Editorial: Planeta
Fecha publicación: septiembre, 2022
Precio: 20,50 €
Género: narrativa
Nº Páginas: 304
Encuadernación: Tapa dura con sobrecubierta
ISBN: 978-84-108-26194-0
[Disponible en ePub;
puedes empezar a leer aquí]
Autor
Nacido en Besalú (Girona) en 1971, Martí Gironell es periodista y licenciado en Filología Inglesa. Ha trabajado en prensa, radio y televisión. En marzo de 2007 publicó su primera novela, El puente de los judíos (Columna-El Andén), que de inmediato se convirtió en un éxito de ventas.
Ganó el Premi Ramon Llull 2018 con la novela La fuerza de un destino.
Más sobre el autor en www.martigironell.cat y en sus redes sociales @martigironellg
Sinopsis
Una historia épica, heroica y delicada hecha de recuerdos y secretos inolvidables.
El doctor Masgrau, director del Centro de Investigación y Difusión de la Imagen de Girona, recibe una visita inesperada que lleva una caja de fotografías inéditas y comprometidas de Valentí Fargnoli. Eran sus grandes secretos.
El fabricante de recuerdos es el fascinante viaje de las peripecias del fotógrafo ambulante Valentí Fargnoli, que en las primeras décadas del siglo xx, con su bicicleta, recorre el país retratando la vida desde la costa hasta la montaña pasando por los pequeños pueblos y las grandes ciudades. Fargnoli, a través de las imágenes, construye una memoria personal y colectiva de gran valor que estaba destinada a desaparecer. Su trayectoria brillante le lleva, incluso, a fotografiar la boda de Alfonso XIII, algo que le cambiará la vida para siempre.
[Información tomada directamente del ejemplar]
La historia está llena de hombres y mujeres extraordinarios, cuyas vidas han dejado una huella que el tiempo se ha encargado de ir borrando. Por eso hay que agradecer a los novelistas y a los biógrafos que pongan el ojo sobre esas personas que por su naturaleza, sus actos, sus pensamientos o su trabajo deberían ser recordados para siempre. Precisamente, en este sentido, doy las gracias a Martí Gironell porque, la próxima vez que viaje a Girona, me fijaré especialmente en las fotografías que cuelguen de las paredes de establecimientos o edificios, buscando la mirada particular de un fotógrafo ambulante de origen italiano, que vivió en Cataluña. Buscaré a Valentí Fargnoli en esas instantáneas, y lo imaginaré montando en bicicleta, pedaleando por los caminos de este país, portando sus cámaras y todos sus aparejos.
Pero, ¿quién fue Valentí Fargnoli? El propio Martí Gironell nos lo cuenta en la entrevista telefónica que pude hacerle (puedes leerla completa aquí o escucharla aquí). Dijo y cito textualmente:
«Valentí era un fotógrafo ambulante que iba con su bicicleta de aquí para allá. Retrató muchas localidades pequeñas, grandes, pueblos, ciudades, tanto de la sierra como del litoral. Es un personaje muy conocido en la provincia de Girona. Te diría que en cualquier bar, ayuntamiento, biblioteca o centro cultural, donde haya fotos antiguas, de 1918 o 1920, son de Valentí Fargnoli».
Pero antes de contaros de qué trata esta novela, dejadme que os cuente un hecho histórico que tiene mucho que ver con el argumento de este libro. Veréis. El 31 de mayo de 1906, Alfonso XIII contrae nupcias con Victoria Eugenia de Battenberg. La ceremonia tuvo lugar en la basílica de San Jerónimo, en Madrid. Una vez celebrado el oficio, la pareja montó en carruaje y, acompañado por una gran comitiva, se dirigió hasta el Palacio Real. Circulaban despacio para que el pueblo de Madrid viera a los futuros reyes, y los pudieran saludar. Pero, a la altura del número 88 de la Calle Mayor, alguien lanza un ramo de flores al paso del cortejo. No fue un gesto emotivo sino un intento de asesinato pues, en el interior del ramo, habían insertado un explosivo.Los anarquistas querían matar a los reyes. Consiguieron sesgar la vida de varias personas que acompañaban al cortejo y de varios espectadores que contemplaban el paso del mismo. Los reyes salieron prácticamente ilesos. El atentado fue cometido por Mateo Morral que posteriormente fue detenido. En este vídeo podéis ver el desfile:
[Fuente: wikipedia]
Como en todo enlace matrimonial, y más si se trata de la realeza, se encargó las fotografías a Valentí Fargnoli. El rey ya conocía el trabajo de este fotógrafo por una visita previa que había hecho a Girona. Así que, cargado con sus cámaras, Fargnoli se dispuso a fotografiar la boda y el cortejo. ¿Fotografió también el momento del atentado? No lo sabemos. Y no lo sabemos porque esas fotografías de la boda jamás vieron la luz. A ello se une que, justo después del atentado, Fargnoli desapareció durante dos años. Dejó España, marchándose a Argentina con toda su familia, y no regresó hasta 1908. Y las preguntas surgen inmediatamente:¿por qué nunca se publicaron esas fotos?, ¿y por qué Fargnoli se marchó repentinamente?
Lo que Martí Gironell hace en El fabricante de recuerdo es, por un lado, contarnos la vida de este fotógrafo. El grueso de la novela se sitúa en 1944, cuando Valentí acude al establecimiento del que fue su ayudante, Sebastià Martí Roura. El fotógrafo se siente enfermo y cree que su muerte está próxima. La visita a su ayudante no será solo una despedida sino que pretende dejarle en herencia una caja con sus fotografías más preciadas.
«Son fotos que quiero mucho. No las hice para venderlas o presentarlas a ningún concurso. Son momentos familiares e íntimos, o personas y escenas que me han impresionado especialmente a lo largo de mi vida y que he querido guardarme para mí». [pág. 20]
Pero hay algo más. Esa caja también contiene una serie de fotografías que pueden comprometer a quien las guarde. ¿Se hará cargo Roura de ese legado?
La conversación entre ellos será el medio a través del cual iremos sabiendo cómo se ha desarrollado la vida de Fargnoli, porque maestro y discípulo hacen un repaso a los años previos. Así, sabremos cómo el fotógrafo llegó a convertirse en fotógrafo real, cómo conoció a su mujer Rosa, cuántos hijos tuvo el matrimonio, qué desgracias familiares sufrieron, cómo hacía su trabajo, cómo Roura llegó a ser su ayudante, qué pretendía conseguir con sus fotografías, o qué le llamaba más la atención. Toda esa información que compone la esfera profesional y personal del fotógrafo.
Por otro lado, el autor de Besalú construye una hipótesis sobre esas lagunas que existen en la vida de Fargnoli. En El fabricante de recuerdos, el lector será testigo de los supuestos motivos que incitaron al fotógrafo a no publicar las fotos. Tenía miedo. Pensaba que podían llegar a sospechar que él estaba detrás del atentado contra Alfonso XIII y su reciente esposa, pero ¿por qué? Bueno, esto no te lo voy a desvelar. Para averiguarlo tendrás que leer el libro.
¿Qué me ha gustado de esta novela?
De entrada, todo el argumento. Me atraen la vida de esas personas que, si no fuera por las novelas o los libros, jamás hubiera tenido noticias de ellas. Me ha gustado saber que en este mundo existió un hombre, un fotógrafo ambulante de nombre Valentí Fargnoli que, montado en bicicleta, iba fotografiando aquello que más le impactara. Pero Fargnoli era un hombre sencillo y por lo tanto, también ponía la mirada en las cosas sencillas. A través de esta novela, y de sus fotografías, conectaremos con la gente del pueblo, los hombres y las mujeres más humildes, a los que fotografiaba con la dignidad de grandes personalidades.
Por otra parte, la lectura de esta novela me ha permitido aprender mucho sobre aquellos años. Por ejemplo, pensad en las farmacias de hoy día. ¿Qué venden? Comprimidos, píldoras, ungüentos, pomadas, jarabes, cosméticos, artículos ortopédicos,... ¿Te imaginas entrar en una farmacia y encontrar un stand con fotografías y postales? Gironell nos desvela que parte de los artículos que se vendían en las boticas eran las obras de fotógrafos. En estos lugares compraban el material necesario para hacer sus fotografías y revelados y, también en estos establecimientos, exponían el fruto de su trabajo. Instantáneas de monumentos y lugares singulares se exhibían en los escaparates de las farmacias, postales que la gente compraba para coleccionar o para remitir a sus familiares. Y no solo eso sino que también se ganaban la vida retratando difuntos. Esto es algo que yo sí sabía pero sigue pareciéndome algo insólito. Ya sabéis, muere un miembro de la familia y, estando ya amortajado, se llama al fotógrafo para que inmortalice al difunto. Me parece algo macabro pero, por otro lado, y dado que no todas las familias podían costearse un retrato periódico, quizá era la única y última oportunidad de tener un recuerdo del familiar. Aunque ya estuviera muerto.
Y al margen de estas curiosidades, otras tantas. ¿Cómo se hacían las fotos antiguamente? ¿Qué material era necesario? ¿Cómo era el proceso de revelado? Toda esta información nos la arroja la propia novela, desvelando que la documentación que ha llevado a cabo Martí Gironell es importante. Y suma y sigue porque ¿quieres saber qué era el baile del puro? ¿Qué ocurría en el manicomio de Salt? Bueno, tendrás que leer la novela. Toda esta información enriquece la trama y estimula la lectura.
La novela también retrata el papel de la mujer. Recordad que estamos en la primera mitad del siglo XX, ¿qué rol le tocaba a hijas, hermanas y esposas? Una pregunta fácil, ¿verdad? Pero no toda mujer estaba dispuesta a pasar por el aro. Por ejemplo, Rosa, la mujer de Fargnoli, no se limitaba a cuidar de su prole. Ella quería contribuir al mantenimiento de la economía familiar. Y luego estaban todas esas mujeres que trabajaban en la industria textil catalana, aquellas que ya por entonces luchaban por un trato igualitario pero a las que se las trataba mal y si eran demasiado molestas acababan en un lugar terrible. Importante son las referencias a «la gran Víctor Catalá». Sí, has leído bien y no me he equivocado con el artículo. Ya lo descubrirás si lees este libro.
Valentí Fargnoli
Aunque otros personajes pueblan las páginas de esta novela, el protagonista indiscutible será Valentí Fargnoli. Esta novela nos acerca a su lado profesional sin dejar al margen su parte más íntima y personal. Veremos a un hombre íntegro, incapaz de actuar con malicia o por propio interés. Era un espíritu libre, al que le apasionaba la fotografía, y que pretendía inmortalizar aquello que más le impactaba siguiendo su propio instinto, sin sometimientos de ningún tipo. Por eso, en un momento de su vida, cuando le hacen un encargo que se describe en la historia, lo veremos entre la espada y la pared. Él no servía para encorsetamientos, para horarios fijos de trabajo, para establecerse en un único lugar.
«El carácter errante y nómada define mi trabajo. ¡No quiero ni galería ni estudio ni tienda». [pág. 74]
Lo que él quería era moverse con libertad, dejar testimonio de cómo era la vida en aquellos años, aunque para ello tuviera que pasarse el día pedaleando de un lugar a otro, sin descanso. Y mantener a su familia con su trabajo, adoraba a su mujer y a sus hijos, con los que tenía una relación especial. Concretamente, estaba muy unido a su hija Julia, a la que le interesaba toda la magia que su padre desplegaba en el proceso de revelado.
Contexto histórico
A breves pinceladas, la novela nos aclara cómo se respiraba en aquellos años. Ya, a primeros de siglo, Barcelona se levantó una mañana de julio de 1909, junto a otras ciudades, en medio de una revuelta. El motivo: la protesta ciudadana contra la decisión del Gobierno de realizar una leva. Pretendían reclutar soldados que serían luego enviados a la guerra contra Marruecos. Pero algunos, los nacidos en el seno de familias acomodadas, podían evitar el reclutamiento si pagaban un precio, algo que las familias más humildes no se podían permitir.
«Catalunya era un polvorín. Los atentados contra autoridades políticas, las bombas indiscriminadas contra la población civil y las ejecuciones de los presuntos autores, no siempre precedidas de juicios con suficientes garantías, se sucedían en una cadena de venganzas y revanchas que parecía no tener fin».
Eran tiempos en los que la industrialización enriquecía a las familias burguesas a costa de las jornadas interminables, de los míseros salarios y de las pésimas condiciones laborales de los trabajadores. Algunos quisieron cambiar las cosas, aunque fuera por medio de la violencia.
«Eran anarquistas que querían atentar contra la burguesía que se enriquecía con la industrialización y poner fin al expolio de las colonias, donde se explotaba a las clases trabajadoras que malvivían trabajando de sol a sol y en condiciones infrahumanas en las fábrica y en los talleres». [pág. 33]
Y en ese ambiente de revuelta, se producen diversos atentados, como el de Martínez Campos, capitán general de Cataluña, la bomba del Liceo, el ataque a la procesión de Corpus en la calle Canvis Nous, y otros tantos fuera de Cataluña como el asesinato de Antonio Cánovas del Castillo, presidente del Gobierno, o el mismo atentado contra Alfonso XIII.
Estructura y estilo
Escrita en tercera persona, a través de una omnipresente voz, El fabricante de recuerdos se estructura en un total de dieciocho capítulos de media extensión. Un suave equilibrio entre narración y diálogo nos adentra en una lectura ágil y amena, en la que la atención del lector, especialmente de aquellos que sientan la misma pasión que Fargnoli, no decae nunca.
Pero esta novela cuenta con un capítulo introductorio y otro final que actúa como epílogo, del que no os he hablado hasta ahora. En realidad, la acción se inicia en un pasado reciente, con posterioridad a la muerte de Sebastià Martí Roura, el ayudante de Fargnoli. Su hijo, Sebastià Martí Calvo se entrevista con el Doctor Masgrau, director del Centro de Investigación y Difusión de la Imagen en Girona. ¿Por qué? Cerrad los ojos e imaginad a un hombre que parece sacado de otro tiempo. ¿Qué lleva en las manos? ¿Es una caja? Sí, eso parece, «una caja de cartón vieja y deteriorada, roída por las puntas y con manchas de humedad-. Es una caja de secretos -dijo.»
El fabricante de recuerdos no es solo una biografía novelada de Valentí Fargnoli. Es también un homenaje a los fotógrafos ambulantes, a través de cuyas fotografías sabemos hoy cómo vivían nuestros antepasados. Es también el retrato de la España de la época, sumergiéndonos en un contexto socio-político que trataba de hacer cambiar el curso de la historia. Y también es una novela a la que no le falta su punto de misterio y suspense.
Hacer una buena fotografía es hoy tan sencillo que ese simple clic ha perdido todo su valor. Sin embargo, no hay que olvidar que antaño fue una tarea dificilísima y que gracias a la fotografía se ha podido luchar contra el olvido y la desmemoria. La fotografía es y ha sido desde siempre la única forma de mantener cerca a los que ya no están, de revivir otras épocas de nuestras vidas, de rememorar momentos felices del pasado. Y también, gracias a novelas como esta, podemos evitar la injusta indiferencia que se comete contra personas como Valentí Fargnoli.
El fabricante de recuerdos ha sido una buena lectura, entretenida, y llena de misterio, que nos permite aprender sobre otros tiempos.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]