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CONSUMMATUM EST de César Pérez Gellida.

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Editorial: Suma de Letras.
Fecha publicación: Marzo, 2014.
Nº Páginas: 677480.
Precio: 19,00 €
Género: Novela. 
Edición: Tapa blanda con solapas.
ISBN: 9788489656402

Autor

César Pérez Gellida nació en Valladolid en 1974. Es licenciado en Geografía e Historia por la Universidad de Valladolid y máster en Dirección Comercial y Marketing por la Cámara de Comercio de Valladolid. Ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor. 

César Pérez Gellida irrumpió con fuerza en el mundo editorial con Memento mori, que cosechó grandes éxitos tanto de ventas como de crítica y obtuvo el premio Racimo de literatura 2012. Constituía la primera parte de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne, que continuó con Dies irae y que se cierra ahora con Consummatum est

Actualmente colabora como columnista en El Norte de Castilla.

Sinopsis

La pequeña localidad islandesa de Grindavik amanece con todos los miembros de una familia brutalmente asesinados. En uno de los países del mundo con menor tasa de homicidios por habitante, el comisario de la Brigada de Homicios de Reykjavik, Ólafur Olafsson, se enfrenta al caso más escabroso que ha visto justo en el ocaso de su carrera profesional. Pero muy pronto todas las pistas empiezan a apuntar hacia un sofisticado asesino en serie, Augusto Ledesma, que durante varios años ha ido componiendo una siniestra poética de versos regados de sangre a lo largo y ancho de Europa.

Ante tales evidencias, la INTERPOL decide poner al frente del caso al jefe de la Unidad de Búsqueda Internacional de Prófugos, Robert J. Michelson, que se rodeará de un grupo especial integrado por algunos «viejos conocidos» del asesino.

En Consummatum est el lector asistirá al ansiado desenlace de una trilogía -Versos, canciones y trocitos de carne- que ha robado el sueño a quienes leyendo Memento mori y continuarson recorriendo los laberintos de la mente criminal con Dies irae. El singular y novedoso estilo narrativo de Pérez Gellida promete no dejar a nadie indiferente en este magistral e imprevisible acto final. 


[Información facilitada por la editorial]



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Por fin he podido hacerle hueco a la última entrega de la trilogía Versos, canciones y trocitos de carne de César Pérez Gellida, un autor debutante que a todos nos ha pillado por sorpresa. Sin previo aviso ha conseguido colocarse en un lugar privilegiado en nuestras estanterías. Primero llegó con Memento mori, una novela con la que puso en jaque a la comunidad lectora, presentándonos a un asesino en serie, un sociópata narcisista de nombre Ausgusto Ledesma con un curioso proceder a la hora de perpetrar sus asesinatos. De aquella novela que tanto me gustó comenté que tenía «un inicio in media res, fuerte, gélido, angustioso, de esos que te cogen con fuerza y te adentran en la escena del crimen» y que era «una magnifica novela negra que te atrapa en sus redes mediante un argumento compacto y bien hilvanado y unos personajes reales, creíbles y perfectamente trazados».

  

Meses después se presentó con Dies iraedonde Augusto Ledesma seguía haciendo de las suyas y su autor retomaba la historia en el punto que la había dejado en la anterior. Mi experiencia con aquella novela fue igualmente satisfactoria aunque en la reseña comenté que el argumento de Memento mori me había parecido más compacto, más cercano y que me había pillado totalmente por sorpresa al ejecutar un argumento tan bien construido y con unos personajes tan impactantes, efecto que se diluyó un tanto en la segunda entrega. A pesar de que reconocí que lo que llevaba leído se posicionaba como «una recomendación sin titubeos», guardé mis temores para mí. ¿Y si la trilogía no concluía bien? ¿Y si la tan esperada Consummatum est no estaba a la altura de las anteriores? Dudas que me asaltaban porque no hay nada más decepcionante para un lector que comenzar una trilogía con potencia y concluirla con desgana. Por suerte, he de decir que he alcanzado la cima con total plenitud, que he llegado al final del camino satisfecha y contenta por haber recorrido la senda que el autor ha trazado para los lectores. 

Pero entremos en materia advirtiendo primero que esta reseña puede contener spoilers por lo que si tú, lector, no has empezado a leer esta trilogía, que desde ya te recomiendo, y tienes intención de hacerlo, la lectura de esta reseña te puede desvelar datos importantes.

Cada una de las entregas de esta trilogía sigue el mismo patrón. Lo primero que encontramos es un prólogo que en el caso de Memento mori venía de la mano de Michael Robinson mientras que en Dies irae fue Jon Sistiaga el encargado de abrir fuego, y nunca mejor dicho teniendo en cuenta que se trata de un reconocido periodista que conoce bien los conflictos bélicos, un tema que tenía su razón de ser en la segunda entrega. Hasta ahora no me había parado mucho en desgranar qué decían estos prologuistas sobre las novelas de César. No será así en esta ocasión pues en Consummatum est es Lorenzo Silva quien toma el relevo y sobre sus palabras sí me gustaría hacer un aparte. 

Destaca Silva la ambición del proyecto de César Pérez y es verdad que, para ser un autor debutante, embarcarse en una aventura como la que él ha emprendido suena más a aventura suicida que a otra cosa, pero no solo consigue mantenerse a flote sino que además llega a buen puerto. Entre otras muchas cosas, Silva también alaba el rigor en la labor del autor a la hora de reflejar el sistema policial y judicial. No puedo estar más de acuerdo. Creo que Lorenzo Silva escribe un magnifico prólogo, lleno de aseveraciones acertadas que comparto y que abren el apetito del lector. Seguro que leer algo como «...urdir una trama novelesca compleja, llena de ramificaciones y cabos en apariencia irreconciliables, y anudarlos en espectaculares y consistentes soluciones narrativas» [Pág. 12-13] habrá henchido el pecho el autor. La mejor de todo es que Silva tiene razón. 

Pero, ¿qué vamos a encontrar en Consummatum est? El primer capítulo nos adelanta acontecimientos. No es un recurso que el autor emplee por primera vez pues, si no recuerdo mal, así empezaba también Memento moriEstamos ante el último día de la existencia de nuestro asesino en serie favorito. Augusto Ledesma se prepara para su acto final, aquel que lo catapultará a la inmortalidad, a la vida eterna, en el recuerdo de la humanidad. Con semejante inicio, ¿qué lector puede contenerse? El hecho de que sepamos qué va a ocurrir más adelante no resta ni un ápice de interés y suspense.

Grindavik (Islandia)
César nos tiene acostumbrados en sus novelas a viajar por el mundo. De Valladolid, su tierra natal, donde conocimos a Ramiro Sancho del Grupo de Homicidios y donde Ledesma se estrenó como asesino en la primera entrega, nos transportó a los Balcanes, Nueva York, Berlín, San Petersburgo, Belgrado y Triestre en la segunda. Es el turno ahora de visitar tierras más inhóspitas como Grindavik, una localidad pesquera situada en la península de Reykjanes, en Islandia, donde conoceremos a Ólafur Olafsson, el comisario de la policía local, al que le tocará enfrentarse a un caso de asesinato múltiple. Seis personas, tres mujeres y dos hombres de distintas edades, han sido asesinados mientras disfrutaban de una agradable cena en el interior de su confortable hogar. Grindavik no se caracteriza por este tipo de hechos luctuosos que conmocionan a la comunidad. Así arranca la trama de Consummatum Est, con la incorporación de este policía islandés con problemas de alcohol y que siempre tiene la manía de dialogar repitiendo la última frase de su interlocutor. Olafsson no será la única incorporación al listado de personajes pero de eso hablaremos más tarde.

A partir de este momento, Ledesma comienza de nuevo a dejar un reguero de muerte. En su mente la palabra venganza brilla con especial lustre y sembrará el miedo allá por donde pase. Sus víctimas serán numerosas y dispares. Los motivos para asesinar también lo serán. En algunos casos se tratará de personas claves en la relación que une a Ledesma con otros personajes. En otros, serán ejecuciones carentes de justificación. Augusto se convierte en objetivo de la Interpol y Ramiro Sancho ya no estará solo sino que a él se unirán otras personas como el islandés Olaffson o retomará el contacto con viejos compañeros como la inspectora jefe de Trieste, Gracia Calo, o Erika Lopategui. Pero el rastro de sangre que el asesino va dejando a su paso involucra a otras personas como a Connor Murphy, miembro del Comité Ejecutivo de la Interpol, amigo de Olafsson de quien ha estado alejado durante muchos años o Robert J. Michelson, Jefe de la Unidad de Búsqueda Internacional de Prófugos. Todos ellos comprenderán un grupo especial cuya única meta será dar caza a Augusto Ledesma, que sigue siendo mi personaje preferido. Ese tipo culto y refinado, habilidoso y escurridizo, que tan bien dibuja su creador. Su pasión por la música y la literatura siguen siendo patente en Consummatum est, dos áreas que van de la mano en la novela y de las que Augusto tiene buen dominio, permitiéndose incluso hacer una pequeña crítica a la obra de otro autor, Ruiz Zafón.

Del resto de personajes, especialmente aquellos que repiten, diré que siguen siendo sólidos y bien construidos. Ramiro Sancho tendrá un compañero que se me antoja similar a él. Olaffson es otro hombre solitario que también centra su vida en su trabajo mientras anhela el amor perdido. Por suerte para Ramiro, las cosas comienzan a cambiar y ya no será el trabajo su único foco de interés.

Y hablando de personajes, destacar también que al autor le gusta dar su protagonismo a los secundarios, a aquellos que lamentablemente serán las víctimas de Ledesma. César nos acerca a ellos contándonos pequeños fragmentos de sus vidas rutinarias con lo que no los coloca sin más en la escena del crimen de manera fría y distante. Pero, por encima de todo ello, y en cuestión de personajes, lo que más deseo destacar es la magna sorpresa que César nos tiene preparada y de la que, por supuesto, no pienso desvelar nada. Solo diré que a mí me pilló in fraganti. Cierto es que algo pude intuir pero para entonces ya tenía el descubrimiento encima. Jamás se me hubiera pasado por la cabeza, la verdad.



Si en Dies irae el lector viajaba de un país a otro de la mano de César, en esta nueva novela no será menos. La preciosa ciudad de Praga, que tuve el gusto de conocer hace muchos años, es designada como el centro de operaciones del asesino. El hecho de que conozca sus calles y monumentos ha supuesto que disfrute muchísimo de la parte de la trama que transcurre en dicha ciudad. No será la única urbe que visitemos. Ya sea porque le sigamos la pista a nuestro sociópata favorito o porque lo hagamos con los restantes personajes, visitaremos Dublín, Zamora, Serbia, Girona, Amsterdam, volveremos a Valladolid y volaremos a Caracas, El Cairo, Polonia, Munich... Un vaivén de cambios de escenario constante que nos permite tener una visión global de todo lo que ocurre y de todo lo que hacen los distintos personajes en la misma franja temporal. 

Uno de los aspectos que me han gustado más de esta nueva entrega son los pasajes en los que la policía (¿o es el lector?) está a punto de cazar a Augusto. En Memento mori era un asesino especialmente escurridizo, luego, en la segunda, comenzó a cometer fallos. Parafraseándome, parecía «más vulnerable, estar menos seguro de sí mismo». Pero es en esta nueva entrega donde las oportunidades de cazarlo se multiplican, algo que intensifica muchísimo el suspense y la intriga, con varios momentos en los que el clímax sube varios enteros, manteniendo al lector pegado a las páginas de la novela.

Además en esta trilogía, lo que parece ser no siempre culmina como el lector piensa. Cuando estamos más confiados, cuando creemos que a nosotros, avezados lectores, no nos va a engañar, César nos sorprende con un giro argumental que nos deja clavados en el sitio. Constantemente nos lanza señales, señuelos en los que el ingenuo lector pica sin remedio.

¿Qué más contar sobre el argumento? El deselance ya nos lo desvela el autor al inicio de la novela aunque no será hasta el final cuando conozcamos todos los detalles. ¿Es un final justo? Creo que Ledesma no tenía más camino que el que eligió. Su tarea estaba cumplida y en algunas circunstancias todo acto requiere de un sacrificio. Ya lo dice el título, Consummatum est.


Estructuralmente, y más allá del número de capítulos (todos ellos sin número pero sí con títulos), se siguen las mismas pautas. El prólogo del que ya hablé al principio de la reseña, más un dramatis personae, un recurso de vital importancia cuando la trama está plagada de personajes que entran y salen de escena. Múltiples coordenadas geográficas y temporales que hay que tener muy en cuenta porque a veces la acción se adelanta. Refranes y latinajos, característicos en algunos personajes y que quedan convenientemente explicados en las notas al pie, aunque me da la sensación de que Sancho está menos refranero esta vez. Mapas que nos ayudan a ubicarnos (Valladolid y Praga). Poemas de la propia pluma de César y canciones, en esta ocasión de la mano de Love of Lesbian. 

¿Qué más contar de esta trilogía? Desde la primera entrega a la última, el lector encuentra tres novelas para degustar con calma sin tener ansiedad por llegar al final. Es preferible disfrutar del camino y saciar nuestra sed poco a poco. César ha llegado al panorama literario pisando fuerte, con un estilo que no se caracteriza precisamente por su planicie. Se ha alzado como un buen tejedor de tramas, mezclando escenarios, echando mano de multitud de personajes, tejiendo una tela de araña inmaculada y sin ningún rasguño. 

Sí me gustaría resaltar que es preferible leerlas casi una tras otras, o al menos, no dejar transcurrir mucho tiempo entre ellas. Yo he tardado demasiado tiempo en leer esta tercera y eso es algo que, al principio, me pasó factura porque había detalles que tenía olvidados. Menos mal que César piensa en todo y con el pasar de las hojas me encontré que, de vez en cuando, introducía diálogos entre personajes que resumían lo que había ocurrido anteriormente, de tal manera que nos sirve de recordatorio.

Sé que son muchos los libros y las lecturas que tenemos pendientes pero sinceramente creo que esta trilogía merece la pena, por eso no dejaré de recomendarla. Creo que  Versos, canciones y trocitos de carne, compuesta por Memento moriDies irae y Consummatum est no tiene nada que envidiar a las novelas negras más reconocidas por el público lector. Ya no volveremos a saber más nada de Augusto Ledesma. Lo recordaremos, eso sí. Al fin y al cabo eso es lo que él pretendía. Pasar a la posteridad. El hecho de haberlo conseguido se lo debe a la mano de su creador. Ahora sí que sí, hemos llegado al final. Consummatum est. No necesita explicación.

Pero dejemos una puerta abierta. Sabemos que César sigue escribiendo. Respiremos aliviados y confío en que, con su nuevo trabajo, sepa atrapar al lector o al menos a mí, como lo ha hecho con su debut.

Por cierto, César escribió un spin-off basado en el personaje de Armando Lopategui y que tituló Mutatis mutandis. Puedes conseguirlo de manera gratuita aquí.



Agradezco a la editorial el envío del ejemplar.




Retos:



     

Puedes adquirirlo en:


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