Año: 2019
Nacionalidad: España
Director: Benito Zambrano
Reparto: Luis Tosar, Luis Callejo, Jaime López, Vicente Romero, Manolo Caro, Kandido Uranga, Mona Martínez, Miguel Flor De Lima, Yoima Valdés, María Alfonsa Rosso, Adriano Carvalho, Juanan Lumbreras, Carlos Cabra
Género: Drama
Sinopsis: Un niño que ha escapado de su pueblo escucha los gritos de los hombres que le buscan. Lo que queda ante él es una llanura infinita y árida que deberá atravesar si quiere alejarse definitivamente del infierno del que huye. Ante el acecho de sus perseguidores al servicio del capataz del pueblo, sus pasos se cruzarán con los de un pastor que le ofrece protección y, a partir de ese momento, ya nada será igual para ninguno de los dos.
Os hablaba la semana pasada de la última novela de Jesús Carrasco, Llévame a casa(puedes leer la reseña aquí), que tantísimo me ha gustado. El nombre del autor extremeño consiguió hacerse un hueco en el mundo literario gracias a su primera novela, Intemperie (Seix Barral, 2013). Mucho se ha hablado de aquella obra, de su trama, de la hostilidad de su contexto, del mensaje. La crítica la alabó y eso hizo que el mundo del cine pusiera sus ojos en aquella historia. Fue Benito Zambrano, cineasta de Lebrija (Sevilla), del que admiro tanto obras como Solas o La voz dormida (por cierto que me entero ahora que está preparando la adaptación de la novela de Cristina Campos, Pan de limón con semillas de amapola), el que dio un paso al frente para llevar Intemperie a la gran pantalla. Y lo hizo con dos grandes: Luis Callejo y Luis Tosar.
La película se estrenó en 2019. He tardado tres años en sentarme a vela. ¿Por qué? Creo que todo se debe a las opiniones que fui leyendo sobre la novela. Temí que fuera un largometraje que me dejara noqueada. Sin embargo, tras comprobar que la prosa de Carrasco me sentó tan bien, y teniendo en cuenta que adoro a Benito Zambrano y que me encanta todo lo que hace Luis Tosar, por fin me he sentado a ver Intemperie. El resultado ha sido mejor de lo que esperaba, pero tampoco me ha dejado una huella indeleble, de esas que perduran con el paso de los años. Os cuento con detalle.
Intemperie narra la historia de un niño de once años (Jaime López), del que jamás sabremos su nombre. Hijo de una familia muy pobre, el niño ha estado al servicio del capataz (Luis Callejo) de un cortijo cercano. Gracias a eso, la familia del pequeño ha podido tirar para delante. Sin embargo, y mientras el capataz supervisa las labores en el campo, el niño consigue huir. Llena su morral de comida y roba de la casa una brújula, un cuchillo y un reloj de oro. Cuando la huida y el robo llegan a oídos del capataz se inicia una búsqueda incesante. Todos los hombres del cortijo rastrean un territorio caracterizado por la sequedad de la tierra y el fuego de un sol que cae a justicia. El niño pretende llegar a la ciudad para empezar una nueva vida, alejada de la tiranía del capataz, pero el cerco sobre él se cierra cada vez más, hasta encontrar a un cabrero (Luis Tosar) que tratará de ayudarle en su huida.
A grandes rasgos, este sería el argumento de la película. Desconozco por qué derroteros transita la trama de la novela pero, lo que nos narra este largometraje es esa huida del niño a través de un terreno hostil e inhóspito. Desde primer momento, el espectador no sabrá por qué el niño quiere huir del cortijo. Desconocemos si lo someten a un duro trabajo, si sufre golpes y maltrato, si añora tanto a su familia que no quiere estar lejos de sus padres y sus hermanos. El motivo de la huida es como una niebla densa que flota a lo largo de todo el metraje hasta que, muy cercano el final de este filme, una pregunta estallará en el aire, que tendrá como única respuesta un profundo silencio. No será necesario pronunciar ni una sola palabra. Ese silencio y algún gesto ocasional del capataz será más que suficiente para entender el porqué de esta huida.
¿Qué destaca la película?
Transcurriendo siete años después del final de la guerra civil, la película pone en evidencia la pobreza de un país sumido en la miseria, especialmente en un entorno rural, en el que el hambre es un miembro más de las familias. Intemperie es el reflejo de la durísima vida en el campo, cuando la práctica totalidad del trabajo se lleva a cabo precisamente así, a la intemperie, es decir, a cielo descubierto. Sin techo sobre la cabeza, trabajan los jornaleros y también el Moro (Luis Tosar), que con sus ovejas va de aquí para allá, en busca de agua y pastos para sus animales, en absoluta soledad.
Intemperie también cuenta cómo viven las familias más pobres, los desheredados de la tierra, hacinados en cuevas, sin nada que llevarse a la boca. Son familias que se ven obligadas a aceptar vaya usted a saber qué cuando un capataz, erguido en su caballo, señala con el dedo a uno de tus hijos para llevárselo al cortijo. Cierra los ojos porque la oportunidad que te brinda la vida no la puedes rechazar. Eres un afortunado. Que lo sepas.
Pero Intemperie es sobre todo un relato de amistad y lealtad. La relación que se forja entre un hombre y un niño es la base de toda esta historia. Aunque en los primeros contactos, el niño se muestra reticente y desconfiado -no hay que olvidar que huye de un hombre adulto-, entenderá que el Moro es un hombre justo, cabal y honrado, que solo quiere ayudarlo desinteresadamente. Poco tiempo pasarán juntos, pero las pocas horas en medio de un secarral, sin nadie alrededor, unen mucho. El Moro le contará algunas cosas de su vida. El niño mantendrá silencio la mayor parte del tiempo.
Personajes
Tres son los personajes protagonistas de esta película. El capataz es un hombre exigente y despiadado. Trata con severidad a sus empleados y muestra su poder ante hombres, mujeres y niños, sin importarle absolutamente nada. Se pasea por las tierras causando temor a los más desvalidos. No obstante, a pesar de su carácter cruel, posee un lado religioso. ¿Acaso no siempre fue así? El trabajo en el campo es duro. No solo por las labores de labranza y recogida de la cosecha, no solo por el sol a sol, por tener que sufrir las inclemencias del tiempo, sino también por estar bajo el yugo de los terratenientes, o bajo el poder de la mano derecha de estos, esos escalafones intermedios a los que no les importa tratar con dureza a los jornaleros si con eso satisfacen a sus señores. El látigo en el campo. El rezo en la iglesia.
¿Quién interpreta a este personaje? Al capataz le da vida Luis Callejo. Me pasa con este actor lo que me pasaba hace muchos años con Antonio de la Torre. Lo veo hacer muy buenos papeles, de todo tipo porque, lo mejor que tiene es que no se encasilla, y parece como si los espectadores no lo hubiéramos tenido muy en cuenta. Hasta ahora. En esta ocasión, se mete en la piel de un hombre tan perverso como este capataz que anda loco buscando a un niño, al que quiere recuperar sin un solo rasguño. ¿Qué esconde este hombre tan adusto?
El Moro es un hombre que está de vuelta de todo. Desencantado por la vida, ha dejado de creer en el hombre. Curtido en las guerras de Marruecos y en la guerra civil española, el Moro prefiere la soledad. Más vale solo que mal acompañado. Está cansado de ver cómo el hombre lucha contra el hombre, cómo se la da tan poco valor a la vida y se respeta tan poco a la muerte. El Moro ha ido cosechando valores con los años, costumbres que transmitirá al niño, como un legado que le deja en herencia.
Interpretado por Luis Tosar, bajo mi punto de vista no es el mejor trabajo de su carrera. No me cabe la menor duda de su capacidad interpretativa pero su papel como pastor solitario no me ha impactado como sí ha ocurrido con otras películas. En cualquier caso, estoy abonada a este actor que sabe elegir tan bien sus papeles, por eso veré todo aquello a lo que preste su talento.
El niño conoce desde pequeño lo dura que puede resultar la vida. La suerte se cruzó en su camino y apareció ante él la figura del capataz. ¿Suerte? Eso dicen. Sin embargo, el pequeño pergeña un plan de huida. Quiere alejarse de ese hombre y caerá en las manos de otro, pero tan distinto a aquel. El niño aprenderá que no todos los hombres son iguales. Que los hay crueles y malvados, pero también otros que están dispuestos a dar la vida por otro ser humano. El niño ve en el Moro ese padre que nunca ha tenido, al que se abraza cuando el dolor de su alma le escuece, un adulto que lo protege y que no lo ha echado a las manos del demonio.
Tengo que destacar el trabajo de Jaime López. En 2015 formó parte del reparto de Techo y comida (Juan Miguel del Castillo), junto a Natalia de Molina. En la reseña de aquella película, que puedes leer aquí,no hice mención alguna a su papel, pero en esta ocasión, me ha encantando. La expresión de su rostro es un muestrario de emociones, desde el miedo, la desconfianza, el dolor, el abatimiento, el cansancio, la curiosidad,... Hay una escena final en la que el niño lo borda, tan creíble, tan entregado.
Y otros personajes acompañarán a estos tres protagonistas. El Triana, otro hombre de confianza del capataz, está interpretado por un estupendo Vicente Romero. Manolo Caro hace de tullido, con una caracterización fantástica. Y especialmente desaprovechada está la figura de María Alfonsa Rosso.
Escenarios
Los hechos de Intemperie ocurren en un lugar al que apenas se presta atención. Se habla de una ciudad, sin que se precise cuál es. Lo que se presenta ante nuestros ojos es una zona casi desértica, en la que la tierra y el pasto tienen el mismo color. Esas tonalidades más el calor asfixiante que padecen los personajes bien podrían hacer pensar en los desiertos de Almería. Pero hay un detalle en la película que va a terminar por ubicar al espectador. Eso sí, tienes que ser rápido. El trayecto de un autobús de línea sitúa la acción en Granada. Y efectivamente es en la provincia andaluza donde se rueda esta película. Localidades como Orce o Galera serán el contexto espacial de la historia.
¿Me ha gustado esta película?
Me ha gustado el mensaje y los valores que transmite, el énfasis en la amistad sincera. Los escenarios son fundamentales en esta historia llena de aridez, tan necesarios para mostrar la dureza en la que viven sus personajes. Sin embargo, en lo que a mí respecta, el argumento me ha parecido algo difuminado. Me falta algún tipo de introducción en esta historia, unas breves pinceladas que me pongan en situación. ¿Cómo llegó el niño a vivir bajo el supuesto amparo del capataz? ¿Mejoró algo la vida de su familia una vez que el niño cambió la cueva en la que vivía por el cortijo? Son cuestiones que quedan muy en el aire. Por otra parte, quizá hubiera estado bien ahondar un poco más, y no de manera tan sutil, en los motivos por los que el niño huye. Las evidencias no confunden al espectador que entenderá definitivamente qué le ocurre al pequeño pero, sin ser demasiado explícito, se podría haber mostrado alguna escena que retrate esa circunstancia.
Sin embargo, la película cuenta con otro punto a favor. La banda sonora me ha parecido espectacular. De entrada, oiremos a Silvia Pérez Cruz cantar Intemperie, melodía escrita por Javier Rubial, y con la ganó el Goya a la Mejor Canción Original en 2019. Y no me extraña porque es una belleza y la letra dibuja muy bien la historia del niño.
Allí donde miran los ojos del agua,
un duelo de fuego señala mi mancha.
Campanas de duelo a golpes de fragua,
no tiene consuelo mi herida tan ancha.
Vienen por los cerros ladrando mi nombre,
me llaman los perros de la madrugada.
De un golpe certero me hicieron un hombre,
con temple de acero y lengua de espada.
La luna estaba en la cumbre
cuando se puso de parto
y tuvo un niño de lumbre
sobre cunita de esparto.
Mancharon mi almohada, tumbaron mi nido,
mi alma arrasada, mi rumbo perdido,
que el cielo se asombre nadie lo esperaba,
la mano del hombre con el hombre acaba.
Que la gloria reine sobre este chiquillo,
quien me trae un peine para este flequillo,
y para su boca dame miel de caña,
que no pruebe el vino del odio y la saña.
En definitiva, y como dije al principio, Intemperie me ha gustado más de lo que esperaba. Posee un ritmo lento pero es que el calor aploma los cuerpos. Es esta una historia de la que muchos hablan de western español. Yo prefiero ver en ella el retrato de una España rural polvorienta, recalentada, triste, cruel y hambrienta.
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