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CARLA MONTERO: ❝El ejército rojo fue el único que admitió a mujeres en primera línea de combate❞

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Durante la Feria del Libro de Sevilla, que se celebró entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre, fueron muchos los autores que visitaron la capital hispalense. La novelista Carla Montero fue una de ellas. Siempre es un placer hablar con esta autora, afable, cercana, simpática, y por supuesto, también lo es leer sus novelas. Desde que en 2009 ganara el Premio Círculo de Lectores con Una dama en juego, ha ido ofreciéndonos historias en las que hay una mezcla de géneros. No faltan en sus libros la Historia, el suspense, el amor, la intriga,... y con ello consigue atrapar al lector, adentrarlo en un relato que nos engulle sin remedio. Y ahora vuelve Montero con una nueva novela, El medallón de fuego, en la que rescatará a algunos personajes de La Tabla Esmeralda. Como ella misma nos explica en esta entrevista, El medallón de fuego no es una continuación de La Tabla Esmeralda, cuya publicación cumple ahora diez años. Estamos ante una nueva aventura de Ana García-Brest, y por lo tanto, se trata de una lectura que se puede emprender de manera independiente. Pero todo ello nos lo explica ella misma a continuación. Os dejo con la entrevista.

Marisa G.- Carla, un placer tenerte en Sevilla. Me alegra muchísimo volverte a ver.

Carla M.- Igualmente. 

M.G.- Sé que todos te vamos a preguntar lo mismo pero es inevitable. ¿Este medallón de fuego es la segunda parte, como tal, de La Tabla Esmeralda?

C.M.- No (rotundo). No es una segunda parte, no es una continuación. Es difícil encontrar una palabra para definirlo. En realidad, es lo que se dice en el propio libro, que los personajes de La Tabla Esmeralda regresan. Es una historia independiente con algunos de los personajes de aquella otra novela. 

La Tabla Esmeralda se publicó hace diez años. Cuando decidí acometer este nuevo proyecto, me dije que no podía obligar a los lectores de aquella novela a hacer un ejercicio de memoria y a recordar todos los detalles. Porque tú sabes que, cuando leemos un libro, te quedas con una sensación y los detalles se van olvidando con el tiempo. Luego, hay otros muchos lectores que me han descubierto con novelas posteriores y habrá otros que quieran descubrirme por primera vez con esta. Así que no, El medallón de fuego no es una continuación de La Tabla Esmeralda. No hace falta leerse aquella para entender esta. Si algún lector quiere hacerlo en orden, mejor que mejor, pero no es necesario.

M.G.- Es que, por ejemplo, yo no he empezado a leer esta porque, aunque he leído tus novelas anteriores, precisamente me falta por leer La Tabla Esmeralda

C.M.- Es verdad que hay referencias porque aquí recupero personajes que ya tuvieron un pasado, pero he procurado que queden bien explicadas para que, en ningún momento, el lector se pierda.

M.G.- De todas formas, la editorial ha hecho una cosa muy chula, sacar un pack con las dos novelas juntas.

C.M.- Efectivamente, hay un pack que, de cara a la Navidad, me parece un regalo chulísimo.

M.G.- Además se ha cuidado mucho la cubierta. Me fijé esta mañana que la joven que aparece en El medallón de fuego se parece a la que vimos en la portada de la otra.



C.M.- Sí, el diseño está muy cuidado. Se hace alusión a ese universo de La Tabla. Es como el que vuelve a visitar un parque temático en el que ya ha estado antes, pero para vivir historias independientes.

M.G.- ¿Y en qué momento se te ocurre rescatar esos personajes y volver a darles vida?

C.M.- Desde que publiqué La Tabla, los lectores siempre me han estado preguntando por qué no volvía a escribir sobre aquellos personajes. Para los que no la hayan leído, la novela cuenta con dos tramas. Una transcurría en el pasado y quedaba cerrada, pero la del presente era algo más abierta, y los personajes podían tener más evolución. Pero aquello lo dejé allí porque me fui embarcando en otros proyectos. Y cuando estaba en plena promoción de mi anterior novela, El jardín de las mujeres Verilli, un librero que conozco hace muchos años, me sugirió escribir una continuación de La Tabla Esmeralda y en aquel momento se me encendió la lucecita. Además iba con mis editores y se lo comenté. A ellos les pareció buena idea, ahora que se iban a cumplir los diez años de su publicación, pero siempre con la premisa de que no fuera exactamente una continuación. 

Todas mis novelas tienen una chispa que inicia toda la maquinaria que desemboca en un libro. Y aquí la chispa ha sido la demanda de los lectores.

M.G.- ¿Y qué va a tener que buscar Ana esta vez?

C.M.- Como indica el propio título, Ana tiene que buscar el medallón de fuego, una reliquia a la que se le atribuye ciertos poderes mágicos. Se supone que perteneció a Hiram, el arquitecto del rey Salomón. Es una reliquia que aparece y desaparece a lo largo de la Historia. Cada vez que aparece se desata un furor por hacerse con ella de forma, más o menos lícita. Ana se embarcará en esa búsqueda.

M.G.- Carla, yo he estado buscando información sobre ese medallón en Internet...

C.M.- Y no lo habrás encontrado porque no existe.  (Risas)

M.G.- Pero sí hay información sobre el medallón de Hiram.

C.M.- Sí. A ver, el medallón, como tal, es un objeto ficticio, que me he inventado. En la investigación previa a la escritura de la novela, necesitaba un objeto que Ana pudiera buscar y me puse a ver qué objeto podía ser. Si elegía un objeto real me limitaba mucho a la hora de desarrollar la trama porque un objeto real tiene su propia historia y no me apetecía alterarla. Y lo mismo me pasó con La Tabla Esmeralda. En esa novela, el cuadro que buscan tampoco existe.

Cuando me planteo crear un objeto ficticio, lo que procuro es darle un contexto que sea lo más real posible, es decir, crear un objeto que tenga un anclaje en la realidad. En este caso, el anclaje es Hiram, un personaje histórico, o bueno, tan histórico como podían serlo todos esos personajes de antes de Cristo. Las fuentes que lo mencionan son a veces de dudosa veracidad. Sí aparece en la Biblia y en otros textos figura con otro nombre. Pero parece ser que, efectivamente, fue un arquitecto que participó en la construcción del templo del rey Salomón. A él se le atribuye una leyenda que se usa como rito de iniciación en muchas sociedades masónicas. Así que, aunque el medallón no es un objeto real, sí está ligado a un contexto real.

M.G.- Y como en La Tabla, El medallón de fuego también tiene dos hilos narrativos. En el presente de la novela, Ana tiene que buscar este medallón, y en el pasado, nos hace viajar al año 45, a Berlín, a los nazis y al expolio que tanto juego ha dado en literatura.

C.M.- Sí, exactamente. El medallón, aunque da título a la novela, no deja de ser una excusa que me sirve para explorar otro momento histórico. En este caso, lo que vamos a hacer es trasladarnos a un momento de la Historia que a mí me parece único, a ese Berlín de 1945, concretamente al mes de mayo. Es un mes de un año muy particular. Los soviéticos acaban de entrar en la ciudad, ha terminado la Segunda Guerra Mundial, y el resto de los aliados no llegan hasta primeros de junio, y tampoco se harán cargo de las instituciones hasta julio. Es decir, durante ese mes de mayo, los soviéticos se van a enfrentar a la tarea de reconstruir una ciudad apocalíptica. Está prácticamente derruida. Es una ciudad todavía en llamas con un problema de viviendas enorme. No hay abastecimiento de luz, de agua, de transporte público, de gas,... Tampoco hay suministro de alimentos. Y tenemos una cantidad ingente de heridos, de prisioneros,... Los soviéticos tienen que enfrentarse a todo eso cuando la sombra del nazismo sobrevuela sobre todos los berlineses. Porque los nazis no eran solo los miembros de la SS, del ejército, los altos funcionarios. No. La sospecha del nazismo caía sobre todo el mundo, incluso sobre los niños. A eso hay que añadirle, además, todas las circunstancias de abuso que se dan por parte del ejército soviético. Hubo mucho pillaje, violaciones masivas,... Ellos veían Berlín como un botín de guerra. Después de tanto sufrimiento y de la invasión alemana, creían que tenían derecho a cobrarse un precio. Hasta que todo eso se pone en orden, durante el mes de mayo se dan unas circunstancias muy especiales y de novela.

M.G.- Construiste aquellos personajes hace diez años. Volver a encontrarte con ellos, ¿cómo ha sido?

C.M.- Los personajes han madurado. El lector que haya leído La Tabla Esmeralda se dará cuenta que han sufrido una evolución. La propia Ana, que protagoniza la trama del presente, pasa de ser una chica que era más quejica, más acomodada, a una chica más madura. Ahora es una mujer más reposada, más reflexiva. Para mí ha sido un ejercicio interesante porque, al recuperar personajes, tienen que mantener su esencia, pero no pueden ser los mismos.

M.G.- Pues me surge una pregunta ahora mismo. ¿Hay un salto en el tiempo entre el presente de La Tabla Esmeralda y el de esta novela?

C.M.- Hay un salto, sí. No de diez años pero, se supone que entre una novela y otra han pasado dos o tres años.


[Si prefieres escuchar nuestra conversación, dale al play]

M.G.- Y al margen de esos personajes comunes entre esta novela y la otra, hay más personajes nuevos que son, además, muy dispares. Tenemos un nazi, un miembro del ejército soviético, un ingeniero alemán y hasta un estudiante español. 

C.M.- Exacto. Esta mezcla demuestra cómo era el clima y las circunstancias de ese Berlín en el que empiezan a confluir elementos de lo más dispar. Tenemos a una francontiradora soviética que acaba de entrar en la ciudad con las tropas del ejército rojo; un científico alemán, atrapado por los bombardeos y que busca a su hijo; un nazi clásico, antiguo miembro de la Gestapo, con muy poquitos escrúpulos; y un estudiante español que está en Berlín por accidente, porque estudia arquitectura, y le pilla todo el caos. 

M.G.- Y esa francotiradora es muy interesante. Cuando uno piensa en el papel de la mujer en la guerra, siempre no las imaginamos en el campo sanitario, pero aquí pones a una mujer en primera línea de combate.

C.M.- Y de armas tomar, nunca mejor dicho. Sin duda, es uno de los personajes más interesantes de la novela. Hace tiempo leí La guerra no tiene rostro de mujer de Svetlana Aleksiévich y fue con ese libro, cuando tuve ese primer contacto con mujeres que habían estado en primera línea de fuego. Se da la circunstancia de que el ejército rojo fue el único que admitió a mujeres en primera línea de combate. Había francotiradoras, pilotos de aviones de combate, conductoras de tanques, y sanitarias también, pero de las que se lanzaban al campo de batalla para recoger heridos en pleno fuego cruzado. Lo curioso de estas mujeres es la visión que ellas te dan de su paso por la guerra. Es lo que se ve en el libro de Svetlana. Los hombres que han luchado en la guerra dan una visión más heroica y romántica, mientras que la visión de las mujeres es mucho más humana. Ellas no tienen ningún reparo en admitir la cara más fea de la guerra que, al final es la cara que predomina. Sin embargo, esa cara es la que se trata de ocultar, porque participar en una guerra es un acto de patriotismo y heroicidad. Ellas te cuentan que su paso por la guerra es muy duro y han quedado marcadas para siempre. Aleksiévich tiene mucha sensibilidad a la hora de contar las cosas y a mí me fascina. Me parecía que una mujer así, como las que aparecen en ese libro, era un auténtico filón para la ficción. Y siempre he tenido en mente un personaje como esta mujer soviética que aparece en El medallón. Es un personaje que da mucho juego porque, más allá de que sea guerrera, es importante la visión que ella ofrece, completamente distinta de la guerra, mucho más femenina. 

M.G.- Es un punto de vista original. 

Carla, tú siempre hablas de novelas cocteleras, refiriéndote a tus libros. Es habitual encontrar historia, suspense, amor,... en tus historias. ¿Qué elementos vamos a encontrar en El medallón de fuego?

C.M.- Pues un poco más de lo mismo. Como digo, me mantengo dentro de ese universo de La Tabla, donde tienes un poco de suspense, acción, un contexto bélico, una trama romántica,... En definitiva, novela coctelera una vez más. Es una combinación que como lectora me gusta. 

M.G.- Pero he leído varias reseñas de esta novela, y no sé si la trama romántica tiene mucho peso porque en esas reseñas no se hace mucha referencia a este punto.

C.M.- Es verdad. Es algo que a mí también me ha sorprendido porque hay dos historias de amor muy potentes, tanto en la época moderna como en la antigua. Pero, no sé. Debe ser que ha llamado más la atención otras cuestiones.

M.G.-  La francotiradora. (Risas)

C.M.- (Risas) Será eso, pero sí, hay dos grandes historias de amor. Aparte de que yo no soy capaz de escribir historias sin amor. Los lectores que me siguen de hace muchos años lo saben. En todas mis historias hay un componente romántico. 

M.G.- Dices en la solapa del libro que te hubiera gustado estudiar Historia. En tus novelas se nota que te gusta, que te documentas, y profundizas mucho en el contexto histórico. En esta novela, inicias cada capítulo con unas pinceladas históricas para situar al lector. ¿Cómo ha sido el proceso de documentación?

C.M.- Desde que empecé a escribir, a la hora de documentarme, utilizo más o menos la misma metodología. Para mí Internet es una herramienta fundamental como primera puerta de acceso a la investigación. A través de Internet, puedo averiguar cuáles son los libros especializados en ciertos temas, puedo también contactar con especialistas, y enviarle una entrevista sobre determinadas cuestiones que me interesan, tengo acceso a archivos fotográficos, filmaciones, películas,... En fin, para mí es una herramienta fundamental y no creo que pudiera ahora mismo abordar una investigación histórica sin Internet. 

M.G.- Para ir terminado. Teniendo en cuenta que a Ana la creaste en su día, y no pensabas retomarla pero ahora la conviertes en protagonista de otra novela más, ¿podríamos encontrar a Ana más adelante buscando otro tesoro?

C.M.- Tengo mis dudas. Tanto en La Tabla Esmeralda como en esta novela, la historia personal de Ana está muy ligada al objeto que busca. En este caso, queda todo bastante cerrado. No la veo embarcada en otra investigación, aunque nunca se sabe.

M.G.- Eso, nunca se sabe. Bueno, pues no tengo más preguntas que hacerte. Te agradezco mucho que nos hayas visitado de nuevo, Carla.

C.M.- Muchas gracias a ti. 

Sinopsis: Madrid, actualidad. Ana García-Brest, experta en arte, recibe la llamada de Martin, el joven y misterioso buscador de tesoros a quien conoció fugazmente durante la búsqueda de El Astrólogo en La Tabla Esmeralda. Han asesinado a un magnate italiano y un poderoso tesoro está en peligro: el Medallón de Hiram, una reliquia mágica que perteneció al arquitecto del templo de Salomón. Nadie conoce el paradero exacto de la pieza y Martin necesita la ayuda de Ana para encontrarla. Ambos emprenderán una trepidante búsqueda por toda Europa enfrentándose a infinidad de peligros, pues muy pronto descubrirán que ellos no son los únicos que desean hacerse con la reliquia.

Berlín, 1945. En los estertores de la Segunda Guerra Mundial, los destinos de cuatro personas están a punto de cruzarse con consecuencias imprevistas para el Medallón de Hiram: un sanguinario nazi que rastrea un Berlín en ruinas con la obsesión de hacerse con el medallón; un joven español, estudiante de arquitectura, que se ve envuelto en una intriga insospechada; un ingeniero alemán que está en el punto de mira del servicio de inteligencia ruso, y una francotiradora del ejército soviético que guarda un importante secreto.

¿Estás preparado para descubrir el secreto del Medallón de Fuego?


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