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LUZ GABÁS: 'Tendemos a idealizar el pasado y un exceso de nostalgia es contraproducente'

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Primera vez que leía a Luz Gabás. A pesar de las buenísimas críticas que siempre han tenidos sus novelas, hasta ahora no he podido estrenarme con esta autora. Y debo decir, que he salido bastante satisfecha del estreno. El latido de la tierra ha sido como un abrazo envolvente, que me ha trasladado al norte de España, a esos parajes donde el silencio se ha instalado, pero en los que perdura el amor a la tierra. El latido de la tierra narra la historia de Alira, cuya familia persiste en Aquilare, un pueblo que un día fue expropiado debido a una reforestación. Pero unos repobladores se han instalado en lo que queda del pueblo, mientras que en Elegía, la mansión familiar de Alira, encuentran un cadáver.

Hace unos días, Gabás visitó Sevilla para hablarnos de esta última novela y tuve la oportunidad de sentarme a conversar con ella en un encuentro cercano, del que siempre guardaré un gratísimo recuerdo. Y antes de contaros mis impresiones sobre esta lectura, os dejo con la entrevista. 

Marisa G.- Luz, 'El latido de la tierra' es una novela que interpreto como un homenaje a los antepasados, a nuestras raíces y a esos pueblos fantasmas que están llenos de historia.

Luz G.- Sí, es un homenaje, pero también una advertencia contra un exceso de nostalgia. Al pasado lo podemos mirar con curiosidad, con intriga, con amor, es una fuente de información o de aprendizaje. Tendemos a idealizar el pasado y un exceso de nostalgia es contraproducente. Hablamos de una vida rural que ha desaparecido y nunca volverá a ser la que era. Y aunque podamos volver a habitar un pueblo abandonado, nunca viviremos como nuestros antepasados. Afortunadamente. 

M.G.- Tú estás muy vinculada con esos entornos rurales.

L.G.- Sí, vengo de un entorno rural. Lo dejé para irme a estudiar a la ciudad. Luego viví en California y en otros lugares, pero siempre volvía a lo que era mi casa. Hasta que un día, opté por mudarme definitivamente al pueblo. La vida se me iba pasando y yo quería vivir en mi entorno rural.

M.G.- En la novela, se produce un asesinato pero es más un telón de fondo, ¿cierto?

L.G.- Es una estrategia narrativa. Como la novela aborda la búsqueda de la protagonista, me iba bien emplear la búsqueda de una solución a un misterio. Teniendo el pálpito inicial de lo que quería escribir, le pegaba algo de género policíaco. Y aunque no es novela negra, he cogido del género aquello que me podría funcionar, como el suspense, la intriga, la incertidumbre, la ansiedad y un poco de crítica social. Lo he llevado a mi terreno y lo he mezclado con el entorno rural y con una historia de amor.

M.G.- Leyendo la novela, recordé el caso de Jánovas y todo lo que pasaron sus habitantes cuando los echaron de sus tierras. 

L.G.- ¿Conoces el caso de Jánovas?

M.G.- Sí, leí una novela escrita por una autora sevillana. Ella quedó muy impresionada cuando visitó aquel lugar, y quiso contar su historia.

L.G.- La novela la conozco, pero no sabía que la había escrito una sevillana.

M.G.- Si, sí, y por ella sé que Jánovas está volviendo a levantarse.

L.G.- Sí. Vivo muy cerca de Jánovas. En nuestro entorno se conoce muy bien la historia de este pueblo y el dolor que han sufrido sus familias. Leí mucho sobre Jánovas, pero tenía claro que no iba a escribir sobre este pueblo. No quería apropiarme de un sufrimiento que me resultaba demasiado cercano. De la experiencia de Jánovas, me quedo con ese apego por la que ha sido la tierra de tu familia, de la que echaron a sus habitantes injustamente. Ese amor, ese apego, también aparece en esta novela. En el caso de Jánovas, lo perdieron todo por culpa de un pantano y en la novela, Aquilare se queda vacía por una repoblación forestal. El motivo es lo de menos, porque el sentimiento es el mismo. A ti te echan de tu casa y no te queda otra más que irte, porque cuando el Estado quiere algo, es imparable. Pero el sentimiento de arraigo no te lo puede quitar nadie. Y es curioso lo de Jánovas porque, son los hijos los que han querido recuperar la tierra en memoria de sus padres. Fíjate si es fuerte el arraigo, que tu propia vida está condicionada por la vida de tus antepasados. Esto es algo muy hermoso y muy literario pero, tal y como plantea 'El latido de la tierra', también es muy duro, porque va más allá del orgullo. El arraigo se puede transformar en una losa que igual no te deja libertad para decidir la vida que te gustaría vivir. 

De todos modos, y esto lo explico en La nota de la autora, es el caso de Fraguas el que ha inspirado esta novela, su expropiación y sus repobladores. Todas las denuncias son situaciones que se están viviendo en Fraguas. Hay un grupo de románticos peleando contra el sistema, contra la Junta de Castilla, porque la Junta aplica la ley y ellos defienden que son leyes obsoletas, absurdas y ridículas. Si se está promoviendo la recuperación de entornos rurales, y hay gente que se presta a ello, no se les puede acusar de ocupación de monte público después. 

M.G.- Y será precisamente por lo que estás comentando, por ese exceso de nostalgia, que a mí Alira me ha parecido una mujer muy atascada en el pasado. Incluso tiene un toque de amargura, como si viera que el mundo gira y ella está siempre parada.

L.G.- Efectivamente. Es un personaje muy contenido, pero a lo largo de la novela irá cambiando, pasará de la oscuridad inicial a la luz. Alira es un personaje hermoso porque se va iluminando.

M.G.- Hay una historia de amor, de esos amores que regresan del pasado con una fuerza inusitada.

L.G.- Con demasiada fuerza. El personaje de Adrián, al igual que la mansión Elegía, son los dos símbolos del pasado en la novela, símbolos de ese excesivo apego al pasado. Nuestra protagonista no ha superado la ausencia de ese primer amor que tanto la ha marcado. Creo que su actitud es muy comprensible. Cuando pensamos en nuestra vida pasada, nos acordamos de nuestros momentos estelares, y el amor siempre sale a relucir. En la novela, planteo qué pasaría si, tras muchos años, uno vuelve a estar cerca de ese amor y vivir junto a él bajo el mismo techo, sentirlo cerca, ¿qué pasaría por tu cabeza? Es lo que le ocurre a Alira. Otra vez el pasado, presente. Alira se tendrá que enfrentar a una decisión doble, con respecto a la casa y con respecto a Adrián. Tendrá que optar si seguir anclada al pasado, o abrirse al presente.


M.G.- En las primeras páginas asoma un poco la violencia de género. ¿Es un tema que tiene mucha transcendencia en la historia?

L.G.- El tema de la violencia de género sale un par de veces en la novela. He querido retratar la decrepitud moral del ser humano, que nos lleva a ver casos de violencia de género todos los días con total normalidad. En ese sentido, he querido hacer una crítica a esa actitud del ser humano, al hecho de ser testigo de algo terrible y no nos damos ni cuenta. Porque, la novela no solo habla de la despoblación rural, sino también de la moral, y de la pérdida de la ilusión.

M.G.- Aquilare y Mongraín son los escenarios. ¿Ambos nombres ficticios?

L.G.- Sí. El nombre de Mongraín viene de la mezcla de tres pueblos de la zona. Son poblaciones más grandes que luego tienen aldeas satélites. Es un guiño a los de mi territorio. En cuanto a Aquilare, lo inventé basándome en el nombre de uno de los pueblos abandonados de Huesca. Me gustaba cómo sonaba Aquilare, como a águila. De ahí que en la novela se hable de la simbología del águila, como ave luminosa y poderosa, pero también está muy relacionado con la figura del padre, porque en la novela, también aparece un padre que regresa a un lugar, y un hijo que quiere corregir los fallos del padre. A ningún hijo le gusta cargar con los pecados del padre, y a ningún padre le gusta que su hijo se entere de sus vergüenzas. 

M.G.- Elegía, la casa familiar de Alira, está inspirada en una casa real.

L.G.- Con Elegía, he querido hacer un guiño a las mansiones de la literatura inglesa. En mi entorno no se habla tanto de mansión. De hecho, en España no se suele utilizar este término, se utiliza más casona, casa grande, casa solariega... Pero la palabra mansión le da un empaque literario muy potente. 

M.G.- Resulta inevitable preguntarte por los títulos de los capítulos. Todos son canciones y además, de grupos muy dispares unos de otros.

L.G.- Esta novela también es un guiño a mi generación, que era muy ecléctica. Nos gustaban muchísimas cosas y completamente diferentes. Ahora está todo muy etiquetado y compartimentado, y parece que todo tiene que ser blanco o negro, cuando antes todo era una mezcla. Así que, al hacer un guiño a mi generación, inevitablemente tenía que meterle música y decidí que utilizaría nombres de canciones para los capítulos. Son canciones que me gustaron mucho en su momento, pero que todavía me siguen gustando. Ese era uno de los requisitos para convertirlas en título de capítulos. Luego, las letras tenían que estar relacionadas con lo que sucedía en el capítulo y a la vez, reflejar un estado de ánimo concreto. 

M.G.- Pero esto ha tenido que costarte mucho.

L.G.- ¡Un montón! Fácil no ha sido. A mí siempre me ha gustado la música rock, el heavy, y he echado mano de lo que recordaba. Al empezar a escuchar, he recordado canciones y he recuperado muchas de ellas. Hay canciones que las tenía muy claras, como la que aparece de Los Suaves. Hay otras que he ido incorporando gracias a la gente joven a la que he ido preguntando. Y de nuevo, en la música, esa pelea entre el pasado y el presente. 

La novela la puedes leer sin tener en cuenta esa información añadida que te proporcionan las canciones. Pero si las escuchas a la vez que lees el libro, supone un nivel más de lectura. 

M.G.- ¿Pero hay lista de Spotify?

L.G.- Sí, está hecha. Hay quien está leyendo la novela, escuchándola. Creo que si escuchas el tema, después de haber leído el capítulo, consolidas la lectura.

M.G.- Pues como todavía no la he terminado, lo haré así a partir de ahora. Gracias Luz por esta charla.

L.G.- Gracias a ti y ya me dirás.

M.G.- Por supuesto.



SinopsisVuelve Luz Gabás con su novela más sentida.

Alira, heredera de la mansión y las tierras que su familia conserva desde hace generaciones, se debate entre mantenerse fiel a sus orígenes o adaptarse a los nuevos tiempos. Cuando cree encontrar la respuesta a sus dudas, una misteriosa desaparición perturba la aparente calma que reinaba en la casa, la única habitada en un pequeño pueblo abandonado. Un guiño del destino la obligará a enfrentarse a su pasado y a cuestionarse cuanto para ella había sido inmutable. A partir de ese momento comenzará a sentir algo para lo que nunca pensó estar preparada: el amor.

Luz Gabás construye de manera magistral una bella historia de pasión, lealtad, intriga y sentimientos encontrados.

Puedes empezar a leer aquí.





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