[Fuente: web editorial] |
Hombres y mujeres habitan los lienzos que se exponen en este título aunque, resulta curioso que no se incluya la imagen de ningún niño. A pesar de que existen importantes retratos sobre infantes, el autor confiesa que ninguno ha llamado su atención. «Quizá sea porque la vida que esconden esos niños son más cortas y no daba para desarrollar una historia. Habrá que hacer uno que se llame Niñearte», bromeó.
En este nuevo volumen, del Amor ha hecho zoom sobre la imagen, despojando el cuadro de todo, incluso de los paisajes, y dejando solo el rostro. De este modo, asegura que ha centrado el tiro, focalizando su atención únicamente en el protagonista del cuadro, en una única persona. «No hay mayor paisaje que el rostro de alguien en un cuadro. Algo que te permite fabular. Los personajes de estos cuadros me lo han puesto fácil».
Lo de fabular, inventarse una historia tras algo que ve, tras alguna persona con la que se cruza, es algo que lleva haciendo desde hace mucho tiempo. De hecho, asegura que es eso lo que hace en el telediario, aunque lo que cuenta en ese espacio sea verdad. «Todas las historias que son verdades, en realidad, son como pequeñas fabulaciones», comentó.
Retratarte ha permitido al autor trastear la vida de los pintores, ahondar más en su historia. Asegura que, en algún momento se ha llegado a sorprender. Nos habló de la relación tan peculiar entre Juan de Pareja y Velázquez, o del tortuoso camino que fue la vida de Caravaggio, «una vida de película, llena de trampas, de malvivir, y bajos fondos». Pero junto a la sorpresa también cabe la admiración, por la capacidad de algunos hombres y mujeres a la hora de plasmar la realidad.
Haciendo un barrido a lo largo de los años, con pinturas que van desde 1472 al año 2020, la elección de los cuadros responde al gusto de Carlos del Amor. «Ha sido una elección totalmente subjetiva», en la que ha primado la practicidad, algo que le viene impuesto por su trabajo. «Es algo que da el periodismo. Siempre estás eligiendo un plano o una declaración». Se considera una persona muy selectiva y no ha permitido que, en esta composición, entre en juego la añoranza. Así, y sin seguir un criterio cronológico, estilístico o artístico, el lector se va a encontrar con obras que son, como él dice, «cada uno de su padre y de su madre, siendo el único nexo de unión la sensación de asombro que provocan sus historias».
En Emocionarte, hizo hincapié en la figura femenina. Vuelve a incidir en el papel de la mujer, no solo como persona retratada, sino también como figura artística. En este volumen, hay mucha presencia femenina. En palabras del autor, es algo lógico. "Si se escribiera este libro dentro de quince años, habría todavía más mujeres y más personajes femeninos porque la labor de recuperación de su figura, por suerte, está en el centro del debate", afirmó. Y entre cuadro y cuadro, entre fábula y fábula, el lector va abriendo puertas hacia nuevas obras, hacia nuevos artistas. En esa línea,Retratarte es un camino abierto. Carlos del Amor asegura que su libro es como esos del género infantil en el que el lector tiene que ir eligiendo caminos, que te llevan por un lado u otro y, de este modo, a un final u otro. «Un capítulo puedes tardar en leerlo veinticinco minutos o dos días, dependiendo de lo que te apetezca entretenerte en ese trayecto». Confiesa que le gusta que los lectores tarden mucho en leerlo porque eso es sinónimo de que el lector ha ido buscando las referencias, los cuadros, los artistas. «De repente, puede descubrir un artista que no está en el libro, pero precisamente el libro es el que lo ha llevado hasta él». A su criterio, esta es precisamente la mejor forma de este volumen.
Destaca el cuadro que se muestra en la portada, el Retrato de Giovanna degli Albizzi Tornabuoni. Sobre esta obra dice que si figura en la cubierta no es por casualidad. Muestra a una mujer de belleza serena, con la que puedes empatizar, porque transmite paz, sosiego y «sin embargo, esconde una historia detrás, de amor y muerte, con todos los requisitos para una buena novela». Y efectivamente, cualquier cuadro puede dar pie al guion de una película o al argumento de una novela. Basta con observar con atención, indagar un poco en el personaje retratado, fijarse en los detalles y dejar volar la imaginación.
A poco que nos adentremos en el libro no es raro que se nos pase por la mente que Retratarte podría encajar perfectamente como un libro de texto, para explicar de otro modo, más ameno, más cercano, la historia de los cuadros y de sus autores. «Uno de los mayores piropos me dicen es eso, que muchos profesores lo utilizan en sus clases». Afirma que algunos profesores le han escrito diciendo que han usado su libro para poner ejercicios a sus alumnos, para invitar a los jóvenes a hacer lo mismo que Carlos el Amor hace cuando se coloca ante una obra de arte. Es algo que llena de orgullo al autor porque cree que es una bonita manera de traspasar el ámbito editorial. Quizá, todo aquel que se atreva a lanzarse a este volumen descubra también una nueva forma de visitar los museos. El autor considera que él no es nadie para decirle a una persona cómo debe visitar un museo, pero sí recomienda elegir un grupo pequeño de obras en cada visita y no pretender ver todo lo que se expone, «para evitar empachos que pueden provocar un efecto rebote». Acostumbrado a adentrarse con frecuencia en los museos de todo el mundo, cree que estos lugares de culto al arte jamás terminan de verse «porque siempre tienen cosas nuevas que enseñar. Así que recomiendo más sosiego, ver algunos cuadros, irte a casa y reflexionar sobre ellos».¿Y en qué se fija el autor cuando está delante de una pintura? Responde que en la mirada del personaje, aunque los detalles también le interesan. «Suelo buscar la periferia para extraer detalles que me den pistas sobre lo que quiero escribir. Intento fijarme en algo que, en principio, no es el centro de atención, para sacar el hilo del que tirar y que me lleve al núcleo de la historia».
¿Pero qué documentación ha tenido que manejar a la hora de escribir este libro? Nos habló de cartas, de visitas a museos, de conversaciones con autores que viven hoy día, o con descendientes de los mismos. «Me nutro de todo, como un periodista, que se nutre de todas las fuentes que puede para dar forma a un relato». En cualquier caso, hay pintores de los que se ha escrito mucho y, al contrario de lo que podría parecer, esa profusión de documentación sobre artistas como Caravaggio, le hizo replantearse si incluir cuadros de este pintor. No obstante, decidió incluir alguno y por eso, entre estas páginas, podemos ver el Retrato de una cortesana. Y entre la documentación también ha consultado las hemerotecas de los periódicos, incluso la de rotativos tan antiguos como La Gaceta de Madrid, un periódico que dejó de publicarse en 1936, para ver críticas de ciertas obras o de exposiciones. Del Amor, que estudió documentación antes que periodismo, cree que las hemerotecas encierran auténticos tesoros, donde encontrar, por ejemplo, información sobre cómo el mundo del arte trataba a la mujer en determinadas épocas.
Manifestando que hay que respetar el gusto del público, porque es soberano, y que resulta muy difícil definir qué es una obra de arte o una obra vulgar, del Amor afirma que los valores subjetivos de cada uno, en los que entra en juego las emociones más íntimas, inciden sobre la esfera de la cultura de manera diferente.¿Cómo determinar si un cuadro es bueno o no? Para responder a esta pregunta habría que entrar de lleno en un debate que no acabaría nunca. En cualquier caso, siempre podemos contar con la opinión de los especialistas, que nos pueden guiar o enseñarnos a valorar una obra. Sea como fuera, habrá lectores que se emocionen al contemplar el Autorretrato de Alice Neel, como me ocurrió a mí, con esa pose algo desafiante, mirando directamente al lector y exponiéndose en toda su naturalidad. O bien que les impacte el Autorretrato II de Jean Dubuffet. Para gustos, colores.
Lo que está claro es que en este volumen se ha cuidado escrupulosamente la edición, haciendo especial hincapié en el tamaño de las ilustraciones, para que el lector pueda apreciar mejor los detalles. La intención ha sido que el lector, aunque pueda buscar las imágenes en Internet, no tenga necesidad de salir del libro.
Al preguntarle si habrá más libros como este, del Amor asegura que, en estos momentos, no tiene nada en mente. «Ahora mismo estoy seco de ideas y de proyectos editoriales». En cualquier caso, y en cualquier momento, puede surgir una idea y de ahí un libro. «Todo dependerá del Dios de las letras».
Sinopsis: Del autor de Emocionarte, con más de 100.000 lectores
Carlos del Amor va un paso más allá en el viaje a través de los cuadros que emprendió con Emocionarte. Esta vez se centra en el retrato, un género que le permite recrear las vidas de los retratados y de los artistas, y cómo estos últimos también se retratan en su forma de pintar. La elección de sus modelos o los retratos de encargo, la fidelidad realista al retratado o la percepción de este por parte del artista, el autorretrato que tantos practican, quiénes eran los modelos y qué vidas llevaban, las dificultades de acogida de la obra por parte de quien la encarga o por el público, forman parte de la historia íntima de estas obras que iremos descubriendo en el libro.
Con su característico estilo literario, Carlos del Amor nos muestra un mundo detrás de cada cuadro y, de nuevo, nos revela que han sido muchas las mujeres artistas, y muy poco conocidas hasta ahora.