Año: 2023
Nacionalidad: Reino Unido
Director: Thea Sharrock
Reparto: Olivia Colman, Jessie Buckley, Anjana Vasan, Timothy Spall, Gemma Jones,...
Género: Comedia. Intriga.
Sinopsis:Años 20. En la ciudad costera de Littlehampton, la devota Edith Swan y otros habitantes de la localidad empiezan a recibir escandalosas cartas escritas con un lenguaje tan excéntrico como obsceno. Rápidamente las sospechas recaen sobre Rose Gooding, una vecina impetuosa que ve cómo su libertad y la custodia de su hija peligran debido a estas acusaciones. Mientras las cartas siguen asolando la población, la agente de policía Gladys Moss pondrá su ingenio a trabajar para resolver el misterio y atrapar al verdadero culpable de todo este embrollo.
En los últimos meses, a mi crisis lectora se ha sumado también una cierta apatía cinematográfica. Desde principios de verano he visto muchas películas y prácticamente ninguna memorable, a mi juicio. Sin embargo, debo reconocer que, casi de manera consecutiva, me he topado con dos largometrajes que me han despertado levemente de mi letargo. De una de ellas, Pequeñas cartas indiscretas, vengo a hablaros hoy.
Me topé con esta película, dirigida por Thea Sharrock, casi por casualidad, buscando en las plataformas qué ver. Y es que cada vez me cuesta más encontrar algo que me guste en Netflix y similar. ¿De verdad, una película como Pretty Woman, u otra similar del año de la polca, puede ser un estreno para Netflix? Sí, entiendo el concepto «estreno» en este caso, pero vamos, qué menudo estreno. Pero bueno, a lo que iba. Le eché un vistazo al argumento. Vi que era de factura británica (con mezcla del país galo) y me dije: ¡dale! El resultado ha sido bastante aceptable. Pequeñas cartas indiscretas me ha divertido. Diría que incluso me ha arrancado alguna que otra carcajada. Os cuento.
De entrada, os tengo que comentar que la película está basada en una novela, que a su vez está basada en un hecho real. Así figura en la leyenda que nos recibe en los créditos.
«Esto es más real de lo que pudiera parecer»
Todo ocurre en el pequeño pueblecito costero inglés, que debe ser coqueto y encantador, de nombre Littlehampton. Estamos en los años 20 del siglo pasado. En primer plano vamos a conocer a Edith Swan (Olivia Coleman) una solterona que todavía reside con sus ancianos padres. Edith es una mujer pía, devota y entregada a la causa de cuidar a sus progenitores. Residen en una zona de pequeñas casitas pareadas, de ladrillo visto, con paredes de papel, donde se escucha todo, y donde los vecinos tienen que compartir retrete y tina para el baño. Pared con pared vive Rose Gooding (Jessie Buckley) que es absolutamente lo contrario de la joven Edith. Rose es una joven madre, digamos, algo peculiar. Madre de la pequeña Nancy, mantiene una relación con Bill, un joven negro. Lo que caracteriza y llama la atención de Rose es su forma de ser y estilo de vida, que os detallo más abajo. A pesar de lo distintas que son, Edith y Rose se hacen amigas, pasean juntas, se cuentan sus vidas, y se hacen confidencias. Habitualmente Rose escandaliza a Edith, quien se sonroja con frecuencia, pero esta última cree tener una misión fervorosa ante sí, enmendar a su vecina y llevarla por el buen camino. ¿Lo conseguirá?
La acción se inicia cuando Edith recibe una carta. No es una carta cualquiera que uno pudiera recibir de un familiar lejano. Tampoco es una invitación a un casamiento, ni siquiera será una invitación a una tarde de té. Lo que Edith recibe es una carta anónima, la que hace la número 19 y que viene precedida por otras tantas del mismo estilo. En esa carta, como en las anteriores, Edith es insultada, humillada, ultrajada y vilipendiada. Lo más liviano que se puede leer en esas páginas son frases como: vieja furcia buscona, asquerosa embustera, apestosa golfa o chupavergas. Como podéis imaginar, semejante retahíla de improperios y aberraciones causa una tremenda excitación en Edith y en sus padres. ¿Cómo es posible que alguien piense tremendas barbaridades de la joven?¿Quién puede estar detrás de esas cartas? Nadie lo sabe. Sin embargo, las sospechas recaerán inmediatamente en la persona que más mala fama tiene del pueblo, Rose Gooding. Así que, con la sospecha planeando sobre la cabeza del padre y la hija, ambos se dirigen a la comisaría para interponer la denuncia. Como consecuencia, y sin llevar a cabo una investigación que aclare los hechos, sino basándose únicamente en la mala prensa, arrestan a Rose. ¿Caso cerrado? Va a ser que no porque todo se irá complicando aún más, hasta convertirse en una vergüenza nacional. El pequeño pueblo de Littlehampton en el punto de mira de todo el imperio británico.
Y es que, no todos en la comisaria creen que Rose sea la autora de esas cartas. Entre los agentes de policía conoceremos a Gladys Moss. O mejor dicho, a la mujer policía agente Moss. Se trata de una joven de origen hindú, cuya vocación policial le viene por parte de padre. Ella no cree que Rose sea la autora de las cartas. Al menos, no sin antes llevar a cabo una exhaustiva investigación, pero Moss tendrá que lidiar con el machismo y la ineptitud de sus compañeros policía y de su jefe, que la ningunean, no solo por ser mujer sino también por su color de piel. Aun así, la joven no se detendrá porque teme que estén cometiendo una injusticia y, por su cuenta y riesgo, inicia su propia investigación. ¿Qué resultados obtendrá? Para averiguarlo tendrás que ver la película. Lo que sí te adelanto es que, cuando sepas la verdad, vas a lanzar una enorme risotada. Al menos, a mí me ocurrió así.
Qué me ha gustado de la película
Hay un poco de todo en este largometraje. El humor se mezcla con la intriga y hasta con el drama. La base de la historia es lo irrisorio que resulta la situación, con esas cartas escandalizadoras, llenas de auténticas groserías, injurias y ofensas, acentuado por algún personaje caricaturizado que inevitablemente te hará reír. Pero los personajes tienen sus secretos, un presente y un pasado que pesa a cada uno de ellos. Rose sostiene que llegó a aquel pueblo huyendo de un drama. Mientras que Edith vive inmersa en el drama de la soledad y la soltería. Y, a su vez, la autoría de las cartas es todo un misterio.
Así que Pequeñas cartas indiscretas viene a poner sobre la mesa cuestiones como por ejemplo, el racismo, las convenciones sociales, especialmente en un pueblo pequeño, el papel de la mujer -no ya solo es su rol más típico del momento sino también en lo incómodo e increíble que resulta, incluso para las mujeres, la presencia de una mujer policía-. Y por supuesto, la lucha de las mujeres por un futuro en el que sean algo más que hijas, esposas y madres. Hasta los orígenes de Rose, procedente de Irlanda, supone un asunto cuestionable.
La ambientación es fabulosa. La película consigue hacerte viajar a esos años 20, a un pequeño pueblo donde los chismes y rumores corren de una esquina a otra, con calles bajo una luz tamizada e interiores algo oscuros.
Personajes e interpretaciones
La película se sustenta en el innegable contraste que existe entre los dos personajes femeninos. Edith es una dama cristiana, devota, creyente, abnegada y virtuosa. Todo un ejemplo de rectitud moral. Es una mujer que cree que su paso por el mundo implica sacrificio, contención y expiación. Mientras más sufrimiento más cerca estará de la virtud y, por tanto, del propio Jesucristo. Mujer abnegada, abandonada por un novio, que no tuvo piedad de ella, y que vive bajo el yugo de un padre autoritario, en realidad a Edith le gustaría ser un poco como su vecina, una mujer que no está sujeta a las riendas de la sociedad y que hace lo que quiere. El escándalo que gira alrededor de la joven parece que la abruma pero, cuando la conocemos un poco más, toda esa fama que ha surgido, en realidad, la seduce.
En cambio, Rose es la cruz de la moneda. Desvergonzada, malhablada, bruta, impulsiva, desafiante, a ella le importa muy poco las convenciones sociales. Fuma y bebe cerveza como los hombres porque es una mujer libre y en la libertad quiere educar a su hija Nancy. Pero Rose, bajo esa capa de rebeldía, esconde un pasado trágico, o eso parece. Rose llega a cuestionarse su propia vida. ¿Realmente es mala mujer y madre? La situación que vive le hará a replantearse su forma de ser.
Por su parte, Gladys es magnífica. Sus diálogos están construidos con hilos de fina ironía. A la mujer policía agente Moss (atención al redicho título) le toca lidiar con el machismo de sus compañeros y la inteligencia de la joven policía deja en una posición bastante endeble al resto de los hombres que visten uniforme.
Breve referencia a los padres de Edith, interpretados por un casi irreconocible Timothy Spall y por una maravillosa Gemma Jones de ojos azules.
El plano interpretativo es punto fuerte de la novela. La pareja tan dispar que forman Edith y Rose viene encarnada por una magnífica Olivia Colman y por la maravillosa Jessie Buckley. La interpretación de Colman está llena de matices, un extenso abanico que va desde los gestos de sorpresa e incredulidad hasta esas miradas algo turbadas, pías y devotas, que convierten al personaje en un modelo a seguir. Por su parte, Buckley tiene que remangarse las mangas de su largo camisón para escupir en la calle, enfrentarse a los hombres y beber cerveza sin parar. Se la ve disfrutar de su personaje. Yo también lo haría.
No quiero cerrar este apartado sin obviar al variopinto grupo de amigas de Edith, una granjera sucia y maloliente, mujer de color que perdió a su marido y una anciana a la que le gusta colocarse.
En definitiva, quizá no sea una película extraordinaria pero sí te hace pasar un buen rato. Es cine británico y eso ya dice mucho en su favor. Así que te animo a que viajes a Littlehampton pero ten cuidado, no sea que tú también recibas una carta anónima.
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