Año: 2017
Nacionalidad: EE.UU
Director: Darren Aronofsky.
Reparto: Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Ed Harris, Michelle Pfeiffer, Domhnall Gleeson, Kristen Wiig, Brian Gleeson, Cristina Rosato, Marcia Jean Kurtz, Ambrosio De Luca, Hamza Haq, Anana Rydvald, Arthur Holden, Bineyam Girma, Jaa Smith-Johnson, Xiao Sun, Jovan Adepo, Eric Davis, Emily Hampshire.
Género: Thriller.
Sinopsis: A una mujer le pilla por sorpresa que su marido, un escritor en pleno bloqueo creativo, deje entrar en casa a unas personas a las que no había invitado. Poco a poco el comportamiento de su marido va siendo más extraño, y ella empieza a estresarse y a intentar echar a todo el mundo.
[Fuente: Filmaffinity]
Todos sabemos que hay obras literarias tan extrañas que dan pie a una multitud de interpretaciones posibles. Seguro que, a poco que lo pienses, se te viene a la cabeza más de un título. Y lo mismo ocurre con el cine y, en concreto, con madre! Y es que, en esta ocasión, Aronofsky construye una historia que pasa por diversos géneros, dando rienda suelta a su imaginación hasta el delirio. El director de Cisne negro o Noé, se la juega con esta cinta, difícilmente dirigida a todos los espectadores, una apuesta tan arriesgada que me pregunto si el boca a boca no habrá repercutido en la recaudación - por ahí dicen que fue un fracaso-. No podía ser de otro modo porque madre! es tan original como desquiciante.
En madre! se cuenta la historia de una joven pareja cuya relación parece estancada. Viven aislados en mitad de la nada, en una casa enorme y vieja. Él (Javier Bardem) es un poeta famoso en plena crisis creativa. Ella (Jennifer Lawrence) es una esposa solícita y atenta, apoyo moral de su esposo. La vida transcurre con calma, cada uno afanado en su labor. Él busca la inspiración que se le resiste y ella se encarga de procurar la paz que necesita su marido, mientras restaura la casa y construye un hogar lleno de armonía. Sin embargo, la tranquilidad se rompe cuando una noche llega un visitante (Ed Harris). Dice ser un médico de un hospital cercano que busca alojamiento por la zona. Con ciertas reticencias por parte de la esposa, el poeta acoge amablemente al visitante, le abre las puertas de su casa y lo instala cómodamente, ocupándose de que no le falte nada y escuchando las historias que tiene que contar. Enseguida se advierte que para él, esa visita es como una brisa de aire fresco que puede sacarlo de su letargo creativo o bien una justificación que lo aleja de esa obligación de sentarse cada día ante un folio en blanco. La joven esposa contempla atónita cómo su marido se vuelca con el visitante, que no será el único, pues a la mañana siguiente llega uno nuevo, la esposa del primero (Michelle Pfeiffer). El matrimonio, de mayor edad que sus anfitriones, se deshace en halagos por la acogida y poco a poco se van adueñando del espacio mientras la mujer del poeta intenta recomponer la casa, expulsar a los intrusos y volver a la vida de antes. Sin embargo, todo se sale de madre. Los visitantes se inmiscuyen en las habitaciones y destrozan un objeto de cristal, un bien preciado del poeta. Se origina el caos que se engrandece con la llevada de nuevos visitantes, más y más, cada vez más, hasta llegar a un final que, perdonadme la expresión, es una puta locura.
Inevitablemente, el espectador que se preste a ver este largometraje se va a sentir atrapado en una espiral incómoda. Observaremos cómo la joven esposa intenta luchar sola contra los que se han instalado en su casa, no dando crédito a la desconsideración que muestran, especialmente la esposa del doctor, una mujer que se inmiscuye en la vida de la pareja, consiguiendo que la joven se pregunte ciertas cosas en las que antes no había pensado, cuestionando su estilo de vida y adquiriendo una actitud tan incordiante que irá in crescendo con la llegada de nuevos visitantes. ¿Y cuáles son las sensaciones que produce esta película? Pues, a los quince minutos estaba totalmente intrigada. Quería saber qué buscaba aquel primer visitante que decía ser médico y qué narices era ese objeto de cristal que el poeta tanto venera. Al poco tiempo, comencé a sentirme irritada porque me molestaba la actitud del matrimonio invitado y de toda la gente que va llegando después. Más tarde llegó un momento en que algunas escenas nos recuerdan a pelis de terror -con extrañas criaturas que chillan- y por último, cuando llevaba más de media película, el terror se incrementa un poco (tiene algo de La semilla del diablo) y pega un giro hasta la fantasía. Por eso decía antes que esta película bebe de muchas fuentes.
Los personajes están bien perfilados aunque ninguno posee nombre. El poeta parece un buen esposo que sufre por falta de inspiración. Se muestra algo distante de su mujer, posiblemente por la preocupación que le produce el hecho de no tener ideas. Por su parte, ella no puede ser más comprensiva. Aunque siente que el marido está lejos, trata de entender que se debe a su obra, así que se aparta de su camino y lo deja a su aire. Y con respecto al resto de personajes, dejo que los descubráis vosotros mismos. Eso sí, la casa es casi un personaje más. El edificio late, respira, padece y sangra, tal cual, y entre ella y la joven esposa parece existir una conexión directa, como si le advirtiera de los peligros que la acechan.
Los personajes están bien perfilados aunque ninguno posee nombre. El poeta parece un buen esposo que sufre por falta de inspiración. Se muestra algo distante de su mujer, posiblemente por la preocupación que le produce el hecho de no tener ideas. Por su parte, ella no puede ser más comprensiva. Aunque siente que el marido está lejos, trata de entender que se debe a su obra, así que se aparta de su camino y lo deja a su aire. Y con respecto al resto de personajes, dejo que los descubráis vosotros mismos. Eso sí, la casa es casi un personaje más. El edificio late, respira, padece y sangra, tal cual, y entre ella y la joven esposa parece existir una conexión directa, como si le advirtiera de los peligros que la acechan.
Pero, más allá de su peculiaridad y esa mezcla de géneros, madre! no me parece una película pulida. Hay ciertas cuestiones que no quedan bien explicadas. Por ejemplo, una supuesta enfermedad de la joven esposa que la obliga a tomar un líquido amarillo cuando sufre una crisis, un sótano en el que se esconde una habitación oculta tras una pared, una escena en la que cruza una rana (aunque esto intentaré explicarlo luego), una extraña criatura que asoma de la taza del váter -vale, esto casi que acabo de entenderlo- y lo que más me fastidia, ¿cómo y dónde se han cambiado de ropa los visitantes para acudir a un velatorio? Aunque esta película sea extraña, rara, no apta para todos los públicos, una paranoia del director o una alegoría como muchos opinan, me gusta que todo tenga una justificación aunque la explicación sea tan inverosímil como toda la película.
Y ya que menciono la palabra alegoría, vayamos a las diversas interpretaciones. Mucho se ha hablado de este largometraje -en compensación a su mala recaudación- y hay espectadores que ven en la cinta una crítica contra el hombre, por el maltrato al planeta que no deja de rebelarse. Esta, por poner un ejemplo, pero hay más teorías que podéis buscar por la red. La mía es una versión más lírica, amparada en ciertos acontecimientos. Intento ponerla en pie. El hecho de que él sea un poeta, que esté en pleno bloqueo creativo, que necesite soledad, que no preste mucha atención a su esposa, que lleguen extraños visitantes que le devuelven la inspiración y que él pronuncie una última frase que no voy a desvelar, me hace pensar en que Aronofsky construye una metáfora sobre el proceso creativo, sobre las distintas facetas por las que pasa un autor desde el momento en el que no encuentra inspiración hasta el nacimiento de su obra, la llegada del éxito, la admiración de los lectores, y el inicio de una nueva obra. Y es que, la relación de la pareja tiene mucho que ver con el distanciamiento que impone un autor con respecto a su entorno, envolviéndose en su propia burbuja y centrándose solo en su trabajo. Por otra parte, la necesidad de atención de la joven esposa es un obstáculo para la obra, de ahí que se sienta abandonada, que le lance reproches, que no llegue a entender que está condenada al ostracismo cuando otras figuras menos anodinas entran en juego, aunque a veces ella también sirva de musa y favorezca el florecer de las ideas. Pero todo esfuerzo conlleva una recompensa y el momento de la gloria llega, ese día en que la obra del autor ve la luz y alcanza nuevamente el éxito. Será entonces cuando surja el ego del escritor, cuando tenga que atender a miles de admiradores que necesitan tocarlo, abrazarlo, poseer algo suyo, tan devoradores que al final fagocitan lo más importante del creador. Esta parte tiene una cierta conexión con la religiosidad, con la idea de considerar al poeta como un profeta, un mecías al que todos adoran y que va impartiendo bendiciones -aquí debería meter lo de la rana, por el significado bíblico que tiene-. Pero todo tiene un precio y al autor le saldrá muy cara su victoria hasta el extremo de la destrucción. No obstante, el camino de los escritores pasa también por una faceta de renacimiento, por un resurgir de sus cenizas y las cenizas en este largometraje tienen su importancia, al inicio y al final del filme, componiendo así un círculo cerrado perfecto.
En cuanto a las interpretaciones, Jennifer Lawrence es la más convincente, a la par que Michelle Pfeiffer, con esa mirada felina que le da a su personaje ese aire tan desafiante. La primera soporta unos primerísimos planos que nos dejan ver su estupor, su miedo, su incertidumbre. En cuanto a Bardem, nunca me gustó mucho aunque en esta ocasión, está doblado al castellano por Juan Amador Pulido, una voz más dulce y melódica que suaviza los rasgos del actor. Y sobre Ed Harris, me parece que está simplemente correcto.
Por otra parte, la atmósfera de la cinta también inquieta. Los hechos parecen desarrollarse en la actualidad o en un pasado relativamente cercano pues el matrimonio invitado dispone de teléfono móvil y, sin embargo, toda la película tiene una pátina que te lleva a pensar en los años 40 o 50, con cubos de zinc para el agua, antiguas lámparas y frascos de medicamentos con un etiquetado bastante vintage, como se dice ahora.
Con una factura técnica que pasa por diversos efectos especiales bien conseguidos, madre! es tremendamente delirante, desconcertante, desquiciante... Creo que esto lo he dicho ya pero es que no deja indiferente. No sabría decir si me ha gustado o si me ha parecido un sinsentido. Entiendo que, cuando uno va al cine, lo mínimo que le pide a una película es poder entenderla pero con madre! eso no ocurre. Creo que el único que realmente sabe lo que ha querido contar es el director porque el resto vamos dando palos de ciego, intentando acertar con la interpretación correcta. No, no es una película para todos los espectadores pero choca, sorprende, altera, incomoda, irrita,... un cúmulo de sensaciones que también hay que valorar.
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