Nacionalidad: España
Director: Marcelo Pyñeiro
Reparto: Mario Casas, Larsson do Amaral, Belén Rueda, Ella Kweku, Sergi López, Juan Diego Botto, Mikel Iglesias, Gemma Brió, Óscar Foronda, Alain Hernández
Género: Drama
Sinopsis: Ismael Tchou, un niño mulato de 8 años, se fuga en el AVE rumbo a Barcelona para conocer a su padre. Su única pista es la dirección de un apartamento, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre. Cuando encuentra el edificio, en el apartamento sólo está Nora, una elegante mujer de unos 50 años.
Cuando en 2014 se anunciaron las películas que estaban nominadas a los Goya, Ismael contaba con dieciocho candidaturas aunque definitivamente solo optó a una nominación. Me gustaba la propuesta de esta película. De entrada, me resultaba llamativo su reparto, con nombres como Belén Rueda, Juan Diego Botto, Mario Casas y Sergi López. Y si mi intención fue verla, lo cierto es que se fue quedando atrás y nunca tuve opción de sentarme a visionarla. Nunca, hasta anoche mismo. Llegado ese momento en que, después de un día de trajín consigues sentarte a las nueve y media de la noche, sin ganas de leer ni casi cenar, conectas Netflix y ahí estaba Ismael esperándome. Me alegró la noche, aunque la cosa fuera decayendo.
Ismael (Larsson do Amaral) es un niño mulato de ocho años con un sueño por cumplir. Quiere conocer a su padre, del que solo sabe que se llama Félix Ambrose (Mario Casas) y vive en Barcelona. Alika (Ella Kweku), su madre, no le ha contado mucho más. Sin embargo, y a través de una carta, el pequeño averigua la dirección exacta de su padre y escapa de casa para ir en su busca. Así llega a Atocha y toma un AVE dirección Barcelona. En el supuesto domicilio de su padre reside una mujer. Se trata de Nora (Belén Rueda), madre de Félix. Tras unos primeros instantes de estupor, ella le explica al niño que Félix ya no vive allí pero, conociendo la verdadera intención del pequeño, siente compasión y decide llevarlo al lugar donde reside su hijo. Inician así un breve viaje, de apenas unas horas, que servirán para que abuela y nieto se conozcan. Y llegados a la casa de Félix, el reencuentro entre padre e hijo desatará una tormenta llena de reproches, heridas que vuelven a sangrar y palabras que nunca se dijeron.
A la vez, la travesura de Ismael propicia el encuentro entre Alika y Félix, que no se ven desde hace muchos años. El reencuentro trae al presente recuerdos del pasado, de otra vida regada por la felicidad, pero que se truncó por cobardía y miedo. Todo se vuelve patas arriba. ¿Cómo cambiará la vida de estos personajes?
Ismael ahonda en las relaciones padres/madres e hijos. De madres que no tienen tiempo para ocuparse de los hijos. De hijos que viven con desapego materno, y con un gran agujero en el pecho. De hombres que no son capaces de afrontar los retos de la vida. De mujeres con el corazón roto. Y de hijos, sobre todo de hijos, con tantas, tantas carencias.
Personajes
Nora es una mujer de negocios. Divorciada de un hombre inestable, ella se ha rehecho a sí misma. Es dueña de un restaurante en el que vuelca todo su tiempo y su ímpetu, por eso apenas tiene relación con su hijo Félix.
Félix Ambrose es un joven profesor de un centro de ayuda a jóvenes conflictivos. En realidad, tendría que estar diseñando edificios pues estudió arquitectura pero, un accidente de moto, que le ha dejado una pequeña cojera, lo cambió todo.
Félix es un hombre reservado que ha sufrido más de lo que su entorno conoce. Eso lo ha convertido en un escudo protector para sus alumnos, y a él acuden cuando tienen un problema.
Alika es una mujer dolida. Aparentemente es feliz con su marido Luis (Juan Diego Botto), quien adoptó a Ismael y de dio sus apellidos. Ella lleva una vida tranquila. Los recuerdos están escondidos en una caja de madera que jamás abre para no despertar los fantasmas del pasado. En cuanto a Luis, tendrá que asumir que no todo es lo que parece. Desde que conoció a Alika se ha hecho cargo de un niño al que ya considera hijo suyo. Sin embargo, las dudas comienzan a morderle.
El último personaje será Jordi (Sergi López), dueño de un hotel, un golpe de suerte cambió su vida para siempre. Sin embargo, siente una gran frustración.
En cuanto a las interpretaciones y por sorprendente que me parezca, creo que Mario Casas está por encima del resto, incluso de la propia Belén Rueda. Quizá sea por la fuerza de su personaje, por ese dolor visceral que anida en su interior, y lo convierte en un hombre de hierro. Pero todo es fachada. En realidad, Félix es un ser vulnerable, con diversas heridas que no han terminado de cicatrizar.
Belén Rueda y Sergi López están correctos. Sin más. Mientras que el papel de Juan Diego Botto, algo más secundario, está muy desaprovechado. Una lástima
Sobre Larsson do Amaral y Ella Kweku, muy poco que decir. El niño tiene naturalidad y para su edad, no lo hace mal del todo pero tampoco emociona su historia. La madre se mantiene en un precario equilibrio.
¿Qué me ha gustado de la película?
A priori el argumento, aunque tampoco es muy novedoso. El punto de partida es ese deseo de Ismael por conocer a su padre, un sueño muy loable, que trastocará la vida de todo el mundo. La huida de Ismael sirve de vehículo para sacar a la luz toda la miseria y la basura que estos personajes llevan años ocultando. El niño, en su inocente propósito, será el detonante de situaciones llenas de reproches, dolor y lágrimas, en la que madres e hijos, padres y madres, se verán las caras y se dirán las verdades por primera vez. Ismael, sin proponérselo, ha propiciado que llegue el momento de la verdad y eso siempre es interesante.
En ocasiones la fotografía es preciosa. Y la banda sonora tiene momentos estelares. Suena una bellísima adaptación de "Te extraño", en la voz de Armando Manzanero, durante el desarrollo de una escena evocadora y nostálgica.
¿Qué no me ha gustado de la película?
El guion de Ismael tiene un error de bulto que descalabra toda la película. En las escenas iniciales vemos al pequeño en la estación de Atocha. Está solo y quiere coger ese AVE que lo lleve a brazos de su padre. Porta un papel en la mano que imaginamos es el billete de tren. Con algo de ingenio, consigue pasar la puerta de embarque tras mostrar su billete a la azafata. Y aquí vienen un par de preguntas. Uno: ¿cómo llega hasta Atocha? Posible respuesta: el niño puede que viva a escasos metros de la estación. Dos: ¿cómo ha comprado el billete de tren? Posible respuesta: ni se sabe ni se explica. Con esa duda girando alrededor de mi cabeza, continué con el visionado a la espera de que, en algún momento, tal circunstancia se explicara. Pero la explicación no llega en ningún momento. El espectador tendrá que hacer la vista gorda y un ejercicio de credibilidad muy contundente.
Por otra parte, y con un metraje de 106 minutos, a la hora, el interés se evapora. La acción se ahoga en un pozo profundo y ni siquiera consigue remontar gracias a un altercado final en el instituto de Félix. Poco a poco, la cinta va languideciendo hasta un final simplón que ni sorprende ni emociona.
En definitiva, con un ritmo pausado y un montón de situaciones a las que no se le saca partido, Ismael entretiene. En un momento dado, la trama se vertebra en tres líneas -Félix /Ismael, Alika/Luis y Nora/Jordi-, que irán entremezclándose pero no hay profundidad en ninguna de ellas. A mi juicio, y aunque se deja ver, Ismael se queda en la superficie de un drama que podría haber dado más de sí.