Editorial: Tusquets.
Fecha publicación: Febrero, 2014
Nº Páginas: 256
Nº Páginas: 256
Precio: 17,31 €
Género: Novela
Edición: Rústica con solapas.
Edición: Rústica con solapas.
ISBN: 978-84-8383-823-5
Mayra Montero nació en La Habana en 1952 y desde hace más de treinta años vive en Puerto Rico. Es autora de las novelas eróticas La última noche que pasé contigo (finalista del XIII Premio La Sonrisa Vertical, 1991) y Púrpura profundo (XXII Premio Sonrisa Vertical, 2000), así como de las novelas Del rojo de su sombra (1993), Tú, la oscuridad (1995), que supuso su consagración internacional tras ser editada en Estados Unidos, Como un mensajero tuyo (1998), El capitán de los dormidos (2002) y Son de almendra (2006). Sus obras se han traducido en Estados Unidos, Francia, Alemania e Italia, entre otros países. Basándose en hechos reales, Mayra Montero nos invita en El caballero de San Petersburgo a un fascinante viaje a la Europa del final del Antiguo Régimen y la América de la Independencia, a las batallas y las luchas que enmarcan la vida de los protagonistas, en una novela apasionada que es también el relato de la educación sentimental de una mujer llena de coraje.
Sinopsis
A finales del siglo XVIII, la joven criolla Antonia de Salis vive con su prima Teresa en Rusia. Allí reciben la visita de un fascinante militar hispanoamericano, Francisco de Miranda, precursos de la independencia que agita a las colinas, que está de visita en Rusia para tejer una alianza con Potemkin. Antonia cae seducida ante un personaje tan idealista como ardiente, con fama de donjuán y magnífico contador de historias ante las damas. Tanto que, tras algunos encuentros furtivos, decide seguirlo hasta San Petersburgo, donde Francisco de Miranda es perseguido, sin saberlo, por un diplomático español empeñado en capturarlo. Treinta años después, en la cárcel de La Carraca en Cádiz (los hechos están rigurosamente documentados), un general Miranda enfermo y vencido recibe las visitas y los cuidados de una enigmática mujer que tiene muy presentes las aventuras de Crimea y de San Petersburgo.
Puedes leer los primeros capítulos aquí.
Hace una semana os presenté a Mayra Montero en una entrevista que la escritora muy amablemente nos concedió con motivo de su paso por Sevilla promocionando su última novela El caballero de San Petersburgo (puedes verla aquí). Fue una charla muy agradable, acunada por el precioso acento de esta cubana pero afincada en Puerto Rico. Intercambiamos pareceres y Mayra me desveló buena parte del trasfondo de la novela.
El caballero de San Petersburgo está basado en hechos reales pero poco conocidos y aderezados con algo de ficción, que se sitúa cronológicamente en el año 1786. Narra la historia de Antonia de Salis, una joven criolla de 17 años que pierde a su madre en un naufragio tras el hundimiento del barco que trasladaba a ambas desde La Habana hasta Jamaica, lugar en el que el hermano de Antonia se disponía a contraer matrimonio. Abatida y triste, su padre decide apartarla del lugar que tantos recuerdos funestos le trae, y así opta por enviarla a Rusia junto con una criada mulata de nombre Domitila, a vivir con su prima Teresa y el marido de esta, Alexander Ivánovich Viazemski, príncipe y gobernador de la plaza de Cherson.
La narración arranca una vez que Antonia ya reside en casa de su prima. Hasta allí llega el Teniente Coronel del ejército español Francisco de Miranda con su imponente porte, vistiendo casaca azul de paño y botas altas. Francisco era un apuesto galán al que se le conocía más de una conquista y Antonia, en su candor y juventud, queda prendada de él. Pronto, la tristeza de su corazón por el reciente fallecimiento de su madre dará paso al amor y con ello a los vestidos fastuosos y coloridos que sustituirán el riguroso luto con el que Antonia llega a Rusa. Si el amor será un pilar del argumento, el contexto socio-político será otro.
En 1786, Turquía era fruto de múltiples miradas. Pedro I había hecho de Rusia una potencia fuerte frente a Europa y con motivo de las distintas guerras contra el Imperio otomano, pudo expandirse hasta el Mar negro abarcando la región de los Balcanes. Por aquellos años, el militar y político ruso, Gregorio Potemkin, príncipe de Táurida y antiguo amante de Catalina II, organiza el viaje de esta hasta Crimea en 1787, año en el que se produce la II Guerra Ruso-Turca. Turquía llegó a convertirse en una pieza clave que anhelaba también, tanto España como Francia.
Mientras tanto el gobierno español en Rusia, representado por Pedro de Macanaz, miraba con recelo la figura de Francisco de Miranda, a quien se consideraba un traidor que se hacía pasar por Teniente Coronel del ejército español y por conde y por lo tanto desleal a la corona española. Miranda buscaba refugio en Potemkin, siempre velando por sus propios intereses, algo que a los españoles no les hacía ninguna gracia. La intención de Macanaz es obligar a Miranda a presentar las pruebas y patentes que corroboren su relación con el ejército de España, así como su título nobiliario. La captura de Miranda y su posterior entrega al gobierno en Madrid se hace meta imprescindible para Macanaz pues desea congraciarse con sus superiores a la espera de que le otorguen un destino más cálido.
El amor entre Antonia y Francisco se mueve en un tira y afloja que no satisface mucho a la muchacha, circunstancia que aprovechará Pedro de Macanaz en su pertinaz lid contra Miranda. A través de un emisor, Pedro propone a Antonia unirse a la empresa que acabará con el supuesto falso Teniente Coronel en la cárcel, animándola así a aliviar su corazón despechado. No os voy a contar si todo resulta como aparentemente apunta. El corazón de una mujer es muy complicado. En su lugar, os invito a leer esta novela llena de elementos interesantes: amor, política, traiciones, venganzas, intrigas, desconfianzas, costumbres y usanzas de la corte rusa,... todo ello a lo largo de un viaje por la historia y también por las tierras rusas, pasando por varias ciudades de aquella potencia.
La novela ofrece un constante baile de personajes. Los principales serán Antonia de Salis, Francisco de Miranda y Pedro de Macanaz, todos ellos reales. Antonia era una joven hermosa de ojos rasgados y oscuros, de origen andaluz y educación caribeña. Procede de familia honesta y fiel a la Corona de España. Su padre, Juan de Salis, es un español cabal y acaudalado comerciante en La Habana. Su llegada a Rusia le abrirá las puertas a un mundo lleno de lujos mientras que su inocencia, su juventud abrirá las de su corazón.
Francisco goza de mucha fama entre las féminas, no así entre los hombres, especialmente para Macanaz, pues este lo cataloga de arrogante, enredador y mentiroso empedernido. Era un hombre totalmente interesado pero a la vez muy comprometido con las causas que defiende. Participó en numerosas revueltas e incluso llegó a ser parte activa en la Revolución Francesa, lo que le valió que su nombre figuraba en el Arco del Triunfo.
En cuanto a Pedro, habría que describirlo como un mujeriego cuyos escarceos lo hacen enfermar de sífilis por lo que constantemente sufría de pústulas purulentas en axilas e ingles. Su esposa, Rosa, a quien cataloga de viperina, le ajusta las cuentas.
Otros personajes: la anciana princesa Ghika que se convertirá casi en una madre para Antonia, su prima Teresa y el marido de esta, el príncipe Viazemski, el único que advierte a la joven de la perversidad y las malas artes de Francisco, Potemkin, de aspecto horrible y despreciable, Ígor, el criado de la princesa Ghika cuyo personaje tanto me gustó por su ingenio y que tendrá un cierto protagonismo al final,... entre otros.
El narrador en tercera persona nos conduce entre el pasado, para hacernos conocedores de la procedencia de Antonia, y el presente. La novela se construye a dos aguas, alternando la narración relativa a lo que concierne a Antonia de Salis por un lado, y a la de Pedro de Macanaz, por otro. Estructurada en tres partes, que corresponden a tres ubicaciones y tres periodos distintos (Cherson - 1786, San Petersburgo - 1787 y Cádiz - 1816), cuenta con capítulos no numerados. Cada uno de ellos viene introducido por un aforismo de la autoría del escritor, filósofo y teólogo suizo, Johann Kaspar Lavater. El motivo de la elección de estas citas queda convenientemente explicado hacia el final de la novela.
La prosa de Mayra Montero se caracteriza por la belleza y la profusión de sus descripciones, así como por la fluidez y la elegancia, esto último muy especialmente en las escenas de amores prohibidos y encuentros de amantes. Presenta escenas y situaciones con una claridad meridiana, de corte prácticamente cinematográfico, de tal modo que el lector apenas encuentra dificultad para ubicarse en el lugar y el momento, llegando a sentir calor cuando la narración se sitúa en el Caribe y frío intenso cuando se traslada a las ciudades rusas.
El vocabulario empleado es objeto de mención aparte por su riqueza y exquisitez. La autora, ubicando los hechos descritos en el siglo XVIII, hace uso de términos y expresiones propios de la época y el lugar y, en este sentido, se hace necesario echar mano al diccionario, sin que por ello se interrumpa con excesiva brusquedad el ritmo de lectura. Palabras como gálico (sífilis), edecán (ayudante de campo), genízaro (soldado),... figuran en su léxico.
No quiero alargarme más.El caballero de San Petersburgo es una novela tan rica y tan enriquecedora que es mucho mejor leerla y conocer ese periodo de la historia rusa-española, en la que convivieron personajes reales tan interesantes y de la talla de estos protagonistas. Mucha de la información que Mayra recoge en esta nueva publicación procede de los diarios del propio Francisco de Miranda a los que, tal y como os comenté en la entrevista publicada anteriormente, se puede acceder por internet aquí. Yo he leído algunas páginas y la verdad es que parecen una lectura muy apasionante.
No os desvelo más de esta estupenda novela que ha supuesto una lectura tan entretenida. Creo que merece mucho la pena porque si es un placer leer ficción, lo es mucho más aprender cuando un autor nos trae hasta nuestras manos la historia del mundo. La vida de Francisco de Miranda, Antonia de Salis y Pedro de Macanaz ya no será desconocida para mí.
Puedes leer los primeros capítulos aquí.
Hace una semana os presenté a Mayra Montero en una entrevista que la escritora muy amablemente nos concedió con motivo de su paso por Sevilla promocionando su última novela El caballero de San Petersburgo (puedes verla aquí). Fue una charla muy agradable, acunada por el precioso acento de esta cubana pero afincada en Puerto Rico. Intercambiamos pareceres y Mayra me desveló buena parte del trasfondo de la novela.
A. Viazemski |
La narración arranca una vez que Antonia ya reside en casa de su prima. Hasta allí llega el Teniente Coronel del ejército español Francisco de Miranda con su imponente porte, vistiendo casaca azul de paño y botas altas. Francisco era un apuesto galán al que se le conocía más de una conquista y Antonia, en su candor y juventud, queda prendada de él. Pronto, la tristeza de su corazón por el reciente fallecimiento de su madre dará paso al amor y con ello a los vestidos fastuosos y coloridos que sustituirán el riguroso luto con el que Antonia llega a Rusa. Si el amor será un pilar del argumento, el contexto socio-político será otro.
En 1786, Turquía era fruto de múltiples miradas. Pedro I había hecho de Rusia una potencia fuerte frente a Europa y con motivo de las distintas guerras contra el Imperio otomano, pudo expandirse hasta el Mar negro abarcando la región de los Balcanes. Por aquellos años, el militar y político ruso, Gregorio Potemkin, príncipe de Táurida y antiguo amante de Catalina II, organiza el viaje de esta hasta Crimea en 1787, año en el que se produce la II Guerra Ruso-Turca. Turquía llegó a convertirse en una pieza clave que anhelaba también, tanto España como Francia.
Mientras tanto el gobierno español en Rusia, representado por Pedro de Macanaz, miraba con recelo la figura de Francisco de Miranda, a quien se consideraba un traidor que se hacía pasar por Teniente Coronel del ejército español y por conde y por lo tanto desleal a la corona española. Miranda buscaba refugio en Potemkin, siempre velando por sus propios intereses, algo que a los españoles no les hacía ninguna gracia. La intención de Macanaz es obligar a Miranda a presentar las pruebas y patentes que corroboren su relación con el ejército de España, así como su título nobiliario. La captura de Miranda y su posterior entrega al gobierno en Madrid se hace meta imprescindible para Macanaz pues desea congraciarse con sus superiores a la espera de que le otorguen un destino más cálido.
El amor entre Antonia y Francisco se mueve en un tira y afloja que no satisface mucho a la muchacha, circunstancia que aprovechará Pedro de Macanaz en su pertinaz lid contra Miranda. A través de un emisor, Pedro propone a Antonia unirse a la empresa que acabará con el supuesto falso Teniente Coronel en la cárcel, animándola así a aliviar su corazón despechado. No os voy a contar si todo resulta como aparentemente apunta. El corazón de una mujer es muy complicado. En su lugar, os invito a leer esta novela llena de elementos interesantes: amor, política, traiciones, venganzas, intrigas, desconfianzas, costumbres y usanzas de la corte rusa,... todo ello a lo largo de un viaje por la historia y también por las tierras rusas, pasando por varias ciudades de aquella potencia.
La novela ofrece un constante baile de personajes. Los principales serán Antonia de Salis, Francisco de Miranda y Pedro de Macanaz, todos ellos reales. Antonia era una joven hermosa de ojos rasgados y oscuros, de origen andaluz y educación caribeña. Procede de familia honesta y fiel a la Corona de España. Su padre, Juan de Salis, es un español cabal y acaudalado comerciante en La Habana. Su llegada a Rusia le abrirá las puertas a un mundo lleno de lujos mientras que su inocencia, su juventud abrirá las de su corazón.
Francisco goza de mucha fama entre las féminas, no así entre los hombres, especialmente para Macanaz, pues este lo cataloga de arrogante, enredador y mentiroso empedernido. Era un hombre totalmente interesado pero a la vez muy comprometido con las causas que defiende. Participó en numerosas revueltas e incluso llegó a ser parte activa en la Revolución Francesa, lo que le valió que su nombre figuraba en el Arco del Triunfo.
En cuanto a Pedro, habría que describirlo como un mujeriego cuyos escarceos lo hacen enfermar de sífilis por lo que constantemente sufría de pústulas purulentas en axilas e ingles. Su esposa, Rosa, a quien cataloga de viperina, le ajusta las cuentas.
Otros personajes: la anciana princesa Ghika que se convertirá casi en una madre para Antonia, su prima Teresa y el marido de esta, el príncipe Viazemski, el único que advierte a la joven de la perversidad y las malas artes de Francisco, Potemkin, de aspecto horrible y despreciable, Ígor, el criado de la princesa Ghika cuyo personaje tanto me gustó por su ingenio y que tendrá un cierto protagonismo al final,... entre otros.
El narrador en tercera persona nos conduce entre el pasado, para hacernos conocedores de la procedencia de Antonia, y el presente. La novela se construye a dos aguas, alternando la narración relativa a lo que concierne a Antonia de Salis por un lado, y a la de Pedro de Macanaz, por otro. Estructurada en tres partes, que corresponden a tres ubicaciones y tres periodos distintos (Cherson - 1786, San Petersburgo - 1787 y Cádiz - 1816), cuenta con capítulos no numerados. Cada uno de ellos viene introducido por un aforismo de la autoría del escritor, filósofo y teólogo suizo, Johann Kaspar Lavater. El motivo de la elección de estas citas queda convenientemente explicado hacia el final de la novela.
La prosa de Mayra Montero se caracteriza por la belleza y la profusión de sus descripciones, así como por la fluidez y la elegancia, esto último muy especialmente en las escenas de amores prohibidos y encuentros de amantes. Presenta escenas y situaciones con una claridad meridiana, de corte prácticamente cinematográfico, de tal modo que el lector apenas encuentra dificultad para ubicarse en el lugar y el momento, llegando a sentir calor cuando la narración se sitúa en el Caribe y frío intenso cuando se traslada a las ciudades rusas.
El vocabulario empleado es objeto de mención aparte por su riqueza y exquisitez. La autora, ubicando los hechos descritos en el siglo XVIII, hace uso de términos y expresiones propios de la época y el lugar y, en este sentido, se hace necesario echar mano al diccionario, sin que por ello se interrumpa con excesiva brusquedad el ritmo de lectura. Palabras como gálico (sífilis), edecán (ayudante de campo), genízaro (soldado),... figuran en su léxico.
No quiero alargarme más.El caballero de San Petersburgo es una novela tan rica y tan enriquecedora que es mucho mejor leerla y conocer ese periodo de la historia rusa-española, en la que convivieron personajes reales tan interesantes y de la talla de estos protagonistas. Mucha de la información que Mayra recoge en esta nueva publicación procede de los diarios del propio Francisco de Miranda a los que, tal y como os comenté en la entrevista publicada anteriormente, se puede acceder por internet aquí. Yo he leído algunas páginas y la verdad es que parecen una lectura muy apasionante.
No os desvelo más de esta estupenda novela que ha supuesto una lectura tan entretenida. Creo que merece mucho la pena porque si es un placer leer ficción, lo es mucho más aprender cuando un autor nos trae hasta nuestras manos la historia del mundo. La vida de Francisco de Miranda, Antonia de Salis y Pedro de Macanaz ya no será desconocida para mí.