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Entrevista a VANESSA MONFORT (La leyenda de la isla sin voz).

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Vanessa Montfort
 Autora


Vanessa Monfort (Barcelona, 1975). Novelista y dramaturga, es licenciada en Ciencias de la Información, reside en Madrid desde la infancia y está unida, por su familia y por sus afectos a Nueva York, donde colabora como profesora y conferenciante con diversas universidades e instituciones. Comenzó su carrera como escritora durante los años universitarios estrenando Quijote Show (1999), Paisaje transportado (2003) y Estábamos destinadas a ser ángeles (2006). Su primera novela, El ingrediente secreto obtuvo el XI Premio Ateneo Joven de Sevilla, Algaida, 2006. En 2007 recibió la primera invitación del Royal Court Theatre de Londres donde conoció a algunos de los grandes autores de la escena británica como Harold Pinter o Tom Stoppard y tradujo al inglés Flashback (Royal Court Theatre, 2007), La mejor posibilidad de ser Alex Quantz (Southwark Playhouse Londres, 2008) y La cortesía de los ciegos, cuya versión radiofónica reestrenó RNE y Fundación Autor junto a las obras de Alfredo Sazol, Juan Mayorga y José Sanchís Sinisterra. Un año más tarde volvió a la novela con Mitología de Nueva York, que se hizo merecedora del Premio Ateneo de Sevilla 2010. 2012 y 2013 han sido años de encargos teatrales dentro y fuera de España en los que escribió junto a Marina Bollaín la primera adaptación teatral de La Regenta para Los teatros del Canal y vieron la luz su monólogo musical Sirena negra (para la compañía literaria Hijos de Mary Shelley), Chalk Land (para el Royal Court Theatre de Londres), Balboa (para el Teatro Nacional de Panamá) y El galgo (Teatro Autor, 2013), que fue premiada y publicada por la Fundación SGAE. Su obra teatral y narrativa ha sido recogida en numerosas antologías y estudios críticos tanto en Europa como en América. Otros reconocimientos a su trabajo son: el Premio Nacional Cultura Viva 2009 al autor revelación del año y La Orden de los Descubridores (St. John's University de Nueva York). La Ciudad Ficción, como la autora denomina Nueva York en su obra, es ya parte de su universo literario. La leyenda de la isla sin voz en su nueva novela. 


Sinopsis


Un joven Charles Dickens visita la isla-presidio de Blackwell, en Nueva York, donde conseguirá dar voz a la pobreza y la marginación, vivirá una apasionada historia de amor y gestará su relato más famoso Cuento de Navidad. 

«Todas las islas guardan un secreto o un tesoro. La Isla sin voz guarda ambas cosas».

Nueva York, enero de 1842: la tenebrosa isla de Blackwell es uno de sus secretos mejor guardados. Ubicada en el East River frente a Manhattan, es conocida por albergar un temido manicomio, un penal, un asilo y un orfanato, el "basurero humano" de la ciudad más poblada del mundo que en ese momento aún sueña con su estatua y sus rascacielos.

Un joven escritor inglés llega a Nueva York: Charles Dickens tiene sólo treinta años pero ya se ha convertido en el novelista más célebre de su tiempo. Viaja para encontrarse con sus contemporáneos Washington Irving y Edgar Allan Poe, sin embargo al llegar a su hotel recibe un misterioso anónimo que le invita a visitar la isla de Blackwell. Allí será recibido por las oscuras autoridades de La Isla y por la enfermera Radcliffe, una joven comprometida y soñadora, que será su compañera en esta aventura.

Poco a poco se irán desvelando las peligrosas tramas de corrupción y crueldad de Blackwell y por qué, en una de las primeras fotografías de la época, el escritor aparece rodeado de un variopinto grupo de reclusos, huérfanos y locos que se atrevieron a soñar con la libertad, a pesar de estar confinados frente a la ciudad que se convertiría en su símbolo. Los protagonistas de una era que finaliza en nuestro siglo y que hoy cobra más actualidad que nunca. 

Una apasionante historia de amor y amistad sobre cómo la imaginación y el poder de las historias pueden salvarnos en un mundo que amenaza con romperse.




–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—˜™–—


Hace diez días, colgaba en twitter el siguiente tuit:


Y enganchada a sus páginas me tuvo unos cuatro o cinco días. Era un no poder dejar de leer. El pasado martes pude entrevistarme con su autora, Vanessa Monfort, que me descubrió múltiples claves de su novela y con la que fue un verdadero placer hablar de Dickens, de sus obras, del autor, de la persona,... Dickens, tan importante en mi vida, tan apegada a sus historias,... No hay diciembre que no asome a su Cuento de Navidad, aunque sea en la versión animada, para impregnarme de magia, belleza y esperanza. Os invito a leer la entrevista con Vanessa en la que encontrareis información interesante, historias curiosas y anécdotas divertidas.




Marisa G.- Vanessa en primer lugar me gustaría felicitarte.

Vanessa M.- ¡Gracias! ¡Mira qué bien! Así da gusto empezar una entrevista. (Risas)

M.G.- No, de verdad. Te felicito. Me ha gustado mucho tu novela. Yo no había leído nada tuyo. En casa leyeron Mitología de Nueva York cuando estaba recién publicada y gustó tanto que no hacen más que recomendármela pero aún no la he leído, así que, de momento, yo te felicito por esta última. 

V.M.- Muchas gracias. Acabo de empezar la promoción y son las primeras reacciones.

M.G.- Pues imagino que te estarán llegando muy buenas opiniones.

V.M.- Sí, la gente está muy contenta. Ayer, estuvo Marta Rivera de la Cruz hablando muy bien de él en la Cope. Yo no escuché el programa pero sí me llamaron para comentármelo.

M.G.- No me extraña. Esta es tu tercera novela. Tienes dos anteriores, El ingrediente secreto y la misma Mitología de Nueva York y las dos premiadas con un Premio Ateneo. Imagino que guardarás muy buen recuerdo de aquellos momentos.

V.M.- Imagínate. Viniendo hacía acá, le venía diciendo a María (de Edere Comunicación): ¡Mira el Casino de la Exposición donde recogí el Ateneo Joven! ¡Los Alcázares! Sevilla es mi talismán literario. Es una ciudad muy literaria que acogió a la Generación del 27 y para mí fue el comienzo de mi carrera novelística. Siempre que vengo en el Ave hacía aquí, me cambia hasta el estado de ánimo porque lo relaciono con la idea de venir a algo bueno. Así que cuando me dijeron que venía a promocionar la novela me alegré mucho. La Feria del Libro de aquí también es muy importante para mí.



M.G.- Un poco calurosa, ¿no?

V.M.- Eso sí. Bueno la de Madrid no es tampoco fría que digamos... Aquí tengo lectores con los que ya tengo una relación más personal. Conocí a una chica que vino a que le firmara el libro estando embarazada y ahora me va enviando fotos del niño para que vea cómo va creciendo.

M.G.- La leyenda de la isla sin voz es una historia que se fundamenta tanto en hechos reales como ficticios. Cuéntanos qué hay de verdad y de mentira.

V.M.- Pues a ver, Charles Dickens viajó por primera vez a Estados Unidos cuando tenía treinta años. Todo lo que sintió y cómo pasó del entusiasmo al desencanto está recogido en la documentación existente. Hay muchas cartas con un nivel de detalle brutal de las que me he nutrido. Sus Notas de América, que no es propiamente una novela sino una crónica o un libro de viaje, reflejan muy bien cómo fue su experiencia. Es verdad que se alojó con Washington Irving en su casa y también es verdad todas las posturas que mantenían estos dos autores tan dispares y que se ven en la novela. En Notas de América, encuentras información muy detallada: cómo eran las telas de las vestimentas, los parasoles de las mujeres,... Te puedes imaginar incluso cómo olían los Five Points y las zonas más pobres... Lo que sí me invento es el anónimo que recibe Dickens incitándole a visitar la isla de Blackwell, pero todo lo que ocurría allí dentro está absolutamente documentado, especialmente a través del libro que Nellie Bly escribió, Diez días en un manicomio. Al margen, no hay mucha más documentación de lo que pasaba en la isla, ni siquiera gráfica porque es que, incluso para los propios neoyorkinos, es una historia bastante desconocida. 

M.G.- ¿Y cómo surge la idea de esta novela? ¿Es un homenaje a la figura de Dickens?

V.M.- En primer lugar, me encuentro con la isla por casualidad y luego me encontré a Dickens dentro de ella. Fue todo muy casual. En Mitología de Nueva York ya aparece esta isla pero con el nombre actual, Roosevelt Island, un escenario muy importante de la novela. Yo viajo mucho a Nueva York porque tengo allí familia, amigos,... Voy muy a menudo y conozco bien la ciudad pero de las islas del East River no sabía prácticamente nada. No conocía su historia. Entonces un día estaba en Manhattan, enfocando Brooklyn y buscando espacios para Mitología de Nueva York, y de repente, se me coló la isla en medio. Vi unas ruinas góticas al lado del agua, todo en un absoluto estado de abandono, algo extraño porque en Estados Unidos en cuanto hay cuatro piedras lo ponen todo iluminado y con un cartel delante, y me llamó mucho la atención. 

Estuve preguntando y al final decidí coger un teleférico para visitarla. Las vistas desde el teleférico son alucinantes y precisamente es por eso por lo que la gente va allí porque después la isla no tiene nada. Total que llegamos y caminamos hasta las ruinas. Ahora las han arreglado pero en aquel momento había una alambrada por la que la gente se colaba, un cartel vencido, eran edificios de películas de terror y vimos un kiosko cerca que parecía un punto de información, pero todo muy rudimentario, y entramos. 


Las paredes estaban llenas de fotos de enfermeras vestidas con uniformes del siglo XIX caminando entre la bruma, al lado de un faro, fotos de presos con el uniforme de rayas y otra de Charles Dickens y lo primero que pensé fue ¿qué hace Charles Dickens aquí? Justo a la persona que le pregunté era la que había fundado la Roosevelt Island Historial Society, que son los que se han encargado de rehabilitar y reconstruir la historia de la isla. Esta mujer, Judith Berdy, que se enamoró de la isla hacía treinta años, había conseguido poner un kiosko de información y fue colgando todas esas fotos que le iban llegando procedente de descendientes de personas que estuvieron allí confinadas o de las enfermeras que estuvieron en la Escuela de Enfermeras,... Con toda la información recopilada ella ha hecho un libro con fotos, documentos... Hablar con ella fue muy importante y en aquel momento pensé que la isla Roosevelt sería un escenario importante para Mitología de Nueva York en el presente pero que en el pasado, la isla que entonces se llama Blackwell, sería una historia para otra novela. Así que, fíjate cómo surgió. 

M.G.- Muy interesante todo. Estas son las casualidades de la vida que te llevan por caminos que no habías pensado. Yo imagino Vanessa que para documentarte sobre la vida personal de Dickens habrás tenido que leer biografías, ¿hay mucho escrito sobre la propia vida del autor?

V.M.- Bueno, hay una biografía autorizada que tiene casi mil páginas en la que se supone que él cuenta de primera mano a su secretario muchísimas cosas. Pero una fuente fundamental son sus cartas. Por el 200 aniversario se han publicado muchas cartas y además se han expuestos. Yo tuve acceso a muchas de las cartas no publicadas y todas ellas constituyen una documentación valiosísima sobre su forma de pensar, como lo que te comentaba antes sobre el desencanto que se lleva con Estados Unidos cuando él va pensando que se va encontrar con ese sueño liberal hecho país y se encuentra todavía una América esclavista donde aún la libertad de expresión brilla por su ausencia. La figura de Dickens como creador me interesaba mucho pero lo que más me interesaba era su capacidad de impacto en la sociedad, como defensor de los principios liberales y su capacidad para reescribir su destino, de pasar de la pobreza más absoluta a convertirse en una persona querida dentro de la sociedad victoriana del momento, muy clasista, y cómo llegó a ser un bestseller internacional y a su vez, cómo quiso ser portavoz de todos aquellos que estaban marginados, nutrirse de ellos, mirar muy profundamente dentro de la pobreza pero también para inyectar esperanza. Todo el mundo piensa que lo dickensiano es muy triste, terrible,... pero en el fondo siempre hay esperanza. Esto es lo que yo quería contar, que la esperanza siempre está ahí, que hay que luchar por los sueños y más en estos momentos en los que estamos hasta las narices de la crisis.

M.G.- En la sinopsis se dice que en la isla de Blackwell es donde Dickens gesta su novela Cuento de Navidad. ¿Hasta qué punto esto cierto?

V.M.- Todo eso pertenece a la ficción. No surge a raíz de esta experiencia. Justo al año de regresar de Estados Unidos, él publicó Cuento de Navidad y me pareció bonito retratar el proceso creativo de ese libro dentro de la historia que se narra en mi novela. Pero es todo pura invención.

M.G.- Pero lo haces tan bien con tantos guiños a los personajes de esa novela de Dickens... Es magnífico.

V.M.- De hecho todo el mundo se ha creído que Cuento de Navidad surgió así.

M.G.- Verás es que todo encaja muy bien.

V.M.- Sí, sí, pero estoy temiendo que me llamen de la Universidad de Oxford y me digan que de dónde saqué esta teoría. (Risas)

M.G.- (Risas). Pero es tan bonito... Ese director de nombre Scraugh tan parecido a Scrooge, el pequeño lisiado Tim, Marley el preso de la celda 106,... Está muy bien hecho.

V.M.- Son los alter ego. Y luego Anne Radcliffe que no pertenece a Cuento de Navidad pero que para mí es la verdadera protagonista de la novela.

M.G.- Pues fíjate que yo veo en Anne Radcliffe a Bell la enfermera de Cuento de Navidad.

V.M.- No lo había pensado, pero puede ser. Se me habrá colado en el subconsciente.

M.G.- Puede ser, sí. Leyendo tu libro había pasajes que me resultaron muy mágicos, esa misma magia que desprenden los libros de Dickens. No sé si esto lo has hecho a conciencia o te ha salido así.

V.M.- Yo creo que Dickens tenía una virtud maravillosa que se veía muy claro en algunas de sus novelas, no en las tremendamente realistas. En Cuento de Navidad, creo que es capaz de contar algo terrible, retratar la marginación de una manera brutal, pero todo a través de la fantasía, de un universo mágico. Con esta novela, me apetecía que la gente tuviera un refugio donde encontrar misterio, fantasía, una historia de amor, de amistad incondicional, de lucha,... todo en tres kilómetros cuadrados de tierra frente a un mundo donde todo está sucediendo. Quería construir un refugio donde contar un cuento antes de dormir porque en el fondo es lo que somos los escritores, cuentacuentos y nuestra responsabilidad es contar una buena historia. Yo creo que el ser humano siempre va a necesitar que le sigan contando un cuento antes de dormir y es lo que me apetecía, coger al lector de la mano, refugiarnos en la isla y contarle un cuento maravilloso lleno de magia y de hechos que realmente están sucediendo. Fabricar una burbuja de oxígeno para los lectores.

M.G.- Realmente es un cuento precioso. Por otro lado me llamó mucho la atención los capítulos en los que nos hablas del pasado de Dickens, un pasado lleno de pobreza que él recoge en sus libros, pero del que nadie, ni siquiera su esposa, tenía constancia. 

V.M.-  Es que él tenía que llevar una doble vida porque de otro modo no iba a ser aceptado. En principio no nace en una familia condenada a la pobreza tan absoluta en la que luego vive pero su padre adquirió deudas de juego, se metió en negocios sucios y termina en la cárcel de morosos. En aquella época, cuando las familias no tenían recursos para sobrevivir se iban a ocupar la celda del preso pero a Dickens y a su hermana los sacan y los ponen a trabajar. Él queda así condenado a la pobreza, a trabajar para pagar la habitación en la que vive con su hermana, lee a escondidas, se auto-educa,... Y lo que es alucinante es que llegue a los treinta años a donde llega. Por eso digo que el ser humano que hay en Charles Dickens es tanto o más interesante que el autor y obviamente, conociendo su vida, luego entiendes muchas cosas. Por esa infancia tiene que llevar una doble vida. Él nunca habría sido aceptado en la alta sociedad si se hubiera sabido algo de su infancia. 

Hay una anécdota muy simpática. Cuando él compra su casa en Londres recordó que de niño, cuando caminaba en dirección a la fábrica de betún en la que trabajaba, pasaba por esa misma casa y dentro siempre veía a los niños jugando al lado de la chimenea. Llegó a comentar que la gente que lo conoció de mayor pensaba que él se había educado así, jugando ante una chimenea como esa. Nada que ver con la realidad. Es un personaje bien curioso porque es cierto que hizo lo que quiso pero también tuvo que vivir con dos personas dentro de sí, ese niño con las manos sucias que viven en sus libros y ese escritor que era recibido como un Jefe de Estado allí donde iba.

M.G.- En tu novela retratas a un Dickens muy comprensivo, muy bueno, muy tolerante pero también muy apuesto del que muchas mujeres se enamoran, no sé si de él o de su éxito y sus libros.

V.M.- Es que él era un inglés muy elegante, bien parecido, con una voz absolutamente actoral, que iba dando lecturas de sus obras. Las damas se desmayaban a sus pies. En una época en la que no había televisión ni nada similar, los autores eran como estrellas del rock. 

En Estados Unidos pasaba algo muy curioso. Resulta que Dickens escribió por entregas su novela El almacén de antigüedades. Claro a Estados Unidos la entregas llegaban mucho más tarde que en Inglaterra y las americanas, las fans, cada vez que llegaba un barco inglés al puerto, se iban corriendo a preguntarle al pasaje británico qué había pasado con la pequeña Nell en la última entrega porque no podían esperar a que la publicación llegara allí.

Dickens era un galán. Tuvo muchas amantes. De hecho hay una historia preciosa de un amor que tuvo en su juventud. Fue su primer amor pero no le permitieron casarse con ella porque no lo consideraban de su clase. Aquello se le quedó grabado y siguió enamorado de ese fantasma toda la vida. Muchos años después, cuando ella ya tenía varios hijos, logran ponerse en contacto y mantienen una correspondencia amorosa durante años, algo que ha salido a la luz ahora, y cuando se vuelven a ver se descantan porque se han convertido en dos personas totalmente distintas. Fue una historia platónica con su primer amor. Era un romántico total.

M.G.- Algo así también le pasó a Washington Irving y lo recoges en tu novela.

V.M.- Así es. Es totalmente real. Él se enamoró, se comprometió pero la joven falleció y él siguió enamorado de aquella mujer y no quiso saber nada de ninguna otra.

M.G.- Muy fuerte.

V.M.- Eran grandes románticos.

M.G.- Sí, sí... Bueno, y a lo largo del argumento haces referencia a múltiples personas muy conocidas que relacionas con la trama. Nos hablas de Karl Marx, Joseph Pulitzer, Julio Verne, Thomas Alva Edison, Gregor Mendel. ¿Cómo consigues establecer estas conexiones que encajan tan bien en el argumento?

V.M.- Era algo que me apetecía mucho hacer. Es la primera vez que escribo una novela en tercera persona y de repente me encontré con una libertad inmensa, con un narrador omnisciente que todo lo ve. Así que me dediqué a hacer esa especie de travellings por todo el planeta para ofrecer un contexto histórico que me parece muy interesante. A la vez que narro como una gaviota está cruzando el East River, en otro punto del mundo Marx está con la segunda parte de El Capital. Yo quería ofrecer la perspectiva de ese mundo que es el que conocemos ahora, occidente en este caso, que era el germen de lo que está sucediendo, de lo que somos ahora, de lo mejor y de lo peor. Desde ese micromundo, desde esa isla, quería analizar todo lo que estaba sucediendo alrededor y que todo ello se experimentara dentro de la propia isla y por eso allí dentro se vota por primera vez por sufragio universal, el farero de la isla reclama una propiedad privada,... En fin, todos los principios del liberalismo se van dando en la isla. 

M.G.- Asoman también en tu novela otros personajes reales pero desconocidos para mí como Phineas Taylor Barnum, un empresario circense cuyo espectáculo revolucionó al público y Nellie Bly, de la que ya has comentado algo anteriormente.

V.M.- Nellie Bly es un personaje apasionante. Tuve conocimiento de ella cuando estudiaba periodismo y nos decían que fue como la madre del periodismo encubierto, de investigación, que luego ha sido tan importante. Lo que yo me invento es que estuvo en Blackwell de niña porque me hacía mucha ilusión juntar a las dos personas que de verdad se atrevieron a mirar dentro de esa isla, ella y Dickens. Nellie Bly se hizo periodista por casualidad y su vida es alucinante. Consiguió que la declararan demente, que la llevaran a la isla de Blackwell, y tras su experiencia allí, denuncia todos los abusos que se cometían, lleva al caso ante el Gran Jurado y consigue acabar con ellos. Su testimonio, que plasmó en Diez días en un manicomio, fue demoledor.

Pero luego, no contenta con eso, decide probar si lo que cuenta Verne, del que era fan, en La vuelta al mundo en ochenta días era factible y le dijo a Joseph Pulitzer, para quien trabajaba en el New York World, que quería vivir esa experiencia. Pulitzer le dijo que la idea era muy buena pero que prefería enviar a un hombre y ella le responde que muy bien pero que entonces ella lo hará desde la competencia y el otro no tuvo más remedio que aceptar. Si tu buscas fotos de aquel viaje, de sus crónicas que luego iba enviando al periódico para su publicación por entregas (posteriormente publicó un libro) la ves con su vestidito de cuadros del siglo XIX, su maletita, su sombrerito,... ¡para comérsela! (Risas). Así que, según iba dando la vuelta al mundo, cuando llegó a París, se fue a ver a Julio Verne y le dijo «Oiga, que lo estoy haciendo» y más chula que un ocho llegó en setenta y dos días.

M.G.- (Risas) ¡Qué bueno!

M.V.- Fue recibida como una autoridad, con un desfile en la Quinta Avenida y se convirtió en una heroína nacional. Pero lo más gracioso del asunto es que, en dirección contraria, el periódico de la competencia, decidió enviar a otra mujer para ver quien ganaba. Es muy divertido, muy divertido....

M.G.- (Risas) Lo que me estoy riendo. Mira que yo no la conocía pero por los pequeños detalles que ibas dando sobre su vida en la novela, me puse a investigar un poco sobre su vida en internet. Muy interesante, de verdad.

Y retomando las obras de Dickens, compruebo a través de las páginas de tu libro que no todos los autores de la época veían con buenos ojos sus novelas. Mencionas que Oscar Wilde las catalogaba de cursis, sentimentaloides, lacrimógenas y Edgar Allan Poe, el protegido de Washington Irving, también las critica.

V.M.- Edgar Allan Poe le hacía buenas críticas pero no se llevaba bien con él. De hecho tuvieron un encuentro en una habitación de hotel, porque Irving se empeña para que conecten pero no hubo química. Uno iba de l'enfant terrible, de escritor maldito que llegó todo sucio, trasnochado y medio alcoholizado y Dickens, al parecer, apareció vestido con una bata de seda, muy elegante, muy puesto él,...

M.G.- Galán total.

V.M.- Sí, muy británico y entonces como que no hubo feeling. Pero de todos modos, se debieron de respetar bastante porque luego Poe sí habló bien de las novelas de Dickens y este, cuando se enteró de que Poe había muerto en circunstancias muy lamentables, se encargó de su viuda y le mandaba dinero. Una cosa muy curiosa. Y este detalle sí te habla muy a favor del personaje que era Dickens.

M.G.- Y curioso también es que en los diálogos entre Irving y Dickens se mencione los derechos de autor y la piratería, asuntos que preocupaban al británico mucho.

V.M.- Eso está documentadísimo. Hablaba de piratería, de copyright internacional y de la necesidad de una ley de propiedad intelectual. Esto también era por su propio interés. Él llega a Estados Unidos y encuentra su nombre en las marquesinas de los teatros de Broadway y él pensaba que de todo eso no recibía una libra y claro no le gustaba nada. Entonces Washington Irving también entendía que tenía que existir una ley de propiedad intelectual que protegiera sus derechos. Pero Dickens va más allá, él pide una ley de propiedad intelectual internacional y fíjate que todavía estamos en ello.

M.G.- Tremendo todo. Y leer que hablaban de piratería. Me dejó perpleja.

V.M.- Si Dickens levantara la cabeza se pondría furioso con lo que está ocurriendo.

M.G.- Estás contando cosas tan interesantes que me da pena acabar. Sí me gustaría saber, antes de finalizar, si tienes alguna otra novela en proyecto.

V.M.- Sí, además es una novela que empecé a escribir un poco a la vez y al final la que pidió paso fue esta, así que la otra se quedó por la página 130 o así. Es de temática mediterránea y se llamará, creo que sí se puede decir, El extraño destino de las olas.

M.G.- Uff... ¡qué titulo!

V.M.- Tiene que ver con la fragmentación de Europa norte-sur y se dará en un pueblecito de la costa mediterránea.

M.G.- Pues estaré pendiente. Te agradezco muchísimo esta agradable conversación y te reitero que leer tu novela ha sido un placer.

V.M.- Gracias a vosotros, de verdad.


Y hasta aquí la entrevista que nos concedió Vanessa. Salí muy contenta de ese encuentro en el que aprendí tanto sobre la vida de Dickens. La leyenda de la isla sin vozno es una novela recomendable a medias tintas, sinceramente creo que el argumento es tan interesante que os va a gustar a todos, así que, desde aquí solo me queda agradecer a Vanessa su amabilidad y simpatía, y a vosotros, recomendaros la lectura de esta novela.




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