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JOSÉ CARLOS SOMOZA: 'Sherlock Holmes nos ayuda a tranquilizar nuestra conciencia'

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¿Qué tiene Sherlock Holmes que fascina a tantos lectores? ¿Cómo se le ocurrió a Arthur Conan Doyle crear este personaje de vida eterna? Seguramente, el autor nacido en Edimburgo, nunca llegó a imaginarse que su personaje, ese detective meticuloso, intuitivo y perspicaz, podría tener una vida tan larga. De Sherlock Holmes se ha hablado mucho, se ha escrito mucho, y su figura ha aparecido haciendo algún cameo, en alguna que otra novela contemporánea. Pero, ¿existió alguien así? ¿Hubo alguien en la vida de Doyle que pudiera inspirarle para la construcción del personaje? Esta es la pregunta que nos formula el autor José Carlos Somoza en Estudio en Negro, una novela que conducirá al lector a una clínica exclusiva para enfermos mentales, donde reside un enigmático individuo al que todos apodan el Señor X y del que tendrá que ocuparse la joven Anne McCarey.

M.G.- José Carlos, muchas novelas publicadas y muchos premios. En estos casos, cuando uno lleva tanta trayectoria, ¿siente predilección más por una obra que por otra?

J.C.S.- Con las novelas ocurre lo mismo que con los hijos. A todos se les quiere por igual, por muy tópico que suene. Admito que todos son diferentes, y añado que afortunadamente, pero no puedo decir que uno sea mejor que otro. Todos son maravillosos, los creé y nacieron en un momento especial. Lo mismo ocurre con las novelas. Para mí, todas son especiales.

M.G.- Nada más abrir 'Estudio en Negro', el lector se encuentra con el subtítulo 'La trilogía del Señor X'. Es decir, esta novela nace con vocación de continuidad.

J.C.S.- Sí. Actualmente estoy escribiendo la segunda parte. En realidad, empecé a escribir lo que será la tercera parte pero la dejé a un lado porque me faltaba encajar al Señor X en algún sitio. De repente, apareció Anne McCarey y me pareció que su voz era justo lo que necesitaba para introducir al Señor X. Claro, para eso necesitaba una precuela. Es decir, yo empecé la casa por el tejado y fui retrocediendo. Así que, esta novela no es más que la precuela de cómo va a terminar la trilogía. Aunque el protagonista es el Señor X, Anne McCarey ha ocupado un puesto esencial para el desarrollo de la trama y con eso, no contaba antes.

M.G.- Creo que es la primera vez que se enfrenta a una trilogía, ¿cierto?

J.C.S.- Sí, así es.

M.G.- Y le pregunto lo mismo que le pregunto a otros autores. ¿No observa usted, como novelista, que actualmente hay mucha tendencia a sagas?

J.C.S.- Sí, es verdad. En mi caso, estoy contento porque es algo que me han pedido siempre los lectores. A los que les gustó 'Clara y la penumbra' me pidieron una segunda parte. Con 'La dama número trece' ocurrió exactamente igual. Y con otras tantas. Pero eran novelas sobre las que no me apetecía seguir escribiendo. Sin embargo, con el Señor X ha sido distinto. Me apetecía contar esta historia con el suficiente tiempo y espacio para ahondar en los personajes, porque me gustaban mucho. Ese es el motivo por el que me decidí a escribir una trilogía. Para mí ha sido una experiencia maravillosa porque, como tú bien dices, hay muchas trilogías, y es verdad que la mayoría de los autores que hoy debutan, empiezan escribiendo una. En mi caso no, yo me he metido en una trilogía después de escribir muchas otras novelas, y me he metido con verdadero conocimiento de causa. Sé por qué escribo una trilogía, sé que esta historia no podía pedir menos, y sé que los personajes necesitan expandirse por lo menos hasta tres libros.

M.G.- Cuénteme un poco cómo surge la idea de este libro. La novela está dedicada a su padre al que usted le agradece que le diera a conocer el personaje de Sherlock Holmes.

J.C.S.- Con mi padre tuve una relación literaria muy especial. Era un gran lector, de esos que no te recomiendan lo que le gusta en ese momento, sino aquello que cree que debes leer, aunque ya haya pasado mucho tiempo, y su impresión sobre ese libro ya no sea la misma. Gracias a mi padre, aprendí muchas cosas y accedí a muchas buenas lecturas que él me recomendó para conocer qué era la literatura. 

Mi padre me regaló la obra completa de Sherlock Holmes y para mí fue revelador. Así que, a la hora de escribir esta novela, pensé que, si mi padre estuviera vivo, la hubiera disfrutado mucho.

M.G.- Uno de los personajes de la novela es un joven Arthur Conan Doyle. Tomar a un personaje real y meterlo en una novela de ficción, no debe ser fácil. ¿Cómo es ese traspaso de la vida real a la ficción?

J.C.S.- He escrito muchos libros e incluso, una obra de teatro, -'Miguel Will'-, en la que introduzco a Shakespeare y a Cervantes. Así que, como dirían los paraguayos, no tengo drama. No me ocasiona ningún problema. De hecho, cuando cuentas algo de alguien que existe, de inmediato lo conviertes en ficción. Si hablas de tu padre, lo conviertes en el padre que tú crees que es, con lo cual, tu padre desaparece y hablas de la persona que crees que es tu padre y que tienes dentro de ti, como personaje.  Así que, meter a un personaje real no cuesta más que meter a uno ficticio.


M.G.- ¿Y qué tiene Sherlock Holmes como personaje literario que fascina tanto?

J.C.S.- Tiene algo fundamental. Sherlock Holmes divide y racionaliza la vida. Nuestra realidad es un caos absoluto. No entendemos nada de nada, no sabemos ni por qué estamos aquí, de dónde venimos, ni a dónde vamos,... Nada, absolutamente nada. Todos son creencias e incluso algunos matan o mueren por ellas. Sherlock Holmes viene a poner un grano de sensatez en todo ese caos. Él defiende que, contra lo que no podemos conocer, no podemos hacer nada pero, lo que podemos conocer está a nuestro alcance. Como decía, cuando quitas todo lo imposible, lo que queda, por improbable que parezca, tiene que ser la verdad. Esa frase es tranquilizadora. Sherlock Holmes nos ayuda a tranquilizar nuestra conciencia. Aunque todo sea un caos, hay personas cuya inteligencia, les permite separar lo equivocado de lo verdadero, lo erróneo de lo cierto, e ir estableciendo diferencias con la razón para poder hallar la verdad. Eso es lo tranquilizador de Sherlock Holmes. Y curiosamente mi personaje, el Señor X, no es tranquilizador. Él juega a que la razón no lo es todo, sino que hay intuiciones que también son válidas. 

M.G.- En una novela como esta, tan inquietante, con crímenes por resolver, una de las claves fundamentales es mantener la atención del lector, pero ¿qué otros elementos debe tener una novela, más allá de esa atmósfera, para cautivarnos?

J.C.S.- Es fundamental que los personajes estén dispuestos a pertenecer al imaginario del lector. El lector tiene que poder identificarse, al menos, con uno de ellos, para poder gozar realmente de la aventura. Si todos los personajes son incognoscibles y nadie se puede identificar con ellos, raramente vamos a poder disfrutar. 

Las historias no se hacen de tramas, sino de personajes. Cuando uno crea un personaje, está creando un 'alter ego' de nosotros mismos, y puede meterlo en cualquier ruedo, en la guerra civil española o dentro de una nave espacial.

M.G.- Y hablando de personajes, Anne es una joven con mucho sarcasmo. Además acostumbra a dirigirse con frecuencia al lector, como si fuéramos su auditorio.

J.C.S.- Es algo que me pareció interesante y bonito. He escrito muchas novelas, muchas han llegado a lo más alto y se han traducido a muchos idiomas y, sin embargo, nunca he escrito algo con humor. No soy una persona seria, seca o melancólica. Me gusta la ironía y, cuando hablo, a veces recurro al sarcasmo. Pues ninguna de estas habilidades las había puesto en juego en mis novelas, hasta ahora. Me apetecía escribir algo con ese poco de humor que tengo. Pensé que 'Estudio en Negro' podía ser la primera de una serie de novelas en las que apareciera ese humor. Además, ha surgido sin tener que forzarlo, porque Anne McCarey, por su forma de ser, se encargó de ello. Es un personaje fascinante y por eso la quiero tanto.

M.G.- Es muy buena, sí. Y también el Señor X que, supuestamente, inspira a Doyle para construir a Holmes. Me gusta mucho la relación entre ambas. Se podría decir que Anne es la horma del zapato del Señor X.

J.C.S.- La relación entre ambos funciona muy bien y eso augura un buen futuro. Cada uno de ellos le da al otro lo que le falta. A Anne McCarey, le falta la seguridad en sí misma, conocerse mejor y creer en su valía. Es una mujer solitaria a la que la vida le ha dado de lado, y que se siente insegura con respecto a sus valores y sus posibilidades en el mundo. El Señor X le reafirma que esos valores están dentro de ella, y que solo tiene que buscarlos. Nadie tiene que venir a decirle que ella vale. Es ella, la que se lo tiene que decir a sí misma. 

En cuanto al Señor X, todos podríamos pensar que él no tiene nada que ganar. Se recluye en su habitación, está muy seguro de sí mismo, pero hay una escena en la que esa visión cambia. Tiene miedo a ser sacado de su mundo seguro, donde puede controlarlo todo, dominarlo todo con su mente. Salir al exterior lo agobia, así que ellos se complementan porque, Anne ha bregado mucho en el exterior y el Señor X ha vivido siempre en su mundo interior.

M.G.- Las novelas no solo deben entretener. Me gustan las que además nos enseñan algo que desconocíamos. He disfrutado mucho leyendo sobre el teatro de la época, del teatro clandestino, del teatro mental,... Toda esta parte es fascinante.

J.C.S.- Quería crear un mundo en el que hubieran dos polos completamente separados y opuestos, que en el fondo no se diferencian mucho de los históricos. Uno, el polo de la sociedad victoriana, reprimida, clásica que, incluso he exagerado. Por otro, el mundo del teatro, un mundo donde las cosas se sacan fuera de quicio, donde se dan escenas y situaciones que no son victorianos pero hubieran podido serlo. Yo quería plantear esa dicotomía, es decir, mostrar al victoriano como una persona sumida en un mundo de reglas clásicas y rígidas, que de repente va a un teatro, donde se libera del todo. Lo que estaba mal visto fuera del escenario, está bien visto, dentro. 

En parte es como lo que vivimos ahora. Hoy no se puede hablar de nada, todo está políticamente correcto pero luego existe el 'show', ya sea 'reality' o no, que se desborda, que muestra todo aquello desnudo de cabeza a pies, para que la gente se alimente de la sangre que necesita. Y es un poco lo que pretendo mostrar en 'Estudio en Negro', de forma metafórica.

M.G.- La estética de la novela también es muy atractiva. Si abrimos el libro, encontramos programas de teatro, reseñas de las obras. Está muy cuidado.

J.C.S.- Lo hablé con la editorial. Quería que el público se enfrentara a un libro que, además de leerlo, le permitiera recibir información, propaganda de obras de teatro, programas de mano. Es algo que lo planteé adrede porque quería que el libro fuera una apertura hacia un mundo en el que, lo único que tienen los personajes para escaparse es el teatro. 

M.G.- Al hilo de la estética, también resulta interesante la estructura. Creo que usted trabaja mucho las estructuras de las novelas, algo que ya advertí en 'El origen del mal'.

J.C.S.- Sí, mucho. El fondo y la forma son fundamentales para relacionarse entre sí. La forma de 'Estudio en Negro', contada a la vez por Anne McCarey y por un narrador omnisciente y extraño, que se sitúa en un tercer plano, tenía que ser especial.

M.G.- ¿Y qué me dice sobre el título?

J.C.S.- El título es una paráfrasis de 'Estudio en Escarlata', la primera novela de Sherlock Holmes, que Conan Doyle escribió. No es la mejor, pero sí muy interesante, por tratarse además del debut de un joven autor. En 'Estudio en Negro' explicó cómo nació esa novela, aunque es una explicación ficticia.

M.G.- ¿Y cuántas sorpresas nos esperan en el desenlace?

J.C.S.- Muchas y muy grandes, pero mejor no adelanto nada. Algunos lectores me han comentado ya que, hasta el mismísimo final, no te esperas lo que va a suceder. Creo que te va a sorprender. Soy muy amigo de atrapar al lector pero, sobre todo, intento dejar al lector sin respiración en las páginas finales. 

M.G.- Pues me deja con mucha intriga. Estoy deseando acabarlo. Muchas gracias José Carlos por compartir este momento.

J.C.S.- Muchas gracias a ti y espero que el final te sorprenda.


Sinopsis: A finales del siglo xix, a una exclusiva clínica para enfermos mentales en Portsmouth llega contratada una enfermera nueva, Anne McCarey, protagonista y narradora de esta novela.

Anne sobrelleva un pasado doloroso, es poco atractiva y está atada a un hombre violento. En la residencia Clarendon deberá cuidar de un demente, el Señor X. Sin embargo, descubre que este paciente tiene una extraordinaria capacidad adivinatoria y es capaz de descubrir los secretos más ocultos de las personas, y disfruta haciendo pesquisas policiales desde su refugio. 

La relación con Anne es tensa, pues ella se empeña en indagar en su vida; sin embargo, terminan aceptándose. A este dúo se añade el doctor Conan Doyle, que visita la residencia para atender al Señor X. En ese momento, empiezan a ocurrir diversos asesinatos inexplicables en las cercanías de la clínica y el único capaz de resolverlos es el Señor X, enfrentado a Scotland Yard, y a quien únicamente apoyan la enfermera Anne y Doyle.

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