Año: 2013
Nacionalidad: EE.UU.
Director: J. C. Chandor.
Reparto: Robert Redford.
Género: Drama.
Premios: Oscars (2013) - nominada a Mejor Montaje de Sonido; Globos de Oro (2013) - Mejor Banda Sonora y nominada a Mejor Actor.
Sinopsis: Un día, durante un viaje en solitario a través del Océano Índico, un hombre descubre al despertar que el casco de su velero de 12 metros se ha agrietado tras una colisión con un contenedor que flotaba a la deriva. A pesar de las reparaciones, de su experiencia marinera y de una fuerza física que desafía su edad, a duras penas logra sobrevivir a la tormenta. Pero el sol implacable, la amenaza de los tiburones y el agotamiento de sus escasas reservas lo obligan a mirar a la muerte a los ojos.
[Información facilitada por Filmaffinity]
¿Cuántas películas se han rodado a lo largo de la historia en la que el reparto esté compuesto por un único actor? A priori, a mí no se me ocurre ninguna pero seguramente haya alguna.
Como no me gusta mucho la sinopsis que aporta la web Filmaffinity, voy a resumir el argumento de este filme a mi estilo. Todo se reduce a un viaje en barco. Un hombre sin nombre (Robert Redford) cruza el Océano Índico en su velero.Viaja solo y solo se tendrá que enfrentar a múltiples complicaciones: la colisión contra un contenedor de mercancía que flota a la deriva y que abrirá un boquete de considerable tamaño en el casco del barco, diversas tormentas de magnitud espectacular, tiburones, incomunicación total, escasez de agua y comida,... El protagonista es un hombre experimentado en cuestiones marinas y aunque capea las diversas dificultades con inteligencia y sabiduría, la naturaleza es una fuerza demasiada poderosa contra la que luchar. En esta película hay mucha soledad, desolación, lucha, angustia, desesperación,... que lo conducirá a tomar una decisión final errónea a todas luces. ¿Quién ganará la dura batalla a la que Redford se enfrenta? ¿Podrá el hombre contra los elementos? Lo tiene verdaderamente complicado. El hombre no es más que un molécula de agua frente a la inmensidad del mar.
Con unas escenas iniciales que muestran un mar en calma se oye una voz en off. El navegante lee una carta en la que habla de sinceridad, honestidad, fortaleza. Asegura que lo ha intentado todo. Una carta que parece una despedida sin que sepamos a quién va dirigida, aunque se intuye que a sus seres queridos.
Acto seguido, la acción se retrotrae ocho días atrás cuando todo el argumento comienza. ¿Por qué viaja ese hombre en solitario? ¿Hacia dónde se dirige? ¿De dónde procede? ¿Cuáles son sus circunstancias personales? Cuestiones todas ellas que desconocemos y que no tienen la menor importancia en un argumento que subraya el combate del hombre contra la muerte, la fortaleza del ser humano, el espíritu de superación, la capacidad de supervivencia,... Ahí radica el mensaje de la película. El todo por el todo, sin dejarse abatir hasta el límite de nuestras fuerzas.
No hay mucho más que contar sobre el argumento.
La interpretación de Robert Redford deja ver a un hombre que no se amilana ante los problemas. Cuando descubre el boquete en el casco del barco se mueve con parsimonia, con tranquilidad, sin apenas alterarse... algo que a mí me inquietó mucho. Se intuye que es un hombre que conoce el terreno que pisa y por lo tanto sabe mantener la calma y realizar acciones habituales como dormir o afeitarse cuando su vida está en juego. Sin embargo, creo que hay escenas que están fuera de lugar y que para una situación tan angustiosa como esta se requiere de unas emociones que no he visto en el actor. Apenas gesticula, apenas se inmuta, demasiado estoico y demasiada planicie con lo que resulta casi imposible conectar con el protagonista.
Como decía al principio, Redford ya ha cruzado el umbral de los setenta hace algunos años. Sus arrugas evidencian una vejez perfectamente instalada y aún sigue rodando y aún así lo hace en unas condiciones bastante complicadas. Está claro que ha contado con un doble para las escenas más duras, sin embargo sí ha ejecutado algunas con bastante movimiento e intensidad. Meter a este actor bajo agua durante las largas horas de rodaje aunque sea en un tanque, hacerlo dar vueltas sobre sí mismo dentro de un habitáculo estrecho, colocarlo a 20 metros de altura para arreglar un mástil,... No todo el mundo a su edad supera esas pruebas y eso hay que valorarlo aunque su rostro no me haya transmitido lo que debía.
En el guión, el diálogo brilla por su ausencia, algo obvio si tenemos en cuenta que solo hay un actor en escena. Aún así, oiremos a Redford bufar, gruñir, refunfuñar,.... y poco más. Apenas una treintena de palabras para un largometraje con una duración de 106 minutos. ¿Aburrida? No, no lo es. Pasan bastantes cosas, la siguiente peor que la anterior, el silencio se alterna con el sonido, la calma con el rugido de las tormentas pero lamentablemente, el ritmo es demasiado cadencioso para mi gusto.
Destacar la fotografía que muestra un mar embravecido o calmado, así como el sonido ambiente que llega a sus cotas más altas cuando el mar se rebela contra el hombre a través de espectaculares tormentas.
Cuando todo está perdido es una película para contemplar más que para hablar de ella. Es la segunda apuesta del director J. C. Chandor, cuyo trabajo ya vimos en Margin Call. Este largometraje es una odisea, un cuento épico en el que el héroe pondrá toda la carne en el asador y con quién descubriremos si al final la lucha merece la pena o bien, tenemos que rendirnos ante las evidencias.
Aunque le falta emoción, no deja de ser una película entretenida que se deja ver, en la que hay que valorar la implicación de un vetusto actor como Robert Redfod, a quien tanto le debe el mundo del celuloide.
Trailer: