Editorial: Lumen.
Fecha publicación: marzo, 2014.
Nº Páginas: 168.
Nº Páginas: 168.
Precio: 16,90 €
Género: Narrativa.
Edición: Tapa blanda con solapas.
Edición: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 97884426400109
Autora
Es un decir es la cuarta novela de esta joven escritora que nació en Barcelona y aún no ha cumplido los treinta años, pero ya se ha dado a conocer con Belfondo (2011), El duelo y la fiesta (2012) y Mujer sin hijo (2013). Belfondo, su primera novela, ha sido traducida al italiano por la editorial La Línea. También ha participado en dos antologías de cuentos: Última temporada y Bajo treinta, ambas publicadas en 2013.
Otros textos de la autora están reunidos en el blog Fragmentos de interior y es frecuente su colaboración en las revistas Jot Down, Granite and Rainbow y el blog Mujeres de El País.
«El día que cumplí once años mataron a mi padre... la palabra asesinado se me metió en la cabeza igual que esas moscas tontas que entran en tu casa y no saben cómo salir».
Mariela está a punto de soplar las velas de una tarta, cuando de repente oye un disparo. Y tras el disparo solo quedan el silencio de su madre, los secretos de la abuela y las preguntas de una niña terca que se empeña en saber quién mató a su padre y por qué, mientras en el pueblo el recuerdo de la guerra civil aún ronda las calles.
Mariela, esa señorita de vida flaca, esa mujer a medio hacer, entra en el mundo de los adultos mirando de reojo, escuchando detrás de las puertas cerradas, lamiendo piedras del río como si fueran caramelos, y con ella vamos descubriendo despacio los huecos de la vida y la fatiga de ir cumpliendo años en un mundo donde todo es un decir porque la verdad duele.
Jenn Díaz nos propone una historia llena de fuerza e ironía, que enseguida encuentra la complicidad del lector. Sus palabras nos llegan como si estuviéramos escuchando en vez de ir leyendo, y muestran el talento de una mujer que dará mucho que hablar.
[Información facilitada por la editorial]
Hace algunas semanas os hablaba del encuentro que mantuve con la joven escritora Jenn Díaz. En aquel día lluvioso que tanto recuerda al de hoy, estuvimos hablando de su última novela, Es un decir.
Jenn Díaz no es novata en estas lides. Esta es su cuarta novela y a la autora se le augura un futuro muy prometedor a juzgar por las críticas que, tanto este último trabajo como los anteriores, han cosechado.
En Es un decir, que arranca con una primera línea que zarandea al lector desde los pies a la cabeza, la autora nos narra los recovecos de una familia de pueblo, cuyo miembro más joven, Mariela, con su vida corta y flaca, hija y nieta, nos adentra en la novela así:
«El día que cumplí once años mataron a mi padre». [pág. 11]
La muerte de un ser querido es dura para cualquier ser humano. Mucho más lo es para una niña de tan escasa edad y más aún cuando la muerte deriva de un asesinato. Porque al padre de Mariela lo matan de un tiro y sus asesinos esconden el arma homicida dentro del cesto de la ropa sucia en la propia casa de la víctima. Otro zarandeo.
Lo que Mariela dice de su padre no es una cuestión a dejar pasar. Desconocemos la relación paterno-filial que existía cuando él aún vivía. Pero ahora, se nota resentimiento hacia su progenitor, quejas, reproches, dejadez, una ausencia incomprendida en fechas claves,... Unos sentimientos que inspiran cualquier cosa menos amor.
«Yo quiero que se muera papá todos los días para no ir al colegio». Miguel Delibes [Cita inicial que corresponde a Cinco horas con Mario]
Detalle Fusilamientos del 3 de Mayo (Goya) |
El por qué de la muerte del padre de Mariela no es una cuestión vital. O sí, según se mire, porque al fin y al cabo es el detonante, el empuje que hace la bola rodar por el surco marcado y que permitirá conocer a Mariela y a su familia, su entorno, sus circunstancias, esos secretos que anidan en cada estirpe y que son los que aquí tienen predominio.
Se nota un sutil trasfondo que enclava el desarrollo de los hechos durante la guerra civil pero Es un decir no es una novela histórica. La historia con mayúsculas no tiene cabida aquí, ni los conflictos bélicos, ni los buenos, ni lo malos, ni los unos, ni los otros. Es un decir es una novela de personajes, especialmente de aquellos unidos por lazos de sangre, un contexto que interesa profundamente a la autora y al que se ha asomado en sus trabajos anteriores porque, como ella misma nos desveló en la entrevista que concedió al blog, «todos los conflictos que puedes tener de adulto en tu vida, antes los has tenido en el micro mundo de la familia».
Y siendo así, cada una de las voces que hablan a lo largo de las casi doscientas páginas son las que dominan la escena por encima de los hechos. Voces sin nombre en la mayoría de los casos para establecer un distingo entre aquella que más pesan frente a la más livianas.
Mariela es una niña a la que se le aprecia una madurez que le llega de sopetón con el asesinato de su padre. Ella abandona la inocencia de la infancia para cruzar el umbral de la edad adulta, para reflexionar, para observar, para intentar averiguar qué se oculta tras esas conversaciones que madre y abuela mantienen en clandestinidad, llena de susurros y de puertas entornadas.
Veo en Mariela a una niña que quiere saber, a la que le asaltan las dudas y necesita respuestas pero que, a su vez, tiene miedo por conocer la verdad y experimentar un dolor en su cuerpo hasta ahora virgen. Su actitud es una coraza que se coloca para proteger su tierna carne casi salida del cascarón. Puede resultar un personaje chocante, con pensamientos impropios de su edad, pero no es más que un escudo, una forma de alejar el dolor de sí.
La abuela de Mariela es, a mi juicio, el personaje que más armonía, consuelo y normalidad aporta a la familia. Su omnipresencia en la segunda parte supone un cambio brusco en la lectura. Asistimos de su mano a una verborrea convulsa para sacar de su interior todo lo que ha ido almacenando y nos da su versión de su vida y opina sobre su marido, sobre su hija, sobre su nieta,... Años de silencio que ahora encuentran una vía de escape.
Abuela (Juan Cordero Ruiz, 1949) |
Pero también hay una madre que finge sus lágrimas, un tío cuyo actitud me llegó a incomodar en un principio por tomarse unas libertades que me producían escozor, un abuelo, al parecer muerto, una gitana moribunda y una niña que provoca inquietud.
Las páginas primeras de esta novela pueden coger desprevenidos al lector con una mezcla de intriga y desasosiego. Y como suele ocurrir en estos casos, se hace necesario otorgar el beneficio de la duda, seguir el curso de la lectura para buscar la respuesta a las múltiples dudas que surgen. Que serán muchas.
Los capítulos cortos y sin numerar se distribuyen en tres partes claramente diferencias que acotan la trama.Es un decir transcurre con un ritmo pausado que en ocasiones se agiliza, volviéndose frenético en la segunda parte que nos ofrece un monólogo interior muy clarificador y que recomiendo leer en voz alta para que todo el texto adquiera magnitud y plenitud.
Es un decir, una muletilla que repite Mariela constantemente, es una novela llena de insinuaciones, de verdades semiocultas, de misterios que se irán resolviendo, de rumores, de silencios, de reflexiones que arañan, ... Una novela que no supone un simple paseo sino un camino lleno de pequeños obstáculos que el lector tiene que ir saltando sin saber con certeza hacia dónde nos conduce la historia, para llegar a la recompensa del final con la que lector alcanza por fin la luz, una luz nítida que nos inunda una vez que el telón ha sido descorrido y que permite al espectador ver con absoluta claridad el por qué, el cómo y el quién.
Digamos que hay novelas sencillas, fáciles, simples,... Y luego están otras que azoran, que perturban, que inquietan... Es un decir pertenece al segundo grupo, al de aquellas que, después de su lectura, no quedarán olvidadas en el limbo literario sino que perdurarán en nuestro recuerdo con espacio propio. Es un decir y Jenn Díaz. Toma nota.