Autor
Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba) ha publicado, entre otros, los siguientes títulos: La novela de un novelista malaleche (Finalista del Premio Nacional de la Crítica, 1999), Spin Off (2001), El sentimiento cautivo (2005), El batallón de los perdedores (2006), El orden de la memoria (2009) o El escalador congelado, que obtuvo el Premio Andalucía de la Crítica, en 2013. Su anterior novela, Los amantes anónimos, inicia la saga protagonizada por Carmen Puerto, la brillante y atípica inspectora de El lenguaje de las mareas. La obra de Gutiérrez Solís se puede encontrar en decenas de antologías. Ha sido traducido a varios idiomas, ejerce la crítica literaria en diferentes publicaciones, colabora en las secciones de Opinión y de Cultura del Grupo Joly (Diario de Sevilla, El Día de Córdoba, etc.).
Sinopsis
La noche del 30 de agosto de 2018, dos chicas de 17 y 18 años, Sandra Peinado y Ana Casaño, desaparecen sin dejar rastro en Punta del Moral, Ayamonte, junto a la frontera con Portugal. Sandra es hija de un personaje de máxima actualidad, implicado en un caso de corrupción política. Y Ana es una joven de fuerte temperamento que mantiene una relación muy complicada con sus padres. Ambas son adoptadas y pasaron sus primeros meses de vida en orfanatos de su Rusia natal.
Carmen Puerto, inspectora apartada del Cuerpo Nacional de Policía en los últimos tiempos, desde su confinamiento entre capuchinos, tabaco y poemas de Dylan Thomas recibe la llamada de sus compañeros Jaime Cuesta y Julia Núñez, que una vez más vuelven a convertirse en sus manos y ojos en el exterior, para enfrentarse a su caso más complicado. Así comienza este trepidante thriller en el que sucesos reales que han contado con una gran repercusión mediática se transforman en elementos de ficción al servicio de una historia de ritmo implacable, en un escenario tan bello como turbador.
El regreso a la novela de Salvador Gutiérrez Solís, de la mano de Carmen Puerto, la inspectora de policía más singular y carismática que ha deparado la novela negra española en los últimos años.
«La cubierta recuerda a la película Isla Mínima», es lo que me dijo mi marido en cuanto tuvo la nueva novela de Salvador Gutiérrez Solís entre las manos. Y verdaderamente, es así. Durante la lectura, me apetecía mucho indagar en sus escenarios, visitar ese punto concreto del sur de España en el que los hechos transcurren. Me conformé con echar un ojo en Google Earth, y mirar, a vista de pájaro, los lugares por los que se mueven los personajes de esta novela.
Me acerqué por primera vez a Salvador Gutiérrez Solís a través de su obra Biografía autorizada, una narración musical que cuenta las andanzas de Carlos J, un músico con altibajos (puedes leer la reseña aquí). Aquella lectura me llevó a Los amantes anónimos (reseñada aquí), una novela policíaca que supuso el debut de una singular protagonista, Carmen Puerto. Aquel personaje, nacido con vocación de convertirse en saga, vuelve a protagonizar, o a co-protagonizar, otra aventura más en El lenguaje de las mareas, y en esta historia volveremos a verla con sus manías y sus dislates.
Si hay algo que premio al enfrentarme a una lectura es la originalidad. En las novelas policíacas, como es el caso, siempre vamos a encontrar a un asesino despiadado y a unos investigadores sagaces. Por regla general, la acción suelen transcurrir en las grandes ciudades -Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla,...- pero el crimen campa a sus anchas por cualquier punto del planeta, incluso por Huelva. Que Salvador Gutiérrez haya optado por desarrollar la trama de su novela en Ayamonte, un pueblo costero de Huelva, que multiplica considerablemente su población durante el verano, me parece un punto de originalidad a tener en cuenta. Además, no centra la acción en el propio pueblo, sino en una zona de marismas de la que no sabía nada, de territorios irregulares, llena de meandros, con brazos de mar que bailan al son de las mareas. De ahí que antes dijera que lo que me apetecía durante la lectura era parar un momento, y viajar virtualmente a esos escenarios tan peculiares a través de Google. Lo he hecho.
La acción de El lenguaje de las mareasse inicia el 30 de agosto de 2018, con la desaparición de dos jóvenes -Ana Casaño y Sandra Peinado-. Las dos amigas disfrutaban de una noche de verano cuando, tras abandonar el chiringuito La Hamaca, desaparecen sin dejar rastro. Hasta allí envían al inspector madrileño Jaime Cuesta, cuyo matrimonio hace aguas, acompañado de la subinspectora Julia Núñez.Ambos tendrán que llevar a cabo la investigación por la desaparición de las jóvenes.
Ana y Sandra son dos adolescentes. De procedencia rusa, fueron adoptadas cuando eran bebés. Ambas forman parte de buenas familias que acostumbran a pasar los veranos en esa zona de Huelva. Los padres de Ana -Juan y Elena- están separados y se llevan a matar. Ana tampoco es una joven dócil. Son frecuentes las disputas con sus padres y su hermana Raquel. En el caso de Sandra, su padre Alfonso, es un empresario implicado en un caso de corrupción, así que la desaparición de las chicas cobra aun mayor relevancia mediática. ¿Está el padre de la joven implicado en la desaparición de su hija? A ello hay que añadir la presencia de otro personaje más, Alejandro Jiménez, un mexicano vinculado con el narcotráfico.
Inicialmente, el caso es asignado a Jaime y a Julia. Para seguir los últimos pasos de las chicas, los investigadores contarán con la colaboración del guardia civil Miguel Castro, y tratarán con la gente del pueblo. Al margen de interrogar a los padres de las jóvenes, investigan también a sus amigos, antiguas parejas o familias de la zona. Empezarán a salir a la luz relaciones furtivas, confidencias, secretos, suicidios, sospechas y hábitos poco saludables.
Pero esta novela tiene un pilar de carga, un personaje que, si bien no tiene un protagonismo principal desde las primeras líneas, irá ganando terreno, poco a poco. Jaime y Julia, dada la complicación del caso, tendrán que contar con la ayuda de "la pirada", como denominan a Carmen Puerto. Para los que no hayáis leído la novela anterior, os diré que Puerto es una policía apartada del Cuerpo tras complicaciones en un caso. Vive encerrada en su casa del barrio de Nervión, en Sevilla, y desde allí indaga, hace cábalas y orienta esta investigación. Con eficaces contactos en la Deep Web, que la ponen sobre aviso de todo aquello que los sospechosos quieren ocultar, Carmen Puerto será una pieza clave en el engranaje de esta investigación.
Y para el lector que llegue virgen a las novelas de Gutiérrez Solís, el autor se encarga de ofrecer la información suficiente que nos va a permitir conocer el entorno personal y laboral de esta insólita mujer. Sus rutinas, sus manías, sus gustos, la tranquilizadora presencia de un vecino, la distribución de su hogar, así como referencias al caso investigado en la novela anterior, información que me ha resultado valiosa pues tan solo tenía un recuerdo difuso.
El lenguaje de las mareas no es solo una novela policíaca, llena de suspense e intriga. Me gustan que las historias además de entretener, aporten algo más. La obra de Salvador Gutiérrez me ha descubierto hechos desconocidos, como el asentamiento almeriense en Punta del Moral, "una zona sin colonizar a escasos kilómetros por tanto, de la frontera entre España y Portugal", a donde llegaron pescadores de Carboneras y Cabo de Gata a finales del siglo XIX, en busca de unas aguas donde encontrar buena pesca. El autor ahonda lo suficiente como para morder la curiosidad del lector e indagar algo más. Y también se hará un somero retrato del pasado contrabandista de Ayamonte en los años 70, que contribuye a la construcción del relato.
Por otra parte, la ambientación está muy cuidada. Los hechos se desarrollan en una zona rural, de dimensiones pequeñas, donde todo el mundo se conoce. Suelen ser lugares donde unos conocen los secretos de los otros, donde estos protegen con su silencio a aquellos, y entornos en los que las rencillas cobran gran dimensión. Los escenarios quedan bien descritos. Los que por cercanía conocemos en mayor o menor medida la zona, nos sentiremos cómodos con los pasajes descriptivos. No obstante, si los espacios te resultan desconocidos, Gutiérrez Solís aporta la información suficiente como para que el lector se haga una composición de lugar.
Cuidado están también los diálogos, ejecutados por hombres de la mar, sureños, tan cercanos a la frontera lusa que han hecho propios algunos vocablos portugueses. Gutiérrez Solís se esmera a la hora de dibujar la particular idiosincrasia de los habitantes de esta zona y se esfuerza en otorgarles una sólida personalidad.
Con capítulos, algunos de corta extensión, encabezados por referencias temporales que ubican al lector en la línea del tiempo, la novela está escrita en tercera persona, empleando el presente como tiempo verbal. Esta circunstancia da inmediatez a la acción y permite al lector ser un miembro más de la investigación en curso.
En definitiva, El lenguaje de las mareas ha resultado una buena lectura. Sin un ritmo frenético, con algún baile de nombres y fechas, y algún pequeño detalle que me descolocó, admito que esta novela cuenta con una trama muy bien urdida, y con personajes que te llevan de la mano hacia los restantes. Una novela policíaca que huele a sal marina.
Ah, precioso el homenaje que le hace a la novela Sábado, Domingo de Ray Loriga.