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SE ALQUILA PISO PARA ESTUDIANTES de Iván Robledo.

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Editorial: Amarante.
Fecha publicación: 2014.
Nº Páginas: 197.
Precio: 16,00 €
Género: Novela
Edición: Rústica.
ISBN: 978-84-942458-1-7


Autor

Iván Robledo. Residente en Santiago de Compostela, 1971. Es Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra (1994), ha trabajado como abogado civil y mercantil desde 1998 hasta 2008. Colaborador de diversos medios de comunicación en Andalucía (Diario Sur, Diario Jaén) y Galicia; participa en la redacción de diversas publicaciones digitales en Compostela. En 2010 fue finalista del Concurso de Relatos Café Compás (Valladolid).

Sinopsis

En la ciudad universitaria de Santiago de Compostela vuelve el autor a localizar la acción de su última novela. Las vidas de varias jóvenes universitarias se cruzarán por el azar al tener que compartir vivienda para estudiantes en el casco histórico de la ciudad. Cada una tiene una historia que mostrarnos y entre todas forjarán unos hechos acaecidos hace treinta años que nos sorprenden y emocionan. Con "Se alquila piso para estudiantes", Iván Robledo vuelve a demostrar su gran maestría en la construcción de personajes que no nos dejan indiferentes, y dentro de su microcosmos gallego. 



[Información facilitada por la editorial]



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Se alquila piso para estudiantes es mi primer acercamiento a las publicaciones de la editorial Amarante. Me interesó la sinopsis que ofrecía y especialmente que se desarrollara en la ciudad de Santiago de Compostela, una localización que siempre me ha parecido mágica. 

Las primeras páginas nos llevan a un pueblo lejano fuera de nuestras fronteras. En San Lorenzo vive Beatriz, a la que apodan "La Española". Asoma como una mujer rodeada por un aura de misterio, bella, morena, elegante, enigmática y de buena familia. La situación en la que la conocemos no será la más feliz de su vida, o quizá sí, pues Beatriz se ha pasado los últimos meses de su vida cuidando a un padre por el que no tenía mucho apego tras sufrir un derrame cerebral. Ella achacó su enfermedad a su mal vivir, a sus vicios, a sus escarceos amorosos, al alcohol,... En definitiva, a una vida de excesos. 

Encerrada en su habitación tras el sepelio al que solo asiste ella misma acompañada por la servidumbre de su finca y el párroco, Beatriz recibe un manuscrito desde Santiago de Compostela. Una decena de hojas mecanografiadas por una tal Aglaya, amiga de su madre, recogen una historia que será el alma mater de esta novela. 

Tras esta introducción narrada en tercera persona que nos deja con ganas de saber más, el lector, a través de los ojos de Beatriz, se zambulle en ese manuscrito que narra las vivencias de un grupo de jóvenes estudiantes que alquilan un piso en Santiago de Compostela para cursar sus estudios en la Universidad. 

Lo que en un principio parece una transacción comercial simple (el alquiler de un piso) va dejando un reguero de cuestiones en el aire. El dueño del inmueble, un anciano apacible, elegante, de mirada dulce, afable y risueño muestra a su primera inquilina, Aglaya, un piso muy bien situado, ricamente decorado, con buena disposición y a un precio más que aceptable. No hay ni un solo obstáculo, ni siquiera que Aglaya sea huérfana y no tenga nadie quien la avale. Ni siquiera que el piso no parezca ser el típico que se alquila a estudiantes descuidados. ¿Puede ser todo tan perfecto? Sea como fuere no hay que dejar pasar la oportunidad que se presenta y Aglaya, junto al resto de chicas que pasarán a formar parte como huéspedes (Mane, Eva, Phares y Thecel) dejan de lado una atmósfera enrarecida para sentir compasión por un propietario al que la vida ha dado un duro revés al arrebatarle a su esposa y a su hija adolescente. 




El trato está cerrado. Ahora solo queda convivir en paz. Sin embargo, los problemas comienzan a surgir de manera inmediata. Quejas por el ruido de una supuesta vecina  a la que nadie ha visto jamás, enojan al antaño agradable anciano rozando la violencia, un policía no les quita ojo de encima tras recibir en comisaria algunas denuncias por escándalo, una nueva inquilina, Carola, a la que su porte distinguido y elegante le antecede la sombra de la sospecha, una vivienda de pasillos laberínticos con un oculto propósito,... Todo ello desata en las chicas un escalofriante miedo al propietario, al que ya no ven como el abuelo que les hubiera gustado tener y  que las induce a situaciones límites, a desconfianzas, a chantajes,...  A todo esto hay que sumarle que descubren que todas y cada una son huérfanas sin familia y sin amigos. Están solas en el mundo. 

El argumento es interesante y está cargado de intriga de principio a fin. No obstante la trama se ramifica en algún sendero demasiado rocambolesco para mi gusto que me dejó un tanto perpleja, pero también es cierto que, a medida que nos adentramos en las vidas de las chicas, nos olvidamos de Beatriz, de aquel personaje inicial, pues las vivencias de las jóvenes son tan intensas que nuestra atención apenas se desvía de ellas un instante. 

El adorable anciano me cayó mal desde el principio. Algo flota en sus palabras que pone en alerta mis sentidos y me obliga a preguntarme cuáles son sus verdaderas intenciones. Pero él es listo y sabe jugar bien sus cartas. Con el relato de sus desgracias consigue engañar a las chicas y disfraza sus auténticos motivos con ropajes de ternura.

En cuanto a las inquilinas, cada una es de lo más dispar. Frente a la férrea disposición de Mane que parece alzarse como la líder del grupo, encontramos a una Eva silenciosa y meditabunda, que estudia periodismo y es una estupenda contadora de historias. Phare parece ser la sombra de Mane, su mano derecha, su aliada. Aquella sin esta pierde su fuerza. En cuanto a Thecel, es la más desconcertante. Llegó a la casa portando una planta extraña de la que nadie parece saber nada pero que ella cuida con tremendos desvelos. ¿Y Carola? Es la más díscola, la más experimentada pues también es la de mayor edad. No parece encajar muy bien con el resto de las chicas pero, por eso mismo, su presencia no pasa desapercibida. 

¿Amigas? En ningún momento este grupo de chicas traban lazos de amistad. En algunos momentos y por circunstancias concretas, se aferran las unas a las otras, se unen, se alían, pero en el fondo no hay una unión sincera. Se limitan a convivir y a intentar sobrellevar una situación que las supera y convierten su vida en un infierno lleno de secretos y mentiras.

Decía antes que me llamó mucho la atención que el argumento de esta novela se desarrollara en la ciudad de Santiago de Compostela, uno de los motivos que me incitaron a su lectura. Mas la ciudad no es un escenario con personalidad propia pues casi toda la acción transcurre en el piso que las jóvenes comparten y muy pocos hechos ocurren en las calles de la ciudad. Por lo tanto, en este caso, la ciudad no es más que una ubicación como podía haberlo sido cualquier otro punto de la geografía española. 

En cuanto a los aspectos formales, el corazón de la novela está narrado en primera persona en la voz de Aglaya. Ella será la encargada de darle el punto de subjetividad a la historia y presentarnos al resto de los personajes a lo largo de los cincuenta y dos capítulos más epílogo, todos ellos numerados y de corta longitud, salvo excepciones. Y digo bien porque, en dos ocasiones se introduce un capítulo más largo en el que Eva lee alguno de sus relatos, fascinantes y totalmente independientes del hilo central de la novela. 

En cuanto al estilo del autor se podría decir que es tan elaborado como lo es la decoración del piso en el que todo sucede, aunque a medida que avanzamos en la lectura, percibimos que este se difumina ligeramente sin perder su esencia poética:

«A partir de aquel momento empleé todas las horas de mis días y los parcos descansos inmerecidos de las noches en reparar aquel mal, esa fue mi misión desde que la pobre y blanca niña me fue arrebatada para ser injertada en el jardín de los cielos. Compré esta casa, la rehíce desde sus cimientos para que siempre fuese nueva, la decoré como mis resecas mientes me susurraron, ya lo veis, todo por ellas. Aquí está toda mi hacienda pasada y futura. Desde que vosotras ahora, como quienes os precedieron a lo largo de los años, deis buenos frutos en esta tierra que os he preparado, que os he abonado con mi dolor y regado gota a gota con la ausencia de esa hija que cuida de su madre».[pág. 12]

No tengo más que aportar sobre esta novela de escasas doscientas páginas. Como os he comentado, el argumento me ha parecido interesante por la carga de intriga que conlleva. Aunque haya algunos ramales (la historia de Thecel y la extraña planta) que no me han convencido, he disfrutado de su lectura y de estas jóvenes estudiantes que, en ocasiones, tenían más de demonio que de ángel, pero claro, las circunstancias mandan y bajo presión, ¿quién sabe hasta dónde somos capaces de llegar?

A todo esto, lo que Beatriz tiene que ver con la historia narrada por Aglaya no os lo voy a desvelar. En su lugar os animo a leer esta novela para descubrir quién es quién y qué esconde cada uno. 

Agradezco a la editorial el envío del ejemplar.






Retos:


 







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