Autora
Juana Cortés Amunarriz (Hondarribia, 1966) es licenciada en Filosofía y escritora de relato, novela y literatura infantil y juvenil. Reside en Madrid, donde inicia su trayectoria literaria en 2004. Ha obtenido diversos premios de relato, entre los que destacan el Segundo Premio Hucha de Oro, el Gaceta de Salamanca, el Premio de Relato Tomás Fermín de Arteta, el Leopoldo Alas Clarín o el Ignacio Aldecoa. Ha publicado los libros de relatos Queridos niños (Premio Ciudad Alcalá de Narrativa 2009) y Las batallas silenciosas (Baile del Sol). Entre sus novelas está Las sombras (Premio Tiflos 2015). En literatura infantil y juvenil ha publicado Esmeralda y yo (Premio Ciudad de Málaga 2016), Corazón, mano, corazón (Premio Avelino Hernández 2012), Maimón, Ojos azules y la serie Superpaco.
Sinopsis
País Vasco, 2007. Tras el fracaso de la última tregua, ETA prepara un nuevo golpe para demostrar su cuestionada fortaleza. Dos encapuchados secuestran a punta de pistola a Bixen Alzola, profesor de universidad y defensor de la vía pacífica como única alternativa para solucionar el conflicto vasco. Cuando su mujer, Leire, recibe la llamada de la organización terrorista reivindicando la acción, siente que su mundo se resquebraja. Sabe que las posibilidades de que su marido salga indemne son mínimas. Durante esa larga noche, Leire toma una decisión: hará todo lo que esté en su mano para salvar la vida de su marido.
¿De qué será capaz? ¿Hasta dónde está dispuesta a llegar? Y ¿qué precio va a pagar por ello? Porque ya nada será igual. No hay vuelta atrás. Nunca la hay cuando se traspasan ciertos límites.
Los ausentes es una novela sobre la violencia, violencia que paulatinamente irá arrastrando a todos los personajes, sin que nadie, ni nada, logre detenerla.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Lo comentaba cuando publiqué la entrevista a Juana Cortés Amunarriz (puedes leerla aquí). Me encantan las novelas que giran alrededor de la banda terrorista ETA. Soy consciente de que el verbo «encantar» quizá no sea el más apropiado pero, lo que quiero decir, es que me gusta mucho leer sobre esos años, conocer testimonios, adentrarme en las distintas operaciones antiterroristas que se llevaron a cabo durante aquellos años de plomo. Probablemente, mi interés se base en la necesidad de comprender, de llegar entender el porqué de unas acciones que derramaron tanta sangre y dolor. ¿En nombre de qué? ¿En nombre de quién? Por eso, no me resisto a leer novelas que me acerquen, desde una perspectiva u otra, a aquella época negra de nuestra Historia. Muchos dicen que hay que pasar página, dejar atrás ese pasado sangriento. No creo que las víctimas merezcan el olvido. Así que, cuando supe de la publicación de Los ausentes, la nueva obra de la autora de Hondarribia, pero afincada en Madrid, ni me lo pensé.
Los ausentes traslada al lector al País Vasco. En Irún residen Bixen Alzola y Leire. Son una pareja feliz, normal, cada uno con su trabajo. Él es profesor de Derecho de la Universidad del País Vasco, al que su presencia en un programa de Euskal Telebista, lo pone en el punto de mira de la banda terrorista. Ciertas declaraciones, en defensa de la «vía pacífica como única alternativa para solucionar el conflicto vasco», tienen mucha repercusión y calan hondo. De ahí las pintadas en las paredes de la facultad -Alzola, hurrengoa izango zara zu (Alzola, serás el siguiente)-, de ahí el recelo de sus vecinos, que lo evitan a toda costa. Bixen es un hombre marcado, y no solo por su dolencia cardiaca, que lo obliga a medicarse. La misma Ertzaintza se lo advierte. Necesita protección pero Bixen rehúsa la posibilidad de un escolta.
Por su parte, Leire vive ajena a esas amenazas. Cree que su marido tiene una vida tranquila, como profesor universitario, lo mismo que ella. La suya se reduce a su trabajo en la biblioteca de Irún, al yoga de los miércoles, a la compra en el supermercado, y al marido. Así, un día y otro, hasta que la paz se rompe. Una tarde, al llegar a casa, suena el teléfono. Una voz dice:
Han secuestrado a Bixen.¿Por qué? ¿Es todo un sueño? La banda terrorista captura al profesor universitario como medida de presión, para conseguir el acercamiento de los presos etarras al País Vasco. Frente a una situación así, y después del shock inicial, lo más habitual es que Leire siguiera a rajatabla todas las instrucciones dictadas por el secuestrador. ¿Lo hará? Eso lo averiguarás al leer la novela.
Pero las acciones de Leire constituirán uno de los hilos narrativos de Los ausentes. Por otro lado, la novela también nos muestra el lado oscuro, el de los terroristas. En ese bando figuran Tor y Chus, los brazos ejecutores del secuestro de Bixen; Roque, Azeri y Maider, las cabezas pensantes; y muy vinculado con ETA, Kuti y su familia. El desarrollo de estos personajes nos van a permitir conocer, en cierto modo, las entrañas de la banda terrorista, que ya tenía un pie en el desarme. Son los años en los que ETA se tambalea, de ahí que la novela nos muestre las desavenencias entre sus miembros, la diversidad de pareceres y los roces entre los más veteranos, como Roque, que lleva en la lucha armada toda su vida, y aquellos que forman parte de las nuevas generaciones, con la sangre a punto de hervir, como es el caso de Azeri.
En la entrevista, reconoce Juana Cortés Amunarriz que el dibujo que ha hecho de los terroristas es, en cierto modo, humano. Que sus manos están manchadas de sangre, que emplearon la violencia como medio de comunicación, que perpetraron infinidad de barbaridades y dejaron un reguero de muerte lo sabemos todos. Son monstruos, sí. Pero también son personas, conformadas por las emociones que se atribuyen al ser humano, solo que carecen de aquellas que afectan al prójimo. Por eso, en Los ausentes vamos a ver a etarras vulnerables, cuando les tocan a los suyos, porque no es lo mismo dar que recibir; veremos a etarras cuyo corazón palpita por el otro, enredados en relaciones sentimentales, con ganas de estabilidad; y también veremos a algunos de ellos, cansados de una lucha que ya no conduce a ningún sitio. Más allá de las atrocidades que cometen, o que se les presupone que cometieron antes del arranque de la novela, a mí me ha parecido un retrato interesante.
Y otra de las cuestiones que más me ha gustado en esta novela, ha sido esa sensación de fatalidad que acecha a sus personajes en todo momento. El narrador omnisciente hace partícipe al lector de los aciertos y errores de los personajes. Desde nuestra posición privilegiada, vamos a sufrir casi más que los propios protagonistas porque, al tener más información que ellos, los veremos equivocarse y cada decisión errónea aumentará la tensión arterial del lector.
Bajo mi punto de vista, Los ausentes es una historia bien trenzada. Juana Cortés aprovecha los momentos más nostálgicos de los personajes para construir su background, y permitir al lector conocerlos más allá del presente de la novela. Así, y a través de los recuerdos de Bixen y Leire, tras el secuestro, sabremos cómo se conocieron y cómo ha sido su vida hasta este momento tan complicado. De igual modo, veremos el matrimonio formado por Kuti y Mertxe, nos asomaremos levemente al momento de su boda, o al nacimiento de sus hijos. Pero también es interesante señalar que la autora apuesta por mostrar la realidad desde distintos ángulos. Los hechos son de una naturaleza u otra dependiendo de quién los viva, por eso no es extraño que, en algún momento puntual, asistamos a la misma escena pero vista de dos perspectivas distintas.
Estamos ante una novela que plantea preguntas. Si fueras Bixen, ¿te arrepentirías de tus declaraciones? Si estuvieras en el lugar de Leire, ¿actuarías como lo hace ella? Y si la vida te pone en el lugar de Roque, ¿reaccionarías como él? Los personajes están psicológicamente muy bien perfilados, mostrando un abanico de personalidades muy diferentes. Me gustaría incidir en el papel de Leire, porque ella es la piedra angular de la novela. Algunos lectores no aprobarán su comportamiento. Y es que, Los ausentes se sustenta sobre la ley del Talión. Ojo por ojo y diente por diente, que decía la Biblia. La violencia como medio de luchar contra la violencia. Por eso, es posible que algunos consideren que la reacción de Leire es desmedida, excesiva, una manera de colocarse a la misma altura que los etarras. En mi caso, Leire no me ha provocado repulsa en ningún momento. He entendido que una persona es capaz de cualquier cosa, con tal de salvar la vida de sus seres queridos.¿Quién puede recriminar la actitud de esos padres/madres/maridos/esposas-coraje? A mí me parece que la actitud de Leire da un vuelco brutal a la trama, que aumenta nuestro interés por la novela.
Ander es también un personaje interesante. Desde el principio el lector intuye que algo le pasa, su actitud y su comportamiento no son propios de su edad. Es un niño especial que reclama atención. A sus once años, tan solo tendría que estar pensando en jugar, pero por su mente cruzan negros nubarrones.¿Qué le ocurre? De todos modos, como niño que es, su mundo estará muy vinculado a los cómics y los superhéroes serán su referente. Este personaje permite a la autora ahondar una de las lacras sociales más aberrantes.
Y más personajes, como Roque y sus disquisiciones morales; o Maider y su reloj biológico; o Kuti como objeto de venganza. Todos los personajes tienen un algo que despierta la curiosidad del lector.
Con referencia a atentados reales, como la Casa Cuartel de Zaragoza, el atentando en Hipercor, el secuestro de Ortega Lara (entrevistado por Sánchez Dragó aquí, aquí y aquí), o el caso Laza y Zabala, la acción se sitúa a finales de 2007, coincidiendo la cercana declaración del desarme de la banda, y se desarrolla prácticamente en día y medio, casi como si se tratara de una cuenta atrás.Sin embargo, no he tenido sensación de ritmo frenético, salvo en los capítulos finales, asunto que abordo más adelante.
En cuanto a los escenarios, lugares del País Vasco se entremezclan con localidades de Navarra, -Irún, Errentería, Hondarribia, Usún, Ezcabarte, Zorroaga,... destacando la foz de Arbayún, donde tiene lugar el desarrollo de unos de los hilos más impactantes de la novela-. Sobre la foz, Cortés ahonda en su orografía, señalando lo agreste y solitario del entorno, un ambiente idóneo para los hechos que suceden en aquel lugar. Y es que la autora crea una buena atmósfera, húmeda, oscura, fría, desangelada, que encaja perfectamente con la naturaleza de los sucesos descritos.
Estructurada en cuatro grandes bloques, a lo largo de los cuales se distribuyen capítulos de muy corta extensión, dedicados a los diversos personajes de la trama, saltando de unos a otros, Los ausentes está narrado con mucha fluidez, de tal modo que la lectura avanza a un ritmo constante. Todo ello, potenciado por algunos giros interesantes, -unos con desarrollo y otros como meros conatos-, que animan al lector a continuar adentrándose en esta lectura. Admito que, teniendo en cuenta la temática, me esperaba una historia mucho más cruenta, a lo largo de todo su desarrollo. No es que le falte brusquedad al argumento y tampoco es nada desdeñable lo que Leire hace, pero suponía que me iba a encontrar con mucha más violencia en el lado terrorista, desde el minuto uno del secuestro.Eso andaba pensando mientras me acercaba al final de la historia. Y fue entonces cuando esa «amabilidad» desaparece en los capítulos finales, donde los sucesos se tornan algo mucho más tortuosos y el ritmo se acelera. Hay escenas duras, que me han encogido el corazón.
Y ya que menciono el desenlace, tengo que reconocer que se me quedó algo cojo. Es la única pega que le pongo a la novela. Pero como esto de la lectura es muy subjetivo, quise comentarlo con otros lectores y leí otras opiniones. Pocas son las que mencionan este punto. Por eso quise preguntar a Juana sobre ese desenlace, en el que yo sentía que algo quedaba en el aire. La autora me comentó lo siguiente: «...creo que está todo atado. Los pocos personajes que saben realmente qué ha pasado en esta historia no van a actuar. Para ellos, no tiene sentido emprender alguna acción. Ya han visto el dolor que los acontecimientos ha provocado en unos y otros. Así que, todas las personas que podían actuar no lo van a hacer. Por primera vez, han optado por la vida y la familia. Superar lo que les ha ocurrido es muy complicado, tanto para unos como para otros». Entiendo su argumentación, pero aún así, creo que hubiera estado bien ahondar algo más en el final, dar más detalles, profundizar en las explicaciones. Pero bueno, esta no es más que mi opinión. En cualquier caso, el desarrollo previo es impecable, y resulta una lectura que engancha desde la primera línea.
Con un título que hace una clara alusión a todos esos secuestrados de los que no se tienen noticias durante mucho tiempo (a modo de ejemplo, el caso de Ortega Lara, secuestrado durante 532 días), Los ausentes es una novela con un punto de partida original. No estamos ante una historia sobre una acción terrorista que conlleva una investigación policial. En este relato no tienen cabida los Cuerpos de Seguridad del Estado ni la Ertzaintza. No se propuso Juana hacer una novela policíaca, sino echar un pulso entre Leire y los terroristas y, en este sentido, el planteamiento me ha parecido muy novedoso.
Dicho lo cual, Los ausentes ha sido una lectura grata, amena, interesante, con personajes muy bien perfilados, a través de los cuales el lector se hace preguntas. A pesar de ese detalle del desenlace que menciono, admito que he disfrutado y devorado esta novela, en apenas un par de tardes.
Si te gusta la temática, no dejes de leerla.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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