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ANTONIO GARRIDO: 'De lo que se trata es de llegar al corazón del lector y cuando ese corazón se abre, lo tienes todo ganado'

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Confieso que nunca había leído a Antono Garrido. Tengo en casa un ejemplar de El lector de cadáveres, en una edición que compré a través del recién extinto Círculo de Lectores, que lleva esperando turno desde entonces. Como suele ocurrir, vamos cosechando interesantes títulos con la esperanza de poder leerlos en algún momento de nuestras vidas. Y Garrido acaba de publicar su última novela, El jardín de los enigmas, con una cubierta que despierta inevitablemente la curiosidad. Basta con leer la sinopsis, para que nuestro interés se acreciente, en busca de la aventura que nos propone esta novela, en el marco del Londres victoriano.

Antonio Garrido  pasó por Sevilla hace unos días y tuvimos la oportunidad de conversar con él.


Marisa G.- Antonio, esta es tu cuarta novela y basta con mirar hacia atrás para comprobar que has tenido mucho éxito como novelista. ¿El éxito provoca mucha presión? ¿No sientes vértigo?

Antonio G.- Todo depende de cómo te lo tomes. El vértigo puede animarte a subir más, para disfrutar de las vistas, o bien puede asustarte y volverte temeroso. En mi caso, me gusta pensar que son cosas que suceden. Intento hacerlo todo lo mejor que puedo, con mucha ilusión y pasión. Luego, puede ser que sucedan cosas o no. Creo que, si encuentras una historia que merece la pena contar, y lo sientes con pasión, podrás transmitir grandes cosas a los lectores. Sé que me han sucedido cosas maravillosas que no esperaba y sí, en cierto modo, suponen una responsabilidad porque no quieres defraudar, y porque sabes que hay ciertas expectativas que debes cubrir. Pero si te limitas a dar lo mejor de ti, no tienes por qué tener ningún vértigo.

M.G.- Quizá la fórmula del éxito consiste en disfrutar con lo que se hace para poder hacer disfrutar a los demás. 

A.G.- El que se mete en el mundo de la escritura lo hace por varios motivos. O tiene afán de notoriedad y pretende vender millones de ejemplares para hacerse rico, o le encanta escribir y tiene algo que contar, o puede ser que, como disfrutó tanto leyendo, en algún momento llega a pensar que puede ser capaz de hacer disfrutar a otros. Este último es mi caso. Si luego eso deriva en millones de lectores, genial entonces. Obviamente, no te voy a decir que no, yo estoy encantado con tener cientos de miles de lectores por todo el mundo, pero vuelvo a decir, eso es un regalo que viene después.

M.G.- Lo explicas en la nota de autor, pero dame cuatro claves del porqué de esta novela.

A.G.- Para todas mis novelas, siempre he buscado una historia que resultara original, que no se hubiera contado nunca y fuera sorprendente. Historias así hay muchas, solo hay que escarbar para encontrarlas.

La idea para 'El jardín de los enigmas' surgió a raíz de un viaje que hice con mi mujer a Estambul. Visitamos el palacio de Topkapi, un recinto espectacular. El guía nos habló que allí residieron mil concubinas, todas sometidas al sultán. De todas ellas, él tenía preferencia por algunas y con esas, existía un cuidado especial. Los eunucos tenían orden de ejecutar a los hombres que tuvieran algún contacto con las concubinas. A ellas también las ejecutaban. Sin embargo, ellas idearon un sistema de comunicación con sus amantes, diseñado de tal manera que era imposible descifrarlo. A este sistema lo llamaban 'selam', era el lenguaje de las flores. Este lenguaje fue descifrado por un agregado comercial francés que, en realidad, era un espía al servicio del Imperio Británico. Le pareció un sistema interesante y lo trasladó al rey Jorge II. A partir de entonces, el lenguaje de las flores tomó dos caminos. Por un lado, pasó a formar parte de los juegos más libidinosos de la alta sociedad. Por otro lado, los servicios secretos lo contemplaron como una posible forma de comunicación. 

Todo aquello llamó mi atención, así que me puse a leer y a investigar, y lo que encontré me condujo al Londres victoriano, concretamente al año 1850, momento en el que confluyen una serie de sucesos muy interesantes como la primera Exposición Universal. Se construyó un edificio fastuoso, erigido en medio de Hyde Park, tan grande como cien Palacios de Cristal del Retiro, que iba a albergar a más de ciento cincuenta países, donde exhibirían todas sus riquezas, congregando también a seis millones de visitantes. Hasta la fecha, se habían producido cinco intentos fallidos contra la reina Victoria y el Foreing Office pensaba que, durante la inauguración de la Exposición Universal, se iba a producir el sexto y definitivo atentado. En fin, todo un entramado que podía perfectamente formar el embrión de una novela interesante.

M.G.- El personaje principal es Rick Hunter. ¿Qué nos puedes contar de él?

A.G.- Es un personaje que arrastra un pasado inquietante. Se trata de un joven que trabajó en la India, donde su vida se vio truncada por parte de unos criminales que se la destrozaron. A partir de ese momento, solo albergará el instinto de venganza y no pensará en otra cosa. En lugar de rehacer su vida, se traslada de nuevo a Londres para buscar a los criminales. Mientras los localiza, trabajará como cazarrecompensas. 

M.G.- No presentas al personaje de golpe y porrazo. Vas dando pistas y dejando ver que es un hombre que guarda un secreto, que no encaja totalmente en los bajos fondos por los que se mueve y eso genera mucho interés. 

A.G.- A lo largo de la novela intento que el lector conozca lo mismo que Rick, de forma que los distintos enigmas o crímenes que se van sucediendo supongan, no solo un reto para el protagonista, sino también para el lector. Rick tiene siempre un áurea de misterio, que se va resolviendo con la lectura. El lector siente la necesidad de saber más sobre el personaje y se hace mil preguntas. ¿Por qué trabaja como recompensas? ¿De dónde ha sacado esa educación? ¿Por qué persiste en tener un socio tan indeseable? ¿A quién persigue? Hay un montón de cuestiones que además se acrecientan cuando empiezan a sucederse una serie de muertes, muy relacionadas con la propia historia de Rick. 

Por otra parte, intento que narrar la trama de una forma adictiva y con un lenguaje que, en algún momento, evoca al cine. Muchos lectores me han dicho que parece como si estuvieran viendo una película.  

M.G.- Rick recuerda un poco a Sherlock Holmes. El ambiente de Londres es muy dickensiano. Hablemos de las influencias. 

A.G.- En todos existen influencias que se han ejercido más o menos de manera voluntaria. El propio Umberto Eco en 'El nombre de la Rosa' homenajea a Sherlock Holmes con el apellido de Guillermo de Baskerville. 

Dickens no solo es un maestro con las descripciones sino también con la humildad de los personajes, que no son buenos buenísimos, ni malos malísimos. La diferencia entre Rick y Sherlock Holmes es que este último es un tipo que, además de sagaz posee un conocimiento que le lleva a hacer deducciones que el lector no puede más que asombrarse. El lector es incapaz de deducir como lo hace Holmes. Sin embargo, con Rick no es así. En su caso, el lector tiene los mismos datos que el protagonista de la novela y el propio lector puede convertirse en un Sherlock Holmes. 

En cualquier caso, es difícil sustraerse a grandes maestros de la narrativa. Tal y como yo he disfrutado leyendo sus obras, también he pretendido que los lectores disfruten con las mías. De lo que se trata es de llegar al corazón del lector y cuando ese corazón se abre, lo tienes todo ganado.

M.G.- En esta novela también encontramos personajes reales. 

A.G.- Sí, hay un personaje, Daphe Loveray, que está inspirado en Ada Lovelace. Fue una mujer adelantada a su tiempo en todos los sentidos. Bueno, en realidad, era una mujer de su tiempo pero de esas mujeres que eran silenciadas. Esta mujer fue la hija de Lord Byron, abandonada por su padre, y que aprendió a amar las matemáticas gracias a su madre, que fue una matemática experta. Con el tiempo, a los diecinueve años, una vez que fue presentada en sociedad, se interesó por un hombre maduro, Charles Baggage, padre de la matemática moderna y un experto criptógrafo. Ada se convirtió en una matemática experta y desarrolló un lenguaje, que hoy es el padre de la computación actual. Además, era una mujer excepcionalmente bella. De su padre heredó el carácter libertino. Protagonizó numerosos romances extra matrimoniales. Su marido intentó cercenar sus inquietudes científicas y estos romances convulsionaron la alta sociedad londinense.

Y luego, como personajes reales tenemos también a Lord Palmerston y Sir John Russell. Palmerston fue un hombre sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa en beneficio de Gran Bretaña. No le importaba matar, traicionar, declarar una guerra en la que murieron cientos de miles de personas, si todo beneficiaba a Gran Bretaña. En cuanto a Lord John Russell, primer ministro, era igual que Palmerston, pero basándose en la ley y respetando a las personas.

M.G.- Aparte de Rick Hunter y Daphe Loveray. Hay otros personajes como Memento, el mejor amigo de Rick. Advierto que todos ellos son muy dispares, ¿cómo se conjugan todos ellos para no desintonizar?

A.G.- Con trabajo. Tienes que conseguir que el lector se convenza de que no está leyendo una fantasía. Hay que mezclar elementos reales con elementos de dramatización, que no fantásticos. Debe existir lo que se llama plausibilidad y no se debe romper la magia que se establece cuando el lector va de la mano de los protagonistas.  



M.G.- El lenguaje de las flores es un elemento importante en la trama. 

A.G.- Así es. Lo trabajaban expertas floristas. Ocurría que, a veces, no disponían de las especies que necesitaban. Entonces, utilizaban flores artificiales, que elaboraban con papel o tela. Para teñir de verde las hojas, utilizaban una solución de arsénico mezclado con cobre. Era algo muy tóxico que provocó la muerte de algunas chicas por el manejo de estos productos. Sin embargo, otras muertes no fueron tan accidentales. 

M.G.- ¿Pero cómo se desarrollaba ese lenguaje?

A.G.- Imagínate que un amante quiere decir a una mujer que la desea, o que necesita verla. Date cuenta que las mujeres solteras estaban siempre vigiladas, y si salían a la calle, iban acompañadas de una carabina. La mayoría de las comunicaciones eran por carta pero estas eran fiscalizadas por los padres. ¿Cómo enviar un mensaje amoroso entonces? Pues el amante acudía a una floristería especializada. Allí, a través de las distintas especies florales, de la combinación de las flores, de la disposición de las mismas en el ramo o los colores, se componía un mensaje. Era un sistema tan complejo que ni siquiera el propio amante entendía. Cuando la joven amada recibía el ramo, tenía que ir a otra floristería a descifrar el mensaje. 


M.G.- ¿Y qué papel juega en la novela la Compañía de las Indias Orientales?

A.G.- Muy importante. Era un ente privado, una compañía fundada por doscientos inversores que, con el permiso de la Corona, crearon un ejército y conquistaron la India, Pakistán, todo el sudeste asiático. Después de conquistarlo, lo expoliaron hasta convertirse en el consorcio más rico que ha existido sobre la tierra. En la actualidad, no hay ningún holding que, en comparación, haya detentado tanto poder. El gobierno decide expropiar todas sus riquezas y por supuesto, no estaban dispuestos a perder su poder. Hubo crímenes, conspiraciones, venganzas y ambición. 

M.G.- Todo ello en un Londres con una ambientación fabulosa.


A.G.- Londres es un ente vivo en sí. En esos barrios sórdidos, donde cualquier despiste te podía conducir a la muerte, los hombres a partir de las cinco de la tarde se ataviaban con un alzacuello metálico para protegerse de las lazadas, el sistema que empleaban los asesinos. Primero asesinaban, y luego robaban a sus víctimas. También es el Londres de los fumaderos de opio o de las grandes fiestas en los jardines de palacios. Todo era tan cambiante y había mucho contraste. 

M.G.- ¿Qué tiene la época victoriana que es tan fascinante desde un punto de vista literario?

A.G.- Es que se producían cambios constantes. Los avances más increíbles convivían con la miseria más espeluznante.  Londres se convirtió en el foco de la industria. Se descubre cómo forjar el hierro primero, y cómo forjar el acero después. Se inventó la máquina de vapor que ayudó en la industria del algodón. Había locomotoras que permitieron los viajes. Para que te hagas una idea. Hasta la llegada del ferrocarril, cada ciudad tenía un horario diferente. Tras su invención y la implantación de una red ferroviaria, se unifica el horario. Por otra parte, el Támesis era un foco de contaminación, que provocaba una niebla verde. Era un paraíso para los criminales porque les garantizaba el anonimato. Se podían acercar a un metro, sin que los vieras. 

M.G.- Imagino que te habrás tenido que documentar a fondo en muchos aspectos.

A.G.- Sin duda. Tuve que viajar en numerosas ocasiones a Londres, pasear por sus callejuelas, perderme por sus palacios y sus estaciones victorianas, que aún queda alguna. Incluso tuve que pasar algo de miedo. Hay un museo que han abierto en los muelles del norte del Támesis, muelles cerca de la Isla de los Perros. Eran unas antiguas marismas que se desecaron y se convirtieron en muelles que acogían a los veleros que procedían de la India. Este museo de los muelles, Museo de los Docklands, alberga en su interior la recreación de un barrio portuario, tal y como era en la época victoriana. Cuando te introduces en ese pequeño barrio recreado, oscuro y maloliente, donde puedes oler el pescado, ver las redes y las distintas casuchas, las luces titilantes de las velas, o los gritos de las prostitutas,... sientes que alguien va a salir por detrás y va a acabar con tu vida. 

También está el Museo Victorian Albert que acoge numerosos tesoros de la India colonial y numerosos tesoros victorianos, entre ellos una recreación del Crystal Palace. Aquello fue una construcción asombrosa, todo de cristal, con gigantescos árboles en su interior. 

M.G.- Un personaje como Rick Hunter, ¿puede dar lugar a una secuela?

A.G.- Como poder... Dependerá de los lectores. Por ahora, mi posición es escribir novelas que empiezan y acaban porque, además, los personajes se van agotando en una saga. En el momento en el que empiezas a hacer una serie, el personaje se va estereotipando o vas provocando cambios que ya son muy forzados. Es lo que pasa en muchas series de televisión, que no sabes cómo va a acabar de tanto que lo han retorcido, o tienes la impresión de estar siempre viendo lo mismo. Mi idea es crear una historia con la que puedas empatizar y que viajes con esos personajes hasta el final. Pero como decía James Bond, nunca digas nunca jamás.

M.G.- Quedamos expectantes entonces, Antonio. Muchas gracias por compartir tu tiempo.

A.G.- Gracias a ti. 


SinopsisEn el Londres industrial de mediados del siglo xix, Rick Hunter es un «cazarrecompensas» que sobrevive vendiéndose al mejor postor y al que acompaña un oscuro deseo de venganza.



Tras escapar de una mortal emboscada, una extraña pista le conduce hasta una exclusiva floristería, cuya propietaria es experta en el lenguaje de las flores, conocimientos que le han granjeado el favor de poderosos y aristócratas, deseosos de comunicar sus pasiones secretas a través de las plantas.

Rick consigue un trabajo como aprendiz, y descubre que lo que parecía un lujurioso entretenimiento se corresponde con un sofisticado sistema de mensajes entre personajes extremadamente peligrosos: el ambicioso Gustav Gruner, cónsul de Alemania; Lord Bradbury, un rico filántropo; Daphne Loveray, una bella y enigmática mujer casada con un indeseable y Karum, un sádico nativo de las colonias.

A partir de ese instante se desencadenará una endiablada trama de crímenes en una ciudad que solo vive para la inauguración de la primera Exposición Universal, el momento en el que el Imperio británico demostrará al mundo todo su poder... o en el que podrá derrumbarse si Rick no descubre la verdad.

Puedes empezar a leer aquí.


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