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LUIS ZUECO: ❝EL COMERCIO FUE EL DETONANTE DE TODOS LOS CAMBIOS DEL SIGLO XV❞

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Llevo muchísimo retraso con la publicación de reseñas y entrevistas pero, poco a poco, las iré sacando. Hoy quiero compartir con vosotros mi conversación con Luis Zueco. El autor zaragozano visitó Sevilla hace unas semanas, para promocionar su última novela El mapa de un mundo nuevo (Ediciones B). Sobre esta novela ya os comenté un poco cuando os hablé sobre el Certamen Internacional de Novela Histórica «Ciudad de Úbeda», porque Zueco suele ser presencia frecuente en este espacio tan literario. Las novelas de Luis Zueco bucean en el pasado para hacernos vivir grandes aventuras. En esta ocasión, y después de acercarnos a la figura de Isabel, la Católica, en El tablero de la reina, el autor nos lleva de la mano a un momento de nuestra Historia en el que todo comenzó a cambiar, construyéndose todo un mundo nuevo. 

Os dejo con la entrevista.

Marisa G.- Luis, un placer tenerte en Sevilla y en mi barrio. Vivo justo aquí al lado.

Luis Z.- Ah, qué bien, qué bien.

M.G.- Sí, me viene fenomenal que nos veamos aquí. Bueno, Luis, nos vimos hace muy poco tiempo, en el Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda, que tú eres ya un veterano, como dijo David Yagüe, en la presentación de tu novela. Cuéntame, ¿qué balance haces de tu paso nuevamente por el certamen?

L.Z.- Hombre, a mí me gusta mucho ir a Úbeda. Ya estuve en la primera edición. He visto el recorrido que ha hecho este certamen y ha cambiado mucho. Creo que cada año está mejor, por el número de autores que acuden. Este año creo que había casi treinta. 

M.G.- Sí, casi. Los conté.

L.Z.- Y muchos son internacionales. Eso es un plus. Tiene que ser muy difícil conseguir que Tracy Chevalier viniera, por ejemplo, este año, como han venido otros en ocasiones anteriores. Es un certamen que cada vez está más afianzado y siempre con ganas de hacer cosas nuevas. Además, los medios estáis cada vez más presentes. Así que, muy contento de ir.

M.G.- A mí lo que me sorprende de este certamen, a diferencia de otros actos literarios y presentaciones de novela a las que he asistido, es que hay mucha implicación por parte de todos, tanto de los autores, los editores, el público. Es todo como muy cercano todo.

L.Z.- Lo han hecho posible ellos, la organización, Pablo y su padre Sebastián. Desde el principio se han implicado mucho. Los que hemos ido más veces metemos en el circuito a los que son nuevos. No sé cómo decirlo, pero es como que los iniciamos y al final se consigue que todos quieran participar. Por ejemplo, yo he participado este año por primera vez en las recreaciones históricas.

M.G.- He visto las fotos.

L.Z.- ¿Y cuántos autores éramos? Creo que seríamos unos veinte autores en esa recreación, entre los dos bandos. [Se refiere a la recreación de....]. Toda la gente se va con un buen recuerdo. Incluso vuelven a venir autores que, aunque no tengan que presentar ninguna novela, acuden porque conocen el certamen de otros años, como Andrea D. Morales que apareció por allí.

M.G.- Es cierto, yo también la vi por allí.

Bueno, pues traes nueva novela, El mapa de un mundo nuevo. ¿Qué es más duro, Luis, escribir una novela como esta o lanzarte a la promoción? Porque yo he visto tu agenda y es que acabas el 12 de diciembre.

L.Z.- Bueno, ahora acabo el día 17 porque me acaban de poner una nueva fecha ahora mismo. Y tenemos que meter más cosas en la agenda. Es un poco especial porque creo que muy pocos autores hacemos tanta promoción. Es muy agotador hacer cuatro presentaciones a la semana. Por ejemplo, el martes presenté en Huesca, de Huesca he ido a Cádiz, donde presenté ayer y estaré aquí, en Sevilla, dos días. Hasta el sábado no vuelvo a casa. Pero la semana que viene voy a Salamanca y a Valladolid, y la siguiente ya me toca Málaga, Córdoba y Mairena del Aljarafe, aquí en Sevilla, otra vez. La promoción es dura. Escribir una novela es laboriosa, sobre todo, por la estructura que me lleva mi tiempo y suelen ser complejas. Pero son dos cosas distintas. A mí la promoción también me gusta. Lo que no me gusta es llevarme tantos días sin ver a mi hija y a mi mujer. 

M.G.- Claro. En cualquier caso, y si tenemos en cuenta tu novela anterior, que también era bastante voluminosa, esta tiene unas setecientas páginas. Mucho no debes dormir. Lo digo porque escribir una novela como esta debe implicar mucha labor de documentación. Primero la documentación y luego sentarte a escribir. Y encima, la anterior, la publicaste el año pasado. No sé cómo lo haces.

L.Z.- Realmente no hay tanta diferencia entre escribir una novela con más o menos páginas. Lo que sí importa es a la hora de corregirla. Ahí sí que se notan las seiscientas páginas. Yo no me pongo límite, ni por arriba ni por debajo, cuando me siento a escribir. Escribo y escribo lo que me pida la trama. Cuatrocientas, seiscientas páginas,... lo que sea. Pero corregirla es otra cosa. Si ya de por sí la estructura es complicada, mientras más larga sea la novela, más difícil es la corrección porque, con cualquier cambio que hagas, tienes que revisar toda la novela y eso es complicado.


[Si prefieres oír nuestra conversación, dale al play]

M.G.- ¿Cuánto tiempo te lleva entre documentación y escritura?

L.Z.- La documentación no me lleva mucho. Sí que me documento mucho para todas pero luego utilizo muy poco de esa documentación. Además, no por escribir una novela de quinientas o setecientas páginas te documentas más que para una novela menos extensa. Y, como te digo, la diferencia no está tanto en la escritura como en el editing. Ahí sí que lo noto.

M.G.- ¿Y de qué manera El mapa de un mundo nuevo continúa la historia que leímos en El tablero de la reina?

L.Z.- Son historias independientes porque las tramas realmente no tienen relación. La relación está en el contexto histórico. En El tablero de la reina vamos a ver el inicio del reinado de Isabel y en esta vamos a ver el final de ese reinado. Entre ambas novelas hay como veinte años. En El tablero... vamos a ver a una mujer muy distinta. Isabel es una niña y luego será una adolescente del siglo XV, que no es lo mismo que una adolescente de hoy. Eso hay que tenerlo en cuenta. Sin embargo, en El mapa de un nuevo mundo nos vamos a encontrar a una Isabel madre de cinco hijos, muy preocupada por ellos. Además, será la madre de un reino que le ha costado mucho forjar. Unirá las dos coronas, tomará Granada, conquistará Canarias, se expandirá y quiere que su legado esté a salvo, que su trabajo continúe en manos de sus hijos. Isabel está muy preocupada porque, a lo largo de la novela, se empezarán a torcer las cosas. Aunque al principio todo esté muy bien preparado y muy marcado, en la vida hay cosas que no puedes controlar. Es inevitable que surjan problemas.

M.G.- Cuando hablamos de un mundo nuevo, inevitablemente el lector va a pensar en América. Aquel descubrimiento supuso un hito pero en la novela no sólo hablas de eso, también hablarás de todos esos cambios que se fueron produciendo. ¿De qué manera todos esos cambios que tuvieron lugar afectaron a la sociedad y a la gente de la época?

L.Z.- Es un error pensar que, cuando llegamos a América, al nuevo mundo, se produce una eclosión y todo empieza a cambiar. No, el mundo estaba ya cambiando. El descubrimiento de América es una consecuencia de algo mucho más profundo que es el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Realmente, lo que lo inicia todo fue la caída de Constantinopla, en 1453. Además tendrá lugar también la invención de la imprenta, otro de los detonantes de todos esos cambios que se fueron produciendo. No fue hasta, más o menos, 1510 cuando fuimos conscientes de que habíamos llegado a América, de que vamos a dar la vuelta al mundo. Habrá un auge de la imprenta y veremos libros en todos sitios. Son sesenta años en los que se irá produciendo un gran cambio en el mundo entero. En el terreno religioso, tendrá lugar una reforma que será algo clave en la historia mundial. Y luego tenemos el Humanismo, el Renacimiento, la revolución tecnológica, el cambio político será tremendo. Se abandonan un poco las monarquías medievales y se empiezan a ver monarquías autoritarias. Y sobre todo habrá un gran cambio en el comercio. Nos creemos que la economía es importante ahora pero no es así, la economía ha sido importante siempre, y en el siglo XV es cuando toma un papel esencial.

Hay que tener en cuenta que, cuando llegamos a América, lo que se pretendía era llegar a China para abrir nuevas rutas comerciales internacionales para conseguir financiación para otros proyectos. Eso es lo que motiva todo el cambio. ¿Por qué existe el Renacimiento? Pues porque, en las repúblicas italianas, el comercio ha despegado y hay gente con mucho dinero. Gente que, además, no tenía por qué ser noble. Está un poco mal visto que esa gente tenga tanto dinero y para su imagen de cara al público lo que hacen es invertir parte de ese dinero en arte, sobre todo en obras religiosas. Por eso se cierra el Duomo de Florencia, por eso tenemos a los grandes artistas y a sus mecenas, ricos comerciantes, con mucho dinero y que hacen una inversión. Así que, el comercio fue realmente el detonante de todo y eso es lo que he querido reflejar en la novela, donde vamos a ver que se comercia mucho con seda, con tejidos, con pigmentos, perfumes y hasta con cuernos de unicornio. En la novela se comercia también con reliquias. Estamos en una época donde el comercio lo va a cambiar todo. 

M.G.- Hemos hablado de Isabel y del descubrimiento de América. ¿Qué crees que vio Isabel en Colón para apoyarlo en sus proyectos?

L.Z.- Buena pregunta. Ese es uno de los grandes enigmas de la historia. ¿Por qué lo apoyó inicialmente? Y sobre todo, ¿por qué mantuvo ese apoyo? Eso sería casi lo más complicado de entender. Colón es un gran misterio. Es un personaje que oculta gran parte de su vida. Seguramente era converso por su forma de ser, su forma de escribir, sus relaciones, sus lecturas de las santas escrituras, que sólo la leían los judíos. Posiblemente también fue un corsario, un buen marino. Puede ser que tuviera patente de corso en el Mediterráneo. Pero nos falta algo clave. Si su origen era humilde, ¿cómo pudo casarse con una noble de Portugal? 

M.G.- No cuadraría, como tampoco cuadraría que tuviera contacto con los reyes.

L.Z.- Claro. Eso es sencillamente imposible en la época. Entonces, ¿era de origen humilde? No ¿Italiano, genovés? No cuadra. No puede ser italiano. ¿Puede ser judío? Sí. ¿Puede ser un corsario? Sí. ¿Puede ser muchas más otras cosas? Sí. Lo interesante es que lo ocultó. Lo ocultó porque necesitaba ocultarlo. Yo creo que ni siquiera se llamaría Cristóbal porque San Cristóbal es el santo de los viajeros. Me parece muy premeditado que se lo llamaran Cristóbal cuando nació y luego se convirtiera en el gran viajero. Creo que ocultó muchas cosas de su vida porque necesitaba ocultarlo. Y sabía muchas cosas porque claro, tú no descubres América por casualidad. Es que nos lo han explicado todo como si fuéramos niños, que Colón fue allí y, de casualidad, encontró América. No, eso no puede ser así. Colón sabía que iba a un sitio. No sabemos exactamente qué sabía pero obviamente tenía información de gente que ya había estado allí, de antiguas  historias, de libros, muchos libros que están aquí, además en la Biblioteca Colombina,... Él sabía y tenía un plan, y lo supo vender. Él también era comerciante, él había comerciado con libros, precisamente. Era un comerciante y sabía vender y vendió un proyecto, aunque le costó veinte años porque era un proyecto complicado de vender. Aun así, lo consiguió. Y el primer viaje le sale bien. El segundo, más o menos. Pero el tercero fue un desastre. Vuelve y lo encarcelan en Cádiz. Y en cuanto al cuarto viaje, pues tuvo que pedir el favor de que lo trajeran de vuelta a España por no tenía barcos. Con todo eso y con todos los informes que había en su contra, que Isabel siguiera manteniendo su apoyo... Creo que ella pensaba que, al final, Colón sería la única persona que podría llevarla a Asia. Confió en él porque pensó que era la persona adecuada, tuvo un feeling especial con él, y lo apoyó hasta el final.

M.G.- Bueno, lo que sí tenemos claro es que sus huesos están aquí, en Sevilla. 

L.Z.- Algo es algo.

M.G.- Hablemos de mapas, Luis. Hoy vemos un mapa como algo casi inamovible pero en aquella época, cambiaban mucho. Y además, abrimos el libro, nos fijamos en las guardas de la novela y encontramos un mapa en el que se pueden ver animales y seres como de otro mundo. En aquella época, el mapa del mundo cambiaba mucho.

L.Z.- Claro, este mapa es todo erróneo [Se refiere al mapa de las guardas]. Yo quería que el lector entendiera como era el mundo de la época. Este mapa era la realidad de entonces. Tienes que creerte este mapa porque ellos lo creían así, si quieres leer la novela. No existe América y, más o menos, podías llegar a Asia desde Europa por poniente. Y, además, en ese camino te vas a encontrar de todo. En Asia existían unicornios, dragones, todo tipo de seres. Eso es lo que les han contado los viajeros y te tenías que creer lo que ellos contaban porque son los han estado allí, aunque exageren, aunque mientan, aunque se equivoquen.

M.G.- Pero a veces llegaría alguien diciendo que había visto algo y la gente no lo creería, ¿no?

L.Z.- Sí, pero es como hoy. Cuando le cuentas a alguien lo que has visto en un viaje te pueden decir que exageras que no es verdad. Pues esto es lo mismo pero a otro nivel. Piensa que, en el siglo XVI, se decía que, cuando se llegaba a América, poco más o menos te encontrabas que llovía oro, que las casas tenían los tejados de oro. Son relatos. La exageración ha existido siempre. Y siempre que contamos una historia a un amigo, quieras o no, se le añade un puntito más para que sea una historia más interesante. Y eso va pasando de unos a otros y, al final, la historia no se parece en nada a la del principio.

M.G.- Pues en la anterior novela teníamos como protagonistas a Ruy y a Gadea. En esta vamos a conocer a Noah y a María. ¿Quiénes son y cómo son?

L.Z.- Son muy distintos. Noah es un flamenco. Es de Flandes, de Lier, una ciudad muy pequeñita, donde se casaron Juana y Felipe, el Hermoso. Es un cartógrafo aunque también sabe de relojes. Pero, sobre todo, es un viajero. Es un personaje con el espíritu de la época, joven, que quiere viajar y conocer el mundo. Al igual que la gente joven de hoy, sólo que Noah no sabe cómo es el mundo porque no tienes mucha información. En esta época se viajaba por descubrir algo nuevo pero no sabías realmente a dónde viajabas. Noah quiere viajar para luego representar esos viajes en los mapas y en los libros porque los mapas eran mucho más importantes de lo que son hoy. Desde que usamos Google Maps, los mapas físicos han perdido prácticamente su utilidad. Pero en aquella época, los mapas eran valiosísimos. La primera vez que ve un globo terráqueo el parece fascinante y entiende que el mundo es redondo. Así que Noah emprende viaje y le pasará de todo. Lo engañan, lo vuelven a engañar, se enamora, deja de viajar al enamorarse,... Le pasa lo que le puede pasar hoy a cualquiera. 

En cuanto a María, yo quería que fuera una mujer muy fuerte. Tiene que serlo porque, en la época que le toca, no podría hacer lo que hace si no es fuerte. María es un personaje muy complicado. Inicialmente, y a través de ella, yo quería contar la historia del fuerte de La Navidad. Necesitaba que tuviera una motivación para buscar justicia. Pero conforme escribía el personaje, me di cuenta que se quedaba corto. Me imaginaba a esa hija que ha perdido a su padre, a su marido corroída y con ganas de venganza, de sangre. La venganza es un sentimiento que te da mucho coraje, mucha fuerza para hacer algo malo. María es un personaje a la que, inicialmente, la mueve ese deseo de venganza, coge fuerzas, evoluciona y creo que termina siendo el personaje más potente de la novela.

M.G.- A ti te gustan los personajes femeninos así, con fuerza.

L.Z.- Es que en esa época tenías que ser así. Piensa en lo difícil que lo tenía una mujer del siglo XV que está sola. Tiene que ser fuerte porque si no, no podría sobrevivir. En esa época tenías que valerte por ti mismo, tanto los hombres como las mujeres. Tiene que ser fuertes porque si no, se te comen. Al viajero que va solo por los caminos lo asaltan, le roban, lo matan, te dejan tirado en un bosque y no se entera nadie. Nadie va a preguntar por ti, nadie va a ir a buscarte. Tenías que ser fuerte y si eras mujer, más fuerte todavía.

Y lo mismo con la reina Isabel. Era reina, sí, pero para conseguir ser reina tenía que tener una personalidad. Hoy no imaginamos lo que supuso para ella llegar a ser reina, en un mundo y rodeada de hombres. Tenían que ser fuertes.

M.G.- Estamos en Sevilla, en uno de los escenarios de la novela. Hablando de viajes, manejas un montón de ubicaciones, ubicaciones del siglo XV, además, con lo que tienes que ver cómo eran esas ciudades entonces. Supongo que eso es una labor compleja.

L.Z.- Eso es complicado, sí. Hacer una fotografía exacta de cada ciudad en el siglo XV, sobre todo de las europeas, me costó porque tenía que entender cómo funcionaban, qué tenían de especial, cómo se comerciaba, cuáles eran los barrios,... Todo es fue costoso y muy laborioso. Diría que la parte de América fue más costoso todavía porque eran ciudades muy distintas a las nuestras, con ríos navegables. Bueno, aquí en Sevilla, eso se entiende mejor pero en otras partes de España, donde no hay ríos navegables,... En aquella época, los ríos eran muy importantes.

M.G.- Con este libro cierras la bilogía. Si echamos la vista atrás, vemos que todas tus novelas se centran en los siglos XV, XVI, XVIII,... ¿No te ves escribiendo una novela en tiempos actuales?

L.Z.- Es que la historia me apasiona. La única novela que tengo contemporánea y que se reeditará el año que viene, es la segunda que escribí, El escalón 33, con la que recibí el Premio de Novela Histórica "Ciudad de Úbeda". Es contemporánea pero es verdad que tiene referencias a la Historia, y hasta está catalogada como novela histórica, porque el grueso de la trama se retrotrae, aunque empieza desde el presente. A mí me gusta que se catalogue como novela histórica, aunque algún purista dirá que no lo es. Hoy día está descatalogada y es muy difícil de conseguir pero, como digo, creo que el año que viene la reeditamos. 

De todos modos, creo que la siguiente novela será distinta. No sé si me iré al Medievo otra vez o me iré a una época más adelante. Tengo varias opciones pero sí, cambiará un poco la época.

M.G.- Y hablando de reediciones, se acaba de lanzar un pack con tu trilogía medieval. Precioso, por cierto.

L.Z.- Sí, sí,... Es bonito. De este modo, los libros siguen vivos. Mientras la gente siga leyendo se van lanzando ediciones nuevas. Creo que con esta bilogía haremos algo igual, un pack bonito, que le dé un plus a las novelas.

M.G.- Pues Luis, última pregunta. ¿Recuerdas cómo nació tu pasión por la Historia? ¿Te marcó alguien? ¿Quién te metió el gusanillo por la Historia?

L.Z.- Creo que mi tío. Recuerdo que en mi comunión, mi tío me regaló un montón de libros, pero libros de todo tipo. Recuerdo que había una serie sobre la Primera Guerra Mundial, también libros sobre curiosidades científicas,.. Eran muchos libros y muy variados. No de narrativa, precisamente, sino de divulgación histórica, científica,... un poco de todo. Y de pequeño también me gustaba la poesía. Los libros siempre han estado ahí y eso me generó interés.

Y luego, la Historia,... Bueno soy de Borja, un pueblo muy pequeño. Bueno, ciudad, que luego se enfadan conmigo. Es una ciudad de unos cinco mil habitantes. Yo vivía justo debajo del castillo. De pequeño me subía a jugar al castillo en ruinas. Me subía por la muralla y mi madre, que estaba bastante más abajo, me veía allí arriba y me echa unas broncas... Me daba gritos para que me bajara de aquella muralla y con razón porque, al final, estaba a tres o cuatro metros de altura, sin ningún tipo de protección. No sé, yo creo que la infancia marcha mucho. A mí siempre me gustó la Historia, aunque también me gustaban las ciencias y sobre todo, la física. Por eso estudié primero Ingeniería y luego estudié Historia. 

M.G.- Luis, pues un placer volver a verte aquí, en Sevilla. Espero que volvamos a coincidir en Úbeda, aquí, o donde sea.

L.Z.- Sí, sí,... Cada vez que saque libro, primero a Úbeda y luego a Sevilla. O, al revés.

M.G.- Creo que el año pasado fue al revés. Un placer, Luis.

L.Z.- Gracias.

Sinopsis: Año 1496. Tras conseguir la unión de Castilla y Aragón, conquistar Granada y las Islas Canarias, Isabel la Católica se encuentra en los años finales de su vida, pero también en los que ostenta más poder. Un poder y un legado que no está dispuesta a perder, ni siquiera después su muerte.

Esta novela narra los años que cambiaron para siempre el curso de la historia. Cuando cada barco que regresaba a puerto podía transformar el mundo, un mapa se convertía en el bien más preciado de una corona y las hazañas de un viajero eran capaces de incendiar un imperio.





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