Autor
Salvador Navarro (Sevilla, 1967) es ingeniero industrial de Renault. En 2002 publicó su primera novela, Eres lo único que tengo, niña, a la que han seguido Rosa.0, Andrea no está loca, No te supe perder y Huyendo de mí. Muy influido por la narrativa americana del siglo XX, desarrolla una literatura urbana con fuertes componentes psicológicos.
Sinopsis
Álex Panelas, un joven periodista gallego que malvive en Madrid, contratado por una revista digital de ultraizquierda, recibe amenazas de una millonaria venezolana tras publicar un artículo a favor del régimen chavista. La señora lo seduce para escapar de sus miserias laborales con un trato irrenunciable, cinco mil euros al mes y un apartamento de lujo en Sevilla, a cambio de hacerse amigo de Dan, un empresario treintañero. Sin más. Sin prisas. Con la sola condición de no pedir explicaciones. El reto le abre mil puertas luminosas al gallego, aunque comprende pronto la fuerza destructora de la venganza que esconde ese desafío: una batalla entre familias que hunde sus raíces en el Nueva York de los ochenta. Aun participando a ciegas en el complot, acaba de encontrar una trama explosiva para construir su primera novela, con dos líneas argumentales: el pasado perverso de quien le contrató y el chantaje al que debe enfrentarse conforme la venezolana va subiendo la apuesta. Y esa oportunidad no hay quien se la quite a quien dudaba de su capacidad para nacer como escritor, para crear ficción; un Álex entusiasmado que aprovecha para empaparse de técnicas de escritura y así estructurar una historia llena de flecos y ángulos muertos, sin saber hasta qué punto él va a convertirse en el epicentro dramático de su propia narración.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Llevaba meses demorando la lectura de esta novela. Concretamente, ocho meses. Los motivos por los que no me puse con su lectura tras su publicación se remontan al verano de 2018. Salvador Navarro contactó conmigo. Tenía una nueva historia entre manos y necesitaba sondear el terreno. Me mandó un borrador y me lo llevé a la playa. Pero tal circunstancia coincidió con un revés de la vida. Mi madre sufrió un ictus y aquello me tuvo sumida en un pozo durante varios meses. No andaba yo para lecturas, ni para críticas objetivas, pero cuando me comprometo a algo, me comprometo. Así que, con el corazón en un puño y pendiente de la evolución de mi madre, me dispuse a leer aquellas páginas. Probablemente no le fui de gran ayuda. Mi cabeza estaba muy dispersa e hice lo que buenamente pude. Mi madre falleció unos meses después y todavía hoy no soy capaz de desvincular esta novela con aquella fatídica desdicha. Bien que lo siento, Salva.
Cuando Nunca sabrás quién fui salió a la venta, acudí a la presentación del acto (cuya crónica puedes leer aquí). Regresé a casa con un ejemplar bajo el brazo, debidamente firmado por su autor. Mil veces lo cogí para sentarme a leer. No podía. Con el libro en las manos me venían a la cabeza escenas de aquellos meses. Resultan sorprendentes las jugarretas que nos puede hacer la mente. Abría las páginas de la novela, leía tal escena y conectaba esa situación con aquella llamada en la que se me comunicaba que mi madre había empeorado y había que llevarla de nuevo al hospital. Podía vincular un capítulo completo con el más terrible de los diagnósticos. Y así, una vez, dos veces, tres veces. Tres ingresos hospitalarios coincidieron con la lectura del borrador de esta novela. Nunca sabrás quién fui no es una novela maldita para mí, pero sí será de esas lecturas que me acompañarán siempre, un nexo de unión que me ata irremediablemente a los últimos días de mi madre.
Y ha tenido que pasar casi un año desde su publicación para armarme de valor y por fin, leerla este verano. Los recuerdos siguen ahí pero el nudo en la garganta se sobrelleva mejor. Si de aquel borrador le señalé al autor, acertadamente o no, ciertas cuestiones que no me terminaban de convencer, es justo decir ahora que el resultado final ha sido fantástico. Se nota muchísimo esa labor de pulido, el trabajo posterior que debe existir tras una primera escritura.¿Tomó en cuenta el autor aquellas deslavazadas indicaciones que le hice llegar? No lo sé. Tendría que ponerme a comparar lo que le comenté con lo que ahora leo en la novela. No lo voy a hacer porque tampoco me preocupa. Máxime cuando tengo clarísimo que la obra ha mejorado bastante y me ha gustado mucho más lo que me gustó aquel verano horrible. Y después de todo este rollo que os acabo de soltar, por el que os pido disculpas, entro en materia.
Nunca sabrás quién fui
¿Qué vamos a encontrar en esta novela? Hablar de Nunca sabrás quién fui es complicado. La historia que nos presenta Salvador Navarro es tan intrincada que no resulta fácil contar, ni a grandes rasgos, su argumento. Así que, esta vez, me voy a apoyar parcialmente en la sinopsis que nos ofrece la editorial.
La acción principal arranca en 2017, en Sevilla. «Álex Panelas, un joven periodista gallego que malvive en Madrid, contratado por una revista digital de ultraizquierda, recibe amenazas de una millonaria venezolana tras publicar un artículo a favor del régimen chavista. La señora lo seduce para escapar de sus miserias laborales con un trato irrenunciable, cinco mil euros al mes y un apartamento de lujo en Sevilla, a cambio de hacerse amigo de Dan, un empresario treintañero. Sin más. Sin prisas. Con la sola condición de no pedir explicaciones». A Álex le parece una propuesta extraña pero le hace falta el dinero, así que no se lo piensa. Lo que esa señora, de nombre Lola, se traiga entre manos es cosa suya.Él solo tiene que hacerse amigo de Dan y para ello, para acercarse a él, finge tener un accidente delante de la puerta de su casa.Álex empotrará su coche contra una farola, justamente cuando Dan esté saliendo del portal de su edificio. Las labores de auxilio darán pie a que entablen amistad.
A partir de este momento, Álex fingirá ser un madrileño que ha recalado en Sevilla. En realidad, es un gallego con pretensiones de convertirse en escritor. Sueña con escribir una novela. Su estancia en esta ciudad, económicamente respaldada por Lola, le permitirá tener tiempo libre para sentarse a escribir. Y acudirá también a un taller de escritura donde podrá recibir consejos para encauzar la historia que tiene entre manos. Todo esto mientras el lío en el que se ha metido se va complicando cada vez más. Este juego que Lola le propone se va volviendo cada vez más perverso. ¿Cuáles son las verdaderas intenciones de Lola? ¿Por qué tiene esa inquina contra Dan? Bueno, eso lo tendréis que averiguar vosotros. Lo que sí os digo es que llegará un momento en que todo se desmorone alrededor de Álex y la realidad dejará de tener consistencia para convertirse en humo. El plan de Lola es de dimensiones mucho mayores. Su propósito llega más allá de Dan, abarca más terreno y su motivación tendrá bastante que ver con sucesos del pasado. Pero todo está tan camuflado que, en algún punto de la lectura, puede que te preguntes qué conexiones existen entre unos personajes y otros, qué nexos de unión hay entre unos hechos y otros. Tendrás que esperar para conocer las respuestas. Salvador Navarro lo tiene todo pensado de tal modo que, cuando llegues al final de la historia, tendrás que dar dos pasos atrás para mirar, en toda su extensión, el enorme tapiz que ha tejido. Entenderás entonces que la labor de ingeniería que sustenta esta obra es brutal.
La narrativa de Salvador Navarro
El autor sevillano acostumbra a echar mano de aquello que tiene a su alrededor. Se nutre de sus experiencias, de sus amigos, del entorno histórico-social que lo envuelve, de la actualidad. Sus novelas están llenas de él y de su vida. Hay detalles que serán visibles únicamente para los que conocemos al Salva-hombre, no al Salva-escritor. Sus amigos y conocidos sabremos identificar ese edificio del que nos habla en algún capítulo, porque sabemos que él lo contempla cada día desde su ventana. Imaginaremos también que en tal escena puede estar la mano de ese otro amigo escritor que un día le contó una vivencia. O intuiremos en alguna línea de texto la sombra de sus escritores favoritos. Admito que todo esto, al alcance de sus amigos y conocidos, es una gran ventaja para poder disfrutar aún más de lo que Salvador escribe. Pero no te preocupes porque, desconocer estos datos no va a restar ni un ápice de tu interés por la novela.
Metaliteratura
Salvador Navarro juega constantemente. El lector tiene una novela en sus manos que desarrolla una historia a lo largo de más de quinientas páginas. Pero, ¿qué pasa con la novela que Álex está escribiendo?¿Qué papel juega ese relato dentro del propio relato que lee el lector? El autor lo hace muy bien. En ocasiones, el entramado de este libro te puede resultar un poco caótico pero Salvador va dejando miguitas de pan por el camino. Será la propia novela la que se explique a sí misma, a través de la obra que está escribiendo Álex. Es complicado explicarlo mejor y seguro que es mucho más complicado escribirlo, por eso lo que ha hecho Salvador en este libro me parece brillante. Como consejo te diré que abras la mente y te dejes sorprender por lo que te espera al final del camino.
Hay mucho de Salva en las emociones que Álex siente cuando se sienta a escribir, en las sensaciones que el personaje dice experimentar cuando se enfrenta al proceso narrativo. Pero también hay mucho del autor en las expresiones de sus personajes, en ese ¡Muero! o en ese ¡Me encanta! que a veces él utiliza en su día a día, para manifestar la ilusión y el entusiasmo que experimenta en un momento dado.
Personajes
Si bien Álex será el personaje principal, habrá otros tantos que también tendrán mucho protagonismo. Hombres y mujeres salen y entran de escena, no sin motivo, hasta constituir un buen puñado de nombres, dándole a la obra un carácter muy coral. La construcción de todos ellos es minuciosa. A lo largo de toda la novela vamos a ir conociendo a todos los personajes en profundidad porque a Salvador Navarro no le basta con apuntalar tímidamente la personalidad y la trayectoria vital de sus protagonistas.Él se esmera en fabricarles una vida completa, desde el principio hasta el final. Ahondará en sus orígenes, familia, trabajo, amistades, relaciones, avatares,..., de tal modo que, aquello que piensen y aquello que hagan estará siempre respaldado por su pasado, por sus circunstancias, por la verosimilitud.
Álex Panelas es un periodista gallego que no tiene donde caerse muerto. Los pocos ahorros que tenía los ha invertido en sacar a su madre de prisión. ¿Y eso?, te preguntarás. Digamos que la madre no es trigo limpio y tiene problemas con la justicia. Pero eso es otra historia. Álex está sin blanca así que, en cuanto aparece la venezolana, poniéndole un pastón encima de la mesa con un propuesta de lo más rocambolesca, no se lo piensa.
Por otra parte, en el plano sentimental, nuestro protagonista también está en horas bajas. Estíbaliz, el gran amor de su vida, lo ha abandonado. Serán muchas las mujeres que pasen por la vida de Álex, alguna con más repercusión que otra, pero Estíbaliz será una constante en su mente. ¿Quién es esta mujer? Poco a poco el autor nos irá desvelando su identidad.
Dan es hijo de padre neoyorkino y madre sevillana. Su padre, Martín, se enamoró de la lengua de Cervantes y quiso venir a aprenderla donde mejor se habla. Profesor en un colegio internacional, está casado con Aurora, una mujer de delicada salud y madre de Patricia, fruto de una relación anterior. Dan adora a Patricia. Ella es su gran referente y, a su vez, Patricia tratará de apartar a su hermanastro de cualquier posible fuente de dolor, porque Dan está diagnosticado de autismo. Ha sufrido varios episodios complicados que lo han obligado a ingresar en algún centro sanitario pero, en el momento en el que Álex lo conoce, parece vivir en un estado de estabilidad emocional.
A mí me ha resultado un personaje algo solitario. Por eso, cuando conoce a Álex se vuelca tanto en él, en la amistad que los ha unido de forma casual, o eso cree él, y por esa razón, en algún momento se sentirá traicionado.
Pero, como dije antes, Nunca sabrás quién fui es una novela muy coral. Serán muchísimos los personajes que surjan en estas páginas - Teresa, Charo, Quini, Eleanor,...- todos ellos muy bien construidos. Insisto. Todos ellos con un pasado complicado que terminará por resurgir en el presente.
Sevilla
Que los escenarios de sus novelas cobren gran importancia es ya seña de identidad en la narrativa de Salvador Navarro. Sevilla es esa gran protagonista que no puede faltar en sus libros. A través de las novelas de Navarro, hemos conocido la Sevilla más oculta, la de los rincones escogidos, la de las calles alegres, la que muestra su esplendor en parques y jardines. Volverán a estas páginas todas esas referencias gastronómicas, con nombres de bares y restaurantes, todas sus plazas públicas y sus monumentos. Y, en esta ocasión, los personajes no se moverán únicamente por la capital, también lo harán por diferentes municipios de la provincia.
Pero Nunca sabrás quién fui es, a mi juicio, la novela más cosmopolita del autor, casi tanto como él mismo. Sevilla competirá con otros escenarios como Bogotá, Madrid o Nueva York. No serán ubicaciones casuales, meros trasfondos, sino que se requiere un manejo diestro que Salva solventa perfectamente, para que los personajes se muevan por esos lugares con soltura y naturalidad.
Estructura y estilo
Antes decía que el lector va a poder conocer a los personajes con profundidad, por eso la narración de esta novela requiere de numerosos flashbacks. De este modo, el hilo argumental del presente se ve interrumpido frecuentemente para permitir al lector viajar en el tiempo. De hecho, el primer capítulo de la novela nos llevará hasta Boca Chica (Colombia), en el año 1974, donde conoceremos a varios personajes que harán su verdadera aparición estelar una vez que la historia esté encarrilada. El tiempo baila con el lector en Nunca sabrás quién fui. Esta forma de avanzar y retroceder en la línea temporal, encajando sucesos y colocando las piezas en este gigantesco puzle que compone el autor, denota una trabajo brutal. Los que sigáis al autor por redes sabréis perfectamente cómo trabaja, midiendo cada escena y jugando con el pasado y el presente. Para ser honesta conmigo misma, debo reconocer que, en algún momento, me sentí abrumada por tanto vaivén del tiempo, pero me salva que acostumbro a leer tomando notas y que, al igual que el autor hace para escribir, yo también me voy haciendo mi propio esquema a medida que avanzo con la lectura.
Estructurada en tres grandes bloques, la novela se compone de capítulos muy cortos -otra característica de la narrativa del autor-, lo que permite una lectura muy ágil y dinámica. Encontraremos pasajes narrados en primera y otros, en tercera persona. Algunos incluso redactados en cursiva. Para todo ello hay un motivo que no debo esclarecer.
Y para ir concluyendo, tal y como dije al principio, Nunca sabrás quién fui es un relato muchísimo más ordenado -dentro del desbarajuste temporal que el autor nos plantea-, mucho más depurado que aquel borrador inicial que cayó en mis manos. Imagino que también contribuye que mi cabeza esté ahora un poco más centrada que entonces. Tened en cuenta que, lo que os he contado es tan solo la puntita del iceberg. Me dejo en el tintero muchísimas cosas. Tantas que, de hecho tengo la sensación de haberme quedado corta, de no haber señalado ciertas cuestiones importantes con las que ayudaros a vislumbrar someramente qué esconden estas páginas. Pero hablar más detalladamente de esta obra es alargar excesivamente la reseña. Solo los que hemos leído esta novela sabemos qué se esconde realmente bajo su superficie, un bloque de hielo de dimensiones descomunales.
En Nunca sabrás quién fui hay un compendio de elementos interesantes. Hay venganza, celos, secretos, suspense, amor, odio, rabia, encerronas, misterio, mentiras, hechos que se cometieron por supervivencia y personajes que no son lo que parecen porque, si se titula Nunca sabrás quién fui será por algo, ¿no? En tu mano está ahora descubrir quiénes son estos personajes realmente y qué busca cada uno de ellos. Solo te pido que te dejes sorprender.
Por lo demás, no tengo más que añadir. Me alegra mucho haber podido encontrar el valor de enfrentarme a esta lectura. Ahora sé que Nunca sabrás quién fui se ha convertido en ese tatuaje que perdurará por siempre sobre mi piel.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
Puedes adquirirlo aquí: