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VEINTICUATRO HORAS EN LA VIDA DE UNA MUJER de Stefan Zweig.

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Editorial: Acantilado.
Fecha publicación: --
Nº Páginas: 104
Precio: 11,00 €
Género: Novela.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-95359-39-1


Autor

Stefan Zweig (Viena, 1881 - Petrópolis, Brasil, 1942) fue un escritor enormemente popular, tanto en su faceta de ensayista y biógrafo como en la de novelista. Su capacidad narrativa, la pericia y la delicadeza en la descripción de los sentimientos y la elegancia de su estilo lo convierten en un narrador fascinante, capaz de seducirnos desde las primeras líneas. 

Sinopsis

«-Usted no encuentra, pues, odioso, despreciable, que una mujer abandone a su marido y a sus hijas para seguir a un hombre cualquiera, del que nada sabe, ni siquiera si es digno de su amor? ¿Puede usted realmente excusar una conducta tan atolondrada y liviana en una mujer que, además, no es ya una jovencita y que siquiera por amor a sus hijas hubiese debido preocuparse de su propia dignidad?».

[Información facilitada por la editorial]



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El año pasado, gracias a vosotros, conocí a Stefan Zweig y supuso un descubrimiento maravilloso. Me leí dos de sus novelas, a cual más deliciosa, y me hice el firme propósito de seguir ahondando en sus libros.

Hoy traigo otra de esas joyas que encandilan a cualquier lector, Veinticuatro horas en la vida de una mujer. Me llamó mucho la atención el título y lo primero que me pregunté es qué nos tendría Zweig que contar sobre la vida de una mujer, qué sabría él. 

La Pensión Riviera es el establecimiento hotelero más económico del Hotel Palace en la riviera francesa. El narrador anónimo coincide y comparte mesa y mantel a diario con un grupo de inquilinos bastante singulares: un matrimonio alemán propenso a excursiones fotográficas, un danés amante de la pesca, un matrimonio italiano y una dama inglesa inmersa siempre en sus libros. Son huéspedes aburguesados, acostumbrados a una vida llena de ocio y tranquilidad, sin apenas preocupaciones que se limitan a contemplar la vida pasar. 

Y en ello están cuando un acontecimiento introduce una nota que rompe con la rutina. Al establecimiento llega un joven francésatractivo por su discreta elegancia pero también por su singular belleza llena de simpatía; en su delicada y femenina faz, un bigote rubio y sedoso acariciaba sus labios sensuales y cálidos, de oscuros cabellos, suaves y ondulados,...  y unos ojos que cautivaban con la mirada. Nuestro joven Adonis es el centro de todas las miradas y con su exquisito saber estar consigue entablar relación con todos los inquilinos. 


Paseo por la playa
de Sorolla (vista parcial)
En un par de ocasiones se le vio pasear y disertar con Madame Henriette, una distinguida señora de 33 años, de fina elegancia, exquisita y retraída, esposa de un comerciante y madre de dos jóvenes adolescentes que solía dar largos paseos por la playa a la caída de la tarde hasta que un día, no regresó, el mismo día que el narrador se encuentra al joven francés en la estación de trenes, nervioso, alterado y con prisas alegando que un asunto imprevisto le obligada a abandonar momentáneamente su estancia en el hotel. ¿Os podéis imaginar por dónde voy? Su marido pensó que le había ocurrido algo grave y la buscó por la playa, el hotel, los jardines. No aparecía. El hallazgo de una carta desvela que la señora había decidido fugarse con el joven. 

La fuga de la pareja altera los ánimos de tan sosegados huéspedes y las tranquilas veladas se tornan en discusiones exaltadas en las que las opiniones se contraponen, enviciando el ambiente amable y cortés que reinaba anteriormente para tornarse en hostilidad flotante. Muchos de los inquilinos critican el comportamiento de la señora, otros sospechan que la pareja se conocía de antes y que todo estaba planeado, sin embargo el narrador tiene una visión totalmente distinta. Cree que la mujer, tras varios años de matrimonio, ha podido llegar a un punto de desánimo, de decepción, de hartazgo perdiendo la felicidad inicial de su relación conyugal, algo de lo que nadie está exento. El narrador, pues, adopta el papel de defensor de Madame Henriette lo que le vale ganarse la antipatía de todos los comensales excepto de Mrs. C., la dama inglesa que siempre se muestra solitaria con sus lecturas. Al igual que el narrador, Mrs. C. defiende que la dama ha podido ser víctima de sus impulsos y, aunque la cataloga de infiel e inmoral, considera que habría que tenerle más compasión que aversión. 

Esta historia es la antesala a lo que Zweig quiere relatarnos realmente es este libro. Una historia dentro de otra. El acontecimiento que ha conmocionado a los inquilinos de la Pensión Riviera, divide a sus huéspedes en dos grupos. Mrs C. ve en el narrador un confidente de su propia historia, un hecho terrible que vivió la vieja dama inglesa durante su juventud y que jamás ha desvelado a nadie. Durante años ha vivido obsesionada por un episodio en su pasado que tan solo duró veinticuatro horas, que la ha mantenido en un estado de turbación absoluta desde entonces, sin encontrar las fuerzas para compartirlo. Es hora de liberar su alma porque, por fin, ha encontrado a alguien que pueda llegar a comprenderla. 


Para saber lo que le ocurrió a Mrs C. tendréis que leer el libro. La historia de esta dama nos llevará al casino de Montecarlo donde, en sus propias palabras, empezaron aquellas veinticuatro horas que fueron más excitantes que cualquier juego y que turbaron por muchos años mi existencia[pág. 28].  Sí os digo que, quizás el hecho no sea de tan vital importancia para nuestro punto de vista, pero hay que ponerse en el papel del personaje y en la época en la que vive. Para un lector del siglo XXI, Mrs C. pueda resultar demasiado dura consigo misma pero es una mujer atada a fuertes convicciones sociales, algo imperante en la vida de las mujeres y hombres de antaño. 

Los libros de Stephan Zweig están llenos de belleza. Destaca la habilidad de este autor a la hora de describir con precisión emociones y sentimientos, especialmente en esta novela donde el amor tiene un importante peso, que laten por sí solos.

De las tres novelas que llevo leídas, esta es quizás la que menos me ha emocionado, aunque decir eso me resulta una incongruencia porque este autor me ha cautivado por completo. El inicio se mueve entre líneas que se demoran, creando ambiente, acomodando al lector al curso de la narración. Supone simplemente la introducción a la parte más interesante del libro. Tras la presentación de la escena y el acontecimiento que supone el detonante de la novela, la tensión va in crescendo  a medida que nos adentramos de lleno en la vida de Mrs. C y comienza la narración de esas veinticuatros horas de su vida, a partir de las cuales la inquietud fluctúa cada vez con mayor intensidad, hasta llegar a su clímax en los capítulos finales, donde la fuerza traspasa el papel.  No hay respiro posible. Todo es un continuo en el que las pausas en forma de capítulos apenas existen. 

La adjetivación es certera y constante con escenas llenas de descripciones nítidas, detallistas, rozando casi el límite del abuso donde las  emociones adquieren más importancia que los hechos en sí, acentuadas por una climatología adversa o propicia en función de la naturaleza de los sentimientos. A la desesperación, la angustia, el desasosiego,... le acompaña furiosas ráfagas de viento y persistente lluvia, mientras que cuando el alivio asoma el día se vuelve sereno, silencioso  y luminoso. Zweig cuida al detalle todos los elementos que componen la novela, para integrar al lector en la narración.


Resulta delicioso observar cómo el autor analiza la naturaleza humana. Es un profundo observador del comportamiento  y lo demuestra con frases y frases que una, de buena gana, enmarcaría. Para un libro con apenas algo más de cien páginas he rellenado más de una decena con anotaciones y apuntes. Y es que allá donde mirara, me topaba con una reflexión, un pensamiento,... de esos que no pasan desapercibidos.


«;después de oyó cómo su voluminoso cuerpo se desplomaba pesadamente en un sillón, al tiempo que se percibió un sollozo salvaje, brutal, la única manera de llorar de un hombre que no había llorado nunca».[pág. 11]
«Para quien se siente desasido de todo, la apasionada inquietud de los otros produce una sacudida en los nervios, como el teatro o la música». [pág. 28] 

Indagando un poco más en esta cuestión, leo con curiosidad que Zweig mantenía una relación de amistad con Freud y durante años estuvieron carteándose. Al parecer el autor austriaco tenía mucho interés en el psicoanálisis y ahora entiendo todo lo que él refleja en sus obras sobre el comportamiento humano, sobre la lucha interna que en ocasiones se produce, entre nuestro corazón y nuestra mente. Podéis leer mucho más sobre este tema en un interesantísimo post del blog Deletreados en el que se analiza esta obra  desde un punto de vista psicológico. Muy recomendable.

Zweig sigue demostrándome su calidad literaria, el valor de su pluma, con un particular estilo de narrar que transporta al lector a la época en los que los hechos suceden. Por lo que llevo leído hasta ahora, considero que sus novelas mejoran con las relecturas, tengo la impresión de que se vuelven más vívidas. Aún me queda mucho que leer de lo escrito por este autor, pero aún así, no descarto releer aquello ya leído. 

No sé qué mas contaros de novela corta, salvo que pienso que todo en él se reduce a una sola palabra: Intensidad.

Como me pasó con Carta de una desconocida, he encontrado algunas adaptaciones cinematográficas de esta novela. En concreto existen tres, siendo la más reciente del año 2002. Habrá que acercarse a ella para comprobar si la fuerza que destilan las páginas se traslada al celuloide. 









Retos:


 
 


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