Editorial: Alianza Editorial.
Fecha edición: Octubre, 2014.
Nº Páginas: 480.
Precio: 18,00 €
Género: Narrativa.
Género: Narrativa.
Edición: Tapa blanca con solapas.
ISBN: 978-84-206-9068-1
[Disponible e ebook]
Autora
Imogen Robertson es una escritora y periodista británica. Estudió Filología rusa y alemana en Cambridge. Trabajó en radio, cine y televisión antes de dedicarse por entero a la literatura. Además de la narrativa, cultiva la poesía y la crítica literaria. Desde sus inicios como escritora ha cosechado los mejores elogios de la crítica y de los lectores. en 2007 ganó el premio convocado por el diario The Telegraph"Las primeras mil palabras de una novela" con el comienzo de su primera obra, Instruments of Darkness. Imogen Robertson ha sido seleccionada en dos ocasiones como candidata a los premios que conceden las asociaciones británicas de escritores de novela negra: el CWA Ellis Peter Historical Awards, en 2011, y el CWA Dagger in the Library Award, en 2012.
Se puede seguir a Imogen Robertson a través de su blog, www.imogenrobertson.com, y de Twitter, @RobertsonImogen.
Sinopsis
Paris, invierno de 1910, la bohemia artística resplandece en cada rincón de la ciudad. Maud Heighton sueña con ser pintora para lo que ingresa en la selecta Academia Lafond. Pero la vida en Parías es muy cara y, mientras que los que la rodean disfrutan de los placeres de la Belle Époque, Maud ve cómo se agota su patrimonio. Se siente sola.
La avezada modelo Yvette, maestra en las artes de la vida, y la rica y frívola heredera rusa Tanya Koltsova le consiguen un trabajo bien remunerado: acompañar e iniciar en la pintura a la bella Sylvie Morel, una inglesa acomodada que vive con su hermano Christian en un mundo selecto y deslumbrante. Todo parece sonreírle a Maud hasta que los Morel son acusados de impostores y ladrones y ella misma del robo de unas joyas. Sólo podrá escapar de esta pesadilla recurriendo a las mismas artimañas de las que ha sido objeto.
Invierno en París es una novela histórica, de aventuras, de intriga, negra... rocambolesca. Una novela de mentiras y traiciones, enigmática y elegantemente evocadora, ue recrea de manera sin igual aquel París de fin de época, con sus luces y sus sombras, en el que el arte y la bohemia convivían entre la decadente aristocracia de media Europa y ambiciosos sin escrúpulos, maestros de la apariencia, que no dudaban en recurrir a las mayores vilezas para mantener su estatus.
[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]
No me cansaré de repetirlo. Me gustan los libros con bonitas cubiertas y eso, al contrario de lo que se pueda opinar, no tiene nada que ver con la superficialidad, si no más bien con la sensibilidad a la belleza. Es innegable que esta novela tiene una portada que ejerce un poder de atracción. Al menos, así ha funcionado conmigo. Por eso, cuando la vi entre las novedades de Alianza, mi apetito se despertó de forma inmediata.
La editorial ofrece una sinopsis extensa por lo que os podéis hacer una idea lo suficientemente clara sobre el argumento de la novela. Quedaría por decir que los hechos transcurren entre el 20 de noviembre de 1909 y el 27 de enero de 1910 en la ciudad de París principalmente. La autora nos ofrece puntualmente información sobre las coordenadas temporales y geográficas de modo que vemos en qué orden y momento se van sucediendo los hechos.
La Academia Lafond es una escuela privada de pintura a la que asisten jóvenes de diversos países para aprender a pintar o a mejorar su técnica. La novela arranca con una noticia trágica. Una de las alumnas, Rose Champion, ha sido hallada muerta, colgando de una de las vigas de su habitación. Un suicidio que deja a todo el alumnado perplejo y que supondrá el punto de inicio a un breve repaso de la vida de los personajes de la novela, especialmente de la que será la protagonista principal, Maud Heighton.
Maud es una joven inglesa que llega a París casi con lo puesto y un poco de dinero en el bolsillo para costearse unas clases de pintura aunque eso le suponga alojarse en habitaciones de mala muerte y no comer apenas en todo el día. En una situación límite, Maud verá el cielo abierto cuando, a través de dos amigas de la academia, opte a un puesto de trabajo como señorita de compañía y profesora de inglés en casa de los Morel. Su estancia allí será un paraíso con el que ella jamás había soñado pero todo se trunca cuando las malas intenciones de los Morel salgan a la luz con una mentira que arrastrará a Maud como lo hacen las aguas de un río. La joven inglesa se verá entonces envuelta en una historia llena de mentiras, de intrigas, de traiciones en los que algún que otro personaje de naturaleza misteriosa alertará nuestros sentidos. La venganza es la única manera de solventar el daño causado aunque eso suponga andar en la cuerda floja.
Invierno en París es una novela en la que se combina el lastre de un pasado, penalidades, secretos, sueños,... con un asesinato y un deseo de venganza que no dejará vivir a la protagonista. El argumento se convertirá en ocasiones en una historia opresiva cuando las acusaciones generen todo un rosario de desconfianzas mientras los personajes intentan hacer justicia por su cuenta.
He de reconocer que algunas escenas del final de la novela no me han parecido muy verosímil pues los hechos transcurren en una situación de caos tal, que el proceder de los personajes me ha resultado poco creíble. Aun así, no puedo negar que he disfrutado de una novela cuyo argumento tiene un estrecho vínculo con el mundo de la pintura. Tanto es así que la narración se va alternando con pasajes descriptivos de obras pictóricas. En un principio esto puede desorientar al lector ya que, de hecho, lo primero que encontramos en el prólogo de la novela es la descripción de la pintura titulada En la Academia Lafond, un óleo que detalla una escena en el centro educativo. No obstante, bastará con leer el primer capítulo para entender que dicho cuadro, al igual que ocurre con los restantes que iremos viendo intercalados, no son más que escenas que vive la protagonista de la novela traspasadas al lienzo.
Me ha resultado muy curioso y original la inserción de estas piezas descriptivas y me ha hecho recordar lo que un día me contó Carla Montero cuando me explicó la manera en la que se le ocurrió escribir su última novela, La piel dorada. La idea surgió cuando contemplaba una pintura de Picasso. Y es que, al contemplar un cuadro, no siempre soy consciente de estar viendo una escena real que haya vivido el artista.
Las descripciones de los cuadros, más de una decena, están llenos de detalles. Desconozco si su conocimiento es fruto de una pasión que ella siente o bien ha sido asesorada en cuanto a composición, tonalidades y ángulos. Lo que sí es cierto es que esos pasajes están realmente bien descritos ofreciendo la típica información que encontraríamos en un catálogo de arte y será en el epilogo cuando encontraremos una explicación a todas las dudas que nos surjan.
Personajes de distinta índole y condición entrarán y saldrán de escena a lo largo de toda la novela pero siempre habrá un pequeño grupo de protagonistas fijos muy relacionados con la Academia Lafond. De todos ellos, destaca por encima de todo el de Maud Heighton. Esta joven inglesa a la que parece que la muerte de su compañera Rose no le afecta en absoluto, muestra inicialmente una frialdad que impacta al lector. Tremendamente pobre, orgullosa y con el hambre arañándole el interior, Maud vive por y para la pintura. Todo su empeño se centra en conseguir ser una gran pintora, convertirse en alguien importante y que sus cuadros se coticen tan al alza que le permitan cambiar el rumbo de su vida y salir del pozo en el que se haya inmersa.
Es una buena chica a la que le cuesta relacionarse pero la iremos entendiendo mejor a medida que la vayamos conociendo. Es el personaje que más evoluciona en la novela pues, en una primera parte veremos el lado más humilde y bondadoso del personaje que, a raíz de un hecho luctuoso, cambiará radicalmente convirtiéndose en un torbellino de venganza y sed de justicia.
Tatiana Sergeyevna Koltsova, o Tanya, la joven rusa procedente de buena familia vive en París con sus dos tías. Aunque la sinopsis nos habla de un personaje frívolo yo la veo con otros ojos. Es verdad que su posición social está muy por encima del resto de sus compañeras de clase pero, más allá de sus pieles y sus perfumes, Tanya no se deja llevar por las convicciones sociales de su clase. Para ella, una mujer criada con el matrimonio como único objetivo, hay cuestiones más importantes. Con criterio propio, una fuerte empatía y capacidad de compasión por el más desvalido, a Tanya no le importa remangarse las faldas de sus lujosos vestidos para ayudar a alguna joven más desventurada que ella. Veremos cómo tiene que hacer frente a un futuro matrimonio con el que no está muy convencida y aunque duda mucho entre el amor y el dinero, no nos defraudará.
En este punto tengo que decir que, en principio, llegué a conectar mucho más con Tanya que con Maud. Para mí la primera estaba mucho más definida, me costaba mucho menos imaginarla pero todo esto cambió en el momento en el que la narración pega un giro de 180 grados y me deja con el alma en vilo. El punto álgido que vivirá Maud la hacen despertar de su letargo, la vida le zarandea los hombros y permite que asome sus sentimientos más poderosos. Reconozco que su personaje me llegó a crispar en más de una ocasión pues se obceca excesivamente para esclarecer unos hechos que le pueden llegar a costar la vida.
Los Morel, Christian y Sylvie, son dos hermanos a cuyo cargo comienza a trabajar Maud. Por el esplendor de la casa en la que residen resulta evidente que gozan de buena posición social. Ambos parecen afables.Él siempre parece estar disculpándose por todo lo que tiene, justificándose por poseer buena renta y una casa palaciega mientras que Sylvie, generalmente se muestra encantadora y dulce. Con ellos Maud disfrutará de las mieles de la felicidad sin ser consciente que en aquella casa se encuentra el motivo de su desdicha.
Y otros personajes tendrán también su cuota de protagonismo en la novela. Yvette, esa modelo que se gana la vida posando para los artistas noveles, que se mueve por los bajos fondos de París y a la que me hubiera gustado ver más deslenguada; la condesa Civray, una mujer americana rica y apasionada por el arte que tiene demasiado buen concepto de sí misma; o la benefactora señorita Harris y su ayudante Charlotte, representando quizás los personajes más bondadosos de la novela. Pero, al margen de todos estos personajes y del interesante argumento, Invierno en París bucea en una cuestión que ya ha sido abordada en otras novelas que he leído. Estamos a principios del siglo XX, aunque no se oyen todavía los tambores de guerra, Europa ya está inmersa en una serie de cambios. La mujer reclama su sitio.
En Invierno en París, la existencia de una academia de arte que abre sus puertas a las mujeres era una práctica habitual en un continente que se resiste a dar vía libre a la mujer. Las grandes ciudades europeas contemplarán cómo la mujer lucha por ocupar el sitio que le corresponde y su pelea llegará a todos los sectores de la sociedad. Las artes y las ciencias dejan de ser coto privados del hombre y por eso nacen estas academias que acogen a las jovencitas que quieren ganarse la vida con sus pinturas, más allá de suponer un mero entretenimiento, aunque para ello tengan que pagar unas cuotas que duplican el importe de la de los alumnos. En algún que otro pasaje de la novela, se intuye una crítica a la sociedad de la época tan restrictiva y crítica con el deseo de la mujer a realizar ciertas actividades prohibidas hasta ahora. Alusiones a George Sand como mal ejemplo a seguir, nos recuerdan que esa Europa no veía con buenos ojos a aquellas mujeres que tenían necesidad de ampliar sus horizontes y adentrarse en círculos exclusivamente masculinos.
George Sand |
Y así vive la Ciudad de la Luz, con esas mujeres que intentan luchar contra una sociedad que las condena única y exclusivamente al matrimonio y a la cría de los hijos. París, una ciudad que está cuidadosamente descrita en la novela y no solamente haciendo hincapié en su fastuosidad, en sus noches rebosantes de vida y de elegancia, sino también en su lado más decadente, con sus calles grises y oscuros rincones que en nada se parecen a la ciudad risueña, alegre y de vivos colores que todos imaginamos. Existe un fuente contraste entre las dos caras de la ciudad. De las cenas opulentas y casas de llenas de lujos a los antros de mala muerte, donde recalan los más desfavorecidos, esos hombres que buscan ahogarse en alcohol y esas mujeres a la caza de un par de francos. Un ambiente sórdido que queda muy bien reflejado.
Y aunque quizás no con demasiada profundidad, también se hace referencia a los fumaderos de opio tan de moda en la época y entre los miembros de la alta sociedad. Aquellos lugares, de los que todo el mundo conocía su existencia pero que permanecían a la sombra, lugares de encuentro donde los aristócratas flirteaban con el opio, dando rienda suelta a sus instintos. E igualmente apreciamos ese mundo bohemio de los artistas, esas modelos que buscaban algún pintor en sus inicios para posar ante ellos y ganarse algo de dinero y por supuesto, en un argumento tan relacionado con el arte no podían faltar las alusiones a famosos pintores como Picasso, Matisse o Degas.
Pero de la época en la que transcurre la novela lo que más destaca es la descripción de la inundación que la ciudad sufrió en 1910. Las lluvias persistentes durante algunos días acompañan los pasajes de la novela en los que la desgracia se palpa. París vivió un episodio dramático que, sin lugar a dudas, trastocaría la vida de los parisinos como así lo hace con los personajes de la novela. Así pues, toda la ambientación de la ciudad, su estilo de vida, sus habitantes, sus rincones y calles,... todo está perfectamente detallado consiguiendo que el lector se haga una acertada composición de lugar.
Invierno en París, escrito en tercera persona, se compone de casi cuarenta capítulos numerados de corta extensión que se distribuyen en dos partes, acabando esa primera partición en un momento brutal de la narración, justo cuando Maud alcanza la plenitud de su felicidad. Habrá un antes y un después y si en esa primera mitad flotaba un halo de suspense en el ambiente, la intriga se convertirá en un importante pilar en la segunda mitad. Concluye la novela con un epílogo que, como mencioné antes, aclara las dudas sobre los cuadros descritos a lo largo de la novela. Y otra sección importante es la que la autora ha denominado Testimonios históricosen la que nos aclara que la Academia Lafond es ficticia pero está inspirada en otra real de nombre Academia Julien, al igual que nos desvela datos interesantes sobre algunos personajes de la novela.
La novela se lee a casi a velocidad de vértigo y no solo porque los capítulos que la componen tenga una extensión breve, como dije antes, sino también porque el abundante diálogo permite al lector avanzar en la lectura casi sin darse cuenta, todo ello alentado por un argumento que resulta ameno, con un estilo sencillo y una narración a buen ritmo que se agiliza en los últimos capítulos de la novela cuando la tensión y el suspense aumentan sin llegar a un ritmo vertiginoso.
A pesar de que he señalado que algunas escenas del final no me han convencido adecuadamente, tengo que reconocer que tanto la ambientación, como los personajes y el argumento en sí han conseguido que Invierno en París haya supuesto una lectura muy agradable. Creo que es una novela que podría encajar en gustos lectores muy variados, por lo tanto, y especialmente si te gusta la época en la que está narrada esta novela, si te apetece leer algo de intriga e incluso con ciertos rasgos de novela detectivesca, te animo a acercarte a ella, el primer trabajo que leo de Imogen Robertson y con el que no me ha decepcionado en absoluto.
Agradezco a la editorial el envío del ejemplar.
A pesar de que he señalado que algunas escenas del final no me han convencido adecuadamente, tengo que reconocer que tanto la ambientación, como los personajes y el argumento en sí han conseguido que Invierno en París haya supuesto una lectura muy agradable. Creo que es una novela que podría encajar en gustos lectores muy variados, por lo tanto, y especialmente si te gusta la época en la que está narrada esta novela, si te apetece leer algo de intriga e incluso con ciertos rasgos de novela detectivesca, te animo a acercarte a ella, el primer trabajo que leo de Imogen Robertson y con el que no me ha decepcionado en absoluto.
Agradezco a la editorial el envío del ejemplar.