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MARIA ORUÑA: ❝Hay que hablar de la literatura infantil con mucho respeto❞

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Menuda sorpresa me llevé cuando supe que María Oruña acababa de publicar un cuento infantil. Como lectores, estamos acostumbrados a sus novelas de adultos, historias llenas de misterio, suspense y crímenes. Sin embargo, la autora gallega se adentra ahora en el mundo infantil y juvenil, a través de un cuento titulado El tren fantasma, editado por Anaya Infantil y Juvenil.El tren fantasma nos cuenta la historia de Alan, un niño de seis años que nunca quiere irse a dormir. Para convencerlo, su padre le contará un cuento, una historia llena de aventuras y magia, que activará la imaginación del niño.

Con María Oruña estuve hablando la semana pasada por teléfono y esto es lo que me contó.

© Silvia Parada
Marisa G.- María, un placer saludarte desde Sevilla. Tú andas por el norte, ¿no? Creo que sueles estar por Galicia.

María O.- Sí. Soy de Vigo y vivo en Vigo. Lo que pasa es que la vida de los escritores no es tan bohemia como pensamos. Al final, andamos trotando de un día para otro, con la maleta siempre a los pies de la cama. 

M.G.- Claro, claro. Bueno, vamos a hablar de este libro que acabas de publicar. Todos te conocemos por tus novelas de género negro. Te confieso que me llevé una sorpresa cuando recibí el correo de la editorial, y veo tu nombre en un libro infantil. ¿Por qué escribir este cuento? ¿Por qué probar con este género?

M.O.- No fue algo deliberado, o con un objetivo comercial. No es que quisiera probar en este género. Además, en el mundo infantil y juvenil, hay autores increíbles en España. Es un género difícil porque no es nada fácil escribir para niños. Tienes que entender su lenguaje y su universo. Lo que ocurre es que este cuento lo escribí más como madre que como escritora a nivel profesional porque yo le contaba a mi hijo algún cuento algunas noches. No todas porque él tiene una biblioteca muy nutrida de cuentos y libros infantiles. Pero sí me inventaba algún cuento. Y hubo uno, este del tren fantasma concretamente, con el que se rio muchísimo. Quise recoger un recuerdo de todas aquellas noches de risas y ratos compartidos, y escogí esta historia. La escribí y ahí se quedó, en el ordenador, como un recuerdo que tuviera para cuando se hiciera mayor. Hoy tiene trece años.

M.G.- Y el protagonista de este cuento tiene seis años.

M.O.- Sí. El protagonista se llama Alan, igual que mi hijo. Es un nombre celta. Bueno, pues el cuento se quedó en mi ordenador. Pero un día, hablando con otros autores de adulto, uno de ellos comentó que estaría genial escribir un cuento infantil. Yo comenté que tenía uno, que no sabía si sería bueno o malo, y que era simplemente un recuerdo personal.  Pero se me encendió la lucecita. Así que lo comenté con Miguel López, el Hematocrítico, y con Ledicia Costas. También hablé con Espido Freire. Yo sabía que ellos eran del mundo infantil y juvenil. Así que les pedí que, cuando tuvieran un ratito, le echaran un vistazo al cuento, a ver lo que les parecía. El mismo día que se lo pasé a Miguel y a Ledicia, él me llamó y me comentó que le parecía muy bueno, que si le daba permiso para hablar con el director de Anaya, que él lo conocía. Le dije que sí. La pena es que, lamentablemente, Miguel nos dejó en noviembre del año pasado. Este cuento es un ejemplo de cómo la onda expansiva de generosidad de una persona, a pesar de que ya no esté, puede permanecer.

M.G.- Miguel estará contento de ver que has publicado el cuento.

M.O.- En su momento, supo que se iba a publicar pero ahora ya no está. Es emocionante recordarlo. Si no llega a ser por él, este cuento se hubiera quedado ahí guardado.

M.G.- El cuento se llama El tren fantasma. Cuenta la historia de Alan, un niño de seis años con mucha imaginación y con muy pocas ganas de dormir. Es una historia llena de fantasía y magia, ¿verdad?

M.O.- Y de aventuras. Pablo, el director de Anaya, me comentó que estaba muy sorprendido porque pensaba que yo era más seria. A ver, escribo para adultos, novelas de misterios, crímenes, pero también tengo vida. Soy madre, tengo seis sobrinos, y me muevo en otros universos, aunque no sean públicos. Pablo me dijo que el cuento les había gustado mucho porque no había moralina. El cuento es pura aventura y diversión pero no tiene ninguna directriz como hay ahora en los cuentos. No se habla de bullying, por ejemplo, aunque que se hable de esos temas en un cuento es algo maravilloso y necesario. Este cuento es pura locura para que los niños despierten ese lado aventurero y su imaginación.

M.G.- De no ser madre, ¿crees que hubieras escrito algún cuento infantil? 

M.O.- Confieso que no me habría atrevido jamás. No se me habría pasado por la cabeza escribir un cuento infantil. No hubiera tenido esa iniciativa si no me hubiese adentrado en ese universo, en el de mi propio hijo, sus amigos, mis sobrinos,... Ni siquiera durante mi infancia, más allá de mis hermanos, estuve rodeada de niños. De hecho, yo era la más joven de toda la familia. 




M.G.- Los textos son tuyos pero las ilustraciones son de Ana Zurita. ¿Cómo ha sido la colaboración con esta ilustradora? No sé si os conocéis de antes o ha sido la editorial la que os ha puesto en contacto.

M.O.- Pues mira, la ilustradora me la propuso Anaya. Yo había visto algún trabajo suyo y me pareció que sus dibujos eran ideales para el tono de la historia. Ha sido un trabajo en conjunto, entre Ana Zurita y Marta Álvarez, la editora. Han hecho un trabajo maravilloso a la hora de maquetar o de escoger un trozo de texto, ponerlo dentro de un bocadillo o no, o que siguiera el hilo narrativo. Las ilustraciones de Zurita complementan muy bien la historia. La cuentan, y le dan ese tono colorido, alegre y aventurero.

M.G.- Antes has comentado que escribir para niños es más difícil. Es la primera prueba que haces. ¿Cómo te ha resultado la experiencia o de qué recursos ha echado mano para construir una historia dirigida a niños de seis años aproximadamente?

M.O.- Bueno, como te he dicho, no fue pensado a nivel comercial, ni había estructurado la historia, con el típico inicio, nudo y desenlace. Esta historia ha sido creada de forma interactiva con mi hijo. Inventarte un cuento con el lector o el oyente delante tiene un riesgo, pero también algunas ventajas porque vas viendo sus reacciones en directo. Es algo que, con los adultos, no tienes. A medida que le iba contando el cuento, veía cuando se reía más, o cuando se detenía un poco la historia, o los giros que tenía que dar. La historia se fue construyendo sola, a base de discurso, de ser construida para un formato oral y que luego, sencillamente, he pasado a papel. 

M.G.- Hay dos personajes principales. Uno de ellos es Alan. ¿Qué le has prestado de tu hijo al personaje? Si le has prestado algo, claro.

M.O.- Bueno, es cierto que él también odiaba tener que irse a dormir. Pero con el tiempo ha aprendido que no se trata tanto de que lo entretengamos los demás, sino que la diversión está dentro de uno mismo. Es lo mismo que aprende el Alan del cuento. Si te fijas, el personaje está todo el rato buscando entretenimiento, pidiendo que le cuenten un cuento, pero solamente cuando él mismo es el protagonista de su propia historia, cuando tiene que tomar decisiones o ir de aquí a allá, es cuando realmente vive, cuando se lo está pasando bien y está viviendo aventuras. 

De todos modos, a Ana Zurita le pasé algunas fotos de mi hijo, de cuando tenía seis años, y también tenía el pelo rubito, como de pincho, al igual que el personaje. Es un guiño al verdadero Alan.




M.G.- Y hay otro personaje, una reina. Hay que decir que los personajes de este cuento viajan en tren y atraviesan un túnel del tiempo, para llegar a otra época de nuestra Historia. Esta reina rompe totalmente el estereotipo de las princesas de cuento. ¿Cómo es Jimena?

M.O.- Bueno, no quería construir un personaje totalmente anacrónico, pero sí quería un personaje divertido, y que los chavales de hoy pudieran ver un reflejo. No olvidemos que ella está acompañada de un elenco de guerreros. Y se llama Jimena en honor a una amiga de mi hijo. Cuando me inventé el cuento veníamos de Cantabria y esta niña es de Santander. Ella es la reina del Monteilheit porque el primer libro con el que yo me morí de risa, pero carcajadas en alto, fue De profesión, fantasma de Hubert Monteilhet. Es un autor francés que ambientó una historia en Escocia. Es el típico libro de Barco de Vapor, edición naranja. Es una pasada de cuento, con más de cien ediciones. Lo compré siendo adulta y descubrí que era un cuento con un poso de crítica social que yo no había detectado de pequeña.

M.G.- Antes me has comentado que no es un cuento con una intención de moralizar, es decir, no hay moralina en este cuento. Pero sí hay algo que me gusta y es lo que te decía antes, que Jimena rompe con el estereotipo. Y eso es importante.

M.O.- En mi opinión, a veces no se trata de dar discursos, de hablar tanto, sino de hacer y cambiar las cosas. Por eso, en mis novelas de adultos, procuro, con mucho cuidado, que haya buenos actores y actrices, es decir, personajes masculinos y femeninos. Esto es algo que también tiene que existir en el mundo infantil. Esta es una manera de dar el discurso pero de otra forma, mostrando de forma natural que una mujer puede dirigir un ejército o que un chico puede ser el torpe de la historia. No todo tiene que ser estereotipado. Cada uno determina su camino. Es el carácter el que determina el destino de cada uno.

M.G.- La historia se sitúa en Escocia. No sé si lo has hecho en honor al libro que me comentabas antes o hay otro motivo.

M.O.- Bueno, es un cúmulo de factores pero insisto, no es una historia reflexionada mucho antes de comenzar a escribirla, sino que fue escrita recordando algo que yo me había inventado a golpe de impulso. 

Hace muchos años, antes de ser madre, en una de mis visitas a Escocia, y justo al poco de entrar por la costa, llegas a un pueblecito que se llama St. Abbs, a unos cuarenta minutos de Edimburgo. Cuando lo visité, me pareció muy tranquilo y acogedor. En aquel momento, yo no era escritora sino que era abogada. Recuerdo que pensé que aquel pueblo era un sitio muy bonito para ubicar un cuento infantil o para idear una historia amable, para gente joven, envolvente, acogedora y cálida. Aquella idea se me quedó flotando en la cabeza y, como suele suceder con todas las historias, se fue cocinando poco a poco, hasta que llegó el momento en el que decide salir.

M.G.- María, sé que tienes una comunidad lectora ya configurada, a través de tus libros para adultos. Este cuento te va a abrir las puertas a otros nuevos lectores o a los hijos de los lectores que ya tienes. No sé si, en cierto modo, te impone abrir la puerta a esa nueva comunidad.

M.O.- Bueno, el sector infantil es difícil porque, además, es muy sincero. O gustas o no gustas. Y sí, me consta que muchos de mis lectores han pensado que este libro puede gustar a sus hijos, a sus nietos, o a sus sobrinos. Esos niños van a probar, van a leerte, y eso impone. De hecho, lo he dicho muchas veces, puedo estar en una sala con un aforo de trescientas personas adultas y estoy tan tranquila. Ni me tiembla el pulso, ni la voz. Sin embargo, recuerdo que una vez fui al colegio de mi hijo para dar una charla sobre libros y estaba aterrorizada. No sabía cómo manejar aquello. ¿Y si se reían? ¿Y si no se reían? 

M.G.- Porque, además, los niños es que no tienen filtro. Te dicen lo que piensan a las claras. 

M.O.- Exacto, no hay los filtros que se presuponen en los adultos. Esa honestidad no me da miedo, pero sí impone. Hay que hablar de la literatura infantil con mucho respeto. Ahora me preguntan si me voy a adentrar y siempre respondo que hay muchos expertos y profesionales que escriben maravillosamente, sin necesidad de ser padres siquiera, o siéndolo. Es un género que no está reconocido y que requiere muchísimo trabajo y esfuerzo, que va a generar nuevas generaciones de lectores. Así que, cuidado. Es muy importante el trabajo de los autores de infantil y juvenil.

M.G.- Sin embargo, el libro termina con la palabra «fin» entre signos de interrogación. Eso me ha hecho pensar que lo mismo tienes la idea de continuar con estas aventuras.

M.O.- Bueno, eso lo vi cuando el libro se había terminado de maquetar. Es cierto que, cuando le contaba el cuento a mi hijo, me inventé otras variantes. Te puedes imaginar que el tren fantasma puede viajar a otros lugares alucinantes. ¿Es posible que escriba alguna otra aventura del tren fantasma? Sí, por supuesto. ¿Es posible que me vaya a dedicar al género infantil? Pues mira, puede haber dos o tres aventuras más del tren fantasma pero mi idea no es dedicarme a este género. No porque no me parezca bonito y apasionante, sino porque carezco materialmente de tiempo. La novela para adulto me lleva muchísimo trabajo y luego están las promociones. He descubierto que, en literatura infantil y juvenil, las promociones son muy distintas. A través de Miguel López y Ledicia Costas conocí un lado del oficio que yo desconocía. Los autores de infantil trabajan en el mundo de los colegios, y apenas hay entrevistas. Los autores se hacen un periplo nacional, por colegios donde hacen cuenta-cuentos o una lectura. 

M.G.- Entiendo. Bueno, ya como última pregunta, y al margen de ese libro que has comentado antes, ¿recuerdas el primer cuento que leíste de niña o que te contaron?

M.O.- Recuerdo que, cuando era pequeña, y mi abuela Carmen venía a Vigo desde Cantabria, o nosotros íbamos a visitarla, nos cogía a mis hermanos y a mí y nos contaba cuentos por la noche que ella se inventaba. En esos cuentos, cada uno de nosotros éramos los protagonistas. Los personajes se llamaban como nosotros. Eso es lo mismo que yo hice con mi hijo o con mis sobrinos. Con eso lo que conseguías es que los niños estuvieran dentro de la historia.

M.G.- Bueno, María, pues no te robo más tiempo. Seguro que este libro va a encantar a los hijos de tus lectores de novela adulta o a nuevos lectores. A mí me ha parecido muy divertido. Es una edición preciosa y te deseo suerte con esta nueva aventura.

M.O.- Muchas gracias, de verdad.

M.G.- A ti. Saludos.

Sinopsis: A Alan no le gusta irse a la cama. Para ayudarlo a dormir, su padre decide leerle un cuento muy especial: El tren fantasma. Cuando Alan se queda dormido con él entre las manos... ¡se despierta dentro del tren de la historia! Y los fantasmas serán el último de sus problemas: montañas mágicas, tormentas terribles, amazonas con espadas... ¡Menuda aventura le espera!






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