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LOS JUEGOS FLORALES de Santiago Isla

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Editorial: Espasa
Fecha publicación: septiembre, 2021
Precio: 19,90 €
Género: Narrativa
Nº Páginas: 304
Encuadernación: Rústica con solapas
ISBN: 9788467062472
[Disponible en eBook;
puedes empezar a leer aquí]

Autor

Santiago Isla (Madrid, 1994) es músico, escritor y también tiene un trabajo de verdad. Desde 2017 firma el blog Sonajero. En 2020 publica Buenas noches, su primera novela. Debido a la inconsciencia de la juventud decide publicar una segunda.

Sinopsis

Una tragicomedia rabiosamente actual. Una novela generacional.

En Madrid, la joven generación del desencanto sigue sobreviviendo en sus trabajos precarios sin mayor horizonte que el día siguiente, agarrada a sus aficiones con una obsesión no exenta de la melancolía que impregna los finales de época: la música, las fiestas, las marcas, el coleccionismo de chicos y chicas, la gastronomía y mucho de ese amor ideal que Ginsberg consideraba el peso del mundo. Este es el paisaje en el que vive Ignacio Benavides, quien, para complicarlo aún más, ha elegido como tabla de salvación la literatura, eso de lo que ya sabemos que es muy difícil vivir… A no ser que tengas contactos en las productoras de contenidos: y eso es lo que le acaba de suceder. Con la ilusión de ver sus sueños cumplidos y de redimirse de su propio spleen, Ignacio empieza a frecuentar a los conseguidores del pijerío cultural madrileño que viven de las rentas y a las musas de cartón piedra que los acompañan.

Santiago Isla sigue siendo un flâneur en esta novela «sobre las promesas, las decepciones, la frustración», con ese narrador connotado, irónico y autocrítico que, sin embargo, conserva la esperanza «de un último tren hacia el futuro». El joven autor marca distancia con un estilo tremendamente personal y confirma los dones con los que se calificó su primera novela: frescura, luminosidad, altura, elegancia, inteligencia y entusiasmo.

[Información tomada directamente de la web de la editorial]



El pasado mes de septiembre, publiqué una entrevista con Santiago Isla, bajo el titular «Me apetecía escribir sobre la intolerancia a la frustración» (puedes leerla aquí). Fue una frase que el autor mencionó en cada entrevista que concedió, con motivo de la publicación de su segunda novela, Los juegos florales, de la que vengo a hablaros hoy. Parece que las declaraciones del autor no gustaron mucho en según qué círculos. Twitter se incendió. Se oyeron voces contra Isla. Muchos se preguntaron cómo era posible que el hijo de Pablo Isla, presidente de Inditex, podía hablar de frustración. Confieso que hay cosas que no comprendo en el ser humano y ciertas polémicas intensifican esa sensación de incomprensión. Sobre el origen familiar de Santiago Isla no hice ni una sola mención durante aquella entrevista. No venía al caso. Me había citado con él para hablar del libro y de su protagonista, un joven que efectivamente, muestra muy poca tolerancia a la frustración. Y como soy poco amiga de polémicas, y menos aún de las que surgen en Twitter, coso donde la gente parece saber más que nadie y donde realmente se aprecia mucha inquina injustificada, rencillas vacuas y envidias ulcerosas, dejo toda esta movida al margen y me centro en lo que me tengo que centrar, la novela, Los juegos florales de Santiago Isla. Vamos al lío.

Ignacio Benavides es el protagonista de esta novela. Con veintisiete años de edad, es un tipo que vive en lucha consigo mismo. «Hay cabezas así, inclinadas a la duda: no una duda racional, ni filosófica, más bien un desánimo, una atracción negra, fatal, un estado de melancolía hueca, esquivada solo en arrebatos impulsivos; después del impulso, un largo manto de tristeza». De carácter huidizo y esquivo, su mayor deseo es llegar a ser escritor aunque, en palabras de su padre, es una profesión en la que se pasa mucha hambre. Pero Ignacio tiene una gran vocación literaria,  de la cual llega a decir:

«La escritura es realmente un proceso de reescritura, y sin el sudor y los codos se queda en pedo lírico, fantasía, edificio endeble que se hunde solo con mirarlo». [....]

Parece que la literatura se le resiste. Empezó escribiendo cuentos, por aquello de que las distancias cortas son más fáciles de manejar, pero no fue hasta que sufrió una decepción amorosa cuando escribe su primera novela. Darse cuenta empieza así:

«Hay una posibilidad entre mil de que un hombre sea feliz y, si esa posibilidad es válida, viene del desconocimiento. Darse cuenta es saber que, ajenos a chispazos de fortuna, la vida está sustentada en la rabia, el dolor y la mentira. Todo lo que hay de bueno en nosotros se estrella continuamente en los demás. Si nos cambian, es para encontrar una desgracia nueva, no para incorporarse a la alegría. Darse cuenta es, en definitiva, reconocer que no estamos cojos; simplemente, nacimos con una pierna». [pág. 41]


La novela pasó sin pena ni gloria. La editorial que se hizo cargo de la publicación, quebró al poco tiempo y apenas tuvo distribución. Así que, el tan ansiado éxito de Benavides no llegó a materializarse, pero su sueño sigue intacto, un sueño que ha seguido alimentando, rodeado de los libros que vende en la librería donde trabaja.

Un día, durante la presentación de una novela, Ignacio conoce a Julio Gasset. Por carambolas de la vida, Gasset confiesa a nuestro protagonista ser un gran admirador de su narrativa. Quiere convertirse en su mecenas y colocar a esta promesa de la literatura donde le corresponde. Gasset le habla de grandes proyectos, de contactos importantes, de un mundo de luz y color, totalmente ajeno a Benavides, hasta este momento. ¿Qué pretende Gasset? Ni más ni menos que adaptar Darse cuenta a la gran pantalla. Así que comenzará a mover hilos, a hablar con productores, directores, actores, actrices,... Ignacio está que no se lo cree.¿Qué pasará? Bueno, como siempre, dejo que seáis vosotros los que descubráis lo que ocurrirá.

¿Qué me ha gustado de esta novela? ¿Qué no me ha gustado?

Hay tres cuestiones que me han gustado de Los juegos florales. En primer lugar, os he hablado de Ignacio Benavides. Aparentemente, él será el protagonista absoluto de esta novela, con sus dichas y sus desdichas. No obstante, llega un momento en el que el foco de atención se desvía. Benavides quedará más en segundo plano y cederá el protagonismo a Julio Gasset. Una parte de la novela se centrará en el hipotético mecenas del futuro escritor, descubriendo a un personaje que tiene más de un secreto que ocultar. Me atrevería a decir que me ha resultado más interesante la trama que gira alrededor de Gasset, que la que se centra en Benavides.

En segundo término, la novela incluye una caricatura del propio autor, que a mí me ha parecido especialmente divertida. Entre las páginas de esta novela figura un Santiago Isla, un autor que está en vías de publicar su segunda novela. En un diálogo con Benavides, habla de ese proyecto que tiene entre manos, una obra en la que abordará temas como «las promesas, las decepciones, la frustración», es decir, los mismos elementos que vamos a encontrar en Los juegos florales. Y esto enlaza con la tercera cuestión que me ha gustado de esta obra, la metaliteratura, ya sabéis ese juego de ver una novela dentro de otra, con menciones a otros escritores, a un proceso creativo que termina siendo la misma novela que tenemos entre manos, lo que se une a diversas reflexiones interesantes:


«Todos los creadores, sea cual sea su campo, sienten una nostalgia tremenda de su primera obra. ¿Sabes por qué? Porque la están escribiendo cuando nadie mira, para sí mismos. El único criterio que prima es el suyo. Y eso provoca que, muchas veces, la falta de mimbres se supla con la originalidad: una originalidad inconsciente. Hay muchas joyas que han nacido así, y luego sus autores se pasan la vida intentando volver a recuperar ese chispazo, con grandes apoyos, producciones, sin darse cuenta precisamente de que ese es su lastre». [pág. 58-59]


En cuanto a lo que no me ha gustado, destacaría únicamente que hay ciertos capítulos con poco contenido, que no aportan mucho, ni a la trama ni al desarrollo de los personajes, bajo mi punto de vista. Esto provocó que entrara en una zona valle, como yo suelo llamar a esos pasajes en los que mi interés decae un poco. No obstante, ya sabéis lo subjetivo que es todo esto. 

Personajes

Los juegos florales tiene tintes de novela coral. Como dije anteriormente, el foco de atención se desvía desde un personaje a otro, con lo que el protagonismo muta. 

En el caso de Ignacio Benavides, me ha parecido un pobre diablo, del que a veces he sentido lástima. Aunque la verdadera trama de esta novela se inicia cuando él ya ha publicado Darse cuenta, la narración hace una retrospectiva y nos permite conocer al Benavides de hace unos años, de esos tiempos en los que él estudiaba Periodismo por puro aburrimiento, una época en la que mantuvo una relación amorosa con una compañera de universidad -Carlota Ron-, con la que perdió la virginidad. Fueron años en los que el personaje ya demostraba inquietudes literarias, escribiendo cuentos que Carlota destrozaba con críticas feroces. 

Benavides es un pusilánime y lo será desde sus años adolescentes.  Su relación con Carlota descubre a un joven inseguro, al que le falta madurez, torpe en las distancias cortas -las femeninas, no las literarias-. Y no parece que haya ganado en sazón con el paso del tiempo. Pero tampoco hay que ajusticiarlo porque es un tipo normal y corriente, muy mundano y muy simple. ¿Quién no sueña con cumplir sus mayores anhelos? ¿Quién no se crece un poco cuando encontramos a alguien que nos elogia? Lo que pasa es que va a terminar pecando de vanidad, pero él no tiene la culpa. Será como esas brasas que, a poco que reciban un poco de aire, se convierten en llamas:

«Cuando le preguntaban por autores, especialmente los noveles, tendía a hablar mal de ellos, a reducirlos, porque de repente se imaginaba parte de un círculo al que ellos no podían acceder». [pág. 72]

Irá de tropezón en tropezón. Amores frustrados, rechazos, decepciones, sueños rotos. El lector puede llegar a sentir lástima por un hombre que lucha por encontrar su espacio en un mundo al que no pertenece. 

Me ha gustado la atalaya en la que el autor coloca al lector. Isla nos coloca en ese punto privilegiado, desde el que podemos observar el ir y venir de Benavides, ese lugar desde el que podremos anticipar la hecatombe que se aproxima.

Pero son otros tantos los personajes que pululan por estas páginas. A la propia Carlota Ron la conoceremos con cierta profundidad. Inteligente, cultivada y devoradora de libros, y de todo lo que se le ponga por delante. Carlota «saltaba de Rubens a Tarantino, de Drake a Miró, de Steve Jobs a Marco Aurelio, sin pestañear, como si hubiera cogido la cultura occidental, la hubiera hecho papilla y después la hubiera digerido velozmente en el metro de la universidad» y «diseccionaba la cultura como una taxidermista». Ella será un personaje importante en la vida de Benavides en el plano real, pero también en el literario.

Julio Gasset es un personaje que lo tiene todo, que transita por la vida como si paseara sobre una nube, flotando, ajeno a toda miseria y preocupación. Os comenté antes que la trama que gira a su alrededor me parece atractiva y es que este personaje tiene más de un doblez que no os quiero desvelar. 

Y habrá otros tantos personajes como Remedios, la jefa de Benavides, con un instinto maternal muy acentuado; o Aurelio y su esposa Ramira, que no pasan por un buen momento y se verán obligados a tomar medidas un tanto desesperadas; o Claudia Lanza, la actriz elegida para el papel protagonista de la película, que mantiene una relación con Gasset. Son todos personajes bien definidos, no solo desde el punto de vista físico sino emocional. Son personajes con bagaje

Estructura y estilo

Escrito en tercera persona, la novela está estructurada en tres partes (más un epílogo) a lo largo de las cuales se distribuyen treinta y tres capítulos de corta extensión. Observo algún toque poético, con el empleo de alguna metáfora interesante. El texto también destila algo de humor negro. A nosotros nos parecerá divertido lo que a Benavides le ocurre en ciertos momentos, pero el pobre Ignacio es un desgraciado, de ahí que se califique esta novela como una tragicomedia.

Poco más os puedo contar de esta novela. A Los juegos florales se la ha tildado de novela generacional. Realmente, no he tenido esta percepción. No todas las novelas que escribe un autor joven tiene que ser un reflejo de su generación. En los tiempos que corren, la frustración puede alcanzar a cualquier individuo, tenga la edad que tenga. Simplemente pienso que es la historia de un hombre que tiene un sueño, un deseo que roza con la yema de los dedos, que alienta sus esperanzas para luego... Ahí lo dejo.

Los juegos florales se deja leer. ¿Qué quiero decir con esto? Bueno, es una novela que entretiene, escrita con esmero,  sin llegar a dejar un profundo poso. Al menos, no en mi caso. ¿Y eso es malo? Pues no. Tampoco creo que la obra naciera con ínfulas de convertirse en una obra de cabecera, aunque hay que reconocer que -lo digo más arriba- tiene varios elementos que me han resultado interesantes. Hago especial hincapié en la construcción del trasunto del autor, ese personaje de nombre Santiago Isla con el que me he reído porque no cae muy bien que digamos. Sin embargo, me parece que no hay mayor muestra de inteligencia que la capacidad de reírse de uno mismo.

[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]

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