Autora
Ayanta Barilli (Roma, 1969) es escritora y periodista. Ha presentado y dirigido numerosos programas de radio y televisión relacionados con la divulgación cultural, además de escribir para diversos periódicos. Ha trabajado en la Cope, esRadio, El Mundo y El Español. En televisión ha formado parte de los programas Las noches blancas, El diario de la noche y Libros conuasabi, entre otros. Ha sido directora de casting en diversas películas y directora artística del Teatro Lara. Actualmente dirige y presenta A media luz, un magacín cultural en esRadio. En 2013 publicó Pacto de sangre.
Su primera novela, Un mar violeta oscuro, fue finalista del Premio Planeta.
Sinopsis
La protagonista, trasunto de la propia autora, relata y desgrana una etapa de soledad, marcada por una ruptura sentimental y la marcha de sus hijos, cada uno a un destino que no puede visitar.
En el transcurso de estos meses, acompañada tan solo por sus dos gatos, la escritura se convertirá en el único acto de resistencia posible frente a la adversidad. Repasará los momentos clave de su existencia, vistos desde una óptica obligadamente distinta, en la que una mujer -que es también hija, madre y amante- se convertirá en una mentirosa.
La desobediencia será la luz que alumbrará su camino.
[Información tomada directamente del ejemplar]
«No he vuelto a escribir. Desde que gané un premio literario con el que siempre había soñado. Porque me han pasado muchas cosas. Y no todas buenas. Mis hijos se fueron de casa. El que fuera mi marido emigró a otra casa. Y yo me quedé sola en casa, mientras fuera se desataba una pandemia». [pág. 11]
Con este párrafo tan esclarecedor, que nos sitúa en el punto de partida, Ayanta Barilli inicia la escritura de su segunda novela, Una mujer y dos gatos. La mujer, el trasunto de la propia escritora. Los gatos, Bowie y Nina. Narra Barilli en estas páginas una suerte de diario del confinamiento, haciendo uso de un cuaderno de rayas comprado en Roma, en el que empieza a garabatear sus emociones a partir del cuarto día de aquel encierro que nos pilló a todos por sorpresa.
«Lo vi en una librería del centro. Me gustaron sus rayas. Parecía un cuaderno de los del cole. Pensé que lo utilizaría para tomar apuntes sobre mi nueva novela. No podía suponer entonces que se convertiría en la crónica aciaga de estas semanas en las que un extraño virus ha desbaratado nuestras vidas. La mía y la de todos». [pág. 11]
Confiesa la autora de estas páginas haber pecado de un exceso de confianza, de haber vivido «con una falta de conciencia absoluta de mi suerte». Es decir, le ha pasado lo mismo que al resto de los mortales. Hasta la declaración del estado de alarma, todos habíamos pensado que nuestro paso por este mundo estaba únicamente amenazado por esos riesgos que ya teníamos asumidos. ¿Quién se podía imaginar lo que se nos venía encima? Es en este tipo de reflexiones en los que el lector puede verse reflejado porque, en realidad, no somos tan distintos unos de otros, y este virus que todavía acecha, nos ha colocado a todos al mismo nivel.
En Una mujer y dos gatos, la protagonista de este libro hace un recorrido emocional y existencial a lo largo de aquellos meses de confinamiento. Se sorprenderá, como hicimos todos, de la expansión de la naturaleza, que toma posesión del terreno cuando su mayor enemigo, el hombre, se encierra en su cueva. De igual modo, le asaltarán las mismas dudas que nos asaltaron a todos, tendrá los mismos miedos, las mismas incertidumbres, los mismos recelos. «¿Seré asintomática?», se pregunta, a la par que se cuestiona si todo esto del virus no será más que un complot de índole político, con propósitos de carácter conspiratorio. Navegará en un mar de dudas, tan violeta oscuro como el de la novela con el que Barilli quedó finalista en los Planeta de 2018, mientras echa de menos aquellos días azules y aquel sol de la infancia que ya escribió Machado, verso que dará título a algún capítulo de esta novela. No será la única referencia.
Y mientras permanecimos encerrados, la vida continuó a su modo. La protagonista de esta novela tiene que continuar yendo al trabajo, a ese programa de radio que hace de madrugada. Los trayectos de iday vuelta le parecerán transitados en un mundo apocalíptico. También tendrá que enfrentarse a momentos personales muy complicados, como la muerte de un amigo de la familia, la de Luis Eduardo Aute. En la soledad de su piso, sin más compañía que sus gatos, se asomará a Twitter para descubrir que han nacido virólogos hasta debajo de las piedras (ahora hay mucho vulcanólogo), analizará la relación que ha mantenido con su padre, y echará profundamente de menos al hombre que siempre le gustó.
«Al hombre que siempre me gustó le conocí en una piscina municipal cuando teníamos doce años. Pero no le volví a ver hasta que cumplí los veinte. Yo estaba de vacaciones, él no. Yo tenía novio, él tenía novia. Así que no le hice ni caso. Le miré, me gustó y ahí terminó la cosa. Él se casó. Yo me casé. Él tuvo varios hijos. Yo tuve a Mario y a Caterina. Yo me divorcié y me volví a casar y me volví a divorciar. Él permaneció con su mujer treinta años. Demasiados para un matrimonio feliz». [pág. 63]
Con el hombre que siempre le gustó, del que no conoceremos su nombre, la protagonista vivirá momentos estelares y también recordará otros del pasado, porque en esa soledad que la rodea, teniendo a sus hijos muy lejos y a su tía Carlota muy enferma en Italia, entenderá que el tiempo se ha «convertido en recuerdo y nostalgia. En dolor y ausencia». Pero nuestra protagonista, madre, vecina, amante, ex esposa, sobrina y amiga desafiará las medidas sanitarias. ¿Qué clase de prohibiciones son estas que nos han impuesto? ¿Qué absurdez es esa de no permitirnos tocar los libros? Cansada de oír tanto el Resistiré, harta de ver al periodista de traje gris marengo dar las peores noticias, se embarca en una aventura para regresar al aroma de su infancia, ese lugar de origen donde todavía queda un buen trozo de su corazón. Y así hasta un desenlace cargado de emotividad, pero también de esperanza, que la colmará de sosiego.
¿Una mujer y dos gatos es una novela sobre el confinamiento?
A priori, podríamos pensar que sí, pero no es solo el relato de aquellos días. Entre las páginas de este libro, de esta autobiografía, no encontramos únicamente la constatación de unos hechos, sino también un buen puñado de recuerdos personales, anécdotas, reflexiones, sueños y añoranzas.Una mujer y dos gatos no es solo un libro que se escribe para llenar esas largas semanas en las que todos los días eran iguales porque «da igual que sea miércoles o viernes, sábado o jueves. Ahora un domingo triste bien podría pasar por un martes lluvioso y un sábado entusiasta por un lunes aburrido. Los días de la semana han perdido sus texturas, sus colores, sus sabores». Este libro tiene una función catártica para la autora, quién empleará esas semanas de soledad, impulsada por las circunstancias personales por las que atraviesa, para pensar en la vida que ha tenido, en sus relaciones personales, en sí misma y en lo que quiere a partir de este momento, siendo la pandemia como ese punto de inflexión. Todo se cúmulo de emociones y sensaciones serán volcadas en este libro que se puede leer a pequeños sorbos.
Pero, tratándose de una historia que transcurre durante aquellos oscuros meses, el lector puede pensar que está ante una novela tan sombría y lóbrega como lo fue aquel tiempo, y no es así. A la protagonista de Ayanta Barilli no le falta el sentido del humor. A pesar de las dificultades y las preocupaciones, ella trata de vestirse cada día con un vestido colorido y así, pasará por situaciones divertidas que arrancarán alguna sonrisa al lector. Simpáticas y ocurrentes son esas escenas que comparte con su vecino, al que ve cada tarde sentado en el tejado de su casa. También, en ese periplo que emprende, saltándose todas las prohibiciones, y convirtiéndose en una rebelde como lo son sus propios gatos, vivirá otras situaciones rocambolescas. No obstante, Una mujer y dos gatos tiene su parte de drama, que va más allá de la situación pandémica del momento. Como dije antes, los últimos capítulos poseen una carga dramática importante. Son pasajes que nos mostrarán la realidad sanitaria de Italia, el caos que allí se vivía. Casi me atrevería a decir que la situación era bastante más desastrosa que aquí. Son capítulos dolorosos en los que el lector, a poca sensibilidad que tenga, se sentirá tocado.
Poco más os puedo contar. La lectura de Una mujer y dos gatos me ha resultado amena. Admito que no es una novela que haya dejado una profunda huella en mí, pero sí me he encontrado con bonitas reflexiones, en las que me he visto reflejada, y con situaciones divertidas que compensan los momentos más difíciles de digerir. Bajo mi punto de vista, esta novela ofrece una historia sencilla, cargada de nostalgia y emotividad, que se lee con mucha rapidez y agilidad.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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