Cuando era pequeña y le preguntaba a mi madre qué había de comer, ella siempre respondía «Cuchareo». Con esta palabra tan castiza me quedaba claro que, al llegar a la mesa, me estaría esperando un plato hondo con el correspondiente guiso. Y es que, rara vez entraba en casa algún producto elaborado que no hubiera pasado antes por los fogones de mi madre. Luego fueron llegando sus nietos, y la recuerdo con la batidora y las papillas caseras. A las mujeres de la generación de mi madre o de mi abuela, no les hacía falta tantas recomendaciones nutricionales como hay ahora, porque es verdad que la vida ha evolucionado y hemos ganado en muchos aspectos, pero también hemos perdido en otros, como en la alimentación. Ahora recurrimos con demasiada frecuencia a los famosos ultraprocesados que, en un abrir y cerrar de ojos, nos resuelven un almuerzo o una cena en cuestión de minutos. Y si hacemos eso siendo adultos, ¿qué no estaremos haciendo con nuestros hijos? ¿Le ofrecemos una alimentación saludable?
Ayer tuve la oportunidad de conversar con Aitor Sánchez y Lucía Martínez, dos dietistas-nutricionistas que, por separado, ya han publicado varias libros sobre alimentación. Ahora centran sus esfuerzos en la alimentación infantil a través de un libro que han titulado ¿Qué le doy de comer? Una guía para que los más pequeños coman de forma saludable, y que publica la editorial Paidós. Te recomiendo que te quedes un ratito por aquí y no pierdas detalle a todo lo que nos cuentan.
Ayer tuve la oportunidad de conversar con Aitor Sánchez y Lucía Martínez, dos dietistas-nutricionistas que, por separado, ya han publicado varias libros sobre alimentación. Ahora centran sus esfuerzos en la alimentación infantil a través de un libro que han titulado ¿Qué le doy de comer? Una guía para que los más pequeños coman de forma saludable, y que publica la editorial Paidós. Te recomiendo que te quedes un ratito por aquí y no pierdas detalle a todo lo que nos cuentan.
Marisa G.- Aitor y Lucía, ambos sois dietistas-nutricionistas, fundadores del Centro de Nutrición Aleris. ¿Qué es lo que hacéis en este centro?
Lucía M.- Bueno, el centro actualmente lo dirige Aitor. Yo ya no estoy involucrada en ese proyecto, así que, que te conteste mejor él.
Aitor S.- Bueno, pues es un centro de nutrición algo atípico. Por lo general estamos acostumbrados a que los centros de nutrición sean una especie de centros de adelgazamiento, pero nosotros ofrecemos una perspectiva más completa. Por supuesto, hay una parte de consulta, donde vemos pacientes con muy diferentes perfiles. Sin embargo, también ofrecemos cursos a sanitarios, organizamos talleres de grupos de psicología para que complementen la parte nutricional, y damos apoyo a empresas y escuelas sobre alimentación infantil, ayudando a muchas AMPAS y a colegios que quieran mejorar sus menús infantiles.
M.G.- Ambos habéis publicado libros con anterioridad, todos dedicados al mundo de la nutrición, pero esta es la primera vez que escribís un libro en común, ¿por qué aunar esfuerzos?
L.S.- En principio, este libro era un proyecto de Aitor con Paidós. Fue él, el que propuso una colaboración porque yo podía aportar la parte de consulta y clínica, mientras que Aitor está más centrado en la educación no formal. Como solemos trabajar juntos habitualmente, me pareció bien aceptar su propuesta.
M.G.- «¿Qué le doy de comer?» es un libro enfocado a la alimentación infantil, desde que son bebés. Bajo este prisma, ¿qué diferencia hay entre este libro y otros sobre alimentación infantil?
L.S.- Uno de los factores diferenciadores lo encontramos en el capítulo 3, que hemos dedicado a algunas patologías muy prevalentes y que tienen tratamiento nutricional. No suele ser habitual que este tema se trate en otros libros sobre nutrición infantil, que sí están mucho más enfocados a la alimentación saludable. Y luego, en el capítulo 4, se aborda todo el tema educacional, social,... que tampoco se suele tratar en otros libros.
Por otra parte, pensamos que, el consejo nutricional que se da desde Sanidad se queda muy corto. No hay nutricionistas en la Sanidad Pública y los compañeros de Medicina o Enfermería ya tienen bastante con lo suyo.
Por otra parte, pensamos que, el consejo nutricional que se da desde Sanidad se queda muy corto. No hay nutricionistas en la Sanidad Pública y los compañeros de Medicina o Enfermería ya tienen bastante con lo suyo.
M.G.- Y habláis de alimentación pero, ¿hasta qué edad?
A.S.- Hasta la pre-adolescencia, doce o trece años.
M.G.- Muy completo entonces. No solo os centráis en los bebés. Bien, el prólogo viene a cargo de la Doctora Marián García, o Boticaria García, como se la conoce en las redes. Para quienes no la conozcan, ¿quién es Marián?
M.G.- Muy completo entonces. No solo os centráis en los bebés. Bien, el prólogo viene a cargo de la Doctora Marián García, o Boticaria García, como se la conoce en las redes. Para quienes no la conozcan, ¿quién es Marián?
A.S.- Marián es farmacéutica y también dietista-nutricionista, como nosotros. Tenemos muy buena relación con ella. Nos gusta su estilo divulgativo porque dice las cosas de manera directa y fresca, en medios muy distintos, como blogs, vídeos en Internet, televisión. Nos parece que tiene mucho alcance y hace llegar los mensajes de manera eficaz. Creemos que sus mensajes se complementan muy bien con los nuestros. Es una compañera de la profesión sanitaria, como es la farmacia, que también tiene una gran importancia en el tema de la alimentación infantil. Muchos alimentos infantiles se compran en farmacia.
M.G.- Hablamos de potitos, por ejemplo.
A.S.- Sí, de potitos, papillas, leches de continuación,...
M.G.- ¿Y qué va a encontrar el lector en este libro?
L.M.- En los dos primeros capítulos encontrará información sobre la alimentación saludable, centrándonos en algunas consideraciones por edad, desde el inicio con la lactancia hasta el momento en el que se inicia la alimentación complementaria. Luego hablamos de las diferentes ingestas del día, -desayuno, comida, merienda, cena-, revisando qué solemos tomar en esas ingestas o qué se nos sugiere habitualmente que tomemos. Hemos analizado si lo que se nos sugiere es saludable o no, qué otras alternativas hay y cómo podemos organizarnos mejor con las ingestas.
En cuanto a los capítulos 3 y 4, me remito a lo que te dije antes.
En cuanto a los capítulos 3 y 4, me remito a lo que te dije antes.
M.G.- La obesidad es un problema nutricional, social, médico,... ¿Sigue teniendo la misma transcendencia o se ha moderado un poco?
A.S.- No, de hecho, está teniendo todavía más trascendencia porque el sobrepeso y la obesidad infantil están aumentando en España. Con respecto a la obesidad infantil, hemos adelantado a algunos países como Estados Unidos, lo cual, hace años, era impensable. Es un problema que va «in crescendo». Si ahora mismo es grave y representa ya problemas de salud, la repercusión que va a tener a nivel económico y sanitario dentro de unos años, cuando esos niños y adolescentes se conviertan en adultos obesos, va a ser todavía mayor. Al gobierno le debe interesar poner freno a esto ya porque, de otro modo, las consecuencias van a ser dramáticas.
M.G.- Me parece que los padres con hijos obesos jamás se paran a pensar en los problemas futuros. No se plantean que lo que hoy no es más que unos kilos de más, mañana puede ser un problema serio. ¿No os parece?
A.S.- Es que muchas veces no se mira desde una perspectiva realista. Nos creemos que esa situación, en algún momento se va revertir, y no siempre acaba así. Es muy normal que lo niños acaben arrastrando el sobrepeso hasta la edad adulta. El sobrepeso tiene además otras complicaciones en la vida, desde estigmas estéticos, problemas de autoestima, repercusiones sociales, impactos metabólicos,... A veces no pueden realizar la misma actividad física que otros niños y eso, al margen de la salud propiamente fisiológica, también tiene repercusión en la felicidad del niño.
M.G.- Por la temática, ¿es un libro que está dirigido a los padres o futuros padres, instituciones, centros educativos,...?
L.M.- A todos. Tiene partes que son muy aplicables a los centros educativos, por ejemplo, todo lo relativo a los comedores escolares. Luego, si se lo leyeran las instituciones y tomaran nota, sería fantástico, pero sabemos que esto no va a pasar. Obviamente, también hay otra parte dirigida a padres, madres o cuidadores como los abuelos, u otros familiares.
M.G.- Lucía ha mencionado los comedores sociales. Sabemos por reportajes emitidos por televisión, que la calidad de los menús escolares no son siempre tan sanos como deberían. ¿Qué tenéis que decir al respecto?
A.S.- La alimentación en los comedores escolares no está bien regulada porque lo que se especifica en la normativa es que los menús infantiles de los comedores escolares tienen que cumplir una serie de requisitos, y estos no siempre son saludables. Por ejemplo, se presta mucha atención a los nutrientes que se pueden cubrir perfectamente con patatas fritas, salchichas, hamburguesas, varitas de merluza... Pero el problema está en que, en dicha normativa, no se dice que todos los días hay que tomar verduras o que el postre tiene que ser siempre fruta. Hay cuestiones en las que no se entra y que son fáciles de regular, más allá de tablas de nutrientes o de cuánto zinc, magnesio,... hay que ingerir al día. Sería mucho más fácil decir que cada día debería de haber como mínimo una ración de verduras.
M.G.- ¿Y en los hospitales? Me parece a mí que los menús hospitalarios tampoco son muy sanos que digamos.
L.M.- En general, no demasiado. Casi todas las cocinas de los hospitales están gestionadas por catering externos y muy pocos hospitales tienen su cocina propia. El dietista que controla el menú pertenece al catering, con lo cual se tiene que tragar muchas cosas porque está en juego su puesto de trabajo. Y quienes aprueban los menús, lo que miran es el coste final más que la salubridad del mismo o que sea nutricionalmente adecuado.
Por otra parte, la cocina hospitalaria, al igual que la del resto de colectividades, tiene una serie de particularidades que no nos permiten mucho margen de maniobra. El estocaje es otro gran problema. Tienen que almacenar mucho alimento y no pueden ser muy perecederos. De todos modos, los menús hospitalarios podrían ser muy mejorables. Bastaría con que hubiera un control externo de un dietista-nutricionista, dependiente de la Consejería de Sanidad, en lugar de ser dependiente de la propia empresa de catering.
M.G.- Algo muy interesante que incorporáis en el libro son los mitos y las falsas informaciones que giran alrededor de la alimentación infantil. Hay mucho bulo.
A.S.- Sí, claro. Para empezar a construir lo que tiene que ser una alimentación infantil hay que aclarar qué es lo que no es saludable. En el libro dejamos claro de una manera clara y sencilla, que la alimentación infantil puede ser muy parecida a la alimentación básica del adulto. Hemos tenido que romper falsas creencias que rodean la alimentación infantil, como por ejemplo que los lácteos son imprescindibles para los niños, o que el desayuno es la comida más importante del día, o que un niño sin ingesta de azúcar no puede rendir. Hay muchos mitos alrededor de la alimentación infantil y cuando los destierras, te das cuenta de que, comer saludable implica simplemente comer comida.
M.G.- Se habla mucho últimamente del «Baby Led Weading» y del «Bliss» pero son técnicas que, a algunas madres les da miedo por temor a atragantamientos. Contadme en qué consisten realmente estas técnicas y si hay fundamento para estos temores.
L.M.- Consiste en alimentar a los bebés con trozos de alimentos, que ellos puedan agarrar y que tengan una textura que puedan deglutir. A ciertas edades, no hay necesidad de darles la comida en papillas. Con el «Baby Led Weaning», la textura del alimento debe permitir que el bebé lo pueda aplastar contra el paladar, usando la lengua. En cuanto al «Bliss», es una evolución del «Baby Led Weaning», que tiene en cuenta un poco más la precisión en el tema de las texturas, pero la idea es básicamente la misma.
El «Baby Led Weaning» no implica mayor riesgo de atragantamiento si se hace de forma adecuada y el niño está acompañado siempre. De todas formas, todos los niños se atragantan porque forma parte del proceso de la alimentación. Igual que todos los niños se caen y se dan un porrazo, cuando están empezando a andar. Así que no hay que tenerle miedo. En cualquier caso, es preferible unos padres felices y unos niños comiendo papillas, que unos padres estresados y un niño alimentándose con trozos de alimentos.
M.G.- ¿Está la gente ahora más preocupada por lo que come como adulto y lo que le da de comer a sus hijos? Me refiero a todo ese movimiento del «realfooding» que está tan en auge.
A.S.- Es falso que la gente esté hoy más concienciada con la alimentación porque en España, hoy se come peor que nunca. Va a depender del sector de la población. La gente que no tiene acceso a la información, a redes sociales,... es la que peor come y es en ese sector, donde está la pobreza energética y la pobreza infantil, donde existe más sobrepeso y obesidad. Ahora bien, al margen de esto, es cierto que las personas con acceso a redes sociales, a la información, sí parece que está mostrando más interés en comer de forma saludable. Desde hace unos cinco años, mucha gente está divulgando un estilo de alimentación saludable. Concretamente, has nombrado una corriente que hace referencia, sobre todo, a los veinteañeros. El «realfooding» es el aterrizaje en España de una tendencia bastante conocida, y que todos los sanitarios y los nutricionistas llevamos divulgando hace años. Hay que comer principalmente materias primas pero esta tendencia ha dado ahora un salto a la cultura pop. En realidad, no es más que una cuestión de sentido común. Priorizar las materias primas en vez de los alimentos procesados, aumentar la ingesta de verduras, que la bebida que acompañe las comidas sea el agua, y que tomemos fruta de postre. Así de simple.
M.G.- Pero, con esto de saber lo que comemos, sí estamos más pendientes de leer el etiquetado de los alimentos, ¿no? Y os confieso que a mí me resulta muy difícil entender las etiquetas.
L.M.- Para eso, el último libro de nuestra prologuista, Marián García, «El jamón york no existe» está muy bien porque justo explica este tema de manera muy entretenida con ejemplos prácticos. Este libro sería una gran recomendación para cualquier persona que esté interesada en entender el etiquetado.
En cualquier caso, lo primero que tenemos que leer en las etiquetas es la lista de ingredientes. Luego ya podemos complementar esa información con la tabla nutricional. Ahora bien, es mucho más útil comprar productos de los que no tengas que mirar la lista de ingredientes porque el ingrediente es precisamente, el que estás comprando.
M.G.- Y ya que habéis mencionado las redes sociales, también dedicáis una sección del libro a los «influencers», que muestran en las redes lo que consumen o lo que le dan de comer a sus hijos, y no siempre muestran alimentos sanos.
A.S.- Se ha producido un cambio en cuanto a la manera en la que recibimos la publicidad. Antes la recibíamos desde un punto de vista declarado o al menos, perceptible, a través de la televisión, los anuncios en la calle,... Con el salto de la publicidad no declarada a las redes sociales, nos encontramos con que hay vectores de transmisión de publicidad a través de personas famosas, que hacen recomendaciones indirectas de estilo de vida y de salud. A veces es publicidad de otras marcas y otras, comercializan sus propios productos o servicios. Todo esto es muy peligroso. Esa publicidad no está declarada, y por lo tanto es ilegal. Es publicidad que no es percibida por los consumidores como tal, y además tiene otra peligrosidad extra, y es que se junta con un punto de vista aspiracional. La gente que sigue a esas personas quiere ser como ellos, los imitan, quieren saber qué hacen.
M.G.- Así es. Bueno, Aitor y Lucía, muchas gracias por contarnos algo más sobre vuestro libro, «¿Qué le doy de comer?» Espero que vuestras recomendaciones lleguen a mucha gente.
A.S.- Gracias a ti.
L.M.- Gracias.
Sinopsis: «Leche de continuación», «mi primer yogur», «crema de cacao sin azúcar»… son términos que se asocian a una buena alimentación infantil, a una dieta saludable y sensata elegida por padres y madres abnegados. ¿Pero de verdad es esa la comida que hay que ofrecerles a los pequeños de la casa? ¿Son esos productos rodeados de mensajes publicitarios realmente sanos? ¿Más sanos que una simple pieza de fruta?
En ¿Qué le doy de comer? descubriremos no solo cómo podemos enfocar los primeros meses de alimentación sólida de los bebés (BLW, BLISS, entre otras), sino que también nos armaremos de argumentos para elegir mejor y con más criterio aquellos alimentos que seleccionamos para los niños. Además, trataremos temas educacionales relacionados con la comida y exploraremos situaciones cotidianas como si se debe llevar el móvil a la mesa o cómo pueden participar los niños en aquellas tareas que conlleva alimentar a la familia.
Cargado de recursos prácticos y realistas, así como de consejos para crear menús semanales para nuestros hijos, este libro se convertirá en la guía para todos los padres que quieran conseguir que sus hijos coman de forma saludable, sea cual sea el tipo de alimentación de la familia, y enseñará a los más pequeños hábitos alimentarios saludables para crecer fuertes y sanos.
Puedes empezar a leer aquí.
Por otra parte, la cocina hospitalaria, al igual que la del resto de colectividades, tiene una serie de particularidades que no nos permiten mucho margen de maniobra. El estocaje es otro gran problema. Tienen que almacenar mucho alimento y no pueden ser muy perecederos. De todos modos, los menús hospitalarios podrían ser muy mejorables. Bastaría con que hubiera un control externo de un dietista-nutricionista, dependiente de la Consejería de Sanidad, en lugar de ser dependiente de la propia empresa de catering.
M.G.- Algo muy interesante que incorporáis en el libro son los mitos y las falsas informaciones que giran alrededor de la alimentación infantil. Hay mucho bulo.
A.S.- Sí, claro. Para empezar a construir lo que tiene que ser una alimentación infantil hay que aclarar qué es lo que no es saludable. En el libro dejamos claro de una manera clara y sencilla, que la alimentación infantil puede ser muy parecida a la alimentación básica del adulto. Hemos tenido que romper falsas creencias que rodean la alimentación infantil, como por ejemplo que los lácteos son imprescindibles para los niños, o que el desayuno es la comida más importante del día, o que un niño sin ingesta de azúcar no puede rendir. Hay muchos mitos alrededor de la alimentación infantil y cuando los destierras, te das cuenta de que, comer saludable implica simplemente comer comida.
M.G.- Se habla mucho últimamente del «Baby Led Weading» y del «Bliss» pero son técnicas que, a algunas madres les da miedo por temor a atragantamientos. Contadme en qué consisten realmente estas técnicas y si hay fundamento para estos temores.
L.M.- Consiste en alimentar a los bebés con trozos de alimentos, que ellos puedan agarrar y que tengan una textura que puedan deglutir. A ciertas edades, no hay necesidad de darles la comida en papillas. Con el «Baby Led Weaning», la textura del alimento debe permitir que el bebé lo pueda aplastar contra el paladar, usando la lengua. En cuanto al «Bliss», es una evolución del «Baby Led Weaning», que tiene en cuenta un poco más la precisión en el tema de las texturas, pero la idea es básicamente la misma.
El «Baby Led Weaning» no implica mayor riesgo de atragantamiento si se hace de forma adecuada y el niño está acompañado siempre. De todas formas, todos los niños se atragantan porque forma parte del proceso de la alimentación. Igual que todos los niños se caen y se dan un porrazo, cuando están empezando a andar. Así que no hay que tenerle miedo. En cualquier caso, es preferible unos padres felices y unos niños comiendo papillas, que unos padres estresados y un niño alimentándose con trozos de alimentos.
M.G.- ¿Está la gente ahora más preocupada por lo que come como adulto y lo que le da de comer a sus hijos? Me refiero a todo ese movimiento del «realfooding» que está tan en auge.
A.S.- Es falso que la gente esté hoy más concienciada con la alimentación porque en España, hoy se come peor que nunca. Va a depender del sector de la población. La gente que no tiene acceso a la información, a redes sociales,... es la que peor come y es en ese sector, donde está la pobreza energética y la pobreza infantil, donde existe más sobrepeso y obesidad. Ahora bien, al margen de esto, es cierto que las personas con acceso a redes sociales, a la información, sí parece que está mostrando más interés en comer de forma saludable. Desde hace unos cinco años, mucha gente está divulgando un estilo de alimentación saludable. Concretamente, has nombrado una corriente que hace referencia, sobre todo, a los veinteañeros. El «realfooding» es el aterrizaje en España de una tendencia bastante conocida, y que todos los sanitarios y los nutricionistas llevamos divulgando hace años. Hay que comer principalmente materias primas pero esta tendencia ha dado ahora un salto a la cultura pop. En realidad, no es más que una cuestión de sentido común. Priorizar las materias primas en vez de los alimentos procesados, aumentar la ingesta de verduras, que la bebida que acompañe las comidas sea el agua, y que tomemos fruta de postre. Así de simple.
M.G.- Pero, con esto de saber lo que comemos, sí estamos más pendientes de leer el etiquetado de los alimentos, ¿no? Y os confieso que a mí me resulta muy difícil entender las etiquetas.
L.M.- Para eso, el último libro de nuestra prologuista, Marián García, «El jamón york no existe» está muy bien porque justo explica este tema de manera muy entretenida con ejemplos prácticos. Este libro sería una gran recomendación para cualquier persona que esté interesada en entender el etiquetado.
En cualquier caso, lo primero que tenemos que leer en las etiquetas es la lista de ingredientes. Luego ya podemos complementar esa información con la tabla nutricional. Ahora bien, es mucho más útil comprar productos de los que no tengas que mirar la lista de ingredientes porque el ingrediente es precisamente, el que estás comprando.
M.G.- Y ya que habéis mencionado las redes sociales, también dedicáis una sección del libro a los «influencers», que muestran en las redes lo que consumen o lo que le dan de comer a sus hijos, y no siempre muestran alimentos sanos.
A.S.- Se ha producido un cambio en cuanto a la manera en la que recibimos la publicidad. Antes la recibíamos desde un punto de vista declarado o al menos, perceptible, a través de la televisión, los anuncios en la calle,... Con el salto de la publicidad no declarada a las redes sociales, nos encontramos con que hay vectores de transmisión de publicidad a través de personas famosas, que hacen recomendaciones indirectas de estilo de vida y de salud. A veces es publicidad de otras marcas y otras, comercializan sus propios productos o servicios. Todo esto es muy peligroso. Esa publicidad no está declarada, y por lo tanto es ilegal. Es publicidad que no es percibida por los consumidores como tal, y además tiene otra peligrosidad extra, y es que se junta con un punto de vista aspiracional. La gente que sigue a esas personas quiere ser como ellos, los imitan, quieren saber qué hacen.
M.G.- Así es. Bueno, Aitor y Lucía, muchas gracias por contarnos algo más sobre vuestro libro, «¿Qué le doy de comer?» Espero que vuestras recomendaciones lleguen a mucha gente.
A.S.- Gracias a ti.
L.M.- Gracias.
Sinopsis: «Leche de continuación», «mi primer yogur», «crema de cacao sin azúcar»… son términos que se asocian a una buena alimentación infantil, a una dieta saludable y sensata elegida por padres y madres abnegados. ¿Pero de verdad es esa la comida que hay que ofrecerles a los pequeños de la casa? ¿Son esos productos rodeados de mensajes publicitarios realmente sanos? ¿Más sanos que una simple pieza de fruta?
En ¿Qué le doy de comer? descubriremos no solo cómo podemos enfocar los primeros meses de alimentación sólida de los bebés (BLW, BLISS, entre otras), sino que también nos armaremos de argumentos para elegir mejor y con más criterio aquellos alimentos que seleccionamos para los niños. Además, trataremos temas educacionales relacionados con la comida y exploraremos situaciones cotidianas como si se debe llevar el móvil a la mesa o cómo pueden participar los niños en aquellas tareas que conlleva alimentar a la familia.
Cargado de recursos prácticos y realistas, así como de consejos para crear menús semanales para nuestros hijos, este libro se convertirá en la guía para todos los padres que quieran conseguir que sus hijos coman de forma saludable, sea cual sea el tipo de alimentación de la familia, y enseñará a los más pequeños hábitos alimentarios saludables para crecer fuertes y sanos.
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