Cuánto juego da la guerra civil española y la posguerra en literatura. Qué entrañable e interesante es leer sobre familias, secretos y amores. Un poquito de todo esto es lo que tiene La vida en un minuto de José Antonio Lucero, primera novela del autor roteño, bajo sello editorial, una novela que parte de un suceso trágico, ocurrido el 4 de enero de 1944. En tierras leonesas, a la altura de Torre del Bierzo, aquel día tuvo lugar un accidente ferroviario que involucró a tres máquinas, y donde fallecieron más de cincuenta personas. Partiendo de este suceso, Lucero se adentra en una época de la historia de España, llena de hambre y miseria. A través de estas páginas, conoceremos a una familia sefardí afincada en León, nos asomaremos a los tiempos de guerrilla en los montes, viviremos en el Parque Oeste de Madrid, donde la gente se refugia en antiguas construcciones de guerra, y conoceremos a una joven de familia bien y con inquietudes que, bajo ningún concepto, quiere convertirse únicamente en esposa y madre.
La vida en un minuto ha sido una lectura bonita y emotiva, pero antes de hablaros con detalle de esta historia, os dejo con la entrevista a su autor.
Marisa G.- José Antonio, La vida en un minuto supone tu debut literario pero, según cuentas en las páginas finales, llevas escribiendo desde bien pequeño.
José A. L.- Sí, soy gran aficionado a la escritura desde niño. La gran pretensión de mi vida siempre ha sido publicar con un gran grupo, tener una novela en el mercado literario, verla en las estanterías de las librerías. Es cierto que auto-publiqué una novela en 2012, que se vendió a nivel local y que no traspasó fronteras. Pero con esta novela es con la que he conseguido mi sueño.
M.G.- De todos modos, lo intentaste al presentar la novela al Premio Ateneo Joven de Sevilla, en 2018, bajo el título La llave de Navit. Te quedaste muy cerquita porque la quedó entre los tres finalistas.
J.A.L.- Eso es. La novela fue finalista y eso me ayudó a la alcanzar las metas que tenía en mente. Fue entonces cuando firmé un contrato de representación con Sandra Bruna y luego, el contrato con Ediciones B llegó a los pocos meses. Después de haber dado muchas vueltas, lo que aceleró todo el proceso fue quedar finalista en aquel premio.
M.G.- ¿Y hay mucha diferencia entre aquella novela que presentaste al premio y la que vemos hoy publicada bajo el sello de Ediciones B?
J.A.L.- Bueno, el manuscrito se revisó pero, en esencia, no ha cambiado prácticamente nada. Sí hay escenas que han ganado más peso o personajes a los que se le ha dado otro toque, pero poco más. Es verdad que, cuando la presenté al Premio Ateneo de Sevilla, ya tenía un bagaje previo importante, porque incluso la había trabajado con un corrector editorial, Daniel Heredia. Él hizo un trabajo exquisito.
M.G.- La vida en un minuto arranca con la noticia de un accidente ferroviario en la línea Madrid-La Coruña, en enero de 1944. Se trata de un accidente real.
J.A.L.- Exacto. He jugado con la historia de este accidente de tren, un hecho que es la primera vez que se cuenta en literatura. Cuando conocí la historia de este accidente, descubrí que se había publicado muy poco sobre este suceso. Me propuse hacer un exhaustivo desarrollo, casi periodístico, centrándome en lo que sucedió realmente, y en los personajes que intervinieron. Esto lo he combinado con la historia de amor entre los personajes principales, Daniel y Julita.
M.G.- Es verdad que retratas el accidente con muchísimo detalle y enseguida nos damos cuenta que te has tenido que empapar, no solo de lo que ocurrió, sino también de cómo funcionaban los trenes de la época, los trayectos, los requisitos para trabajar, por ejemplo, como fogonero,... Es decir, que te has aprendido el Reglamento de la Compañía Ferroviaria.
J.A.L.- Soy historiador y siempre me ha parecido precioso el proceso de documentación de una novela histórica. Hay que leer mucho, hablar con muchas personas, consultar documentos en hemerotecas,... Lo normal en estos casos.
M.G.- ¿Y cómo te enteras de la noticia de este accidente?
J.A.L.- Fue pura casualidad. En el año 2013, estaba estudiando el último año de la carrera en la Complutense de Madrid. Recuerdo que estaba estudiando sobre la posguerra en España, cuando leí sobre este accidente. Como me llamó tanto la atención, empecé a indagar algo más y pensé que estaría bien construir una historia de ficción, alrededor de este accidente. Empecé a escribir y el primer borrador lo tuve terminado en 2017.
M.G.- La trama se construye sobre dos o tres líneas argumentales, que luego confluyen y se entremezclan. Para los que no la hayan leído, cuéntanos un poco qué vamos a encontrar.
J.A.L.- La vida en un minuto es la historia de varios viajes. Primero ese viaje del correo-expreso que parte de Madrid el día 2 de enero de 1944 y que termina accidentado en los montes del Bierzo, en León. Como he dicho antes, intento contar ese suceso histórico no tratado en literatura, hasta ahora. Pero en esta novela, he intentado reflejar también el viaje de dos personajes anónimos -Daniel y Julia-, que viven en una España compleja, llena de aristas, de posguerra con mucha hambre y represión. Estos dos personajes son muy distintos entre sí. Ambos tomarán ese tren para iniciar un viaje de transformación en sus propias vidas. Daniel hace un viaje de vuelta a su pasado, mientras que Julita hace un viaje de trasgresión. Ellos serán los dos grandes personajes con los que intento articular esta historia y contar cómo la vida puede cambiar en cuestión de segundos. De ahí el guiño del título.
M.G.- Es una novela histórica pero con un componente amoroso importante. Para los que les guste lo romántico, también van a disfrutar con esta lectura.
J.A.L.- Sí, porque aquí tienen cabida muchos géneros. Incluso hay un poco de thriller con el misterio del pasado de Daniel. Pero sí, hay una historia romántica, pero muy sutil, porque el amor se va construyendo a medida que ese tren se va acercando al desastre. He tratado de escribir una historia muy emocional.
M.G.- Centrándonos en los personajes principales, tenemos a Daniel, un joven sefardí cuya familia huyó de Grecia y se asentó en León. Allí se hicieron pastores. ¿Por qué sefardíes y pastores?
J.A.L.- Debido a un edicto que se firmó en la dictadura de Primo de Rivera, muchos serfardíes volvieron a España, así que no era tan raro que en los años 20 del siglo XX, hubiera muchas familias serfardíes en nuestro país, que compraron tierras, propiedades y se dedicaron al pastoreo. Este es un tema que a mí siempre me llamó la atención, y por eso decidí que la familia de Daniel fuera una de aquellas que regresaron a nuestro país. Mi pretensión ha sido hacer ver que, tanto Daniel como su familia, se sentían extraños en una España que, de pronto, se parte en dos con la guerra civil, y ellos se quedan en medio.
M.G.- Julita es el personaje femenino por excelencia. Es una mujer que no está hecha para ese tiempo, es decir, ella no se quiere amoldar a lo que se espera de ella. De hecho, estudia en la universidad, cosa que no está muy bien vista, ni siquiera por su familia.
J.A.L.- Con Julita he querido retratar aquellas mujeres con personalidad, que en los años 40 quieren romper los grilletes de la sociedad. Lo que se esperaba de las mujeres era que desempeñaran el papel de esposa, de madre, pero Julita tiene otros planes. He querido que este personaje sea sincero, heroico, que rompiera el corsé que la tiene aprisionada. Para ella, la universidad es el único camino de escapar de su destino, es su gran punto de inflexión. En la universidad empieza a leer poesía, que tanta presencia tiene en la novela.
M.G.- Ahora que mencionas la poesía, es cierto que el amor por la literatura está muy presente en esta historia, a través de Julita, pero también a través de Daniel porque él es un gran lector.
J.A.L.- Yo también soy amante de la literatura y por eso quería que los dos personajes tuvieran ese alma literaria. De hecho, más allá del encuentro casual, lo que hace que los dos personajes conecten es la literatura, a través de esas conversaciones donde hablan de poesía, de libros. Daniel se sorprende mucho porque no espera que ella le hable de María Zambrano o de Lorca.
La poesía también es una manera de romper grilletes porque estaba vista como una cuestión opositora al régimen. Hay que entender que, en aquellos pasillos universitarios y de forma clandestina, se leía a los autores prohibidos, como Machado o Lorca.
M.G.- Casi toda la acción transcurre en Madrid, en los años de posguerra. Es un Madrid que está despertando de la pesadilla de la guerra. He leído mucha novela que transcurre en esta época, pero nunca me habían enseñado el Madrid de los parques, donde vivían gente en bunkers, en casamatas,...
J.A.L.- Cuando termina la guerra, mucha gente va a Madrid a buscar nuevas oportunidades, y muchos han perdido sus viviendas. En esos primeros años de posguerra, se hacinaron muchísimas personas en lugares insospechados, como los túneles de metro, o las construcciones de guerra tales como los bunkers, las casamatas, las trincheras, o los blocaos. Aquellas estructuras se convirtieron en viviendas alquiladas, con direcciones postales. Y en tiempos navideños, hasta se decoraban.
M.G.- Otro tema curioso. Daniel es sefardí y habla ladino. En la novela vamos a ver algunas frases en esa lengua. A lo mejor te parece increíble que esto me sorprenda pero, no me podía imaginar que el ladino fuera tan entendible para los que hablamos castellano.
J.A.L.- Sí. Es como si el castellano antiguo se hubiera parado en el tiempo. El castellano que nosotros hablamos hoy es una derivación de aquel castellano que se hablaba en la Edad media. El ladino es un idioma muy apegado a aquel castellano. Es cierto que se parece muchísimo al castellano y se puede leer.
M.G.- Sobre tu manera de escribir, creo que eres muy proclive a los detalles, que te gusta contar los hechos y las escenas de manera muy minuciosa.
J.A.L.- Me gusta contar historias pequeñas, de personajes anónimos, llenas de emociones humanas, y el quid para esto es contar los detalles de los ambientes, de las escenas, de los personajes,... Me gusta darle verosimilitud a todo lo que narro, a través de esos pequeños detalles que hacen un poco especial la escena o el momento que se está narrando.
M.G.- Para ir finalizando, en las páginas finales mencionas dos nombres grandes de la literatura, que todo el mundo conoce. Me refiero a Felipe Benítez Reyes y a Almudena Grandes. ¿Qué conexión tienen contigo?
J.A.L.- Vivo en Rota. Felipe es del pueblo y Almudena tiene una casa de veraneo aquí. Con Felipe, he coincidido en varios encuentros y me viene ayudando desde hace unos cuantos años, a la hora de perfilar mi carrera como escritor. La primera novela que auto-publiqué la leyó, le gustó, y desde entonces, quedo con él varias veces al año. Ha sido la persona que me ha enseñado a ser paciente, a esperar el momento adecuado. Yo quería publicar mucho antes pero él me decía que esperara a la buena oportunidad. De hecho, esta novela la podía haber publicado con editoriales más modestas, sin desmerecer ninguna, pero claro no hubiera tenido ni la distribución ni la visibilidad que tengo ahora.
Y, a través de Felipe, también conocí a Almudena Grandes, a Luis García Montero, a Benjamín Prado, a esa camarilla que se junta en Rota. Disfruto mucho conversando con ellos. Con Almudena tengo encuentros en verano y para mí es como hacer un máster en literatura. Es uno de mis referentes. Ella me ha ayudado a encontrar alguna documentación histórica que necesitaba, sobre todo en lo referente a las guerrillas en los montes de León.
M.G.- Ahora que ya te has estrenado y has conseguido tu sueño. Imagino que seguirás escribiendo.
J.A.L.- Tengo la suerte de que Ediciones B sigue apostando por mi carrera y, de hecho, hemos firmado para la siguiente. Me encuentro trabajando ya en su documentación, pero no es una segunda parte de esta. La vida en un minuto termina donde termina, aunque hay lectores que me han preguntado que qué pasa con los dos personajes protagonistas. Esa historia posterior la tiene que componer cada lector en su cabeza.
M.G.- José Antonio, gracias por atenderme. La novela es preciosa, me ha gustado muchísimo. Y nada, te seguiremos leyendo.
J.A.L.- Muchas gracias.
Cualquier vida puede cambiar en un minuto
En el invierno de 1943, Madrid se despereza entre las ruinas de la guerra. En los suburbios de la ciudad, Daniel esconde su verdadera identidad y, con ella, su pasado en el conflicto. En el otro Madrid, el de los cafés de tertulia y los escaparates de la calle Serrano, Julita empieza estudiar letras en la universidad y siente la necesidad de separarse del futuro que su familia siempre había prefijado para ella.
El minuto que tardan dos trenes en chocar
Unidos por la fuerza del destino, los dos jóvenes coincidirán en un largo viaje en el expreso desde Madrid hasta La Coruña, huyendo de lo que otros han planeado para ellos. Allí se conocerán y verán nacer su complicidad, sin saber que el tren está abocado a una catástrofe que cambiará sus vidas para siempre.
El minuto que tardan dos miradas en cruzarse
La vida en un minuto rescata un episodio tristemente desconocido de la posguerra, la tragedia de un choque ferroviario que se saldó con cientos de víctimas y que fue silenciado por la prensa del régimen franquista. Lo hace para mostrarnos que el amor y la vida, a veces, pueden nacer entre los escombros.