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OSTENDE. 1936, EL VERANO DE LA AMISTAD de Volker Weidermann.

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Editorial: Alianza Editorial.
Fecha publicación: febrero, 2015.
Nº Páginas: 152.
Precio: 16,00 €
Colección: Alianza Literaria.
Edición: Tapa blanda con sobrecubiertas.
ISBN: 978-84-206-9767-3
[Disponible en ebook]

Autor

Volker Weidermann es redactor jefe del suplemento cultural del periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung. Nacido en 1969 en Darmstadt, estudió Ciencias Políticas y Filología Germánica en las universidades de Heidelberg y Berlín. Es autor de varios libros. Entre otros, de una biografía sobre Max Frisch (Max Frisch. Sein Leben, seinen Bücher) y un ensayo sobre los libros que fueron quemados por los nazis en Alemania (Das Buch der verbrannten Bücher)

Sinopsis

Ostende, verano de 1936. Stefan Zweig se dispone a pasar el verano en este balneario belga junto a su amante Lotte Altmann y su máquina de escribir. Se les une su amigo Joseph Roth, también dispuesto a escribir y a eludir la prohibición local de bebidas de alta graduación alcohólica. Mantienen una amistad que se proyecta en sus obras literarias: se corrigen mutuamente sus escritos, se dan consejos, se ayudan,... discuten.

En Ostende, Roth se va a enamorar, por última vez, de Irmgard Keun, una escritora obsesionada por irse de su país, en el que queman libros. Si es peculiar la amistad entre dos personalidades tan diferentes como el metódico y acomodado Zweig  y el bebedor Roth, no menos sorprendente es el amor enternecedor entre éste y la joven apasionada Keun.

Llegan a Ostende otros escritores austriacos y alemanes. Sol, mar, cafés,..., podrían ser unas buenas vacaciones entre amigos si cada día no se agravara la situación en Europa y en España, si no estuvieran preocupados por su incierto futuro, si todos ellos no estuvieran perseguidos y sus libros prohibidos en la Alemania nazi, si no hubieran perdido su patria. Son poetas fugitivos, escritores en el exilio.

Volker Weidermann narra de manera documentada, amena y conmovedora, con innumerables y divertidas anécdotas, la amistad entre Zweig y Roth en aquel verano, poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Junto a Kostler, Keun, Toller, Kisch..., celebran la vida como si fueran las últimas vacaciones, el último momento de felicidad antes del desastre. De una tragedia de la que aún les queda una brizna de esperanza de que pueda evitarse.


[Biografía y sinopsis tomadas directamente del ejemplar]


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No solo en este rincón hay admiración por Stefan Zweig. Sé que muchos de vosotros habéis quedado cautivados por su prosa y por su estilo narrativo, de tal modo que siempre es un placer recalar en alguna de sus obras. Llevo muy pocas leídas del autor pero es un propósito perenne el seguir acercándome a sus novelas a las que ya les tengo reservado un sitio especial en mi biblioteca.

Por eso, cuando vi esta publicación entre las novedades de Alianza Editorial sentí la necesidad de leerlo. Ostende no es un análisis sobre las novelas de Stefan Zweig, no es un estudio sobre sus argumentos ni sus personajes. Ostendees un libro que nos acerca más al autor austriaco, a un periodo de su vida muy concreto en el que se dieron extraordinarias circunstancias.¿Quién era Stefan Zweig? ¿Cuáles eran sus opiniones? ¿Quiénes eran sus amigos y qué relación los unía a ellos? Muchas de estas cuestiones y otras que están por formurlarse obtendrán respuesta entre las páginas de este libro.

Ostende es una localidad situada en el centro de la costa belga. En el verano de 1936 coinciden allí varios autores, idealistas que se ven obligados a salir de una Alemania en la que el régimen nazi consideraba la literatura como un veneno para la población, de ahí que muchos autores fueran considerados enemigos y las diversas publicaciones que se podían adquirir en las librerías y establecimientos alemanes fueran minuciosamente examinadas por la Cámara de Literatura del Reich, encargados de decidir qué libros eran condenamos a la hoguera y cuáles se salvaban. De este asunto sabe mucho el autor de este libro, Volker Weidermann, que en 2008 publicó Das Buch der verbrannten Bücher, algo así como El libro de los libros quedados, que aún no ha sido traducido al español o, por lo menos, eso creo.

En aquel verano de 1936 Ostende acogió a escritores de diversa índole como Herman Kesten, Egon Erwin Kisch, Willi Münzenberg, Irgamd Keun, Ersnt Toller, Arthur Koestler... y los más principales Stephan Zweig y Joseph Roth, que solían reunirse en el Café Flore.


Stefan Zweig y Joseph Roth en Ostende. 1936



Stephan Zweig ya había estado en Ostende en 1914, justo antes de que estallara la Primera Guerra Mundial. Es simpática la anécdota que recoge el libro, el enfado del autor por no ser llamado a filas de manera inmediata. Para Zweig, Bélgica era un país que, por su neutralidad, no sería invadido por los alemanes y al que él tenía especial cariño por su vitalidad, fuerza, energía y vida intensa. Se equivocaba.

Huyendo de la Alemania nazi y sus alrededores, Zweig vuelve a pasear por las playas de Ostende. Contaba entonces con 56 años de edad y ya era un autor reputado con buenas ventas y buena posición económica. Casado con la que fue inicialmente su amante, Friederike von Winternitz, era propietario de un castillo en la colina de Kaputzinerberg, coleccionaba antigüedades y sentía auténtica admiración por el poeta belga Émile Verhaeren, aunque no todos sus poemas y opiniones eran del agrado de Zweig.

Weidermann hace un aparte para narrar los amores del escritor. Como dije antes, terminó por casarse con la que había sido su amante, Friederike, que terminará por ser desbancada cuando a la vida del austriaco asome la joven de veintiséis años Lotte Altmann, y que por entonces hacía las veces de secretaria personal. Friederike no estaba al margen de aquella relación, no en vano los pilló in fraganti y aún así continuó junto a su marido. ¿Por qué? Creo que ya te he desvelado demasiado sobre Zweig.

Pasemos ahora a Joseph Roth, el otro gran pilar de Ostende. Roth sintió siempre profunda admiración por Stefan Zweig a quien intentó infructuosamente conocer muchos años atrás. Quiso el destino que ambos se convirtieran tiempo después en grandes amigos hasta el punto que  Zweig se llegó incluso comportar como una madre con Roth, dándole consejos de todo tipo sobre su estilo de vida. Roth bebía demasiado y eso repercutía en la calidad de sus obras a pesar de ser un gran autor. Zweig creía que estaba malgastando su tiempo y su valía a causa de la bebida.

Roth conoce a Irmgard Keun, la única aria del grupo que no compartía creencias con el régimen nazi y había tenido que abandonar  Alemania «por miedo al país, a la gente y a los que tienen el poder» [pág. 67]. Ambos se enamoran, más como una consecuencia inevitable que por una reacción química o física, pues ambos comparten dos grandes pasiones: los libros y el alcohol. A Keun no le hacía nada de gracia la estrecha relación que su amado tenía con Zweig, pues advertía demasiada dependencia de uno respecto al otro. Y es que, como dije antes el austriaco protegía a Roth, lo amparaba, intentaba hacerlo caminar por el buen camino, le prestaba dinero,... Roth siempre le estaría agradecido y así se lo demuestra en la dedicatoria de su libro Job, una de las obras que fue llevada al cine.  

Pero Ostendeno solo se centra en las experiencias y vivencias de este grupo de exiliados que añoran su patria, sino que también dibuja sutilmente la situación político y social de Alemania y, podríamos decirlo así, su hipocresía durante las Olimpiadas de Berlin, borrando su verdadera esencia e intentando camuflar su xenofobia y judeofobia. Por otra parte, también se hace un repaso al impacto que provocó en estos escritores el inicio de la Guerra Civil en España, en qué bando se situaban y cuál era su opinión respecto al régimen franquista.

No podemos decir que Ostende sea una novela al uso. No hay prácticamente argumento sino simplemente la descripción de unos hechos que se inician en 1936 en la localidad belga y se prolongan hasta febrero de 1938 en otras ubicaciones. Tampoco puede ser considerada una biografía, aunque se eche mano a las cartas que cruzaron Roth y Zweig, a diarios personales,… Y os aliviará saber que tampoco es un ensayo pues el estilo del autor carece de esos elementos que caracterizan ese género. Volker Weidermann posee la capacidad de acercarnos a la vida de unos intelectuales que se aferran a un verano como si fuera el último bastión de la felicidad mientras contemplaban con horror el desarrollo de unos hechos en otros puntos de Europa que no auguraban nada bueno.

Tal y como se especifica en la sinopsis,Ostende es un libro ameno y entretenido en el que el amor por la amistad flota, lleno de «innumerables y divertidas anécdotas» tal y como se especifica en la sinopsis. La evocación de las escenas en la playa de Ostende tiene cierto tinte pictórico que recuerda mucho a esos cuadros de Sorolla en los que mujeres de otra época pasean refugiadas del sol bajo sus sombrillas. Ostende tiene esos colores de los cuadros del pintor valenciano, escenas de tonos pastel, que recrean una época de calma y sosiego, en un rincón apartado donde el tiempo parece transcurrir sin prisas mientras, no muy lejos de allí, se estaba gestando el desastre. 

Ostende ha sido una lectura de lo más agradable. Me ha permitido acercarme a uno de los escritores que más admiro y a otros por descubrir. Creo que es una lectura muy recomendable para todos aquellos que deseen conocer algo más de la parte más personal de Stefan Zweig y aquel pintoresco grupo de escritores.


[Ilustraciones e imágenes tomadas de Google]


Retos:

- Autores de la A a la Z
- Sumando 2015.
- 100 libros.



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