Editorial: Algaida
Fecha publicación: noviembre, 2015
Fecha publicación: noviembre, 2015
Precio: 5,95 € (en oferta)
Género: Novela negra
Nº Páginas: 328
Encuadernación: Tapa blanda con solapas
ISBN: 9788490673379
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Autor
Alberto de la Rocha (Madrid, 1979) pasó por varias carreras universitarias de la rama de ciencias, aunque las abandonó antes de finalizarlas. Desde entonces, se ha dedicado a escribir. Es 2004 recibió una beca de residencia de la Fundación Antonio Gala para Jóvenes Creadores, ubicada en Córdoba.
Ha ganado numerosos certámenes literarios, tanto de cuento como de novela corta. Ha publicado las novelas cortas El cuarto inclinado (Algaida, 2006), que obtuvo el XXV Premio Felipe Trigo, y El celado (2014), VII Premio Encina de Plata.
Con Sumidero se estrena en el género de la novela larga con una original historia policíaca que es a la vez un retrato áspero y sensible de la adolescencia.
Sinopsis
Una adolescente desaparece el último sábado de agosto en un pueblo de la Sierra de Madrid, situado junto a la orilla de un embalse. Esa misma noche se desata una fuerte tormenta que anegará toda la zona. Después de una multitudinaria búsqueda, el cuerpo de la muchacha es encontrado flotando en las aguas. La autopsia revelará que lo que parecía un mero accidente, un ahogamiento fortuito, es en realidad una muerte violenta. Pero la tormenta hizo subir el nivel del embalse y borró todas las posibles pruebas. Un mes después, la investigación de la Policía Judicial está en un callejón sin salida: los culpables no han sido atrapados y los medios de comunicación han perdido el interés en la chica muerta del embalse. Es entonces cuando en el pequeño pueblo se instala un discreto y misterioso hombre. ¿Tendrá algo que ver con la investigación? ¿Será el último cartucho de la policía antes de darse por vencida?
[Información tomada directamente del ejemplar]
Sigo aprovechando el confinamiento para leer esas novelas que, a pesar de mi interés, se fueron quedando atrás. Y sigo con el género que mejor me está funcionando en estos momentos, el thriller o la novela negra, por eso hoy quiero hablaros de Sumidero de Alberto de la Rocha, una novela cuya cubierta ejerció una poderosa atracción en mí. Sin embargo, y aunque apuntaba maneras, no ha sido la lectura que esperaba. Os cuento.
En un pequeño pueblo de la sierra de Madrid, sus habitantes se enfrentan al último sábado del verano. Los jóvenes, que hasta ahora han disfrutado de las vacaciones y de la recién estrenada piscina municipal, intentan apurar las últimas horas de un estío que se les escapa de las manos. En esas están Sebas, Álex y Ricky, tres jóvenes a la espera de un encuentro que no termina de producirse. Han tratado de convencer a algunas chicas de la piscina para quedar esa noche y pasarlo bien, pero ellas han optado por un sonoro plantón que abre las heridas del orgullo masculino. Aún así, y tras dar muchas vueltas en coche por el pueblo, se encuentran con Lucía y la invitan a dar un paseo.
Lucía, a sus quince años, andaba aquella tarde-noche bastante despechada, después de que su novio Míguel (con acento en la í, un detalle que me encantó) le diera largas porque la joven se negaba a mantener relaciones sexuales. Tras pasar el día con su amiga Sandra, a la que se ha estado lamentando constantemente, decide regresar a su casa, pero en el camino se encuentra con los tres chicos que le proponen un plan interesante.
A partir de ahí se produce un salto en el tiempo y la acción se desplaza a finales de septiembre de 2009, cuando Primo Enríquez llega al pueblo. Inicialmente no sabremos quién es, de dónde viene, o a qué ha venido. Sin embargo, con el avance de la novela, sabremos que Enríquez es Subinspector de la Policía Judicial, enviado por el comisario Garray a continuar una investigación, la muerte de la joven Lucía Montero ocurrida a finales de agosto. El cuerpo sin vida de la joven apareció flotando sobre el embalse cercano al pueblo.A priori, se pensó que podía haber sido un accidente o un suicidio. Sin embargo, la autopsia desvela que fue violada y golpeada en la cabeza. La investigación se retoma un mes después de manera anónima, es decir, Enríquez tratará de pasar desapercibido en el pueblo, porque la investigación que se llevó a cabo en su día no dio ningún resultado, al desarrollarse en condiciones poco óptimas y bajo la presión mediática a la que se vieron sometidos. ¿Quién mató a Lucía Moreno? Eso es lo que tendrá que averiguar Primo Enríquez en solitario.
El foco de atención se va a colocar sobre el propio investigador. ¿Qué sabemos del subinspector? En lo personal, conoceremos que mantiene una relación con Andrea, su pareja de hace algún tiempo, aunque las cosas están regular entre ambos. Diría que están juntos casi por inercia, porque no encuentran ningún motivo objetivo para romper. Aunque lo intentan, su amor se ha evaporado, lo que ha provocado un distanciamiento y un enfriamiento de la relación. Primo, agobiado por el cariz que va tomando su relación con Andrea, opta por volcarse en su trabajo, usar la investigación como excusa para no hacer frente a algo doloroso. Pero, estar solo en un pequeño pueblo, y preguntar aquí y allá, tratando de descubrir alguna pista sobre el asesino de Lucía, permitirá al subinspector conocer a los habitantes del pueblo, y entablar amistades, algunas más profundas que otras.
En cuanto a lo profesional, Primo se siente manipulado y ninguneado. La relación que mantiene con el comisario Garray, su superior, no es muy fluida. Primo ha criticado la forma en la que el caso ha sido investigado hasta ahora, y las malas decisiones tomada por el comisario, sin dejarse asesorar en ningún momento. De ahí que considere su traslado al pueblo como un castigo, más que como una acción relevante y significativa. Primo siente que lo han quitado de en medio. Por otra parte, como profesional, deja mucho que desear en algún momento. El subinspector tiene algún que otro despiste que me resulta poco creíble y que justifica con un argumentario débil. Eso hizo que no conectara con él.
En cuanto al resto de personajes, están delimitados lo justo. Los jóvenes (Lucía, Sandra, Ricky, Álex y Sebas) están bastante poco perfilados. Es cierto que ocupan poco espacio en la trama, y que aparece en capítulos contados, pero me hubiera gustado algo más de profundidad, algún análisis psicológico, más allá de su descripción física. Eso sí, en favor de la novela debo admitir que la adolescencia, como grupo o sector poblacional, está bien retratada. Creo que de la Rocha dibuja con buen tino esa actitud arrogante y sobrada que todos tenemos en algún momento de la adolescencia, una tribu con lenguaje gestual y oral propio. Se dice en la novela, que la adolescencia es la edad de la contradicción y no puedo estar más de acuerdo.
"La adolescencia es desear una cosa y la contraria; la vanidad de ser observada y la vergüenza de que te estén observando; el deseo de dar un beso y, justo después, el de no haberlo dado. La adolescencia es desear ver y a la vez no haber visto." [pág. 41]
Pero ¿por qué digo que la lectura no ha sido lo que esperaba? Bueno, de entrada, el primer capítulo me costó leerlo. No sé muy bien por qué, pero me sentía atascada, sin comprender muy bien por dónde iba. La sensación se suavizó y mejoró cuando me adentré en el segundo capitulo y, en general, la lectura comenzó a fluir algo más. Aún así, la narración me ha parecido que transitaba con mucha parsimonia, se me ha hecho lenta, excesivamente calmosa para tratarse de una novela negra.
Por otra parte, creo que se tarda mucho en revelar la identidad de Primo Enríquez. Hasta la página 109 no sabremos quién es realmente, aunque intuyamos algo. A eso se le suma que, durante muchos capítulos, el lector acompaña al personaje, del que sabemos poquísimo, por una trama en la que va dando palos de ciego. Lo que inicialmente provoca intriga, puede llegar a incomodar. Al menos, es lo que me pasó a mí. Me cansé un poco de esperar algún detalle esclarecedor, alguna pista, algo que me ubicara en la trama y me animara a seguir leyendo. Además, todo lo relativo a la vertiente más personal del protagonista, me resulta más bien anecdótica e influye muy poco en el desarrollo de los hechos. En ese sentido, me ha parecido más un aderezo que una parte significativa del argumento.
Estamos ante una novela policíaca, es decir asesinato-investigación-detención, y en este género me gusta la acción, mientras más frenética, mejor. Es un género propicio para giros argumentales, sorpresas que dejen pasmado al lector. Sin embargo, en este caso, lo que ves es lo que hay. Las primeras pistas que arrancan verdaderamente la investigación llegan a mitad de la novela y en ese punto, yo había perdido mucho interés. Cierto es que, algún capítulo gana en atractivo, pero muy al final, cuando vengo de una narración muy plana, taciturna, lenta, sin emoción, para llegar a un desenlace que no aporta nada, nada distinto a lo que sabíamos al principio. De hecho, ni siquiera se explica cómo se cometió el asesinato, qué hicieron los asesinos después, cómo han vivido ese mes que transcurre entre el asesinato y la detención. Creo que, sin ser una trama excesivamente original, hubira estado bien algo de más enjundia, algún giro brusco que descolora al lector. Por añadir algo, intenté convencerme a mitad del relato que uno de los personajes secundarios iba a ser el asesino, pero no. Como digo, lo que ves es lo que hay.
Escrita en tercera persona, la narración es prácticamente lineal. Salvo ese interludio de los dos primeros capítulos, que nos colocan a finales del mes de agosto, y algún que otro flashback, toda la acción transcurre entre el 23 de septiembre y el 5 de octubre de 2009. Buena parte de los capítulos vienen precedidos por la fecha en la que los hechos ocurren, de tal modo que el lector queda ubicado en la línea del tiempo.
En definitiva, la lectura ha sido entretenida, pero esperaba una trama mucho menos monocorde de lo que me he encontrado.
En definitiva, la lectura ha sido entretenida, pero esperaba una trama mucho menos monocorde de lo que me he encontrado.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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