Annus horribilis. Y si algo es susceptible de empeorar, sin duda lo hará. El mes de noviembre ha sido demoledor en lo personal. El alcance de la pandemia no solo se restringe al coronavirus y sus consecuencias. También está ocasionando una oleada de daños colaterales de la que se habla poco. Pero, mientras la mayoría de la población está deseando que este año acabe, -aunque mucho me temo que el 2021 aún traerá bastante cola-, y tenemos las esperanzas puestas en la vacuna, la vida sigue su curso. A pesar de haber vivido un mes que no olvidaré jamás, lo literario no ha estado mal del todo. Aquí os lo cuento.
[Para conocer la sinopsis de los libros expuestos
solo tienes que clicar en cada título o en los enlaces a las reseñas]
Los comprados
Los recibidos
Noviembre fue tan esplendoroso como lo fue octubre. Editorial Planeta lanzó los dos Premios Planeta de este año. Por un lado, Aquitania de Eva García Sáenz de Urturi, que resultó la ganadora. No he leído nada de la autora aún, así que espero estrenarme con ella estas Navidades.
Y la finalista fue Sandra Barneda con Un océano para llegar a ti. Reconozco que el título me gusta mucho, a ver qué tal su interior. De momento, no he leído ninguna opinión sobre el libro. De Barneda solo leí La tierra de las mujeres, que no me hizo mucho tilín.
La misma editorial publica La gran catástrofe amarilla de J.J. Benítez. Con la muchísima curiosidad que siempre me ha despertado la saga Caballo de Troya, nunca he leído nada del autor. Pero este libro tiene muy buena pinta. Echad un ojo a la sinopsis porque resulta tentador.
Marcos Chicot es un clásico en mi casa. Con cada nueva publicación, el autor se cuela en mis estanterías y siempre es un placer leerlo. El asesinato de Platón ha sido lectura de estas últimas semanas y muy pronto os daré detalles.
Por su parte, la Fundación José Manuel Lara publica tres títulos, siendo uno de ellos una auténtica joya literaria que todo amante de la poesía debe tener. Me refiero a Poemas impersonales de Juan Ramón Jiménez, un poemario que contiene textos inéditos del que os hablé hace unos días aquí.
Y dos títulos más. Por un lado, El síndrome de Diógenes de Juan Ramón Santos que ha resultado ganador de XXXIX Premio de Narración Corta de Novela. Ochenta y ocho páginas de ingenio y toques de novela negra, una sátira que, por la sinopsis, creo que me va a gustar mucho.
Por otro, Los caballos inocentes de Raúl Quirós Molina, ganador del XXXIX Premio de Novela Felipe Trigo. Esta novela tiene un toque a historia de barrio muy atractiva, una regresión a los años 80 que me parece muy tentadora.
Y es un clásico en estas fechas que Algaida Editores publique sus dos Premios de Novela Ateneo de Sevilla. En la categoría senior, el galardón se lo llevó Blanca Riestra con Últimas noches del edificio San Francisco. Se trata de una historia que nos hará viajar al Tánger de finales de los 50.
En cuanto a la categoría joven, el ganador resultó Alejandro Narden con Horizonte aquí. Curiosamente, esta historia también nos hará viajar a tierras africanas.
Pero si hay un libro que me ha conquistado el corazón, ese ha sido Sevilla. Acuarelas de viaje, editado por Anaya Touring. Con textos de Blanca Espigares Rooney e ilustraciones de Alicia Aradilla, me parece un regalo perfecto no solo para los sevillanos, sino también para todos aquellos que, por un motivo u otro, estén enamorados de esta ciudad. En este vídeo podéis ver el ejemplar con detalle.
Para las entrevistas, y después del parón que tuve por circunstancias personales, llegaron a casa unos cuantos títulos, todos ellos muy dispares pero muy interesantes. Entre ellos está Arena de Miguel Ángel Oeste. Publicada por Tusquets, es una novela que transcurre durante un verano malagueño. Lo de menos son los hechos, pues lo que prima en esta novela son las emociones y sensaciones. La novela está leída y muy pronto tendréis la reseña.
Otra gran novela que publica Tusquets ha sido Dicen los síntomas de Bárbara Blasco. Con este título, la autora se ha alzado con el XVI Premio Tusquets Editores de Novela 2020. Esta me ha gustado muchísimo y pronto os contaré detalles. También hablé con la autora hace unos días.
Pero sin duda, me parece un novelón lo último de Vanessa Montfort. La mujer sin nombre (Plaza & Janés) me está sumergiendo en los círculos literarios del Madrid de principios del siglo XX, de la mano de una mujer fascinante, María Lejárraga. Cuando tenga que redactar la reseña, no sé si por dónde voy a empezar. Hablaré con la autora en unos días.
Y también estoy deseando sentarme a leer Rey blanco de Juan Gómez-Jurado (Ediciones B). Aunque tenía entrevista programada, me fue imposible realizarla.
Muchos sabéis que me encanta el género ilustrado. Se está convirtiendo en un imprescindible para mí. Adoro los libros de María Hesse. Me he leído unos cuantos y todos los disfruto mucho. En esta ocasión, ha lanzado una biografía ilustrada sobre una de las actrices más icónicas de Hollywood. Marilyn. Una biografía (Lumen) es una maravilla. Pronto os hablo de este volumen y publico la entrevista con la autora.
Enfermera Saturada es casi de la familia. Siempre me han divertido sus aventuras y jamás me resisto a cualquier publicación de su autor, Héctor Castiñeira. En esta ocasión, Nosotras, enfermeras (Plaza & Janés), es un volumen mucho más serio pero muy necesario. La entrevista con Castiñeira ya está publicada y pronto os daré detalles del libro.
Pero el coronavirus ha llegado al mundo de la ilustración para quedarse. Esta vez es Enfermera en apuros (Ana Polegre) la que nos habla de las vivencias de sus compañeros en Coronavirus. Historias reales en primera línea de batalla (Zenith Libros). Ya tenéis la entrevista y la reseña publicadas en el blog.
Por último, Henar Álvarez publica La mala leche (Planeta), una novela gráfica sobre los dramas de la vida moderna donde se entremezclan feminismo, maternidad y sexo en clave de un humor irreverente. Será de mis próximas lecturas.
Los ganados
Poca actividad. Cero oportunidades.
Como dije al principio, a pesar de que noviembre me dio un revolcón personal, conseguí leer más de lo que esperaba. Empecé el mes con un libro de relatos que me gustó mucho, La claridad de Marcelo Luján, ganador del VI Premio Ribera del Duero. De ahí pasé a La puerta de Manel Loureiro, que me trasladó a esa Galicia llena de magia y encanto. Creo que, de todas las del autor, esta es la que más me ha gustado.
Para tomarme un respiro, intercalé Coronavirus. Historias reales en primera línea de batalla de Enfermera en apuros (Ana Polegre). Testimonios duros del personal sanitario, pero muy necesarios.
En la misma línea continué con Nosotras, enfermeras de Enfermera Saturada (Héctor Castiñeira). Más testimonios duros pero igualmente necesarios.
Necesita lecturas fresquitas, amenas y divertidas. Rescaté de las estanterías una publicación de hace unos años: ¡Hasta luego, cocodrilo! de Soledad Mora. Cumplió con su función de entretenerme.
Regresé a la ilustración de la mano de María Hesse y su Marilyn. Una biografía. Me parece una maravilla. Ya mismo os hablo de él.
De ahí me adentré en otros terrenos mucho más profundos con Arena de Miguel Ángel Oeste, Los peces de la amargurade Fernando Aramburu, reseñado recientemente, y Dicen los síntomas de Bárbara Blasco.
Un total de nueve títulos que no está mal, de los cuales quedan unos cuantos por reseñar.
En cuanto a las entrevistas, publiqué mi conversación con:
- Mónica Gómez Pedreira por Armonía en ocho partes.
- Curro Cañete por Ahora te toca ser feliz.
- Ana Polegre por Coronavirus. Historias reales en primera línea de batalla.
- María Oruña por El bosque de los cuatro vientos.
Con respecto al cine, me atreví a ver Rebecca, la nueva adaptación al cine de la obra homónima de Daphne du Maurier. Sin lugar a dudas, me quedo con la visión de Hitchcock. Y como me había quedado con ganas de su cine, me senté a ver la obra maestra que es La soga. Por último, os hablé de El engaño, un título antiguo que parecía interesante pero poco más.
¿Y qué tal empieza diciembre?
Bueno, confío en que sea un mes relajado en todos los sentidos, también en el mental.
Feliz domingo a todos.