Autora
Isabel San Sebastián (Chile, 1959) es periodista todoterreno. Ha trabajado en prensa (ABC, El Mundo), radio (Cadena Ser, Onda Cero, RNE, Cope, Punto Radio) y televisión (TVE, Antena 3, Telecinco, Telemadrid, 13TV), actividades a las que roba tiempo para dedicarse a su pasión de escribir. Autora de diversos ensayos, ha publicado con gran éxito las novelas: La visigoda (2007, Premio Ciudad de Cartagena), Astur (2008) e Imperator (2010). Entre las tres suma más de 160.000 ejemplares vendidos. Su última novela histórica, Un reino lejano (2012), publicada en Plaza & Janés, superó el éxito de las anteriores. Con La mujer del diplomático, cambia de registro para narrar una historia familiar a caballo entre el momento actual y el convulso periodo político de mediados de los sesenta.
Sinopis
Una madre desaparecida antes de tiempo. Una hija atrapada en el pasado. Un diario lleno de secretos que cambiará sus vidas para siempre.
Lucía es una editora que empieza a dejar atrás su juventud justo cuando afronta una dolorosa ruptura sentimental. En esa difícil encrucijada, visita el desván de la antigua casa familiar y descubre, en el fondo de un baúl, el diario íntimo que su madre María, ya fallecida, escribió durante la crisis de los misiles de Cuba. Desde Suecia, donde ha seguido a su marido diplomático, María narra con angustia los momentos más tensos de la Guerra Fría, desahoga su miedo ante la amenaza nuclear y se replantea su situación matrimonial, atormentada por la sospecha de que él tiene una aventura. Su relato -el de sus anhelos, temores, certezas y secretos-, hará que Lucía descubra a una madre muy diferente a la que ella creía conocer.
En su novela más personal y ambiciosa hasta el momento, Isabel San Sebastián se adentra en el glamuroso mundo diplomático de mediados del siglo pasado: las intrigas políticas, las calles de París, Estocolmo, La Habana o Cuzco, el lujo, lo bailes, las cenas y los escarceos amorosos de las altas esferas. La mujer del diplomático recorre dos épocas convulsas de nuestro tiempo para contar una emotiva historia familiar de lealtad.
[Información facilitada por la editorial]
La semana pasada publicaba mi opinión sobre la nueva novela de Isabel San Sebastián, La mujer del diplomático, una historia que me resultó muy completa, en la que se aunaba un tiempo pasado, convulso a nivel político y otro más reciente en el que la política también ocupaba buena parte de la actualidad. Dos hilos temporales que servían a su autora para presentarnos a dos mujeres, madre e hija, con vidas y formas de pensar muy distintas. Si te apetece, puedes leer la reseña completa aquí.Isabel San Sebastián (Chile, 1959) es periodista todoterreno. Ha trabajado en prensa (ABC, El Mundo), radio (Cadena Ser, Onda Cero, RNE, Cope, Punto Radio) y televisión (TVE, Antena 3, Telecinco, Telemadrid, 13TV), actividades a las que roba tiempo para dedicarse a su pasión de escribir. Autora de diversos ensayos, ha publicado con gran éxito las novelas: La visigoda (2007, Premio Ciudad de Cartagena), Astur (2008) e Imperator (2010). Entre las tres suma más de 160.000 ejemplares vendidos. Su última novela histórica, Un reino lejano (2012), publicada en Plaza & Janés, superó el éxito de las anteriores. Con La mujer del diplomático, cambia de registro para narrar una historia familiar a caballo entre el momento actual y el convulso periodo político de mediados de los sesenta.
Sinopis
Una madre desaparecida antes de tiempo. Una hija atrapada en el pasado. Un diario lleno de secretos que cambiará sus vidas para siempre.
Lucía es una editora que empieza a dejar atrás su juventud justo cuando afronta una dolorosa ruptura sentimental. En esa difícil encrucijada, visita el desván de la antigua casa familiar y descubre, en el fondo de un baúl, el diario íntimo que su madre María, ya fallecida, escribió durante la crisis de los misiles de Cuba. Desde Suecia, donde ha seguido a su marido diplomático, María narra con angustia los momentos más tensos de la Guerra Fría, desahoga su miedo ante la amenaza nuclear y se replantea su situación matrimonial, atormentada por la sospecha de que él tiene una aventura. Su relato -el de sus anhelos, temores, certezas y secretos-, hará que Lucía descubra a una madre muy diferente a la que ella creía conocer.
En su novela más personal y ambiciosa hasta el momento, Isabel San Sebastián se adentra en el glamuroso mundo diplomático de mediados del siglo pasado: las intrigas políticas, las calles de París, Estocolmo, La Habana o Cuzco, el lujo, lo bailes, las cenas y los escarceos amorosos de las altas esferas. La mujer del diplomático recorre dos épocas convulsas de nuestro tiempo para contar una emotiva historia familiar de lealtad.
[Información facilitada por la editorial]
Pues bien, he tenido la oportunidad de charlar con Isabel San Sebastián sobre esta novela para exponerle mis impresiones y preguntarle por aquellas cuestiones que despertaban mi curiosidad. Esto es lo que nos contó.
Marisa G.- Isabel, por tus anteriores novelas, sé que eres escritora de novela histórica, sin embargo con La mujer del diplomático cambias de registro, ¿a qué se debe este cambio?
(Imagen tomada de Internet) |
M.G.- En esta novela te centras en el mundo de la diplomacia y concretamente en la figura de la mujer de un diplomático. Sé que tú eres hija de diplomático, que viviste unos años en Estocolmo donde transcurre uno de los hilos argumentales de la novela. ¿Es La mujer del diplomático un homenaje a tu familia?
I.S.S.- Esta novela es ficción, no es una autobiografía, pero sí es verdad que los personajes se parecen mucho en su carácter, en su personalidad y en su forma de ser a los personajes reales que la inspiran. En consecuencia, sí, esta novela es un tributo de cariño y gratitud hacia mis padres y en particular hacia mi madre, a la que perdí muy pronto. No tuve ocasión de decirle muchas cosas porque falleció repentinamente pero de este modo quiero compartir su recuerdo. De todos modos, el personaje de María, la mujer del diplomático, no es mi madre. Sus vivencias no son las suyas aunque sí se parecen. Mientras escribía, veía sus ojos, olía su perfume... Hay mucha emoción en este relato.
En cuanto al cuerpo diplomático sí que intento con esta novela describir la carrera diplomática y el trabajo diplomático tal como es y no como algunas personas se lo imaginan. No es un mundo frívolo. No se compone de personas que se pasan la vida con el vaso de whisky en la mano de fiesta en fiesta, sino que son servidores públicos que sirven a su patria y que lo hacen con mucha devoción, con mucho esfuerzo y con mucho sacrificio personal.
En cuanto al cuerpo diplomático sí que intento con esta novela describir la carrera diplomática y el trabajo diplomático tal como es y no como algunas personas se lo imaginan. No es un mundo frívolo. No se compone de personas que se pasan la vida con el vaso de whisky en la mano de fiesta en fiesta, sino que son servidores públicos que sirven a su patria y que lo hacen con mucha devoción, con mucho esfuerzo y con mucho sacrificio personal.
M.G.- Leyendo tu novela, me puse a pensar en esas mujeres, esposas de diplomáticos que, por la profesión de sus maridos, tienen acceso a cierta información, la que circula por las recepciones y cenas a las que asisten. Para mí son figuras en la sombra pero que han podido tener un peso específico en el devenir de la historia. ¿Se las podría considerar mujeres influyentes?
I.S.S.- Las mujeres siempre han tenido mucha influencia. Poco poder pero mucha influencia. Son matices muy pequeños pero importantísimos. Las mujeres somos mucho más inteligentes y lo hemos sido siempre, a pesar de lo que algunas personas creen. Siempre hemos buscado la forma de ejercer influencia aunque fuera de forma más o menos indirecta. Y las mujeres de los diplomáticos han estado siempre al lado de sus maridos y muchas veces delante de ellos. Les han proporcionado mucha información porque se han movido con mucha soltura por un mundo de relaciones personales y sociales cuyo objetivo final no es el placer lúdico de quienes participan en ello sino precisamente el intercambiar información, especialmente antes cuando la comunicación no era tan fluida como es ahora. Las mujeres estaban ahí presentes. Ellas abrían los ojos y los oídos y por supuesto trabajaban con sus maridos. Obviamente había algunas que eran más despiertas y espabiladas y otras no tanto pero la mayoría eran mujeres muy inteligentes que colaboraban con sus maridos y podían influir en las decisiones que se tomaran.
En mi novela, el personaje de María es más familiar, menos interesada por la vida pública y la política y más volcada en la vida de sus hijos y su marido y hay otro personaje, Paola, la mujer de un embajador italiano, que por el contrario está mucho más interesada en la política y sus entresijos ocultos a través de su amante, el enlace de la CIA en Estocolmo, y cuyo matrimonio no es más que uno de conveniencia. Los dos perfiles he conocido.
En mi novela, el personaje de María es más familiar, menos interesada por la vida pública y la política y más volcada en la vida de sus hijos y su marido y hay otro personaje, Paola, la mujer de un embajador italiano, que por el contrario está mucho más interesada en la política y sus entresijos ocultos a través de su amante, el enlace de la CIA en Estocolmo, y cuyo matrimonio no es más que uno de conveniencia. Los dos perfiles he conocido.
M.G.- Me alegro que hayas hecho alusión a Paola porque quería preguntarte al respecto. El dibujo que haces de María es el de una mujer muy a la antigua usanza, claro estamos en los años 60. Pero su personalidad se hace especialmente evidente cuando lo confrontas con el personaje de Paola, su amiga díscola, muy liberal. Dos mujeres tan distintas y a la vez tan amigas y que se apoyan tanto.
I.S.S.- Efectivamente, yo soy de las que piensan que para ser amigo de alguien no es necesario ser igual que ese alguien. Es más, cuanto más diferente eres, más te aporta, siempre y cuando haya algunos elementos básicos comunes. María y Paola son muy amigas y esas dos tipologías de mujeres son absolutamente reales. En España abundaba más la tipología de María porque nuestra sociedad era mucho más conservadora, más influida por la religión, más tradicional, donde la mujer estaba mucho más sometida a la tutela del hombre, sin embargo en otros países europeos, como Italia, Francia o Suecia, la revolución femenina o feminista que en España hizo mi generación la había hecho la generación anterior. La generación de mi madre se diferenciaba bastante al resto de mujeres europeas sin embargo se parecía mucho a las mujeres de su edad hispanoamericanas. Para las mujeres como mi madre era impensable trabajar fuera de casa y ver cómo sus hijos se críaban solos y llegaban a casa después del colegio sin encontrar a su madre esperándolos pero en Suecia casi todas las mujeres trabajaban fuera de casa y los hijos iban y venían solos.
M.G.- Incluso el divorcio y las relaciones con el marido eran temas que distaban un abismo de una sociedad a otra. Hay una frase que me impactó sobremanera. En un momento puntual María llega a decir: «La infidelidad de un hombre es más comprensible que la de la mujer y por tanto más perdonable- [...]-. Ellos están hechos de otra pasta tienen más deseos y necesidades que nosotras, instintos diferentes». Siendo una mujer del siglo XXI, ¿te costó mucho trabajo crear un personaje como el de María? Te confieso que a mí a veces me entraban ganas de zarandearla.
I.S.S.- No especialmente. El escritor tiene que ser honesto. Es como cuando construía personajes medievales. Cuando uno se mete en la piel del personaje tiene que dejar de lado sus propios pensamientos. No hay más remedio. La inmensa mayoría de las mujeres de la generación de mi madre pensaban así y con arreglo a eso organizaban su vida y construían sus relaciones de pareja. Precisamente uno de los elementos más significativos de esta novela es ver la diferencia, la brutal diferencia entre el papel de la mujer y su responsabilidad en una sola generación. La vida tan diferente que tuvo mi madre comparada con la mía, pro ejemplo, y cómo a pesar de esa diferencia se ha podido construir una relación de profundo cariño, de profundo respeto y gratitud, en algunos casos de forma natural e inmediata y en otros reconstruyéndola a través del tiempo como es el caso de la novela.
Es verdad que, en ocasiones, no ha habido forma de salvar la diferencia, este choque generacional abocado al conflicto pero en el caso de mujeres inteligentes, de mujeres capaces de querer incluso en la diferencia, llegamos a comprender con el tiempo esa diferencia, a apreciarla y a agradecerla, aunque sin compartirla. Al menos es lo que me ha ocurrido a mí. Yo no habría vivido jamás la vida de mi madre ni ella la mía pero yo desde luego respeto mucho la suya y estoy segura de que ella hubiera respetado la mía.
M.G.- En el tema político, uno de los puntales de la novela es la semana de los misiles de Cuba, la Guerra Fría, el tira y afloja entre Estados Unidos y Rusia. Todo quedó ahí. No sé si te puedes llegar imaginar qué hubiera ocurrido si todo hubiera seguido adelante, si hubiera estallado una guerra nuclear. ¿Hubiera habido un vencedor?
I.S.S.- Hubiera sido un auténtico holocausto. En la misma novela lo planteo. Solo en Cuba, la potencia de fuego nuclear que llegó a estar desplegada y operativa durante esos días superaba en cuatro o cinco veces toda la potencia de fuego lanzada por los aliados sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y Alemania quedó arrasada.
Si uno de los dos bandos hubiera llegado a apretar el botón hubiera habido centenares de millones de muertos. No sé si hubiera podido ganar alguno o no. No lo sé pero sí te digo que hubieran quedado destruidas Miami, Filadelfia, Nueva York, Boston, Washington,... Y por la parte soviética, Moscú, Leningrado,... No sé, varias ciudades más. Hubiera habido una verdadera hecatombe nuclear y el mundo no creo que hubiera desaparecido pero el daño hubiera sido devastador.
M.G.- ¿Ha sido la vez que más cerca hemos estado de una guerra nuclear?
I.S.S.- Sin duda. Nunca estuvimos más cerca que entonces porque, en ambos casos, tanto en el bando soviético como en el bando americano, había halcones que presionaron brutalmente a los respectivos presidentes para que lanzaran una primera ofensiva. Además entonces existía la convicción de que el que da primero, da dos veces. Durante ese tiempo lo que prevaleció fue la estrategia de la disuasión, es decir, pensar que como el otro sabía que lo podía destruir no me iba a atacar, pero había halcones, sobre todo militares, que pensaban que si les atacaba con la suficiente fuerza, se achantaría. Kennedy tuvo presiones muy fuerte por parte de algunos miembros de su gabinete para que iniciara la guerra y Kruschev también. Pero también en ambos bandos, afortunadamente, hubo gente razonable que optó por negociar, por llegar a un acuerdo que permitiera salvar la paz, salvando al mismo tiempo la cara, una expresión que se repite mucho en las fuentes históricas que he consultado. Pero estuvimos muy, muy cerca de que aquello saltara. En el último minuto de la crisis, un misil no nuclear soviético derribó a un avión espía norteamericano sobre Cuba y faltaron milímetros para que hubiera una represalia brutal y se desencadenara el conflicto.
M.G.- Y todo ese conflicto político transcurre en la época de María pero en la época del otro personaje femenino, Lucía, la hija de María, editora de profesión, y que conforma el otro hilo argumental de tu novela, también surge el tema de ETA. Un asunto sobre el que pasas un poco de puntillas. Te confieso que me dio lástima que no desarrollaras la historia de ese coronel retirado de la Guardia Civil que quería publicar un libro contando los secretos de la lucha contra ETA. Me gustaría saber por qué no has tirado más del hilo.
I.S.S.- Pues porque he escrito cuatro libros sobre ETA, cuatro ensayos en total. Desde el punto de vista político, desde el punto de vista de las víctimas, del nacionalismo,... Desde todos los puntos de vista. Cuatro ensayos e innumerables artículos y no han servido para nada. El personaje de Antonio, ese coronel que mencionas, es una metáfora. Cuando él quiere publicar un libro de memorias sobre lo que ha sido su vida y su lucha contra ETA y no encuentra una editorial que se lo publique es una forma de decir que efectivamente la sociedad española no quiere saber nada del tema. Como su tentáculo encapuchado y pistolero no está matando ahora a la gente se le ha olvidado, pero ETA sigue ahí, está gobernando San Sebastián, Guipúzcoa,... Pero aquí somos muy olvidadizos. Incluso las víctimas nos molestan y cuando los familiares salen a la calle a exigir algo casi se le increpa porque siguen dando la lata.
Con el personaje de Antonio lo que he querido es expresar lo que ha sido ETA y lo que ha significado. No desde el punto de vista político ni histórico, sino desde el punto de vista personal para las miles de personas que han tenido la desgracia de topárselos en su camino y para las miles de personas que han tenido el valor de hacerle frente y combatirla. Nuestra sociedad es muy ingrata y está escribiendo la última página de ETA con el olvido y la desmemoria,... Hay una expresión que repito mucho en la novela, muy brutal pero que a mi juicio define exactamente lo que está ocurriendo: «El muerto al hoyo y el vivo al bollo».
M.G.- En el capítulo diez, introduces una conversación entre Lucía y otro personaje, un periodista, que me ha parecido muy significativa. Parece como un alegato en favor de tu profesión. No sé si lo has introducido con intención porque crees que tu profesión está muy mancillada.
I.S.S.- Sí, mi profesión está muy desacreditada. Muchas veces se dispara al enemigo equivocado. La gente se mete con los periodistas y es verdad que hay periodistas indignos pero también los hay muy dignos a quienes no se les permite hacer su trabajo porque los que mandan en la información son los propietarios de los medios de comunicación, a quienes no les interesa muchas veces permitir que sus trabajadores sean independientes, libres y cumplan honestamente con su función de control del poder, sino todo lo contrario, que sean sumisos al poder. Y efectivamente existe esa conversación que comentas para reivindicar el oficio, un diálogo a favor de los periodistas que pagamos un precio muy alto por ejercer dignamente nuestro oficio a pesar de todas las presiones.
M.G.- La música también tiene un papel muy importante en la novela. De hecho introduces un cameo de Bebo Valdés. Sé que este músico vivió en Estocolmo pero me gustaría saber cómo se te ocurre introducirlo en el argumento.
I.S.S.- A mí me encanta la salsa y me chifla Bebo Valdés. Mis padres, en los que se inspiran los personajes de la novela -María y Fernando-, eran super bailones. Lo bailaban todo. Me pareció perfectamenta plausible que se hubieran encontrado en una cena a Bebo Valdés. Hubieran disfrutado mucho ese encuentro. Bebo vivió muchos años en Estocolmo. Se casó con una sueca aunque llegó cinco meses después del momento en el que yo lo coloco en la novela, por lo tanto pienso que era una escena perfectamente plausible. Además Cuba jugó un papel fundamental en la Guerra Fría y Bebo fue un exiliado. Por lo tanto, todo encaja. Me pareció un cameo estupendo.
Como dices, la música juega un papel importante. La novela tiene su propia banda sonora precisamente por lo que te decía antes de la emoción, porque la música es el vector que más rápidamente despierta emociones. Es el arte que más directamente apela a la emoción con diferencia. Como esta es una novela escrita sobre todo desde y hacia la emoción pues la música es el acompañamiento perfecto para facilitar que el lector se emocione. Yo la he escrito desde la emoción y espero producir el mismo efecto.
M.G.- Isabel no quiero robarte más tiempo pero antes de finalizar me gustaría saber qué crees que te depara el futuro como periodista y/o como novelista.
I.S.S.- No lo sé. Yo espero que me permita seguir ejerciendo estas dos vocaciones que son complementarias, que cohabitan perfectamente y que me hacen muy feliz.
M.G.- Muchas gracias Isabel. He disfrutado mucho leyendo tu novela y espero que todo te vaya estupendamente.
I.S.S.- Gracias a vosotros. Un placer.
Hasta aquí la entrevista con Isabel San Sebastián que espero os haya parecido interesante. Su novela La mujer del diplómatico ha supuesto una estupenda lectura en la que me encontré con una historia personal e íntima que corre en paralelo a ciertos acontecimientos políticos que mantuvieron en vilo a la población mundial. Una novela recomendable y de agradable lectura.
I.S.S.- Efectivamente, yo soy de las que piensan que para ser amigo de alguien no es necesario ser igual que ese alguien. Es más, cuanto más diferente eres, más te aporta, siempre y cuando haya algunos elementos básicos comunes. María y Paola son muy amigas y esas dos tipologías de mujeres son absolutamente reales. En España abundaba más la tipología de María porque nuestra sociedad era mucho más conservadora, más influida por la religión, más tradicional, donde la mujer estaba mucho más sometida a la tutela del hombre, sin embargo en otros países europeos, como Italia, Francia o Suecia, la revolución femenina o feminista que en España hizo mi generación la había hecho la generación anterior. La generación de mi madre se diferenciaba bastante al resto de mujeres europeas sin embargo se parecía mucho a las mujeres de su edad hispanoamericanas. Para las mujeres como mi madre era impensable trabajar fuera de casa y ver cómo sus hijos se críaban solos y llegaban a casa después del colegio sin encontrar a su madre esperándolos pero en Suecia casi todas las mujeres trabajaban fuera de casa y los hijos iban y venían solos.
M.G.- Incluso el divorcio y las relaciones con el marido eran temas que distaban un abismo de una sociedad a otra. Hay una frase que me impactó sobremanera. En un momento puntual María llega a decir: «La infidelidad de un hombre es más comprensible que la de la mujer y por tanto más perdonable- [...]-. Ellos están hechos de otra pasta tienen más deseos y necesidades que nosotras, instintos diferentes». Siendo una mujer del siglo XXI, ¿te costó mucho trabajo crear un personaje como el de María? Te confieso que a mí a veces me entraban ganas de zarandearla.
I.S.S.- No especialmente. El escritor tiene que ser honesto. Es como cuando construía personajes medievales. Cuando uno se mete en la piel del personaje tiene que dejar de lado sus propios pensamientos. No hay más remedio. La inmensa mayoría de las mujeres de la generación de mi madre pensaban así y con arreglo a eso organizaban su vida y construían sus relaciones de pareja. Precisamente uno de los elementos más significativos de esta novela es ver la diferencia, la brutal diferencia entre el papel de la mujer y su responsabilidad en una sola generación. La vida tan diferente que tuvo mi madre comparada con la mía, pro ejemplo, y cómo a pesar de esa diferencia se ha podido construir una relación de profundo cariño, de profundo respeto y gratitud, en algunos casos de forma natural e inmediata y en otros reconstruyéndola a través del tiempo como es el caso de la novela.
Es verdad que, en ocasiones, no ha habido forma de salvar la diferencia, este choque generacional abocado al conflicto pero en el caso de mujeres inteligentes, de mujeres capaces de querer incluso en la diferencia, llegamos a comprender con el tiempo esa diferencia, a apreciarla y a agradecerla, aunque sin compartirla. Al menos es lo que me ha ocurrido a mí. Yo no habría vivido jamás la vida de mi madre ni ella la mía pero yo desde luego respeto mucho la suya y estoy segura de que ella hubiera respetado la mía.
M.G.- En el tema político, uno de los puntales de la novela es la semana de los misiles de Cuba, la Guerra Fría, el tira y afloja entre Estados Unidos y Rusia. Todo quedó ahí. No sé si te puedes llegar imaginar qué hubiera ocurrido si todo hubiera seguido adelante, si hubiera estallado una guerra nuclear. ¿Hubiera habido un vencedor?
(Imagen tomada de Internet) |
I.S.S.- Hubiera sido un auténtico holocausto. En la misma novela lo planteo. Solo en Cuba, la potencia de fuego nuclear que llegó a estar desplegada y operativa durante esos días superaba en cuatro o cinco veces toda la potencia de fuego lanzada por los aliados sobre Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y Alemania quedó arrasada.
Si uno de los dos bandos hubiera llegado a apretar el botón hubiera habido centenares de millones de muertos. No sé si hubiera podido ganar alguno o no. No lo sé pero sí te digo que hubieran quedado destruidas Miami, Filadelfia, Nueva York, Boston, Washington,... Y por la parte soviética, Moscú, Leningrado,... No sé, varias ciudades más. Hubiera habido una verdadera hecatombe nuclear y el mundo no creo que hubiera desaparecido pero el daño hubiera sido devastador.
M.G.- ¿Ha sido la vez que más cerca hemos estado de una guerra nuclear?
I.S.S.- Sin duda. Nunca estuvimos más cerca que entonces porque, en ambos casos, tanto en el bando soviético como en el bando americano, había halcones que presionaron brutalmente a los respectivos presidentes para que lanzaran una primera ofensiva. Además entonces existía la convicción de que el que da primero, da dos veces. Durante ese tiempo lo que prevaleció fue la estrategia de la disuasión, es decir, pensar que como el otro sabía que lo podía destruir no me iba a atacar, pero había halcones, sobre todo militares, que pensaban que si les atacaba con la suficiente fuerza, se achantaría. Kennedy tuvo presiones muy fuerte por parte de algunos miembros de su gabinete para que iniciara la guerra y Kruschev también. Pero también en ambos bandos, afortunadamente, hubo gente razonable que optó por negociar, por llegar a un acuerdo que permitiera salvar la paz, salvando al mismo tiempo la cara, una expresión que se repite mucho en las fuentes históricas que he consultado. Pero estuvimos muy, muy cerca de que aquello saltara. En el último minuto de la crisis, un misil no nuclear soviético derribó a un avión espía norteamericano sobre Cuba y faltaron milímetros para que hubiera una represalia brutal y se desencadenara el conflicto.
M.G.- Y todo ese conflicto político transcurre en la época de María pero en la época del otro personaje femenino, Lucía, la hija de María, editora de profesión, y que conforma el otro hilo argumental de tu novela, también surge el tema de ETA. Un asunto sobre el que pasas un poco de puntillas. Te confieso que me dio lástima que no desarrollaras la historia de ese coronel retirado de la Guardia Civil que quería publicar un libro contando los secretos de la lucha contra ETA. Me gustaría saber por qué no has tirado más del hilo.
I.S.S.- Pues porque he escrito cuatro libros sobre ETA, cuatro ensayos en total. Desde el punto de vista político, desde el punto de vista de las víctimas, del nacionalismo,... Desde todos los puntos de vista. Cuatro ensayos e innumerables artículos y no han servido para nada. El personaje de Antonio, ese coronel que mencionas, es una metáfora. Cuando él quiere publicar un libro de memorias sobre lo que ha sido su vida y su lucha contra ETA y no encuentra una editorial que se lo publique es una forma de decir que efectivamente la sociedad española no quiere saber nada del tema. Como su tentáculo encapuchado y pistolero no está matando ahora a la gente se le ha olvidado, pero ETA sigue ahí, está gobernando San Sebastián, Guipúzcoa,... Pero aquí somos muy olvidadizos. Incluso las víctimas nos molestan y cuando los familiares salen a la calle a exigir algo casi se le increpa porque siguen dando la lata.
Con el personaje de Antonio lo que he querido es expresar lo que ha sido ETA y lo que ha significado. No desde el punto de vista político ni histórico, sino desde el punto de vista personal para las miles de personas que han tenido la desgracia de topárselos en su camino y para las miles de personas que han tenido el valor de hacerle frente y combatirla. Nuestra sociedad es muy ingrata y está escribiendo la última página de ETA con el olvido y la desmemoria,... Hay una expresión que repito mucho en la novela, muy brutal pero que a mi juicio define exactamente lo que está ocurriendo: «El muerto al hoyo y el vivo al bollo».
M.G.- En el capítulo diez, introduces una conversación entre Lucía y otro personaje, un periodista, que me ha parecido muy significativa. Parece como un alegato en favor de tu profesión. No sé si lo has introducido con intención porque crees que tu profesión está muy mancillada.
I.S.S.- Sí, mi profesión está muy desacreditada. Muchas veces se dispara al enemigo equivocado. La gente se mete con los periodistas y es verdad que hay periodistas indignos pero también los hay muy dignos a quienes no se les permite hacer su trabajo porque los que mandan en la información son los propietarios de los medios de comunicación, a quienes no les interesa muchas veces permitir que sus trabajadores sean independientes, libres y cumplan honestamente con su función de control del poder, sino todo lo contrario, que sean sumisos al poder. Y efectivamente existe esa conversación que comentas para reivindicar el oficio, un diálogo a favor de los periodistas que pagamos un precio muy alto por ejercer dignamente nuestro oficio a pesar de todas las presiones.
M.G.- La música también tiene un papel muy importante en la novela. De hecho introduces un cameo de Bebo Valdés. Sé que este músico vivió en Estocolmo pero me gustaría saber cómo se te ocurre introducirlo en el argumento.
I.S.S.- A mí me encanta la salsa y me chifla Bebo Valdés. Mis padres, en los que se inspiran los personajes de la novela -María y Fernando-, eran super bailones. Lo bailaban todo. Me pareció perfectamenta plausible que se hubieran encontrado en una cena a Bebo Valdés. Hubieran disfrutado mucho ese encuentro. Bebo vivió muchos años en Estocolmo. Se casó con una sueca aunque llegó cinco meses después del momento en el que yo lo coloco en la novela, por lo tanto pienso que era una escena perfectamente plausible. Además Cuba jugó un papel fundamental en la Guerra Fría y Bebo fue un exiliado. Por lo tanto, todo encaja. Me pareció un cameo estupendo.
Como dices, la música juega un papel importante. La novela tiene su propia banda sonora precisamente por lo que te decía antes de la emoción, porque la música es el vector que más rápidamente despierta emociones. Es el arte que más directamente apela a la emoción con diferencia. Como esta es una novela escrita sobre todo desde y hacia la emoción pues la música es el acompañamiento perfecto para facilitar que el lector se emocione. Yo la he escrito desde la emoción y espero producir el mismo efecto.
M.G.- Isabel no quiero robarte más tiempo pero antes de finalizar me gustaría saber qué crees que te depara el futuro como periodista y/o como novelista.
I.S.S.- No lo sé. Yo espero que me permita seguir ejerciendo estas dos vocaciones que son complementarias, que cohabitan perfectamente y que me hacen muy feliz.
M.G.- Muchas gracias Isabel. He disfrutado mucho leyendo tu novela y espero que todo te vaya estupendamente.
I.S.S.- Gracias a vosotros. Un placer.
Hasta aquí la entrevista con Isabel San Sebastián que espero os haya parecido interesante. Su novela La mujer del diplómatico ha supuesto una estupenda lectura en la que me encontré con una historia personal e íntima que corre en paralelo a ciertos acontecimientos políticos que mantuvieron en vilo a la población mundial. Una novela recomendable y de agradable lectura.