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Sinopsis
[A modo de sinopsis] dice la editorial: Ronson es una barbaridad de libro. La historia se remonta varias décadas atrás, y a ojos de nuestras constreñidas mentes actuales, lo de barbaridad, puede superar lo estético y formal para llegar a lo moral. Un tebeo de infancia con carretadas de realidad verosímil. Realidad de pueblo, que puntúa doble que la urbana. Además, de pueblo de hace sesenta años, que es como hablar de otra galaxia en términos de usos y costumbres, digamos, más recias. Tiene ese rollo neo realista con aire documental, con esos ritmos, esas composiciones y esos caretos. Sin necesidad de moralejas, finales felices o cualquier otra esclavitud argumental. Un tebeo entre sensible y descarnado que nos recuerda de dónde venimos. De la misa obligatoria, la pedrada al perro y las hostias a los niños sin preguntar. Pero también de la silla a la fresca, de jugar en la calle y las aventuras asalvajadas.
¿Pero esto es tebeo Autsaider? ¡Vaya si lo es! Excelencia formal, pensamientos divergentes y estendalazo potencial para almas sensibles.
Un clásico instantáneo, como dice Eduardo Bravo. Un libro de esos que puedes leer y releer, que no pierden impacto y que circula por una vía paralela a las tendencias o a las modas. Recursos propios innovadores, que de puro novedosos son absolutamente ajenos a lo que se estila. El dibujo merece capítulo aparte, una maestría entre la línea clara y lo académico que, con un increíble dominio de la anatomía en las diferentes edades del hombre, hace llorar a John Byrne, incluso al propio John Buscema cada vez que se acuerda de sus dibujos de los hermanitos Maximoff.
RONSON es la primera novela gráfica de César Sebastián.
[Información tomada de la web de la editorial]
Si tomas entre tus manos un ejemplar de la obra gráfica Ronson, lo primero que llama la atención, al margen del color predominante, es la ausencia de información sobre el autor o la propia obra. Es habitual que un libro nazca acompañado de un biografía y, como mínimo, de una sinopsis, por aquello de informar al lector sobre el contenido de la obra. Sin embargo, tal costumbre se rompe con Ronson. Por eso, cuando entrevisté a César Sebastián, mi primera pregunta fue precisamente interrogarle sobre su identidad y también sobre por qué no aparece una breve remembranza sobre la historia en el libro. Me respondió que:
«En realidad, estuvimos tanteando la idea de poner un texto en la contracubierta. Pero claro, no sabía muy bien si yo iba a ser capaz de hacer justicia o de sintetizar el contenido de Ronson. No es una novela gráfica, tradicional, en el sentido de que no narra una única historia, una trama, ni nada por el estilo. Al final, optamos por que fuese más bien un objeto así muy sugerente e intrigante, que el lector tuviese que adentrarse en sus páginas para saber exactamente de qué iba».
Ronson es una novela gráfica que invita al lector a retrotraerse en el tiempo. El autor rebusca en ese cajón de la memoria que todos tenemos, para rescatar recuerdos de nuestro pasado, de otras épocas en las que éramos pequeños, y en las que la vida era muy distinta a como la concebimos hoy. No explora Sebastián un entorno urbanita, sino que se centra en el espacio rural, en reductos minúsculos donde todo y todos funcionábamos de otra manera.
La acción se sitúa en un pueblo que bien podría ser cualquier pequeño rincón de este país, aunque el autor confesó en la entrevista que se ha inspirado en Sinarcas (puedes leerla aquí), el pueblo valenciano en el que nació su padre. Subyace el deseo de convertir esta historia en algo universal, la pretensión de que cualquier lector pueda verse retratado en la narración. Son los años 60, y en esos reductos pequeños, los vecinos eran casi familia. Todos conocían a todos. Todos sabían de todos. Era difícil guardar secretos. Apodados con un mote -costumbre que hoy todavía perdura en algunos pueblos- vivían la vida de una manera tranquila y sosegada, aunque no exenta de problemas. En cualquier caso, el ritmo era distinto. En estas páginas veremos a los adultos centrados en sus quehaceres y a los niños, como se suele decir, haciendo cosas de niños. Y es precisamente en los más pequeños donde recae el foco de atención.
Los niños. Los niños de esta historia. Admito que vas a encontrar escenas que hoy podrían tacharse de políticamente incorrecta y es que, en los años 60 del siglo pasado, los niños (y me meto en el saco) teníamos una relación curiosa con la naturaleza. Lo digo porque las pequeñas criaturas de esta historia van a cometer alguna barrabasada, travesurillas sin importancia por las que tampoco hay que echarse las manos a la cabeza. ¿O sí? Porque, decidme los que ya habéis cumplido los 50 años, ¿quién de vosotros no le cortó alguna vez el rabo a una lagartija? ¿Quién no le arrancó las alas a una libélula? Que sí, que dicho así suena horrible. Y más aún si lo pones en práctica pero que yo hice esas cosas de pequeña y hoy soy una ferviente defensora de los animales. Pues esto, en cuanto a la naturaleza se refiere porque luego, en Ronson también vamos a meternos de lleno en el plano escatológico, pero eso ya es otro capítulo que dejo que vosotros mismos descubráis.
Quizá, si has visto o conoces a César Sebastián, te estarás preguntando quién es el verdadero narrador de este relato porque César no puede ser. El autor habla de los años 60, época en la que él quizá no fuera ni un proyecto. Entonces, ¿por qué es capaz de describir con verdadera credibilidad cómo era la vida rural en esos años? Bueno, te contaré que lo que el autor hace en estas páginas es trasladar todas las historias que su padre le ha contado sobre el pueblo y la vida allí, durante años. En este sentido, el lector hará un recorrido vital, un recorrido por la vida del padre que, como dije antes, puede ser la de cualquier otra persona que naciera y se criara en un pueblo.
Ronson, título que tiene su significado pero del que no quiero desvelar nada, pretende conseguir que no nos olvidemos de nuestras raíces.¿Quiénes somos? ¿Somos hoy lo que somos por lo que fuimos antaño? El pasado es la base de nuestra identidad y los recuerdos el vehículo que nos conecta con lo que fuimos, aunque a veces esos recuerdos nos lleguen distorsionados. La mente es traviesa y, en ocasiones, hace de las suyas para que recordemos lo que recordamos como a nosotros nos interesa. Y ese pasado que tenemos incrustado en nuestro cerebro no solo está formado por imágenes, sino que también se compone de un cúmulo de sensaciones táctiles, de sonidos o de sabores.Los cinco sentidos tienen su importancia en Ronson porque el narrador recrea cómo olía la gasolina, en unos años en los que tener o ver un automóvil, y más en un pueblo, era como ver un mirlo blanco; también evoca cómo sabían los chicles famosos de la época (¿os acordáis de los chicles bazooka?); o cómo olían las personas que eran importantes para nosotros. Por lo tanto, estamos ante una obra sumamente sensorial.
Ilustraciones y estética
Dice César Sebastián que sus dibujos son de línea clara y desnuda, sin claroscuros. El autor habla de un estilo naturalista con el que se pretende retratar la realidad sin deformarla gráficamente. Y tan realista me pareció esas viñetas o esas fotografías que se aprecian en el libro, y que él ha tomado del álbum familiar, que me he visto a mí misma. Concretamente hay una instantánea en la que el joven protagonista de esta historia está a lomos de un caballo, junto a su abuelo. Pues bien, yo tenía una foto exactamente igual a esa, solo que el caballo era un burrito con sus alforjas. Foto que, desgraciadamente extravié, pero cuyo recuerdo todavía conservo en mi memoria.
Juega Sebastián a contar a través del dibujo y por eso, en algún momento, veremos cómo las ilustraciones funcionan a modo de metáfora.
Añado que si asomas la nariz a las publicaciones de Autsaider Cómics descubrirás que cada volumen está sumamente cuidado. En esta ocasión, hay varios elementos que consiguen llamar la atención sobre el libro. Por un lado, los colores. A los típicos blancos, negros y grises se une un color singular. Yo lo definiría como ocre aunque en otras reseñas que he leído lo consideran más un color dorado. Sobre esta cuestión, César me comentó que la intención a la hora de elegir ese tono, que para él tira a verdoso, está íntimamente relacionado con la idea de evocar los colores de la tierra y de los alrededores del pueblo.
Por otra parte, cada página de este libro tiene el filo de la hoja troquelada con lo que se pretende simular el troquel de las fotos antiguas. No sé si sabéis a lo que me refiero pero en la foto de la izquierda podéis verlo claramente. Y es que todo en este libro respira tiempo pasado.
Poco más puedo o debo contar. Estructurada en diversos capítulos, con este libro ocurre lo mismo que sucede con todos los cómics o novelas gráficas, que los lees en un rato. Pero yo he disfrutado de la lectura de Ronson. Sabéis que todo lo gráfico me apasiona y que siempre defiendo el género (me pasa igual con el relato). Creo que lo gráfico tiene la capacidad de transmitir de un modo que no consigue otro formato. Es cierto que el poder de nuestra imaginación es portentoso pero la transmisión a través de lo visual me parece más directa y más efectiva. Así que, si te gusta el género o simplemente quieres probar, te recomiendo la lectura de Ronson.
[Fuente: Imagen de la cubierta tomada de la web de la editorial]
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