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JOSÉ Mª FUSTER-FABRA: ❝He querido rendir homenaje a mis compañeras abogadas en Derecho penal❞

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José María Fuster-Fabra es abogado, socio decano de Fuster-Fabra Abogados, doctor en Derecho y profesor de la Universidad de Barcelona, de la Universidad CEU-Abat Oliba y de diversos másteres. Con una dilatada trayectoria profesional, este abogado, experto en la defensa de miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad y víctimas del terrorismo, es autor, entre otros libros, de En toga de abogado, un abogado que se enfrentó al terrorismo (Planeta, 2014). Fuster-Fabra pone el pie, por primera vez, en la narrativa con su novela Tu refugio en el infierno

Hablamos telefónicamente con el autor. 

[Fuente: Web Editorial Planeta]
Marisa G.- José María, no le quiero robar mucho tiempo. ¿Le parece que hablemos de su novela Tu refugio en el infierno?

José Mª F.- Perfecto.

M.G.- Antes de hablar de este libro en concreto, he estado leyendo sobre su trayectoria profesional, he visto que usted ha publicado varios libros, pero quisiera que me aclarara si esta es la primera novela.

J.M.F.- Sí, es la primera novela. 

M.G.- ¿Y por qué adentrarse en la narrativa? No sé si ha sido como un reto que se propuso...

J.M.F.- Se me ocurrió durante la pandemia, en esos días en los que estuvimos siempre encerrados. Escribiendo a pluma y en hojas de papel de la universidad, empecé a recordar algunos personajes que he conocido en mi vida profesional. Comencé a ficcionarlos un poco. La escribí, repito, a pluma y en hojas de papel de la universidad durante el confinamiento, prácticamente sin apenas correcciones y luego la pasé a ordenador.

M.G.- ¿Y qué podría decirle a los lectores sobre esta novela? ¿Qué historia va a encontrar entre sus páginas?

J.M.F.- Tu refugio en el infierno pivota sobre dos personajes que son antitéticos y, a veces, muy atractivos. Uno de ellos es un policía que, además es marqués. Me decía un periodista que poco puede sorprendernos en la novela negra, pero lo de un inspector de policía aristócrata es algo curioso.

M.G.- Sí que es novedoso.

J.M.F.- Es un personaje inspirado en alguien real, con un pasado turbulento. En su juventud fue hippie, también fue legionario y tuvo enfrentamientos con su padre. Al final decide hacerse policía y se ve envuelto en una investigación por el asesinato de una chica que ha trabajado en un club de alterne en Barcelona, y que aparece muerta en Bogotá. Tiene que contar con la colaboración de una abogada [Irene Serrano] que es todo lo contrario a él, hecha a sí misma, forjada desde cero, con una vida complicada y difícil, abriéndose camino en el mundo de la abogacía. Con este personaje femenino, he querido rendir homenaje a mis compañeras abogadas que se dedican al ámbito del Derecho penal. Fíjese que, cuando competimos en condiciones de igualdad a cargos de fiscales o jueces, la mayor parte de las plazas las sacan las mujeres. Sin embargo, si usted mira los nombres importantes del Derecho penal en España, siempre se encuentra a los mismos abogados, y casi todos somos hombres. 

M.G.- Sobre ese personaje femenino me gustaría preguntarle algo más tarde pero centrándonos en Fran, ese inspector de policía procedente de la aristocracia, tendrá que lidiar en la calle con lo que se encuentra y también tiene muchas batallas en su entorno familiar. Fran es la oveja negra de la familia.

J.M.F.- Usted lo ha definido perfectamente. Fran es el garbanzo negro de una familia aristocrática, con una fortuna razonable. Por eso el padre no admite que su hijo se vaya a Ibiza y viva como un hippie, y luego se aliste en la legión, en vez de seguir sus pasos. Fran es un rebelde, que utiliza su educación privilegiada para resolver los casos, pero tiene su punto humano y su punto canalla. 

M.G.- Me dice usted que está inspirado en una persona real. No sé si ha tenido que hablar con esa persona para que, en cierto modo, le dé permiso para inspirarse en él.

J.M.F.- No, no. Llevo defendiendo policías desde el año 1987. Calculo haber defendido alrededor de seiscientos policías de todo tipo, desde generales de la Guardia Civil, mossos d'esquadra, hasta los humildes policías locales del pueblo más pequeño que se pueda imaginar. Recuerdo una tarde que había quedado en el despacho con un policía. Tenía un apellido muy rimbombante, alto, delgado con muy buen aire. Me contó su historia pero no es, ni mucho menos, la de Fran. Era un policía extraordinariamente educado y que hacía de la educación su mejor arma para investigar.

M.G.- En la novela nos vamos a encontrar con un abogado, al que se le conoce como Efe Efe, que se ha pasado la vida defendiendo a policías. Imagino que será su alter ego.

J.M.F.- (Ríe). Sí, evidentemente soy yo. Todo el mundo te lo dice. En la primera novela acabas hablando de ti. Mientras escribía, me di cuenta que el personaje de Fran tenía mucho de mí, así que decidí tomar distancia creando mi propio personaje. Efe Efe es el abogado de Fran, un veterano abogado, canoso, que aparece dando algunas ideas y consejos.

M.G.- Hay más personajes reales. Me ha divertido encontrarme el cameo de Ildefonso Falcones al que un personaje se encuentra en el AVE. No sé si ese encuentro realmente tuvo lugar.

J.M.F.- (Ríe) No. El secreto es el siguiente. Soy amigo de Falcones desde muy niños. Somos muy amigos y hemos seguido trayectorias muy diferentes. Los que han leído El pintor de almas se habrán encontrado con un personaje, el abogado del anarquista, que se llama José María Fuster. En esta novela he querido devolverle la pelota a Falcones, sin que él lo supiera, metiéndolo en una conversación ficticia pero que bien podría ser real, conociéndolo como lo conozco. De hecho, cuando le entregué el libro y lo leyó, le hizo gracia. Es fruto de nuestra amistad desde hace, prácticamente, cuarenta años. Es un pequeño guiño que creo que queda bien. Utilizo el encuentro con Falcones para auto-parodiar mi novela. Falcones es un grandísimo escritor, que se documenta muchísimo, mientras mi novela solo busca entretener. Es una novela muy rápida, en la que pasa algo en cada capítulo, con un desfile de personajes que es fruto de mis memorias y de mis casos. Lo que hago es colocar personajes reales en situaciones en las que no han estado y personajes ficticios en situaciones que han existido realmente. 

M.G.- Antes comentaba usted ese papel de la mujer en el mundo de la abogacía que a mí me ha resultado especialmente interesante. La novela denuncia ese trasfondo machista que todavía impera prácticamente en todos los gremios. 

J.M.F.- Sí, Francisco de Borja Alba de Lauria y Monforte no es precisamente un hombre al uso. Es un tipo canalla, mujeriego, pero es un hombre que reconoce los valores y los méritos de la mujer. Él lo dice, que a sus amigos hombres y a sus amigos mujeres los trata igual. Es algo que se ve en la novela. Con Irene, él intenta seducirla pero es ella la que marca el terreno porque es una mujer que se ha ganado lo que tiene, que ha luchado y peleado, y ha llevado casos difíciles. Que entre ellos haya, digamos, cierto punto de atracción o no, bueno eso lo tendrá que descubrir el lector. Me ha gustado crear el personaje de Irene porque es una reivindicación de las mujeres abogadas.

Y luego hay otro personaje femenino que, para mí, es absolutamente entrañable. Me refiero a Felipa Avendaño que existió de verdad. Me emociono un poco al recordarla. Ella fue la segunda madre de mis hijos. Vino a trabajar a mi casa, como todas esas personas que vienen a ayudarnos. Ella es tal y como la describo en la novela. Desgraciadamente nos dejó en el mes de agosto, sabiendo que era personaje del libro, pero sin haber podido llegar a leerlo. En Felipa hay otro homenaje a toda esa gente que viene de otros sitios, de otros pueblos, de otras tierras, que nos ayudan, nos facilitan la vida.

M.G.- Bonito homenaje, bonito guiño. José María, me gustaría que también me hablara usted de algo que me ha parecido igualmente interesante, como es esa relación entre abogados y policías. En la novela se dice más o menos que suelen ser enemigos pero que no siempre es así, sino que puede haber una buena colaboración.


[Si prefieres escuchar la entrevista, dale al play]


J.M.F.- Naturalmente. Este mundillo de la justicia, de los abogados, de los policías, de los jueces y fiscales tienen un momento culmen, los juicios. Un abogado y un fiscal, aunque sean íntimos amigos, en el momento en el que se ponen la toga y tienen que salir a la sala de justicia son como esos dos hermanos, que uno juega en Betis y el otro en el Sevilla, y uno tiene que chutar un penalti contra el otro. En el campo no hay amistad. En la justicia pasa lo mismo. Entre nosotros hay muchísimas relaciones personales porque todos tenemos tendencia a juntarnos más o menos con la gente de nuestro círculo. Hay abogados que somos amigos de fiscales y fiscales que son amigos de jueces.

M.G.- A lo largo de la narración, no siempre se ha centrado en el desarrollo del caso propiamente sino que también nos cuenta qué ocurre dentro de la sala de un juzgado o cómo se prepara un operativo en el que participan varios cuerpos y fuerzas de seguridad. Digamos que usted hace un retrato global del mundo en el que se mueve.

J.M.F.- Claro, piense que he defendido a unos quinientos policías, a los que he conocido en momentos difíciles, cuando necesitan un abogado. Para poder defenderlos tienes que entrar en las tripas de los operativos, de las situaciones que ellos han vivido. En la operación que cuento en la novela, aunque no es una operación real, sí es un compendio de operaciones reales debidamente trenzadas, que al lector le pueda dar una muy buena idea de cómo se monta un operativo, de cómo es una investigación. Incluso voy un poco más allá y arriesgo al contar las características de los cuerpos, entrecruzando una investigación de la policía y de la guardia civil. Algo que les ha divertido mucho a unos y a otros es verse como ese matrimonio que, al cabo del tiempo, se han acostumbrado a compartir piso, con cosas buenas y malas. Al igual que un matrimonio tiene que sacar adelante a una familia, los policías y guardias civiles, con sus cosas y circunstancias, tienen que sacar adelante los casos cuando tienen que colaborar.

M.G.- Los hechos transcurren en Barcelona. Hay diversas referencias a establecimientos de la ciudad, casi que podemos ir tomando nota para una futura visita. ¿Se podría decir que Barcelona tiene cierto protagonismo en la novela?

J.M.F.- Soy muy barcelonés. Soy un enamorado de mi ciudad. Tengo una añoranza enorme de aquella Barcelona maravillosa de después de las Olimpiadas, abierta, liberal, culta y cosmopolita. Usted me está llamando desde Sevilla y los sevillanos sois muy sevillanos.

M.G.- Sí.

J.M.F.- Son andaluces pero son muy sevillanos. A mí me pasa lo mismo. Soy catalán pero soy muy barcelonés. Somos dos ciudades que tenemos un signo de identidad muy propio. Estoy enamorado de Barcelona, de la alta, de la baja, de la media; de los rincones de Barcelona. En la novela menciono unos cuantos restaurantes, que son los que más frecuento. No todos aparecen en las guías gastronómicas y pueden servir de referencia para los lectores.

Esta novela es muy barcelonesa, pero también le digo que soy un gran enamorado de Sevilla. Tengo grandísimos amigos en Sevilla, y voy siempre que puedo. Como le digo, ustedes y nosotros tenemos algo en común. Los sevillanos son andaluces y españoles, pero son muy sevillanos. Los barceloneses somos catalanes y somos españoles, pero somos muy barceloneses.

M.G.- Le entiendo. El título proviene de una canción de Loquillo. Me gustaría que me aclarara usted por qué la elección de esa canción, de esa estrofa.

J.M.F.- Es un homenaje a Loquillo. Tu refugio en el infierno es la estrofa final de la canción Hermanos de sangre, que termina diciendo «yo seré tu hermano de sangre y tu refugio en el infierno» (puedes oírla aquí). En estos tiempos, valores como la amistad, la solidaridad, el compañerismo, el compartir una causa y el luchar codo con codo, sabiendo que uno está con el amigo, y el amigo está contigo, se están perdiendo. Hermano de sangre es un canto a esto mismo. No lo es a una causa en concreto, es un canto a la solidaridad, a la amistad y al compañerismo. Esta canción es mi himno particular, es la canción que yo escucho en los momentos en los que estoy solo, o me encuentro conmigo mismo. Es muy bonito decirle a un amigo, a un compañero, a tu propia pareja, «yo seré tu hermano de sangre y tu refugio en el infierno». Es decir que aquí tienes mi mano y estaré contigo hasta el final.

M.G.- Lo ha comentado antes, José María, pero también lo recalca en las páginas finales. En esta novela no hay más documentación que su imaginación y su memoria.

J.M.F.- Nada más. No he consultado un solo libro, ni un solo papel. Iba escribiendo, repito, a pluma. Cuando pasó la pandemia, la pasamos a ordenador en el despacho. Repasé algunas faltas de ortografía, algún signo de puntuación, alguna circunstancia, definí algún detalle y tal y como quedó, la envié a esta editorial tan importante. No esperaba que me hicieran caso. Me dijeron que los personajes le gustaban mucho, que el personaje de Fran era muy original.

M.G.- ¿Y cree usted que Fran se podría convertir en personaje de saga?

J.M.F.- Me han dicho de todo. (Ríe). Me han dicho que es un personaje para hacer una película, una serie o  para protagonizar más novelas. Incluso, lo más gracioso que me dijeron en una entrevista fue que Fran era una especie de James Bond a la española. (Ríe) Para mí todas estas propuestas son un halago. Si la novela tiene éxito, pues Dios dirá. Como usted entenderá yo me gano la vida defendiendo casos y con la universidad. No tengo mucho tiempo para escribir. Pero bueno, si la novela tiene éxito, como tampoco veo mucho la tele, me podría poner a escribir de aquí a un tiempo, y vaya usted a saber lo que sale. Y si la novela no gusta, pues ahí quedará para los que quieran pasar un rato agradable y entretenido.

M.G.- Desde luego, original sí que es. He leído mucha novela negra y nunca me he topado con un inspector con los modales que Fran se gasta.

José María no tengo más preguntas que hacerle. Le agradezco mucho que me haya atendido y le deseo una feliz tarde.

J.M.F.- Muchísimas gracias a ustedes. 


Sinopsis: La vida requiere acción contra el aburrimiento intolerable.

Me llamo Francisco de Borja Alba de Lauria y Monforte, marqués de Gules, pueden llamarme Fran, para abreviar, y soy, sí, soy, inspector del Cuerpo Nacional de Policía en la Jefatura de Barcelona. Marqués por la gracia de mi padre; no es que me entusiasme, pero he de afirmar que mi educación privilegiada me ayuda a desempeñar un cargo que es, cómo decirlo, una vocación. Pasé por una temporada hippie en Ibiza aclarándome las ideas y luego otra temporada en la Legión para curtirme como es debido. Me gustan las mujeres, los buenos restaurantes y, aunque tengo una marcada tendencia a ir por libre, soy leal y cumplidor, y estoy convencido de que la vida requiere acción. Siempre he pensado que en el mundo hay dos tipos de personas: los que hemos venido a no aburrirnos y los que sí lo hacen; los segundos no me interesan en absoluto. 

Desde que Mariela Vegas, prostituta en un club de alterne, ha aparecido asesinada en Colombia no paro de dar vueltas a cómo hincar el diente a un caso que, como las estadísticas, oculta más de lo que enseña. ¿Trata de blancas? ¿Narcotráfico? ¿Terrorismo? ¿Corrupción institucional? Si me ayudan a resolver este caso, les prometo un paseo por los bajos y los altos fondos barceloneses y una visita pormenorizada a la cocina del trabajo de policías, guardias civiles, espías, abogados, fiscales, jueces… Y políticos corruptos. ¿Me acompañan?

Como lectores de novela policíaca, demos la bienvenida a esta novela en la que el reconocido abogado José María Fuster-Fabra ha vertido gran parte de su invaluable experiencia con humor, soltura e ingenio.


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