Autora
Susana Martín Gijón (Sevilla, 1981) es autora de la serie policiaca Más que cuerpos, compuesta hasta la fecha por dos trilogías. Su novela Expediente Medellín fue ganadora del Premio Cubelles Noir 2018 a la mejor novela publicada en castellano. Gracias a la obra Náufragos fue finalista de varios premios. Licenciada en Derecho y especializada en Cooperación Internacional, fue directora general del Instituto de la Juventud de Extremadura y presidenta del Comité contra el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia, así como presidenta de la Asociación de Escritores de Extremadura. En 2021 fue galardonada con el premio Avuelapluma de las Letras y en 2022 ganó el premio CordoBlack por su contribución a la renovación del género negro. Con Progenie (2020), novela finalista de los premios Valencia Negra y Paco Camarasa y que actualmente está siendo adaptada al formato televisivo, Alfaguara Negra dio inicio a la publicación de su obra, que continuó cosechando éxitos con Especie (2021) y que sigue la saga de Camino Vargas con esta nueva entrega, Planeta.
Sinopsis
La aparición en un campo de golf del cadáver desangrado de una mujer pone en jaque al Grupo de Homicidios de Sevilla: a la víctima le han cercenado los pies.
La inspectora Camino Vargas tendrá que cancelar las vacaciones previstas con Paco Arenas, su antiguo mentor y amor secreto con quien por fin convive, para ponerse a investigar en medio de una ciudad en alerta máxima por las condiciones climáticas y devastada por unas lluvias torrenciales que han dejado varios desaparecidos. Mientras tanto, aumentan las noticias que apuntan a que el asesino apodado el Animalista podría seguir vivo y no estaría actuando solo: unos hombres despellejados en una granja, un sangriento suceso en un acuario y un misterioso robo en el puerto de Huelva parecen dibujar un plan grotesco. Pero pronto toda la brigada se verá implicada en una carrera contrarreloj para rescatar a millones de personas de un peligro mucho mayor del que nadie se había percatado antes.
[Información tomada directamente del ejemplar]
Habemus cierre de la trilogía. Bueno, en realidad, el cierre se produjo a principios de año pero todavía ando con reseñas que quedaron atrás. También con entrevistas, y esas ya iré cómo las voy sacando.
Los que seguís a Susana Martín Gijón sabréis que en 2020 comenzó una trilogía protagonizada por la inspectora de homicidios Camino Vargas. La acción se sitúa casi siempre en Sevilla y alrededores por lo que, para esta lectora, leer estas novelas ha supuesto un plus adicional. Tras Progenie, que se centraba en la violencia de género, en la maternidad y en las clínicas de reproducción asistida, llegó Especie, donde la autora se metía de lleno en la guerra animalista contra el sacrificio animal, las granjas y los mataderos. Le toca el turno a Planeta, y con un título cómo este podemos fácilmente intuir qué temática se abordará.
Planeta se inicia, como no puede ser de otro modo, con un crimen. A pocos kilómetros de Sevilla, en el municipio de La Algaba, es hallado el cadáver de una mujer, en el green de un campo de golf. Con las piernas sesgadas, a la mujer la han dejado desangrarse hasta morir. Se trata de Pureza Bermejo Caro, funcionaria de la Junta de Andalucía, cuarenta y nueve años, divorciada y sin hijos. Sin embargo, la investigacion desvela que Pureza no fue asesinada en el campo de golf. Alguien la mató en otro lugar y luego la trasladó a ese recinto. El asunto no puede llegar en peor momento para Camino. Su relación con Paco ha tomado más brío y están a punto de coger vacaciones, para alejarse de tanta miseria, para darse un respiro, y disfrutar del amor y el sexo. Pero la muerte de Pureza trastoca todos los planes. Ajo y agua, Paco, porque Camino se debe a su trabajo y no está dispuesta a dejar en manos de otro la resolución de este asesinato. ¿Por qué una funcionaria? ¿Qué relación tenía Pureza con el campo de golf?
Para resolver este caso, y otros que se irán sucediendo, Camino cuenta con los habituales de su equipo: Pascual, Fito y Lupe. Los conocemos de las entregas anteriores. En su momento, nos adentramos en sus vidas y seguiremos haciéndolo porque estos policías también tienen pareja e hijos. Para conocerlos bien, hay que traspasar el umbral de sus hogares y ver qué se cuece en el interior. Más adelante os doy más detalles.
No obstante, los hechos que ocurren en Sevilla se desarrollarán de forma paralela a otros sucesos que tienen lugar en Italia. La homónima italiana de Camino, Bárbara Volpe, a la que ya conocimos en la novela anterior y ascendida ahora a subdirectora, tendrá que hacer frente a unos acontecimientos macabros. La fiesta empieza con dos cadáveres hallados en una fábrica de visones. Gaseados primero con monóxido de carbono, los cuerpos han sido desollados. Las víctimas eran trabajadores de la fábrica, un negocio que siempre ha levantado la ira de la población de la zona. Poco después, otro hallazgo. En un acuario, flotando en el tanque de los tiburones, los escualos se disputan el cuerpo desmembrado de Luca Aliprandi, el cuidador de estos adorables animalitos. ¿Por qué han asesinado a este hombre? ¿Quién está detrás de estos asesinatos? Bárbara Volpe, asistida en todo momento por su mano derecha Silvio, anda con la mosca tras la oreja. El modus operandi del criminal o criminales, -pues no sabemos si entre los dos sucesos hay alguna conexión-, le resulta demasiado familiar.
Bajo mi punto de vista, Planeta sigue la estela de Especie. De hecho, esta novela conecta con aquella y, de vez en cuando hay alusiones a los casos que se investigaron en esa entrega, y volverán a aparecer personajes que ya asomaron en aquella. ¿Es necesario leer una para disfrutar de esta? No, necesariamente, pero sí es recomendable.
Los temas en Planeta
Susana Martín Gijón compone un caleidoscopio en el que caben un sinfín de temas. Esta, como las dos anteriores, es una novela denuncia que quiere poner sobre la mesa cuestiones como el cambio climático, la destrucción de los ecosistemas, la deforestación, los vertidos tóxicos y los atentados contra el medioambiente. En un mundo en el que cada vez estamos (o deberíamos estar) más concienciados, -por suerte, los jóvenes vienen pisando fuerte en este tema-, se siguen produciendo situaciones que están debilitando cada vez más nuestro mundo. Los intereses personales, la ambición, los tratos de favor, las coacciones o los sobornos dan lugar a hechos que deberían ser denunciables.
Pero Martín Gijón también nos habla de las relaciones familiares, de las adicciones, de los males de amores, la violencia de género o de las desigualdades sociales. Desde la primera novela, he disfrutado de lo que yo llamo las conversaciones de bambalinas, esas que tienen lugar entre los miembros del equipo de Camino, con un café en la mano, en los momentos de descanso. Son escenas en las que los personajes dan rienda suelta a sus verdaderos pensamientos que, a veces, tienen que callar por razón del cargo que ocupan.
Pero si hay una parte de la que he disfrutado una barbaridad (y hasta me he reído) ha sido aquella en la que la autora nos permite entrar en el mundo de la Junta de Andalucía. La Administración Pública y el funcionariado dan para una novela de principio y a fin. Diría que incluso para varios tomos. Y es que, en este sector, pueden llegar a ocurrir las cosas más insólitas. En Planeta, podremos brevemente cruzar la puerta de entrada de un organismo público. En pocas páginas observaremos cómo no siempre se respira buen ambiente en una Consejería. Hay envidias, malicia, zancadillas, cotilleos y malos rollos en general. Por suerte, no ocurre siempre pero, quizá, por esa sensación de seguridad que se siente cuando uno es empleado público, se da rienda suelta a lo que verdaderamente somos. Así, he asistido a inconcebibles enfrentamientos entre compañeros. Parte de todo esto viene recogido en Planeta. La muerte de Pureza llevará a Camino a su lugar de trabajo y allí descubrirá cómo se las gasta más de un funcionario.
Lo personal vs lo profesional
Os comentaba antes que estas novelas nos permiten conocer a los personajes en diferentes esferas: en lo profesional pero también en lo personal. Camino sigue siendo la que era. Aunque parece que ha suavizado un poco las formas, sigue a su puñetera bola, saltándose el protocolo, tomando atajos, y si tiene que ser borde con un superior con tal de hacer bien su trabajo, lo hace y punto. No importa que tenga enfrente a un Consejero de la Junta de Andalucía como si se trata del mismo Papa. Ella es natural, espontánea, libre de ataduras, y siempre dice lo que piensa. Creo que por todo ello es un personaje con el que conecto bien, aunque sea un poco burra a veces. Camino sigue sintiendo pasión por la salsa, y el baile, le gusta jugar al ajedrez, y mientras el resto de los mortales acostumbra a tener un perro o un gato, ella tiene un terrario con hormigas. Así de particular es.
Dentro de la comisaria es inspectora. Fuera de ese recinto es una mujer enamorada. Una vez que Paco salió del coma en el que estaba sumido en la primera novela y tras una separación de su mujer, ha comenzado una relación con Camino, lejos de la clandestinidad. Pero él se siente en dique seco. Tiene una bala alojada en el cráneo y no puede reincorporarse a su trabajo. Paco necesita a Camino pero ella se debe a su trabajo, no tiene horario, ni tiempo suficiente para dedicarle a su amor como le gustaría. Así que en Planeta, lo que empieza como una relación idílica se convertirá en un campo de minas. Paco no lo va a pasar bien.
Con respecto al resto del equipo, a Pascual lo veremos trastear por redes sociales, siguiéndole la pista a su hija. Ese mundo virtual es mucho más peligroso de lo que parece y él necesita saber qué hace su hija y con quién interactúa. ¿De qué armas se vale un padre para descubrir toda la verdad?
En cuanto a Fito, tiene grandes problemas personales. De familia humilde, se ha criado en un entorno que dejaba poco margen a un futuro estable y dentro de los límites de la ley. Él es un hombre hecho a sí mismo, que ha dejado su pasado atrás, pero no ha olvidado a los suyos. En esta novela, lo veremos mantener un precario equilibrio entre el bien y el mal.
Y sobre Lupe, sabemos que su vida conyugal no es una vergel. Seguirá con los problemas maritales, soportando un hastío familiar que ya le pesa en exceso.
Lo personal en terreno español pero también en terreno italiano. Desde las primeras páginas, sabremos que Bárbara Volpe no anda en su mejor momento. Algún problema hay por ahí. Pero ella es tan cabezota como Camino. Estas mujeres, que se las han visto y se las han deseado, siempre en situaciones para las que hay que tener mucho estómago, son duras de pelar y no dan su brazo a torcer tan fácilmente. A Bárbara le toca jugar en Planeta su partido más difícil, al mismo tiempo que trata de resolver los asesinatos que se comenten en Italia. Por suerte tendrá a Silvio, su mano derecha.
Y otras subtramas, que afectan a personajes con menor protagonismo, tendrán también cabida en esta novela
Sevilla
No le faltará protagonismo a la ciudad por la que se mueven los personajes de esta novela. En las entregas previas, la autora me hizo descubrir muchos rincones que para mí habían pasado desapercibidos hasta el momento. En Planeta se centrará en su historia. En esta trama, la autora recoge esas inudaciones que asolaron a la ciudad tiempo atrás y que todavía, aunque en menor medida y mucho más controlada, pueden tener lugar.
«A lo largo de los siglos, los sevillanos han vivido con la incertidumbre de no saber hasta cuándo el Baetis les permitiría vivir de prestado en sus terrenos, y han querido igualar su omnipotencia haciendo de todo por domeñarlo: desde las murallas que servían de barrera a cortas, diques, aterramientos, esclusas. Sin embargo, en anteriores crecidas el agua les demostró que sus ingenios eran vanos. Está por ver si, tras las obras titánicas operadas en la última década, el hombre ha vencido definitivamente al río». [pág. 44]
Agua. Agua en el rio pero también agua cayendo del cielo. Martín Gijón dibuja una ciudad en la que es habitual asfixiarse de calor pero en la que, según le dé, comienza a llover sin tregua. Si en las previas novelas los personajes morían bajo el látigo justiciero del Lorenzo, en Planeta, las lluvias torrenciales traerán desastres en aquellos barrios más humildes, donde las infraestructuras no están en óptimas condiciones. El excesivo calor y las lluvias impetuosas nos hablan de cambio climático, asunto que enlaza con uno de los temas de esta novela, lo que deja claro que la autora ha cuidado con esmero los detalles más nimios de la trama.
Por otra parte, me ha resultado muy agradable encontrarme con establecimientos y negocios sevillanos tan cercanos a mím que puedo llegar a ellos en cuestión de minutos. Reconocer escenarios familiares en un libro siempre es un aliciente.
Estructura y estilo
La acción trascurre en apenas unos días. Todo comienza un lunes, 12 de noviembre, y se prolonga a lo largo de una semana. En ese breve lapsus de tiempo ocurren muchas cosas, tanto dentro como fuera de España, así que el lector no se va a aburrir.
La novela cuenta con mucho diálogo, lo que le otorga mucha agilidad y dinamismo. Buena parte de esos diálogos, que se desarrollan en situaciones tensas y conflictivas, me han parecido muy creíbles. Es decir, siento que, en la realidad, una persona reaccionaría del mismo modo que lo hacen los personajes. No obstante, también tengo que decir que hay un par de detalles que no me convencieron totalmente. Reconozco que soy muy puntillosa y me fijo en lo más banal pero no puedo evitarlo. Me gusta que las reacciones y los comportamientos sean cien por cien creíbles, que los hechos se sucedan con cierta lógica. En cualquier caso, no puedo negar que Camino me gusta, que me gustan estas novelas que transcurren en Sevilla, que Martín Gijón no solo plantea un entramado en el que el crimen se escuda en motivaciones peregrinas, sino que se preocupa por ofrecer un argumento sólido, sustentado en cuestiones de índole social de importante enjundia.
Con algún guiño simpático, estructurada en bloques, y con capítulos de corta o muy corta extensión, el patrón estructural de Planeta es el mismo que ya vimos en Progenie y en Especie. La acción transcurre a un ritmo contenido pero este se irá precipitando y acelerando a medida que vamos avanzando en la trama, hasta llegar a un desenlace en el que nos esperan grandes, grandísimas, sorpresas. Un final de infarto.
He disfrutado mucho de la lectura de Progenie, de Especie, y de Planeta. No quisiera despedirme de Camino pero, eso está en manos de Susana Martín Gijón.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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