Todos nosotros. Si no te suena este título, apúntatelo bien. Desde que la nueva novela de Javier Menéndez Flores salió a la luz, se armó un totum revolutum. No había lector que no estuviera inmerso en la lectura de este libro o que no tuviera inmensas ganas de leerlo. La verdad es que tanto entusiasmo estaba y está justificado. Todos nosotros es una novela negra con una estructura sólida, compleja e interesante. Narra la historia de la desaparición de varias jóvenes, una investigación policial al frente de la cual se encuentra Diego Álamo. Los hechos se inician en 1981, pero un salto en el tiempo, llevará al lector al año 2002.
Todos nosotros es esa novela que te engancha desde la primera línea y te mantiene pegado a sus más de quinientas páginas. La leí, la disfruté, la saboreé y me hizo viajar a la España de la Transición. Pero antes de contaros mis impresiones sobre el libro, os dejo con la entrevista a su autor.
[@Margarita Bañon para Editorial Planeta] |
Javier M.- Así es. Mi primera novela, Los desolados, se publicó hace quince años, en 2005. Era una novela de desamor, ambientada en un entorno urbano. Luego he publicado otras dos novelas negras. El adiós de los nuestros, novela policiaca muy trepidante; El hombre que no fui, una novela de no-ficción, basada en el crimen de los Marqueses de Urquijo, que escribí junto al periodista Melchor Miralles. Y ahora, Todos nosotros. Quiero pensar que esta es mi mejor novela, una obra de madurez plena.
M.G.- He hablado con muchos lectores que están leyendo o han leído tu libro, y hablan maravillas. Incluso mi marido estaba el otro día atacado, cuando solo le quedaba por leer el epílogo. ¿Tú te esperabas una reacción así?
J.M.- Me alegra lo que me dices. La verdad es que me están llegando muchos mensajes en este sentido. Me están mandando mensajes por privado y estoy leyendo muchas reseñas que son excesivamente entusiastas. ¿Podía prever esto? Bueno, lo que te puedo decir, sin que suene presuntuoso, es que era consciente de lo que tenía entre las manos. Este ha sido un trabajo muy ahondado y muy meditado, fruto de muchas y muchas horas de trabajo. Todos nosotros no ha sido una novela escrita en tres fines de semana. Solo la investigación me ha llevado más de un año.
Y te digo más. Llevo más de veinticinco años dedicado al periodismo, con lo que el oficio está ahí. En esta novela, no solo he puesto oficio, sino también alma. No me he tomado esta novela como una publicación más. Incluso he estado más nervioso que cuando publiqué mi primer libro, porque era consciente de que tenía un material muy bueno entre las manos. De todos modos, las reacciones son impredecibles: Me alegra comprobar que, de alguna manera, ese pálpito que yo sentía, está correspondido con la realidad.
M.G.- Te tengo que preguntar sí o sí por el germen de la novela. ¿Cómo se cuece esta historia en tu cabeza?
J.M.- Todo es pura imaginación. La parte criminal es pura ficción. No está basada en ningún caso real. Se me ocurrió la idea de una serie de desapariciones de chicas y, a partir de ahí, comencé a construir el escenario. A mi modo de ver, ha sido vital que la novela arranque en 1981. La elección del año no fue algo al azar. Por un lado, quería hablar de cómo eran las investigaciones policiales antes de que los medios técnicos y científicos fueran muy avanzados. En ese sentido, se puede decir que esta novela es pre-CSI. Esa serie ha tenido una enorme influencia en muchos autores de novela negra. Hoy en día, se resuelven muchos más crímenes en los laboratorios de la policía científica, o gracias a una cámara, que por el trabajo policial de pesquisas. Quería hablar de una época en la que no había teléfonos móviles, ni pruebas de ADN, ni cámaras de seguridad, por lo que, los policías del año 1981 tenían que hacer de la necesidad, virtud. Tenían que recorrer las calles con una libreta y un bolígrafo en la mano, hablar con muchísima gente, ser analíticos y completar un puzle con toda la información que iban recopilando. Me parecía que ese modo romántico de trabajar, tan artesanal, podía ser muy seductor para el lector.
Por otra parte, quería hablar de un año en el que estaban pasando muchas cosas en Madrid. Veníamos de una larga dictadura. Unos meses antes de que arranque la acción de mi novela, se produce la intentona golpista. Estamos hablando del último tramo de la Transición. Era un momento en el que se respiraba una efervescencia social, cultural y política, que ha sido única en la Historia reciente de nuestro país. Creo que no se ha vuelto a dar un momento como ese. Me interesaba hablar de esa época en la que España salía de un largo túnel y empezaba la modernidad, gracias a la cultura, a la música, al deseo de libertad, y a la necesidad que tenía la gente de ocupar las calles y las plazas.
M.G.- Y te das un importante chapuzón en ese renacer, no solo de Madrid, sino de toda España. La novela cuenta con muchísimas referencias a hitos históricos, a la promulgación de leyes, a sucesos,.... Ese retrato de España es de una profundidad brutal que habrá supuesto una documentación tremendamente ardua.
J.M.- Una novela negra tiene que entretener y si el autor no lo consigue, entonces ha fracasado. Por eso, mi novela arranca con un misterio en la primera página y cuenta con un suspense que recorre toda la historia. El lector que demanda este tipo de novelas está ávido de rockn'roll. Lo que quiere es marcha, quiere tempestades, y esta novela las tiene.
En cuanto a la documentación, lo más difícil ha sido imbricarla en la narración, ir introduciéndola sin que estorbe y sin que se noten los costurones. Las novelas, además de entretenidas, tienen que enseñar algo. Porque de esa forma, el lector tiene la sensación de que ha sido un libro aprovechado. He querido trasladar al lector una parte de todo lo que he aprendido al documentarme. Todos nosotros no solo es una novela negra, sino también una crónica social de la España de las dos últimas décadas del siglo XX.
M.G.- Estoy totalmente de acuerdo, Javier. Como dices, la novela arranca en 1981 y nos vas a mostrar cómo trabajaba la policía en esos años. Pero también tenemos un segundo hilo temporal, que se desarrolla en 2002. Las cosas han cambiado mucho y es algo que veremos en el modus operandi de la policía. En este sentido, Todos nosotros es una novela de contrastes.
J.M.- Exacto. Hay mucho contraste. Existe la idea del bien y del mal, de la luz y de la oscuridad. En cuanto al funcionamiento de la policía, Diego y Guzmán, -los policías en 1981-, representan los dos modelos de la España de aquel entonces. Por un lado, Guzmán simboliza a la España franquista y a los que simpatizaban con ella, a los que se resistían a que se produjera un cambio hacia la democracia. Por otro lado, Diego es el policía demócrata, en el que se ha formado en democracia. Entre ellos se producen fricciones porque cada uno entiende su profesión, y la vida en general, de una manera distinta. Así que la novela tiene todo el rato esa lucha de contrarios.
Además, existe también ese contraste entre la policía de antes y la de ahora. Toda la acción que se desarrolla en 2002, muestra una España garantista, en la que se respetan los derechos de los detenidos. Por supuesto, no había nada de esto en los años 80. Y no digo que todos los policías fueran como Guzmán, pero la mayoría eran gente expeditiva, que no reparaba en barras. Para ellos, el fin justificaba los medios, y más aún cuando se hablaba de un asesino. Ahí no se andaban con sutilezas. Si entendían que tenían un sospechoso y que este tenía que cantar la Traviata, le apretaban las tuercas sin pensarlo. He querido mostrar esas dos España tan distintas, en un lapso de tiempo que no es tan largo. En las dos últimas décadas del siglo XX, España entra no solo en la modernidad sino que se convierte en un país en el que los derechos constitucionales de los ciudadanos son plenos.
M.G.- Plenos también para los delincuentes. Escuchándote se me ha venido a la mente esa voz popular que se alza cuando se produce un asesinato que no termina de resolverse. Te pongo el ejemplo del caso Marta del Castillo, en Sevilla. Llevamos muchísimos años a la espera de que los culpables dejen de mentir y digan la verdad. ¿Dónde está Marta? ¿Qué ocurrió aquella noche? Y esa voz popular que te menciono siempre grita lo mismo, que quizá la policía es demasiado laxa, o se ve obligada a ello, porque existe una Constitución y unos derechos. Sin embargo, es inevitable pensar que, en ocasiones, los delincuentes están excesivamente protegidos.
J.M.- Es lo que tiene la democracia. Vivimos en un sistema garantista que me parece bien. Pero también es verdad que si sacas la parte más visceral que todos llevamos dentro, sobre todo cuando hablamos de cosas tan sensibles como son los secuestros de chicas, las violaciones y los asesinatos, como el que tú has citado, nos ponemos al mismo nivela. Es igual que lo que pasó con la guerra sucia contra ETA. EL GAL no debió de existir nunca. La democracia tiene otras armas. El Estado de Derecho no puede ceder ante ese tipo de impulsos primarios. Esto no es el Oeste. Aquí no vale el ojo por ojo. La democracia está en un peldaño superior. Y eso hay que entenderlo así.
M.G.- En cualquier caso, es alucinante el estudio que haces de la Policía, de su evolución, de su estructura, de las innovaciones, de las fusiones, de las conexiones entre unas unidades y otras. Eres como el Dios de la Policía. Lo sabes todo.
J.M.- Un crítico de libros de Onda Cero Alicante me preguntó primero si había estudiado criminología porque decía que el estudio y el retrato que hago de la evolución de la policía española, desde el franquismo hasta hoy es impecable. He buceado mucho en documentos. Con El hombre que no fui, tuve acceso a mucha documentación policial con la que me manejo bien. Aparte, he leído muchísimos libros. Y, a través de un inspector de policía, he podido contactar con gente que trabajó en la Brigada Regional de Policía de aquel entonces. Ellos me han resuelto muchas dudas. , a través de un inspector de policía, que me ha podido ayudar.
Todo ese análisis de la policía y de su evolución no fue algo premeditado. Surgió a medida que empecé a construir la historia. Me pareció interesante ofrecer al lector esta información, para que aprendiera, para que viera cómo había evolucionado la policía desde los años 70, recién muerto Franco, hasta nuestro días. Del año 2002 para acá, tampoco ha habido tantos cambios.
M.G.- Javier, no debemos olvidar que en esta novela también hay amor. Diego Álamo tiene un amor que lo marca muchísimo a lo largo de toda su vida.
J.M.- Me alegra que lo menciones. Volvemos a lo mismo. En la novela hay muchos contrarios. Por un lado está la crueldad y la dureza, y por otro lado, el amor, la esperanza y la ternura. Eso es lo que verdaderamente nos salva. Por muy mal dadas que vengan las cosas, si tienes amor en tu vida y te agarras a él, al final te vas a redimir. He querido alejarme de los tópicos en las novela de género que te muestran a un policía, que bien es un súper hombre o es un anti-héroe. Diego es una persona feliz y muy enamorada de su novia, y además un policía vocacional, con una integridad absoluta, totalmente insobornable. He querido construir la figura de un héroe romántico, un símbolo de la pureza. Diego tiene la desdicha de haber nacido con una manera de ser predeterminada, y se convierte en esa persona que tiene que soportar el peso de la humanidad. Él va a intentar que nuestro mundo sea un lugar más habitable.
M.G.- No cabe duda de que esta novela es muy cinematográfica. No sé si te lo has planteado o ya te han lanzado el anzuelo. Estoy convencida que de aquí a unos años la vamos a ver en el cine.
J.M.- Me lo han comentado en prácticamente todas las entrevistas. Más como película, como serie, por la extensión que tiene. No te voy a negar que a mí me encantaría. Eso confirmaría además que la novela no solo tiene recorrido como historia narrativa sino también como producto audiovisual. Pero te garantizo que no fue escrita con esas pretensiones. Lo que más me interesa de esta historia es el libro en sí. Me gustaría que funcionara muy bien como novela y si el producto audiovisual viene, pues bienvenido sea. Lo celebraré con los brazos abiertos, pero mi pretensión no era esa.
M.G.- Por último, has puesto el listón muy alto. Eso supone mucha responsabilidad de cara a la próxima novela.
J.M.- Pues sí, ya lo creo. Ahora pienso en una novela criminal que esté a la altura de esta y se me hace muy difícil. Tengo que encontrar el espacio de tranquilidad necesario para que me venga una idea muy original a la cabeza o no tan original. En realidad, la desaparición de unas chicas en sí no es algo nuevo, más bien al contrario. La originalidad reside en el tratamiento que le da cada autor a la historia.
M.G.- Pues esperaremos que te venga esa idea. Seguiremos en contacto por las redes o nos veremos con la próxima novela. Gracias, Javier.
J.M.- Por supuesto. Muchas gracias a ti.