Recuerdo que cuando este espacio inició andadura, en el año 2012, la pasión por la literatura y los libros llenaba toda mi vida. He dedicado muchísimas horas de mi tiempo libre a este blog y, aunque esa pasión se sigue manteniendo, es inevitable ir evolucionando, cambiando hábitos, adquiriendo nuevas responsabilidades. Por eso, cuando me empeciné en estudiar otras oposiciones tuve que reducir drásticamente la actividad de Lecturápolis y ahora me veo obligada a acortar aún más la actividad. El nuevo trabajo en el que llevo unos meces casi me fagocita, me deja exhausta, de tal modo que mi cabeza no da para mucho más en la jornada de tarde. A eso se añade que sigo estudiando, así que no sé cómo me voy a organizar para llevar adelante todo lo que tengo en mente. Probablemente todos mis proyectos se derrumben como un castillo de naipes y tendré que tomar decisiones y dar mi brazo a torcer, pero no quiero decir adiós a tantos años en este rinconcito. Porque he estado mes y medio sin escribir una palabra aquí y ha sido sentarme ante este ordenador, y sentir cómo mis dedos vuelan por el teclado, dando forma a lo que bulle en mi interior. Es mi forma de comunicarme, es lo que me hace sentir bien, y renunciar a este lugar sería como renunciar a una parte de mí misma. No quiero hacerlo. Así que, en la medida de lo posible, trataré de compaginarlo todo. Habrá semanas con una o dos publicaciones. Semanas con ninguna publicación. Pero me niego a dar el cerrojazo. No, de momento.
Así que vuelvo y lo hago con ganas. Y espero que esas mismas ganas me ayuden a encontrar la manera de encajarlo todo.
Os digo ¡Hola! desde aquí y espero seguir estando junto a vosotros. Nos leemos.