Autor
Eloy M. Cebrián (Albacete, 1963) es licenciado en Filología Inglesa, catedrático de instituto y escritor. Para jóvenes lectores ha publicado las novelas Bajo la fría luz de octubre, Memorias de Bucéfalo y Operación Beowulf. En cuanto a su producción para adultos, destacan El fotógrafo que hacía belenes y Los fantasmas de Edimburgo. Sus relatos y sus artículos de opinión han aparecido recopilados en los volúmenes Comunión y La ley de Murphy, respectivamente. Desde el 2000 codirige la revista de creación literaria El Problema de Yorick.
Francisco Mendoza nación en La Mancha en 1948. Estudió en el Seminario de Talavera y luego en Sigüenza y en la Universidad Complutense, por la que es doctor en Filología Hispánica. Ha ejercido de catedrático de Lengua y Literatura en Albacete y París, ha realizado investigaciones sobre literatura culta, oral y de cordel y ha publicado quince libros, entre ellos el ensayo La pasión por los libros. Un acercamiento a la Bibliofilia y el poemario El bibliófilo que soñaba (despierto) con Elsa Pataky.
Sinopsis
Erasmo- un excéntrico profesor jubilado, entusiasta de la literatura de los Siglos de Oro- convence a su ex-alumna Pilar para que emprendan una aventura en apariencia desquiciada: encontrar el manuscrito del Quijote cervantino. Para ello habrán de seguir un relato donde se narran las vicisitudes de un tal Miguel de Cervantes, el robo de su novela sobre un hidalgo de La Mancha y la intervención en el asunto de otro escritor llamado Lope de Vega.
Pero lo que parecía ser una apacible indagación entre bibliotecas y bibliófilos pronto se convertirá en una peligrosa aventura de final imprevisible. Alguien más se halla sobre la pista del manuscrito, y parece dispuesto a todo para conseguirlo.
¿Por qué me empeñaré yo en decir que no soy de novela histórica? A lo tonto, ya han caído algunos libros de este género y de momento la cosa marcha bien.
Como muchos sabréis por algunas de mis entradas, asisto a un club de lectura. Últimamente estamos alternando los libros mensuales (os adelanto que para abril tocará Amor se escribe con h de Enrique Jardiel Poncela) con la lectura pausada y tranquila de El Quijote, libro que estoy descubriendo justo ahora y no porque no lo haya leído anteriormente, sino porque cuando lo leí siendo bachiller fue una lectura pesada, cargante, sin sacarle ese jugo del que yo siempre hablo. Por eso digo que lo estoy descubriendo ahora y no redescubriendo, porque con la lectura lenta y tranquila que estamos llevando a cabo es cuando me doy cuenta ante quién y ante qué estoy.
Por este motivo, cuando leí la sinopsis de Madrid 1605 en la que se menciona el Siglo de Oro, Miguel de Cervantes y a un hidalgo loco de atar, no tuve más remedio que decir "Sí, quiero" y me casé con Eloy M. Cebrián y Francisco Mendoza. Dos compañeros filólogos como la que suscribe, con los que he incurrido en la poligamia pero de lo que no me arrepiento porque esta lectura ha supuesto un acercamiento aún más intenso a mi querido Cervantes.
Madrid 1605 es una novela que no solo se escribe a dos manos sino también a dos aguas. Es decir, sus dos autores nos conducen a lo largo de dos tramas, saltando de una acera a la otra. A la derecha el inicio del siglo XVII en el que conoceremos la manera en la que se gestó El Quijote y todas las vicisitudes que le tocó vivir hasta ver la luz. Si ficción o realidad, eso no le quita enjundia a la lectura. A la izquierda, la época actual en la que nos toparemos con un thriller protagonizado por bibliófilos que no son tan mansos como uno podría pensar.
Para los que consideramos los libros como auténticos tesoros, para los que somos "ratas de biblioteca" (¡oiga, y a mucha honra!), para los que visitar las librerías de viejos y fundirse con el polvo depositado durante años en cubiertas, lomos, guardas y hojas es un auténtico placer, Madrid 1605 es una lectura altamente recomendable. Porque esta novela nos llevará de visita en varias ocasiones a la librería de Juan Maestre, perro viejo del oficio, sita en los alrededores de la Puerta del Sol, un espacio lleno de volúmenes polvorientos y documentos de vete a saber qué siglo. Sin embargo, Maestre desconocerá la valía de unos legajos que duermen entre las paredes de su librería y que otro bibliófilo, de nombre Erasmo López de Mendoza, adquirirá con malas artes tras una visita de "incógnito".
A partir de ese momento, nos asomaremos a la ventana que nos lleve al pasado cuando un tal Gonzalo de Córdoba, yerno de Miguel de Cervantes, nos relata la forma en la que se fraguó la obra más importante de la literatura española y universal, de cómo perdieron el manuscrito, y la forma en que lo recuperaron, de cómo fue impreso y de qué manera el manuscrito original fue oculto en algún lugar de este mundo.
Dos búsquedas del mismo documento pero en épocas distintas es lo que contiene este libro de casi 600 páginas.
Seguir leyendo »
Como muchos sabréis por algunas de mis entradas, asisto a un club de lectura. Últimamente estamos alternando los libros mensuales (os adelanto que para abril tocará Amor se escribe con h de Enrique Jardiel Poncela) con la lectura pausada y tranquila de El Quijote, libro que estoy descubriendo justo ahora y no porque no lo haya leído anteriormente, sino porque cuando lo leí siendo bachiller fue una lectura pesada, cargante, sin sacarle ese jugo del que yo siempre hablo. Por eso digo que lo estoy descubriendo ahora y no redescubriendo, porque con la lectura lenta y tranquila que estamos llevando a cabo es cuando me doy cuenta ante quién y ante qué estoy.
Por este motivo, cuando leí la sinopsis de Madrid 1605 en la que se menciona el Siglo de Oro, Miguel de Cervantes y a un hidalgo loco de atar, no tuve más remedio que decir "Sí, quiero" y me casé con Eloy M. Cebrián y Francisco Mendoza. Dos compañeros filólogos como la que suscribe, con los que he incurrido en la poligamia pero de lo que no me arrepiento porque esta lectura ha supuesto un acercamiento aún más intenso a mi querido Cervantes.
Madrid 1605 es una novela que no solo se escribe a dos manos sino también a dos aguas. Es decir, sus dos autores nos conducen a lo largo de dos tramas, saltando de una acera a la otra. A la derecha el inicio del siglo XVII en el que conoceremos la manera en la que se gestó El Quijote y todas las vicisitudes que le tocó vivir hasta ver la luz. Si ficción o realidad, eso no le quita enjundia a la lectura. A la izquierda, la época actual en la que nos toparemos con un thriller protagonizado por bibliófilos que no son tan mansos como uno podría pensar.
Para los que consideramos los libros como auténticos tesoros, para los que somos "ratas de biblioteca" (¡oiga, y a mucha honra!), para los que visitar las librerías de viejos y fundirse con el polvo depositado durante años en cubiertas, lomos, guardas y hojas es un auténtico placer, Madrid 1605 es una lectura altamente recomendable. Porque esta novela nos llevará de visita en varias ocasiones a la librería de Juan Maestre, perro viejo del oficio, sita en los alrededores de la Puerta del Sol, un espacio lleno de volúmenes polvorientos y documentos de vete a saber qué siglo. Sin embargo, Maestre desconocerá la valía de unos legajos que duermen entre las paredes de su librería y que otro bibliófilo, de nombre Erasmo López de Mendoza, adquirirá con malas artes tras una visita de "incógnito".
A partir de ese momento, nos asomaremos a la ventana que nos lleve al pasado cuando un tal Gonzalo de Córdoba, yerno de Miguel de Cervantes, nos relata la forma en la que se fraguó la obra más importante de la literatura española y universal, de cómo perdieron el manuscrito, y la forma en que lo recuperaron, de cómo fue impreso y de qué manera el manuscrito original fue oculto en algún lugar de este mundo.
Dos búsquedas del mismo documento pero en épocas distintas es lo que contiene este libro de casi 600 páginas.