M.S.- Te lo cuento como si Fernando Vicente me hubiera abducido porque es algo que se le ocurrió a él. Mira, al igual que yo hago un homenaje a la novela de Patricia Highsmith, él decidió hacer un homenaje a la adaptación cinematográfica de Hitchcock. Decidió emular el procedimiento que el director usaba para la televisión en los años 60, donde la pantalla se dividía en dos, a través de una línea diagonal, lo que permitía presentar dos escenas diferentes. A Fernando, esto le permitió completar todos los detalles del ambiente que forman parte de este relato.

M.G.- Qué curioso. Pues Marta, fíjate que este relato lo he leído casi como si se tratara de una obra de teatro. Para mí cada capítulo era como un acto. Además que me parece muy visual.

M.S.- En general, son dos textos muy sensoriales. 'Jaboncillos Dos de Mayo' es un texto que huele. Desde un punto de vista metafórico, todo esto lo que viene a representar es esa necesidad de recuperar los vínculos fuertes en nuestra sociedad frente a la supremacía de lo lejano, de lo fantasmagórico, de lo ausente,... Quiero las cosas que huelen, que saben, que se tocan y creo que esa es la atmósfera que prevalece en estos relatos.

Luego, respecto a lo que comentas de lo teatral, seguramente es verdad porque  también hay cierto intento de que un oído fino recoja las maneras de hablar, bastante marcadas, muy idiosincráticas, que en nada tienen que ver con esa especie de lengua que nos rodea, que parece que todos hablamos inglés aunque no hablemos ni una palabra.

M.G.- Sobre el inglés te haré un apunte más tarde. Sigo ahondando en el primer cuento que finaliza con una moraleja muy divertida pero a la vez muy crítica. En ella haces referencia a los grandes baches sociales a los que nos enfrentamos.

M.S.- Tienes razón. En esa moraleja saco a la luz preocupaciones importantes en este comienzo del siglo XXI y al mismo tiempo hago una sátira del origen didáctico del cuento como género literario. Antes era muy familiar que los cuentos tuvieran moraleja, esos apólogos. De hecho se escribían relatos para transmitir enseñanzas. Últimamente tenemos una visión del cuento que se ha separado de esa idea tradicional y que deja mucho más espacio de reflexión a los lectores. Quería jugar con la parodia de esa parte didáctica para suscitar muchas preguntas.

M.G.- Pasemos ahora al segundo cuento. 'Jaboncillos Dos de Mayo' es un cuento con muchos contrastes, con muchas comparaciones. Sin embargo, no es un cuento con el que se quiera atrapar al lector en un viaje nostálgico hacia el pasado.

M.S.- No, no. Es lo que te comentaba antes. No he querido hacer una reivindicación castiza de las esencias patrias nacionales. He querido constatar cómo nuestro espacio urbano está cambiando de manera muy rápida y eso hace que haya muchas generaciones que han perdido los referentes y las posibilidades de construir nuestra memoria y de construirnos incluso a nosotros como individuos. A veces, las transformaciones de nuestro espacio urbano nos producen un desconcierto y una inquietud que es natural y creo que, de la misma manera que no quiero incidir en la belleza del pasado, también me parecería muy absurdo asumir todas las transformaciones que estamos viviendo en los últimos años desde una perspectiva acrítica. Las nuevas tecnologías son maravillosas porque permiten la comunicación y con ellas a nuestro alcance, se habla de democracia y de libertad, pero las nuevas tecnologías también tienen un lado oscuro porque nos encapsulan cada día más y se generan comportamientos de extrema vigilancia y enormemente demagógicos. 

M.G.- Retomando la cuestión de los anglicismos, que figuran muchos en este segundo cuento, con lo rico que es el castellano, ¿por qué adoptamos tanta palabra inglesa?

M.S.- Clarísimamente forma parte de una estrategia publicitaria que al mismo tiempo se ha convertido en un elemento de manipulación ideológica. No importa lo que signifiquen las palabras, lo que importa es saber quién es el que manda. Eso es todo. Creo que estamos colonizados por un imperio que tiene la prevalencia en lo comercial, en lo económico, en lo político, el que dirige muchas veces el sesgo de las noticias que leemos en los periódicos y el que nos invita a comer 'cupcakes' en lugar de magdalenas. Hay una invasión del territorio que tiene que ver con la necesidad de dominio ideológico a través del lenguaje y a través de la publicidad.

M.G.- Y con respecto a las tribus urbanas, estas han existido desde siempre, van pasando una tras otra pero parece que todo el mundo tiene que ser tal o cual. ¿Uno no puede tener su propia identidad?

M.S.- Es todo muy paradójico. Tenemos  que formar parte de un grupo que nos haga sentir calorcito pero desde el punto de vista de lo que compramos, de lo que vendemos, de lo que aparentamos, de lo que nos ponemos encima, como si nos compráramos una personalidad a cuenta de los complementos que elegimos. Y sin embargo, cada vez somos más reacios a cualquier tipo de asociación partidista y reivindicamos nuestra individualidad como si el 'yo' fuera algo que estuviera más allá del 'nosotros'. Estos temas se abordan desde una perspectiva muy simplista y tendríamos que reflexionar sobre estas paradojas tan tremendas.

M.G.- Sí que son curiosas. Pero Marta, reflexionemos también sobre otra cuestión, la gentrificación, tema que abordas en este segundo cuento. ¿Siempre tiene consecuencias tan negativas?

M.S.- No. Sin querer simplificar el asunto, el proceso de gentrificación a veces tiene consecuencias muy negativas porque expulsa del centro, de los barrios, a las capas más desfavorecidas. Todo se encarece, los alquileres de las viviendas, los locales comerciales, hacer la compra es más caro.  Eso provoca que mucha gente tenga que abandonar el espacio en el que ha vivido siempre y en ese sentido, la gentrificación es muy negativa. Ahora bien, no lo es tanto cuando nos fijamos en los lavados de cara de ciertos espacios urbanos que estaban en la ruina y en la desolación. En Madrid, el barrio de Chueca es ahora un barrio 'gayfriendly' -usemos el anglicismo ya que estamos rodeados de ellos-, lleno de boutiques maravillosas, de vermuterías y restaurantes divinos. En cambio, ese mismo barrio era el núcleo de la drogadicción y el trapicheo de Madrid en los años 80. Los vecinos agradecieron ese proceso de gentrificación pero cada caso tiene sus peculiaridades.

Y podemos seguir reflexionando sobre más cuestiones. Hay centros de grandes ciudades que se convierten en parques temáticos y pierden su valor como barrios, donde la gente vive, disfruta de un centro cultural, de un parque, o del pequeño comercio de toda la vida. Claro, también tenemos que ser muy conscientes de lo que nos da de comer.

M.G.- Es verdad. Todo es según cómo se mire. 

Marta, 'Retablo' coincide en el tiempo con la publicación de un ensayo sobre el feminismo, titulado 'Monstruas y centauras'. ¿Qué opinión te merece lo que se ha hecho hasta ahora?

M.S.- Quiero mirar esto con mucho optimismo. Creo que nos quedan muchos espacios que conquistar desde el punto de vista de la igualdad. Siempre, siempre hay que aclarar que el machismo no es lo contrario del feminismo ni el feminismo lo contrario del machismo. El machismo es una enfermedad y el feminismo es un discurso corrector de esa lacra histórica, económica y social que llevamos padeciendo hace muchísimos años. Si lo miro con esa perspectiva tan optimista es porque creo que ha calado muy fuerte en la sociedad. Lo veo en las chicas jóvenes, lo veo en las chicas de mi generación que están ahora revisando las vidas de sus madres y abuelas, con unos ojos muy diferentes, y lo veo en que se están 'resignificando' el sentido de ciertas palabras como abuso, agresión, precariedad, discriminación laboral, techos de cristal.... . También soy optimista porque creo que ha calado hasta el punto de hacer mucho daño en personas que consideran que el feminismo y el discurso de la memoria son las dos bestias negras de este país. Eso significa que vamos por buen camino.

M.G.- Hay que seguir avanzando, sí. Marta, un placer conversar contigo. Muchas gracias por este retablo que tan buen rato me ha hecho pasar.

M.S.- Muchas gracias a ti. Un placer. 

Un volumen ilustrado y con dos historias maravillosas, nada simples sino más bien llenas de aristas, esto es lo que vais a encontrar en Retablo de Marta Sanz.



Ficha volumen

Editorial: Páginas de Espuma.
Encuadernación: Tapa blanda con solapas.
Ilustrado.
Nº Páginas: 96
Publicación:  Mayo, 2019
Precio: 17,00 €
ISBN: 978-84-8393-260-5
Disponible en e-Book
Puedes empezar a leer aquí.






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