El grupo Planeta lanza un nuevo sello editorial que lleva por norma N de Novela, y del bautismo de fuego se han encargado dos autores, Lara A. Serodio (La piel infiel) y Cristian Schleu (Muerte en tres texturas).
Mientras que para Schleu, Muerte en tres texturas sería su primera novela, en el caso de Lara A. Serodio ya ha publicado con anterioridad. Son dos novelas totalmente diferentes, de géneros distintos y, sin embargo, comparten algún punto en común.
Lara y Cristian visitaron Sevilla la semana pasada y tuve la oportunidad de conversar con ellos. No dejes de echarle un vistazo a la sinopsis de ambos libros, para tener una idea sobre su trama. Os dejo con la entrevista doble.
Marisa G.- Lara y Cristian, un placer teneros a los dos en Sevilla. Vamos a conversar de vuestras novelas. Y, si os parece, iremos alternando las preguntas.
En primer lugar, me gustaría saber cómo llegáis a N de Novela, el nuevo sello editorial del grupo Planeta. En tu caso, Lara, lo tengo más claro porque La piel infiel se publicó en Audible en 2021 pero, ¿por qué publicarla ahora en papel? Y con respecto a ti, Cristian, siendo esta tu primera novela, ¿cómo llegas a este reciente sello?
Cristian S.- Pues fue hablando con una mujer en Madrid, a la que intenté venderle la biblia de una serie. Imagínate, una serie en época de confinamiento. Le comenté que estaba en proceso de escritura, que estaba acabando una novela. Y ella me presenta a una persona de Planeta. Por mail, esa persona me pide que le mande las primeras páginas. Luego me pidió el manuscrito entero. Y nada, fueron pasando los meses, y entonces me escribe. Me dicen que todavía estaban trabajando en la novela, pero que parece que había pasado un primer corte. Por entonces, estábamos en el post-confinamiento y todos estos procesos se dilataban mucho. Y nada, pasaron unas cuantas semanas más y, al final, me dijeron que ya tenía casa. Y yo alucinando pepinos, claro. Como alucino todavía con todo. (Ríe)
M.G.- No me extraña. ¿Y en tu caso, Lara?
Lara S.- En mi caso, la llegada al sello es doble. El libro ya había salido en audio y ahora llego en papel, y llego a esta editorial, como cabeza de cartel inicial del lanzamiento.
La novela tuvo un viaje un poco errático porque no encontraba casa en papel. Ya llevaba tres o cuatro historias publicadas y, a través de mi agente, se decidió darle salida en audiolibro. Este es un formato muy agradecido para los lectores y siempre se buscan historias originales que supongan un incentivo para que la gente vaya al audiolibro al no encontrarlo en papel. Esa exclusividad es la que lo llevó al audiolibro y, a partir de ahí, tuvo un éxito muy grande. Fue uno de los contenidos más escuchados de la plataforma. Y para intentar que el libro llegue al mayor número de lectores posibles, se lanza en papel. Lo que no nos esperábamos es que ese lanzamiento en papel fuera para inaugurar por todo lo alto este sello. Así que también estoy alucinando pepinillos como Cristian. (Ríe)
M.G.- Pero, si no me equivoco, Lara, se trata de una versión revisada, ¿no? Has introducido cambios para que haya cierta diferencia entre un formato y otro.
L.S.- Sí. Bueno, no es «para que haya», por intentar atraer a más gente, sino que el formato audiolibro se adapta muy bien a la narración confesional de una mujer, hablándote al oído, con mucha reflexión y mucho monólogo. Y ahora, al pasarlo al papel, tenía la oportunidad de introducir cambios. ¿A qué autor no le gustaría volver a retocar sus palabras? Tenía la oportunidad de apuntalar ciertas partes de la historia, de adaptar los monólogos a las escenas más holgadas. Hay ciertos personajes que se merecían un mayor desarrollo, como por ejemplo, el personaje de la abuela, que se alza ahora de manera muy importante. Creo que la versión que llega ahora al lector, habiendo pasado por mi propio filtro y el de los lectores, es más sostenida.
M.G.- Cristian, Muerte en tres texturas es tu primera novela, como hemos comentado. Tú has hecho muchas cosas en tu vida, ¿cómo decides ponerte a escribir? ¿Era un reto para ti?
C.S.- Me apasiona escribir. Había escrito mucho en registro publicitario. Y aunque nunca me había planteado escribir de manera seria, fantaseaba con la idea. Luego, me metí en el mundo de la gastronomía pero, por una operación de espalda, me aparté de los fogones y regresé al mundo de la publicidad. Fue cuando conocí a una chica que escribía muy bien. Le pregunté en qué escuela se había formado, porque yo sólo estaba habituado a escribir en un registro determinado, y me dio dos o tres nombres. Así que, busqué y me apunté a la Escuela de Escritura del Ateneu Barcelonès. Ahí hice un año de narrativa y dos de novela. Al acabar el segundo curso, nos pidieron que desarrolláramos nuestro propio proyecto, que desempolváramos una idea y empezáramos a desarrollarla. Yo tenía una premisa muy clara y ahí me puse. A principios del tercer curso, mi tutor me comentó que mi idea era muy publicable. Por entonces, yo compaginaba la escuela con el trabajo de director creativo en publicidad, pero pensé que si él me había dicho eso, es porque tenía posibilidades. Así que, a pico y pala, me puse a escribir como si fuese un oficio cualquiera, aunque no apeteciera, porque ahí es donde está la diferencia, creo.
L.S.- Sí, los fines de semana, cuando todo el mundo está de barbacoa.
C.S.- Sí, sí,...Y así fue cristalizando, poco a poco, esta novela.
Sinopsis: La mise en place está lista. Los primeros crímenes están servidos.
Sensorial, salvaje y muy visceral. Muerte en tres texturas combina la tensión del mejor thriller psicológico con el ritmo frenético de la cocina profesional.
Philippe Bouvier, chef del prestigioso restaurante londinense White Spoon, trabaja con su inseparable ayudante japonés, Tsu, en la elaboración del menú degustación de la temporada de invierno. La segunda estrella Michelin está en juego.
Tras dos años sin verse, Philippe recibe la visita de su cuñado, el capitán de Scotland Yard Hadrien Gibbs, acompañado de la sargento Harrington. Durante las últimas semanas, han aparecido en Londres una serie de cadáveres con una peculiaridad muy gastronómica: las víctimas, sentadas a la mesa, tienen el abdomen abierto y sin vísceras, dejando al descubierto un agujero en cuyo interior se encuentra el bolo alimenticio perfectamente presentado y emplatado.
La policía, desorientada y sin ninguna pista esperanzadora, decide acudir a los dos cocineros con el objetivo de que su visión gastronómica pueda iluminar algún detalle que les haya pasado inadvertido. Philippe ignora que, por su desinteresada colaboración, puede estar a punto de pagar un precio mucho más alto que una simple estrella…
M.G.- Pues vamos a meternos de lleno en la trama y en los personajes de ambas novela. Cristian, Muerte en tres texturas está catalogada como un gastro-thriller. La palabra thriller la he visto combinada de mil maneras. Se habla de thriller político, de thriller histórico, de thriller psicológico, pero nunca la había visto combinada con cocina. ¿En qué sentido la cocina está relacionada con el thriller?
C.S.- Pues son dos mundos muy frenéticos y muy ambiciosos, entre comillas. En el mundo de la cocina, de la alta cocina, hay mucha competitividad y hay que ser muy exigente. Creo que el thriller y la alta cocina maridan súper bien, justamente por este ritmo frenético que le imprimes a todo. El ritmo en una cocina es, a veces, brutal y claro, en un thriller, lo que te piden es justamente eso, que el lector sienta ganas de pasar la página, ese next, next, next que se crea. Alrededor de los personajes se genera un interrogante muy grande. Has empatizado con ellos, les has cogido cariño, y quieres saber más. Por lo tanto, a nivel de ritmo, se asemejan mucho. Y a nivel de egos, también. Hay mucho ego en ambos campos. Y creo que ahora me estoy metiendo en un jardín, pero es así.
M.G.- Lara, La piel infiel no es un thriller. Pero es una novela con un potente reclamo porque, según la editorial, si has sido infiel, eres infiel o te planteas serlo, este es tu libro. Será una novela para infieles pero imagino que también lo será para quienes no lo son.
L.S.- Claro, claro. La frase es un gancho pero también sirve para remover la cuchara de la conciencia. Intenta negarlo pero en algún momento has estado en una de estas fases: O eres infiel, o has sido infiel, o te planteas serlo. O te han sido infiel, o sabes de alguien que sea infiel. Es un tema sobre el que circulamos, que nos sobrevuela a todos de una manera u otra, independientemente de que nos atrevamos a confesarlo o no. Ese será el punto de partida de la novela, aunque luego bajaremos muchos escalones y abriremos muchas capas de cebolla. Pero sí, ese es el gancho, la idea con la que te vas a sentir identificado sí o sí, en el sentido de que, en algún momento de tu vida, se te ha pasado por delante la oportunidad, o la idea, o incluso, la tentación. Es la manera de atraer al lector sin querer juzgar, porque es un tema muy tabú, muy peliagudo. Mi intención es reflexionar, hacer un tratado pero, ni a favor, ni en contra. Es invitar a reflexionar sobre alguien que se encuentra en esa situación y remover la cucharilla para ver dónde te posicionas tú, o cómo acompañas a la protagonista.
M.G.- Y esa protagonista se llama Emma. Es una mujer muy actual, de nuestra época, con su trabajo, una relación de pareja no muy satisfactoria, a la que se le cruza otra persona por el camino. Se dice que esta novela rinde homenaje a Madame Bovary. De hecho, la protagonista se llama igual. ¿En qué sentido se parecen estas dos Emma y en qué se diferencia una de la otra?
L.S.- Me gusta mucho esta pregunta. En principio, todo empezó como un guiño. Yo tenía claro que quería llamar a la protagonista Emma, porque mi sobrina acababa de nacer y se llamaba Emma. Me parecía muy bonito. Y a partir de ahí, sí que surgió la idea de hacer la comparativa y de traer un poco a esta Madame Bovary a la época contemporánea. Las dos tienen delante esa llamada del deseo y ambas responden a esa llamada. Pero, a partir de ahí, hay una caída o un descenso a los infiernos. Esas serían las similitudes.
En cuanto a las diferencias, estas viene marcadas justamente por esa intención de reflexionar sobre por qué en el caso de Bovary, o en el caso de las heroínas adúlteras, siempre reciben un castigo a nivel social muy grande, frente a la capacidad de dibujar un camino diferente para esa Emma actual, que cuenta con las herramientas que hoy día tiene cualquier mujer, para transgredir en ese aspecto, y no ser condenada por la sociedad.
M.G.- Y Cristian, los crímenes que se cometen en tu novela tienen una puesta en escena muy heavy, hay que decirlo tal cual. Las víctimas aparecen sentadas a una mesa, con el abdomen abierto, sin vísceras, dejando al descubierto un agujero en el que se ha dispuesto el bolo alimenticio sobre un estupendo emplatado. Ese lector, que se encuentra con una escena así, lo primero que va a pensar es: ¡Madre mía! ¿De dónde saca Cristian estas ideas tan macabras?
L.S.- Pues es buena persona, aunque no lo parezca. (Reímos)
C.S.- A ver, esta idea nace un día que iba por Barcelona en moto. Volvía de dar un servicio en el restaurante y me dirigía a una agencia de publicidad. Pasé por delante de otro restaurante en el que hacían unos garbanzos espectaculares. Iba recordando eso cuando, al cabo de unos pocos metros, vi un accidente de moto y a los sanitarios de una ambulancia que socorrían a una persona tumbada en el suelo, del que sólo veía las piernas. Pero mi cabeza ya empezó a disparar imágenes de lo peor, con fracturas, hemorragias, heridas abiertas, y estómagos abiertos en canal. Fue ahí donde se hizo el clic en mi cabeza. Pensé que quizás esa persona acababa de salir del restaurante, donde había comido esos garbanzos, y que ahora se le veían dentro del estómago abierto. Y fue así como se me ocurrió que esa idea podía ser un punto de partida interesante para una novela. Claro, con el tema de la publicidad, siempre estoy pensando y busco fuentes de inspiración hasta debajo de las piedras.
Por otra parte, también pensé que ya se había escrito mucho y muy bien sobre sargentos, detectives, inspectores, comandantes, etcétera. Y ahí se me ocurrió que la propia temática me estaba poniendo la solución en bandeja. ¿Quién mejor que un cocinero para encauzar la investigación de un crimen? Pensé que estaría bien que un cocinero fuera el epicentro de las pistas, que fuera él quien arrojara un poco de luz a la policía. Y así nació la idea, hasta que, al cabo de dos años, la desempolvé para el curso de novela.
L.S.- Te acordaste de los garbanzos.
C.S.- Sí, de los garbanzos y del señor abierto.
M.G.- Lara, en tu novela, vamos a encontrar lujuria, pasión, sexo,... Me gustaría saber cómo la definirías tú. Al haber romance y sexo, el lector se puede hacer una idea de estar ante una novela erótica. Bajo tu punto de vista, ¿es así?
L.S.- Es curioso porque justamente la ausencia de una definición directa, es la que hizo que costase encontrarle casa literaria durante tanto tiempo. El mundo editorial se mueve mucho entre las etiquetas.
La piel infiel, por esos guiños literarios que tiene, es una novela muy literaria pero también es una novela muy explícita y es así con una intención. El punto de partida o el vehículo de la historia es justamente esa infidelidad, una infidelidad descrita de manera muy explícita. No se trataba de seguir la estructura de la novela erótica al uso. Yo no me considero autora de erótica por escribir escenas explícitas. De todos modos, es un género muy denostado en este país y además, se piensa que las novelas eróticas van dirigidas a un público muy típico, sólo porque se utilice el sexo de manera muy explícita. Me da rabia que se piense así, pero igualmente soy consciente de que he utilizado el sexo en esta historia como vehículo para narrar otras cosas. Por lo tanto, no puedo definirla como novela erótica pero sí tiene sexo. Y tampoco la defino como novela romántica pero es cierto que hay un affair entre dos personas. Creo que los lectores que esperen un romance se van a llevar una excepción. Y los lectores que se esperen erótica al uso se van a sentir muy incómodos, porque, claro, la herramienta es otra. En realidad, es una historia contemporánea, idea que ato por todos lados. Es una historia muy actual con una protagonista que vive una situación muy contemporánea. Y me gusta que lo preguntes para avisar al lector.
Sinopsis: Atractivo, sensual, prohibido. Cuidado con lo que deseas
Emma arrastra una vida poco apasionante. En su trabajo la exprimen y ella parece conformarse con las rutinas espaciadas junto a Nico, su pareja desde hace nueve años. Profundamente aburrida y estancada, prefiere ignorar que los primeros síntomas de una crisis han comenzado a asomar…
Hasta que se cruza con un hombre que le resulta excitante: doce años mayor, seductor y casado, Alexis es, además de exitoso, un cliente de peso para su empresa en la industria publicitaria. La mezcla ideal para que surja una relación turbulenta.
Una vez que comienzan a flirtear, Emma, como la Bovary de Flaubert, pasa a anhelar una vida construida sobre ensoñaciones, quiere convertirse en un oasis de lujuria y gozar de otra realidad. Sin embargo, incapaz de ser precavida con lo que desea, el affaire y la pasión desatarán una tempestad emocional de enormes proporciones.
M.G.- Claro, para que tengamos una idea clara de lo que nos vamos a encontrar. En cualquier caso, esas infidelidades funcionan como una vía de escape de nuestra propia realidad. En esta novela, el sexo es también un refugio para los personajes, tanto para Emma como para Alexis, la persona con la que ella es infiel. Porque para Emma, el sexo funciona para huir de la rutina y el desánimo, mientras que para Alexis, es una huida del dolor.
L.S.- En cierto modo, ambos huyen del dolor porque, al fin y al cabo, la insatisfacción no deja de ser una incomodidad. Obviamente, no se puede comparar el dolor de Emma con el de Alexis, pero es un poco el viaje que hacen los dos personajes. Ella se siente rota e incapaz de disfrutar de la vida que tiene. Por eso se lanza a este tipo de aventuras, para insuflarle vida, para dejarse llevar por esta sensualidad que va a definir los encuentros pero, por otro lado, también lo hace para obviar que hay una crisis, una incomodidad, que provoca esa insatisfacción que decías, y que va más allá del aburrimiento. Por eso, es muy importante también el entorno laboral, donde también hay insatisfacción.
Sin embargo, el dolor de él es muy fuerte. En el castellano no hay palabra para definir la pérdida de un hijo. Se puede ser huérfano, o viudo pero ¿cómo se define a la persona que ha perdido a un hijo? Claro, ese dolor de él y el de ella provoca que dos personas que se encuentran en una situación límite, encuentren una salida. Él sale de ese dolor del duelo en dirección al placer y ella, se entrega a ese placer pero no saber medirlo. Me gusta que los dos personajes salgan de un punto en el que se lanzan al placer buscando una salida pero para ella no será tal salida, sino una entrada a un sitio peor.
M.G.- Sin desvelar nada...
L.S.- No, sin desvelar pero siendo conscientes de que, como toda adicción, el placer, poco a poco, también se puede convertir en una adicción. Cuidado con lo que deseas...
M.G.- Porque se puede convertir en realidad.
L.S.- Claro. Y cuando se hace realidad, te puede enganchar. Y ese es el riesgo que corre la protagonista, utilizar ese placer para paliar cosas en su vida, en vez de enfrentarse a ellas.
M.G.- Fijaos que, aunque vuestras novelas son muy distintas, también tienen puntos en común. Porque, Cristian, en tu novela, el cocinero que va a ayudar a Scotland Yard a encontrar al criminal, también es una persona que arrastra un dolor, un trauma.
C.S.- Sí, sí. Hay traumas, hay miedos, hay pasiones. Las dos novelas tienen sus paralelismos. Philippe, el cocinero, arrastra un dolor, como es el duelo. Su mujer murió hace dos años. Es un personaje al que la vida le ha dado lo suyo. Es muy precavido y muy cauto. Parece que vive con un miedo interno permanente a cualquier cosa que se le pueda escapar de su control. Teme mucho porque tiene mucho que perder. Y justamente, cuando está huyendo de ese dolor y se refugia en el trabajo, llega la vida y Scotland Yard, y lo cogen por la solapa y le dan un par de guantazos para volverlo a colocar en la cruda realidad.
M.G.- Y Philippe tiene una mano derecha en la cocina, un personaje con una trayectoria vital complicada.
C.S.- Sí. Tsu, su ayudante japonés, según se mire, no tiene tanto que perder como Philippe o tiene que perder incluso más que él. Para Tsu, todo es cocina. Si Philippe cuelga su mandil o su chaquetilla, se convierte en una persona de carne y hueso, en un ciudadano más que sale a la calle, que tiene vida familiar, familia política. Pero Tsu no cuelga nunca la chaquetilla. Él sale con la chaquetilla a la calle. No deja nunca la cocina. Así que Tsu puede perder más que Philippe porque para él, su vida es la cocina.
Me gusta mucho el cara a cara con estos personajes. Creo que se complementan muy bien. En cierta manera, son antagonistas pero uno regula al otro. Son como dos termómetros. Philippe, a veces, se ve reflejado en la juventud y en la rebeldía de Tsu. Y Tsu ve en Philippe a la persona en la que le gustaría convertirse a la larga. Me gusta mucho ese punto de respeto y admiración que tienen los dos, y que sirve de balanza.
M.G.- Por abordar los temas que tocáis en la novela... Lara, en tu caso, hay algo que siempre me ha escocido mucho. Las infidelidades no se miran desde el mismo punto de vista si se trata de la infidelidad de un hombre o de una mujer. Esto ha sido así desde siempre y sigue siendo así. Y luego, otra cuestión importante son las relaciones tóxicas. Estoy percibiendo que, hoy día, hay mucha gente joven que se mete en relaciones muy dañinas. Gente joven, del siglo XXI, pero se meten de cabeza en relaciones muy tóxicas. Parece como si no avanzáramos.
L.S.- Sí, justamente. La idea de no avanzar une ambos temas.
En el caso de la infidelidad femenina, tenía la necesidad de exponer esta cuestión para darnos cuenta de que la mujer va a seguir siendo juzgada. Aunque hayan pasado 150 años desde Bovary, el personaje se sigue exponiendo. Y en cuanto al sesgo de género, el otro día leí un comentario en el que decían que el libro viene a decir que las mujeres pueden ser igual de cabronas que los hombres. Y yo no estoy diciendo eso. Lo que estoy intentando decir es que el hombre tiene menos que perder que la mujer en este caso. Sobre todo, en esta sociedad que está montada para justificar y para defender la idea de que, si un hombre es infiel, es porque tiene una necesidad física, casi animal, y no se puede reprimir. Sin embargo, la mujer ha sido educada, no solo en el amor romántico, sino en una estructura social patriarcal, que le dice que su rol es el de mujer de su casa para construir una familia. Claro, él no es el que deja a la familia. Es ella. Él no le está poniendo los cuernos a su familia. Es ella la que lo hace. Y más si hay hijos. Todo esto me llama mucho la atención. Me parecía muy necesario explicar todos estos dobles raseros, más allá también de los preconcebidos que acompañan a la infidelidad femenina.
Y en cuanto a la relación tóxica, creo que hay muchos tipos de relaciones tóxicas. La clave está en que uno se mete en este tipo de relación casi sin darse cuenta. Desde fuera, todos detectamos lo que ocurre pero no es así desde dentro. Tendemos a mentirnos para justificar las decisiones que estamos tomando o para querer que las cosas salgan como pensamos. En el caso de la novela, Emma justifica a Alexis porque piensa que ha perdido a una hija y lo está pasando muy mal. Y hoy día, la juventud tiene una idea preconcebida de cómo debe ser una relación y cuando no está yendo como a ellos se les ha metido en la cabeza, o como de verdad quieren que vaya, justifican comportamientos. Tenemos más información que nunca para detectar dónde están estas red flags pero, a la par, también tenemos la necesidad imperiosa de justificar. Es muy difícil aceptar y decir que estás en una relación tóxica. Es algo durísimo. No quieres ser quien abra la boca y cuente lo que te ha pasado. Me sabía la teoría pero he caído.
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M.G.- Pues, a veces me pongo a pensar en todas esas novelas y películas que idealizan mucho el amor. Todo eso nos condiciona demasiado y nos mete pajaritos en la cabeza.
L.S.- Totalmente. Sin culpar a los pobres de Disney, siempre ha habido esta idea de idealizar las expectativas en una relación. Ese tipo de historias lo que están idealizando es precisamente esas relaciones tóxicas, en las que tú esperas unas expectativas románticas que no son las que corresponden con la realidad. Por eso es súper importante hacer reflejos culturales en el cine, en la literatura,... con historias que muestren esos machismos, esas toxicidades; y que el protagonista se dé cuenta al final de la realidad. Hay muchas historias juveniles que les enseñan a las chicas que si te dominan, es porque te quieren. Muestran la actitud pero lo normalizan. El quid de la cuestión es mostrar que eso es algo negativo, para que cuando esas chicas lean, se sientan identificadas, reconozcan que están en esa situación, y que no es algo romantizado. No hay romanticismo en la toxicidad pero es muy fácil caer en ello.
M.G.- Es muy típico eso que a veces se escucha, lo de si tiene celos es porque te quiere.
L.S.- Sí, sí. Es muy difícil parar, girarte y poner límites porque, ante todo, está la necesidad de ser queridos. Anteponemos que nos quieran y no estar solos, a aquello de la famosa frase que dice mejor solo que mal acompañado.
C.S.- El autoengaño es inversamente proporcional a la autocrítica. Creo que nos auto-engañamos mucho y nos hacemos muy poca autocrítica.
L.S.- Es que es muy difícil ser subjetivo y objetivo. A mí me encantan esos lectores que me dicen que si pudieran, agitarían a Emma por los brazos. Bueno, si tú estuvieses en su situación, quizá estarías haciendo lo mismo.
M.G.- Pues sí.
Y volviendo a Muerte en tres texturas, la cocina es uno de los puntales principales de la trama. La cocina y las redes sociales. Y esto lo quiero unir con esa tendencia que hay ahora, ese boom por la cocina. Tenemos a nuestro alcance, al alcance de cualquier ciudadano que no tenga mucho conocimiento, la posibilidad de preparar platos muy elaborados. Hay programas de televisión, que nos meten entre fogones y nos lanzan a hacer, no solamente la típica tortilla de patatas, sino algo mucho más complejo.
C.S.- Sí, sí. Los programas de cocina y los realities, obviando la parte del reality y haciendo más hincapié a la parte de cocina, han permitido que los términos y las nomenclaturas gastronómicas hayan entrado en los hogares de millones de familias. Y eso me ha permitido poder explayarme sin miedo, sabiendo que el lector iba a entender de lo que estaba hablando, porque son términos muy rodados
Antes éramos un país de mucho comer, y ahora somos de comer y de cocinar. Ya nos atrevemos a hacer, como decías, nuestros pinitos, nos metemos en la cocina, ensayo-error, ensayo-error, para experimentar y probar. En este sentido, estos programas han hecho un favor a la gente.
Después está el tema de las redes sociales. Creo que nos hemos vuelto locos con el hecho de subir fotos. Hay como una gula de fotografías. Y yo me pregunto, con esas fotos, ¿qué me estás queriendo decir? Vale, es muy bonita pero una foto de comida ha de ir más allá, te ha de transmitir más, debe de aportar un valor añadido, algún tip sobre la receta, sobre un ingrediente, su origen... Algo. Pero, una foto, así como así, a no ser que tenga una intención de negocio, una intención de venta porque eres un restaurante y tienes que colgar fotos y tal. Pero colgar por colgar, no lo veo. Estamos en el tiempo del mindfullness, del aquí y ahora, del ser conscientes del presente, y nos dedicamos a hacer una foto a una ternera estofada que se nos está enfriando.
M.G.- ¿Pero tú sabes cómo me funcionan a mí las fotos de comida en Instagram? Me funcionan para conocer sitios nuevos. Y eso es positivo para el negocio.
C.S.- Sí, eso está súper bien. Hay muchos locales que hacen publicidad a través de otros. No necesitan hacer mucho más. Si tienes un comensal que te cuelga una foto, pues ese llama a otros comensales. Pero bueno, esto también tiene un doble riesgo porque, al igual que te ensalzan, una mala crítica, tres malas críticas en una red social, también te pueden hundir. Ahora mismo, el comensal tiene muchísimo poder. Bueno, como el lector, ¿no? Como cocinero quieres que el comensal tenga una experiencia increíble en tu local, que coma súper bien, que se sienta cuidado y a gusto. Pues el escritor con el lector, igual.
M.G.- Pues te voy a lanzar la última pregunta porque te están esperando. Ya que te has embarcado en escribir una novela, ¿hay gusanito por escribir otra más?
C.S.- Hay gusanazos. (Ríe). Me lo he pasado súper bien. Siempre digo lo mismo que, mientras que el lector se lo pase la mitad de bien que yo me lo he pasado escribiéndola, yo ya firmo. Me lo he pasado muy bien. Ojalá, me pueda dedicar a esto pero, de momento, estoy en el mundo de la publicidad. Es lo que me da de comer y, además, es demasiado pronto. Ha salido hace dos semanas y ahora estoy promoción, saboreando cada instante porque sé que las cosas buenas son efímeras.
M.G.- Bueno, pues lo dejamos aquí. Muchas gracias por venir. Y mucha suerte.
L.S.- Gracias.
C.S.- Gracias.