Hace un par de semanas pude conversar telefónicamente con Diego González-Segura. Argentino de nacimiento, su formación académica lo hizo recalar en España, y lleva residiendo en Barcelona desde los veinticuatro años. Diego González-Segura es médico experto en farmacología clínica y autor del blog literario El espacio entre latidos, donde podemos leer los cuentos y relatos que publica ocasionalmente. Pero Diego se estrena en literatura con el género mayor, con la novela. Las normas de la locura es su debut, un thriller protagonizado por diversos personajes que sufren trastornos mentales y alucinaciones.
Aquí os dejo nuestra conversación.
Diego G.- Sí, Marisa. Exactamente.
M.G.- Bueno, pues un placer saludarte.
D.G.- Igualmente.
M.G.- Te llamo para hablar de lo que es tu primera novela, Las normas de la locura, editada por Ediciones B. Por abrir un poco la entrevista y por saber un poco más de ti, eres bonaerense, criado en la Patagonia, pero la vida te trajo a España, si no me equivoco, por motivos profesionales.
D.G.- Efectivamente, nací en Buenos Aires pero, antes de cumplir un año, me fui a la Patagonia. Luego, volví a Buenos Aires para estudiar medicina y acabar la carrera. Después, me vine a España, a Barcelona, para hacer la especialidad en farmacología clínica. Me encantó esta ciudad, hasta el punto que, desde los veinticuatro años, sigo viviendo aquí.
M.G.- Decimos que esta es tu primera novela pero, tu acostumbras a escribir relatos. Tienes un blog que se llama El espacio entre latidos. Diego, cuando un autor escribe relatos y publica por primera vez, suele dar ese primer paso en ese género. Sin embargo, tú prefieres escribir una novela, hacer una carrera de fondo.
D.G. Bueno, a mí la literatura me fascina desde siempre, como lector y como escritor, pero es verdad que siempre en formato de cuentos. Los grandes cuentistas argentinos, como Borges o Cortázar, me apasionaban. Mi expresión a nivel literario han sido siempre los cuentos.
Los personajes de esta novela tienen su propio cuento también. Casi todos ellos. Mi desafío personal ha sido darles espacio en una novela. Juntarlos y que participaran juntos en una historia. Eso no se puede hacer en un cuento. El cuento es algo muy corto, muy conciso, es una idea muy concentrada que no permite tanta descripción ni profundidad, sino transmitir una idea, como un golpe de efecto. En la novela hay más espacio para que interactúen y vivan aventuras.
M.G.- Las normas de la locura es un thriller psicológico. La protagonista principal se llama Laura, una chica que, digamos, tiene una cualidad que la hace especialmente vulnerable a la realidad que vivimos el común de los mortales. Cuéntanos un poco qué es lo que va a encontrar el lector en esta novela.
D.G.- Pues va a encontrar personajes que sufren alucinaciones crónicas, que no son curables porque forman parte de la estructura mental que tienen. Este tipo de alucinaciones les genera muchísimas dificultades para integrarse en la sociedad, donde precisamente la enfermedad mental o este tipo de trastornos no son bien recibidos o aceptados, más por desconocimiento que por otra cosa. Laura tratará de integrarse, de que la gente no se dé cuenta de lo que está sufriendo por dentro, de no transgredir ciertos límites para ser aceptados. De ahí, el título de la novela. Mientras sigan ciertas normas, la gente los va a aceptar pero, en cuanto las transgreden, serán rechazados.
M.G.- ¿Y cómo se te ocurre escribir una novela con personajes que sufren este tipo de trastornos?
D.G.- Durante mi carrera, estuve muy cerca de los trastornos mentales, en general, y de algunos más en concreto. Laura es un conjunto de rasgos de diferentes pacientes que tuve la oportunidad de conocer. Uno de esos pacientes tenía alucinaciones visuales, veía arañas y siempre usaba manga larga porque no soportaba el tacto de las arañas en su piel. Fue una cosa que me impactó mucho durante la carrera y a la Laura le di ese espacio. Realmente hay gente que piensa así, que le pasa esto, y que lo sufre muchas veces en silencio.
M.G.- Y hay mucha crítica en esta novela. Intentas que el lector reflexione sobre lo que es normal o lo que no es normal. A veces, hablamos de lo que es normal con mucha ligereza. Haces crítica sobre ese concepto de normal.
D.G.- La gente esconde muchísimo los trastornos mentales por miedo al rechazo. Para ellos ya es difícil aceptar lo que les está ocurriendo. Más aún hablarlo o expresarlo. Y esto es más común de lo que la gente cree. En Europa tenemos más de cien millones de personas con trastornos mentales. Una de cada cuatro. Eso es muchísimo. Y no lo expresan por rechazo. Lo sufren y lo ocultan, para no sentirse rechazados. Y en esta novela, también vamos a ver a personas que escuchan voces. Entre el 3 y el 5 por ciento de la población, que es muchísima gente, escucha voces. Y no necesariamente tienen que tener alguna patología, tipo esquizofrenia o psicosis. Son personas que tienen que convivir con eso. A veces, están solos porque no buscan ayuda. Entonces, en la novela hay crítica pero también invito a reflexionar, porque hay mucha gente que sufre en silencio cosas que no deberían sufrir. Tendríamos que darles más espacios para que puedan expresarlo y poder integrarlos.
M.G.- Ocasionalmente, y por la forma en la que está narrada la historia, vamos a poder meternos en los pensamientos de Laura. La vamos a ver interactuar con otras personas pero, al mismo tiempo, nos vamos a introducir en su mente para ver qué es lo que piensa. Esa mente suya es como una voz narradora más.
D.G.- Ese es el desafío a la hora de escribir, poder ver el mundo a través de los ojos de Laura y de otros personajes, pero principalmente de ella. Todo esto le da riqueza a la narración. Ella tiene muchas dificultades a la hora de distinguir lo que es real y lo que no. Hay una amenaza que la persigue. Ese es el punto fuerte porque muchas veces no se sabe si lo que está ocurriendo es real o pasa solo en su cabeza.
M.G.- Laura se va a relacionar con otras personas que tienen, más o menos, los mismos trastornos que ella. Me refiero a Julián y a Alejandro. ¿Qué papel van a jugar estos personajes en la trama?
D.G.- Son fundamentales. Primero, porque van a conformar, junto con Laura, un grupo, un club, de personas con alucinaciones. Van a intentar ayudarse entre ellos, a intentar capear sus puntos débiles, y a extraer sus puntos fuertes para poder ir adelante.
Por otra parte, también son importantes con respecto a la discusión mental que tenga el lector con la novela. Si alguno de ellos es el culpable, ¿quién es? Esta es la intriga que intento crear con la novela.
M.G.- Hay otro personaje interesante también, que se llama Nuria. Ella es la psicóloga de Laura, Julián y Alejandro. Es ella la que va a tratar a los tres personajes. Me interesa el papel de Nuria porque, ¿cómo se trata a estos pacientes? ¿Qué se les dice para que ellos intenten encontrar su espacio en la sociedad?
D.G.- El papel de Nuria, particularmente, me gusta mucho. En la primera parte, porque nos guía en la terapia. Luego también participará en el resto de la trama. En este caso, el papel de la terapeuta es ayudar a sus pacientes, ayudarlos para que acepten su condición. Sobre todo, si su problema tiene difícil solución o no son tratables porque se trate de una neurodiversidad. La diferencia entre una enfermedad mental y una neurodiversidad radica, principalmente, en que se pueda conseguir tratamiento o no porque su estructura mental es así, contra lo que no se puede hacer nada. El trabajo de Nuria consiste en ayudarnos para que acepten su condición. Esto ya es un oxígeno.
M.G.- No podemos olvidar que esta novela es un thriller psicológico. Hay algo por ahí que no debemos desvelar, pero que implicará que otro personaje sea un inspector de los Mossos d'Esquadra. Ese inspector se llama Jordi Pregones, si no me equivoco.
D.G.- Sí, sí, sí. El inspector Pregones de los Mossos d'Esquadra es un personaje muy importante también en la novela. Él irá encontrando pistas en paralelo y se irá relacionando con los personajes. Esa relación es muy interesante porque, en el personaje del inspector, veremos la opinión de la sociedad. Es decir, cómo se ve a las personas que tienen estos trastornos.
M.G.- Me gustaría hablar también de la estructura de la novela. Digamos que hay dos bloques. Uno es lo que le va ocurriendo a Laura, a lo largo de la trama. El otro, que figura en cursiva, lo compone una serie de capítulos que, quizá, nos acerca a la parte más oscura de la historia.
D.G.- Bueno, es el personaje misterioso, el que está detrás de todo lo que ocurre y el que está persiguiendo a Laura. Me gustaba la idea de darle voz porque me parece interesante mostrar la perspectiva de los antagonistas. Lo más importante, o lo que yo encuentro más importante en las novelas que me gusta leer, es la motivación de cada una de las personas, principalmente del antagonista. Si no se trabaja bien, queda deslucido, porque se le da más importancia a la investigación que a la motivación del antagonista. Creo que profundizar ahí, sumergirse un poco en la mente del antagonista, da más riqueza a la novela.
M.G.- Diego, entiendo que, para escribir esta novela, habrás tirado mucho de tu formación académica, de tus estudios en farmacología clínica. Pero claro, hay que tener en cuenta que también hay una investigación policial. No sé si, en ese sentido, has tenido que recurrir a alguien para que te eche una mano, para los protocolos policiales y demás.
D.G.- Sí, claro, por supuesto. Hay una parte que tengo por mi formación y otra que desconozco totalmente. Hay una investigación sobre armas de fuego, sobre protocolos e, incluso, sobre el metro. Para una escena he tenido que hablar con técnicos de la red de metro de Barcelona para que me expliquen detalles. Esto es muy interesante, súper divertido. La gente que he encontrado es muy abierta y con muchas ganas de explicarme cosas. Y al final, todo esto espero que se haya transmitido bien. Si hay errores, lo siento muchísimo. Intentaré corregirlos en la siguiente. Pero bueno, me lo he pasado muy bien investigando.
M.G.- Y además aprendéis mucho. Bueno, y los lectores también aprendemos. Hay temas que son muy interesantes.
D.G.- También he aprendido sobre arañas. En la novela hablo mucho de arañas y es un mundo fascinante. Me encanta descubrir cada una de las especies, cómo evolucionan, cómo cazan y cómo tejen sus telarañas. Es un tema que me ha encantado descubrir. He intentado plasmar en la novela, lo fascinante que es.
M.G.- Como dije antes, la acción transcurre en Barcelona. No sé si la ciudad va a tener mucho protagonismo o no. Pero sí he descubierto que aparece un lugar que me ha llamado la atención. Me refiero a la Casa de la Convalescencia. Me parece un nombre curiosísimo. ¿Qué es este lugar?
D.G.- La Casa de la Convalescencia es un sitio muy bonito. Es parte del complejo del Hospital de San Pau antiguo. Antes era hospital y ahora está reconvertido en salas de reuniones y centros de investigación. Todo el complejo es precioso. Acaba en el Pasaje Gaudí y es un edificio modernista, como la Sagrada Familia. Allí hice mi formación en farmacología, cuando todavía era hospital. Tengo recuerdos muy bonitos de ese lugar. Y la Casa de la Convalescencia es un edificio que está del otro lado del bloque del Hospital de San Pau. También es un edificio muy bonito y también tengo recuerdos muy bonitos. Ahí es donde he querido que pasen cosas. Al final, en la novela recojo lugares que me gustan de Barcelona. Intento salir de las zonas comunes, aunque, por supuesto, hay que hablar de la Sagrada Familia.
M.G.- Bueno, mañana es 10 de octubre y se celebra el día Mundial de la Salud Mental [esta entrevista se realizó el día anterior]¿Crees que a nivel social se está haciendo una labor importante para dar visibilidad a este tipo de problema de salud? ¿Está realmente la sociedad involucrada en esta cuestión?
D.G.- Bueno, yo creo que, poco a poco, se van dando pasos. Todavía nos falta muchísimo camino por recorrer en el entorno de la salud mental. Principalmente en lo que se refiere a integrar, aceptar, involucrar dentro de la normalidad a todas estas patologías mentales, a todos esos trastornos, esta neurodiversidad. Hay que hacer que la gente se sienta parte, que pueda, al menos, hablar de lo que le ocurre, que tenga espacios y que se respete.
Los trastornos mentales serán pronto, en un futuro no corto, algo integrado en nuestra sociedad, como ha ocurrido, por ejemplo, con la preferencia sexual. Después de estar perseguida durante muchas décadas, la sociedad la ha ido integrando lentamente y ya es parte de la normalidad, es parte de la sociedad, ya la abrazamos, la incluimos. A la salud mental le queda todavía mucho para que llegue a este punto pero creo que se están dando pasos correctos.
M.G.- ¿Y de instituciones sanitarias? Me refiero a la sanidad pública. ¿No hay como mucha dificultad para acceder a consultas y a tratamiento?
D.G.- Bueno, sobre todo por el hecho de que, primero, las personas no lo explican. Ese es el primer paso. No lo cuentan por el miedo al rechazo. Segundo, las instituciones no le dan todavía el valor o la importancia que este tipo de problemas merecen. Ni las instituciones ni los ambientes laborales, que tampoco ven con buenos ojos a los trastornos mentales, y no les dejan espacios para adaptarlos al trabajo. La gente que no tiene mucha tolerancia a la relación social, probablemente será muchísimo más productiva trabajando desde casa que yendo a una oficina todos los días, donde tienen que estar en contacto con gente, lo que les producirá mucha angustia o ansiedad. O simplemente la ansiedad les desborda y necesitan ir al lavabo a llorar porque no tienen otro espacio o no tienen a una persona con la que hablar. Entonces, no solo se tiene que trabajar el ámbito sanitario, sino también el social, el laboral,...
M.G.- E incluso el familiar, ¿no? A los familiares también les cuesta entender lo que le ocurre a estas personas.
D.G.- Bueno, hay que aceptarlos tal cual son porque son perfectos en sí mismos y no hay que cambiar nada. Particularmente, tengo personas muy cercanas por las que he hecho este camino. Primero, aceptar que son como son. Son perfectos como son. Y luego, pues ayudar a que el resto del entorno también lo vea como uno los ve y los acepte. Vamos por buen camino, pero todavía nos queda.
M.G.- Queda camino por delante.
Bueno, me gustaría recalcar que la novela tiene su propia banda sonora. Cuenta con un código QR que nos lleva a una playlist. El primer tema es Crazy, y no podría ser de otra manera.
D.G.- Ay, sí, esta parte me encanta. Es un guiño al lector. En la novela hay una parte en la que los personajes escuchan música, bailan y comparten tipos de música diferente, que les gusta a ellos, o que les resuena más por sus propias condiciones. Y esto intento recogerlo en una playlist que todo el mundo puede escuchar, independientemente de que compre la novela, o que la lea o no. Quiero decir, esto es parte de la novela, pero es público.
M.G.- ¿Y qué tal están siendo estos primeros días de vida de la novela? ¿Cómo estás viviendo la experiencia?
D.G.- Es una experiencia fantástica. Es increíble la cantidad de mensajes que estoy recibiendo de gente conocida, de amigos, y también de gente desconocida que está leyendo la novela, que la han leído, que les ha gustado y que lo quieren compartir conmigo. Es muy emocionante. Ten en cuenta que, claro, la novela es como un niño que nace, que sale al mundo, y que empieza a dar sus primeros pasos. No sé si va a tener un recorrido largo o corto. Dependerá si gusta o no. Pero el camino, de por sí, está siendo maravilloso.
M.G.- Ya para terminar, Diego, ¿estás escribiendo nueva novela? ¿Vas a seguir escribiendo relatos en el blog?
D.G.- Bueno, siempre intento escribir relatos porque es una parte vital para mí. Además, también es una manera de ejercitar la literatura y de generar nuevas ideas para, quizá, futuras novelas. Los personajes de Las normas de la locura me gustan mucho, los quiero mucho, y me gustaría que siguieran viviendo dentro de otras novelas. Pero bueno, para eso vamos a tener que esperar un tiempo.
M.G.- Ya se irá viendo, pero seguro que sí. Diego, te mando un saludo desde Sevilla. Muchas gracias por atenderme y que tengas un buen día.
D.G.- Muchas gracias a ti, Marisa. Un placer. Que tengas un buen día también y bueno, a todos los lectores de Lecturápolis, un fuerte abrazo.
M.G.- Muy bien, muchas gracias. Chao, Diego.