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CÉSAR BRANDON: 'Para mí, la poesía significa paz'

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La magia existe. A veces, uno va por la vida enredado en sus cuitas y, de repente, conoce a una persona que es todo luz. Basta con prestarle un poco de atención para descubrir que hay riqueza en su interior, para entender que son capaces de transmitir las emociones más intensas jamás imaginadas. Brilla su mirada. Acarician sus palabras. Y uno sale reconfortado de un encuentro en el que se hubiera quedado a vivir. Así es César Brandon, un joven de veintisiete años, original de Malabo, que llegó a España hace casi una década, y decidió que quería regalar al mundo la poesía que nacía en su alma. Y fue como Julio César, que vino, vio y venció. Lo hizo en un programa de televisión, en Got Talent. Lo que otros intentaban alcanzar con artes malabares, canciones y bailes, él lo consiguió con la poesía. Tres poemas le bastaron para llevarse el premio gordo, y no me refiero al coche o al dinero, sino al reconocimiento, a ese aplauso que le confirmó que lo que él hacía era maravilloso.

César Brandon estuvo en Sevilla hace unos días para presentar su último libro. Akeva es una fábula, es un cuento, es un diario, es pura emoción. 

Marisa G.- César, antes de hablar de los libros, me gusta hablar de las personas. Sé que eres de Malabo, que llevas varios años viviendo aquí, que has ganado un programa de la tele y has escrito tres libros. Pero quiero que me cuentes algo más de ti. ¿Quién es César Brandon?

César B.- ¡Uy, eso es muy complicado! 

M.G.- Seguro que no. Tú te conoces.

C.B.- No tanto como me gustaría. ¿Qué te puedo contar de mí? Soy una persona bastante común y corriente, muy pero que muy familiar. No sé muy bien que más contarte de mí.

M.G.- En el libro dices que eres ingeniero de la suerte y el azar. ¿Por qué?

C.B.- Me encanta esconder gracietas personales en los libros. Son solo cosas mías, un guiño que me hago a mí mismo por todo lo que ha sucedido en mi vida. Es una especie de anti-crítica que hago a todo lo que me ha pasado. Nada de lo que ha ocurrido tiene que ver con la casualidad. Todo ha sido fruto del trabajo, de llevarme muchísimos años escribiendo, de arriesgarme ir a la televisión, aunque fuera a hacer poesía.  

M.G.-¿Por qué decidiste ir al programa? Por entonces, ya tenías publicado 'Las almas de Brandon'.

C.B.- Sí, estaba auto-publicado hacía un año. Pero el mundo de la auto-publicación es muy complicado, no tiene nada que ver con tener el respaldo de una editorial. Aquel libro lo vendía por la calle, lo regalaba, porque quería que alguien lo encontrara en algún momento y pensara que lo que ofrecía era interesante. Quería que la gente me leyese, se interesase en mis historias porque es lo que más me gusta, lo que amo. Me encanta contar historias independientemente del formato, ya sea poesía o relato. 

Y fui al programa porque estaba buscando una oportunidad. No tenía intención de ganar, para nada. Simplemente iba buscando una ventana. Como dijo una vez un autor que me encanta, Daniel Fopiani, parece que hoy día, para ser escritor, tienes que ser Youtuber primero. Son las vías que hay. Yo fui a la tele para conseguir llamar la atención de las editoriales.

M.G.- Pues lo conseguiste. ¿Y qué significa para ti la poesía?

C.B.- Para mí, la poesía significa paz. Llegué a esta conclusión después de un tiempo en el que estuve sin escribir. Quería dejarlo todo porque creía que no estaba hecho para escribir. Pero es que se me ocurren cosas constantemente. Del hecho de que estemos tú y yo aquí, se me puede ocurrir algo para escribirlo.

M.G.- Si se te ocurre me lo tienes que mandar.

C.B.- Vale. Y eso es lo que significa para mí la poesía, encontrar esa paz, esa introversión, mirar hacia adentro, analizar todo lo que ocurre, la sociedad, la política,... e intentar transmitirlo.

M.G.- De todos modos, César, tú aseguras que escribes historias más que poemas.

C.B.- Sí, siempre. Hay como una batalla entre lo que es poesía y lo que no. Lo que sabía de poesía era lo que había estudiado en el instituto. Me sé un montón de poemas clásicos porque nos obligaban a aprendérnoslo. Ese fue mi primer contacto con la poesía. El formato en el que surja lo que quiero contar no es importante. Muchas veces tienes una idea que puedes condensar en cuatro versos o en una novela de quinientas páginas. El mensaje es lo más importante, los sentimientos que quiero transmitir. El formato es lo de menos. 

M.G.- ¿Desde cuándo escribes?

C.B.- Con intención, con la idea de convertirme en escritor y vivir, de alguna forma, de los libros desde los veintidós años. No hace mucho porque ahora tengo casi veintisiete. 

M.G.- ¿Pero de pequeño sí escribías?

C.B.- Sí, muchísimo. Me presentaba a los concursos literarios del instituto. Si los perdía, sentía muchas más ganas de seguir intentándolo. Y llegó un día en que gané todos los premios de un concurso. Era algo que estaba prohibido porque solo podías presentar un relato. Sin embargo, yo presenté tres. Dos de ellos con el nombre de algún compañero. Y los gané todos. ¡Pero el que presenté con mi nombre quedó tercero! Me sentía bien porque sabía que eran míos aunque nadie lo supo.

M.G.- ¡Qué gracia! (Risas)

Bueno, centrándonos en el libro. Se titula 'Akeva' que significa gracias. ¿A qué y a quién le tienes que dar las gracias?

C.B.- A todo lo que ha sucedido, incluso mucho antes del programa. Le tengo que dar las gracias a mi madre, a mi familia, a mi paso por el programa, a lo que ha sucedido después, a los que han venido a las firmas,... Soy una persona muy agradecida con todo lo que me ocurre. Y cuando me planteé qué titulo ponerle al libro, no podía ponerle otro más que 'Akeva', más que gracias. Me salió así.

M.G.- Es un título precioso. Y antes hemos hablado del formato de tus historias. Este libro está publicado bajo el sello de poesía de Espasa, pero no es poesía propiamente.

C.B.- No, no, para nada. El libro se tenía que haber publicado bajo el sello de Espasa pero son cuestiones de marketing. Como los lectores buscan mis libros en la sección de poesías... De todos modos, no me importa bajo qué sello se publica. Son cuestiones editoriales en las que no me meto. 

El libro es un diario, totalmente desordenado. Lo hice así con la intención de simular que hay una tercera persona que lo está leyendo. Si alguien se encuentra un cuaderno, lo lee hacia adelante y hacia atrás, sin mucho orden. Por eso las fechas están desordenadas, porque lo está leyendo un desconocido.

La historia se me ocurrió porque iba a formar parte de otro libro, pero al final decidí que iba a ser un libro totalmente independiente por lo que significaba. Quería contar mis experiencias a través de la voz de una chica, que se llama Agosto. Quería contar cómo era vivir en mi país, hablar de la cultura, el trato que reciben las mujeres, la política,...

M.G.- Agosto es la chica que escribe el diario, y ella cuenta cosas de su infancia, su adolescencia, su juventud,... ¿Te sientes identificado con ella?

C.B.- Sí, ella soy yo. 

M.G.- ¿Y por qué eliges un personaje femenino?

C.B.- Me salió así. No lo busqué. Pero me vino bien porque la mujer encuentra muchísimas más dificultades que los hombres. A través de su voz, puedo meterme en muchísimos temas y abarcar más tópicos.

M.G.- Personalizas el diario, al que llamas Eva. Es como si Agosto le estuviera escribiendo a una amiga imaginaria.

C.B.- Agosto no tiene muchos amigos. Solo tiene un amigo, como una pareja que viene y va. Así que está sola o se siente sola. No se siente identificada con su madre por algo que pasa. Con su padre, tampoco. Encuentra un cuaderno en el sótano de su casa y empieza a hablarle como si fuera una amiga.


M.G.- Dice la sinopsis: Soy los números de la inseguridad social con la que crece por crecer en un país que “coquetea continuamente con todas las formas en las que puede ir mal”. Hay una crítica rotunda.

C.B.- Básicamente todo el libro es así. Una lectora me dijo que yo no hablaba de amor, sino de política. 

M.G.- También lo he percibido.

C.B.- Le respondí que era la primera persona que había entendido lo que hago con los libros. Es muy difícil que una persona se interese por algo que no esté definido en un aspecto político. Escribir a través del amor de todos estos temas es una forma muy interesante de crear debate sin que las personas se den cuenta.

M.G.- ¿Eres más consciente de la realidad de tu país ahora, que no vives en él?

C.B.- Sí. Estando dentro uno se da cuenta de muchas cosas, pero desde fuera todo se ve distinto. Salí de mi país con dieciocho años. Mi primer año aquí, caí mal a mucha gente. Ahora caigo bien. 

M.G.- ¿Por qué?

C.B.- Porque vine con una mentalidad diferente. Hoy soy otra persona distinta. Si vives en un lugar, tan arraigado y tan encerrado en una única forma de pensar, no ves el mundo tal y como es. No puedes hacer un análisis externo de lo que te está pasando. Muchas de las cosas que me ocurrían en mi país no las entendía porque no había que entenderlas. Eran así y ya está. Cuando sales, te das cuenta de que hay otra forma de hacer las cosas. 

M.G.- ¿Ves tu futuro en tu país, de nuevo?

C.B.- Sí, quiero volver. Me gustaría vivir entre España y mi país. España se ha convertido en mi  hogar. Quiero vivir en los dos sitios e intentar aportar, si es que puedo, algo allí y aquí.

M.G.- No quiero dejar atrás una pregunta importante. Me has contado que este libro, en principio, iba a formar parte de otro pero, ¿todos estos textos los has escrito uno detrás de otro, o los has ido escribiendo de manera dispersa, a lo largo del tiempo?

C.B.- La idea de los textos existían de antes. Fueron surgiendo con el tiempo. Se me iban ocurriendo cosas, las anotaba y luego, cuando me senté a escribir, las fui desarrollando.  Es un libro muy pensando.

M.G.- En la Nota de Autor dices que escribes este libro en atención a las decisiones que tomarás en el futuro. Si pudieras dar algún consejo a tu yo del pasado, ¿qué le dirías?

C.B.- Le diría que no tenga miedo, que voy a cuidar de él. Hay una parte del prólogo y del libro que tiene mucho que ver con esta pregunta. Creo que le diría que hiciera lo que deseara hacer, que yo cuidaría de él, aunque fuera difícil. 

M.G.- Pues César, me parece que no tienes mucha confianza en ti mismo. Si miramos el final del libro hay un gráfico sobre tu habilidad poética, según tu madre, el mercado, la crítica. Tú eres el que peor concepto tienes de ti mismo.

C.B.- Pero esto es porque soy un cachondo que flipas. Creo muchísimo en mí, al menos, en este sentido. De otra forma no haría lo que hago, y mucho menos hubiera empezado como empecé, publicando mi libro y vendiéndolo a la gente. De eso estoy muy orgulloso.

M.G.- Dices que no te gusta tu voz y sin embargo yo creo que tus palabras, con otra voz, no transmitirían lo mismo.

C.B.- No me gusta escucharme. Los vídeos de los programas de televisión los vi hace un par de meses y ya hace dos años que salí. Sé que mucha gente me dice que le gusta mi voz. A mí no me gusta ni en los audios de Whatsapp.

M.G.- ¿Y qué te dicen los lectores de este libro?

C.B.- Todavía no he visto muchas opiniones. Habré recibido cinco o seis opiniones de chicas. Me han dicho que les encanta.  

M.G.- ¿Solo de chicas? ¿Crees que tus libros están más dirigidos a las lectoras?

C.B.- No, para nada. Están escritos para todo el mundo y para lectores de todas las edades. No escribo pensando que tengo un público femenino. 

M.G.- ¿Y tú que lees?

C.B.- Mucha investigación. Desde el pasado marzo, estoy intentando leer dos libros a la semana. Es muy complicado pero procuro leer un libro de poesía y una novela. Pero me encanta leer investigación, artículos sobre medicina, ciencia,... Me inspiran mucho. De ahí los poemas que tienen que ver con los números, o con la luna.

M.G.- En muy poco tiempo has publicado mucho. ¿Los tenías ya escritos? 

C.B.- Sí, el primero, el segundo y este. De hecho, también está ya escrito el del año que viene.

M.G.- ¡Menudo cajón!

C.B.- Están en el ordenador. Ahora lo que hago es reorganizarlos. Hay cosas que escribí hace mucho tiempo y tengo que cambiarlos. 

M.G.- César, un placer conversar contigo. 

C.B.- ¿Ya hemos acabado? (Risas) Gracias a ti. 

Sinopsis:

«Hola:
Mi nombre es Eva.
Es importante que no me abras. Lo que hay dentro de mí no es de dominio público. Soy la alegre vida privada de una niña que ve el mundo desde unos ojos tristes. Soy los datos personales que van un poco más allá del nombre, la edad o los dígitos del pasaporte. Soy los números de la inseguridad social con la que crece por crecer en un país que “coquetea continuamente con todas las formas en las que puede ir mal”. Soy su amiga imaginaria. Soy el mundo real en el que desearía vivir.


En el caso de que me hayas encontrado en un lugar en el que se supone que no he de estar, por favor, deposítame en la sección de objetos perdidos. Y no te preocupes, vendrán a por mí».

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